La tramposa industria alimentaria

POR AMOR A LOS CHICHARRONES

Los monopolios de alimentos, en asociación con el fujimorismo, han lanzado un nuevo ataque contra los débiles intentos de que la industria de comida chatarra que nos de la información básica que necesitamos los consumidores. Quieren postergar la obligación de poner advertencias en las comidas industrializadas altas en sal, azúcar y grasas y quieren diluirlas en un llamado “semáforo” que dejaría desinformados al pueblo y en especial a los niños. ¿Por qué lo hacen? No es por amor al chancho sino a los chicharrones, es por los cientos de millones de ganancias empresariales que están en juego: es cuestión de lobbys.

También socialmente hay mucho en juego. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido que actualmente hay 1 900 millones de adultos con sobrepeso (el 39%), de los cuales 650 millones son obesos (el 13%). 41 millones los niños menores de cinco años y 340 millones de 5 a 19 años tienen sobrepeso u obesidad. De todo el mundo, es en las Américas donde la situación es peor: 62% de los adultos y entre 20 y 25% de niños y adolescentes tienen sobrepeso. Las cifras son brutales.

A muchos controlar nuestro peso no nos resulta fácil. Hace apenas año y medio me enfrentaba con cierto temor a la balanza estando en el límite del sobrepeso, pero felizmente logré bajar 8 kilos ya y aunque mantengo ahora un peso razonable todavía quisiera bajar unos 5 kilitos más, lo que es una batalla diaria.

Yo pensaba que los principales riesgos que traía la obesidad eran la diabetes y los ataques al corazón. Como menos preocupante pero real veía la posibilidad futura de problemas en la espalda y las rodillas. Pero estudiando un poco el tema he encontrado que el sobrepeso es también un serio factor de riesgo de cáncer, esa enfermedad terrible que ya causa más de 30 mil muertes al año en el Perú. Los estudios internacionales indican que entre los obesos hay más riesgo de cáncer de cérvix (cuello uterino), mama, colon, recto, riñón, páncreas, tiroides y vesícula biliar; hasta un 40% de cánceres de endometrio y esófago se deben al sobrepeso.

EN EL PERÚ

Las estadísticas más continuas en el Perú sobre este tema provienen de la encuesta ENDES y se refieren a mujeres. En ellas, el sobrepeso y obesidad pasó de 46,7 por ciento el año 2 000 a 58,4 por ciento el 2 015. Enorme. Aunque afecta más en las ciudades, en las zonas rurales llega a un 53 por ciento, siendo ahí donde ha venido aumentando más rápidamente. Las mujeres menos educadas son las más afectadas: la tasa de sobrepeso y obesidad sube hasta 69 por ciento entre quienes solo tienen primaria. Entre pobres más de la mitad lo sufren. El sobre peso y obesidad afecta a la mitad de los hombres adultos, mientras entre los escolares de secundaria (al 2010) es de un 20%.

Para decirlo muy claramente: ESTO ES UNA EPIDEMIA, cuyos costos directos e indirectos se estiman en 2 mil 200 millones de dólares. El que crea que esto es un asunto de gringos o de chilenos está muy equivocado.

El problema es claramente la mala alimentación, que es la razón por la cual tenemos al mismo tiempo obesidad, anemia y desnutrición crónica infantil. No son fenómenos separados: en uno de cada cinco hogares peruanos conviven un niño anémico y una mujer con sobrepeso. En el Perú apenas 11% de personas de más de 15 años consumen 5 porciones de frutas y/o verduras al día, que es lo recomendable, porcentaje que se reduce a solo 5% en las zonas rurales. Al mismo tiempo, “el 54% de los que cursan estudios entre el segundo y cuarto año (de secundaria) refieren haber consumido bebidas gaseosas una o más veces al día” y 11% tuvieron comida rápida tres días o más durante la semana. No es de sorprender, si consideramos que “en el horario infantil el 66% de la publicidad es de comida chatarra (6 minutos por hora), calculándose que un niño está expuesto a los avisos hasta 22 minutos diarios de publicidad” (Ministerio de Salud).

Diversas investigaciones internacionales han establecido que “comparados con las comidas recién preparadas, los productos ultra-procesados contienen más azúcar, grasas saturadas y sodio, y contienen menos fibra dietética, minerales y vitaminas”, según la OMS. Por ello, se ha determinado que productos ultra-procesados como las bebidas azucaradas, los snacks de alta densidad energética y la “comida rápida” contribuyen a la obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y varios cánceres. Estudios comparando entre países han encontrado que a más ventas de comida rápida, mayor índice de sobrepeso.

LAS EMPRESAS

Hace unos años, el periodista norteamericano Michael Moss, premio Pulitzer al reportaje investigativo, sacó un libro sobre como los monopolios alimentarios nos manipulan en base a un gusto heredado genéticamente por el azúcar, las grasas y la sal. El libro, que se llama en inglés “Salt, sugar, fat: how the food giants hooked us” y ha sido traducido como “Adictos a la comida basura”, cuenta como estos oligopolios gigantes promueven el consumo de sus productos: “A lo largo de los años, los fabricantes de la industria alimentaria se han disputado la primacía en el sector elevando, cada vez más, las cantidades de sal, azúcar y grasa en los alimentos que producen. Unos ingredientes cuyo uso deliberado han estudiado y controlado metódicamente, basándose en estudios científicos que demuestran que actúan sobre nuestro cerebro proporcionándonos un placer adictivo similar al que generan drogas como la cocaína.… la industria manipula los alimentos para que nos convirtamos en adictos a sus elaboraciones”.

Estos monopolios incluso tenían su propio grupo de investigación para determinar como “enganchar” mejor a los consumidores, habiendo encontrado que desde niños a los seres humanos nos gustan los productos con más sal y más azúcar, pero que también es un gusto adquirido, de tal manera que mientras más lo consumes en la infancia más te gustará de adulto.  El azúcar, en especial con su “asalta brutal de alta velocidad sobre nuestros cerebros”, dice que es “la metanfetamina de los ingredientes de los alimentos procesados”.

EL DEBATE EN EL PERÚ

Se ha dicho esta semana en nuestro país que el problema son “los activistas antiempresa” y que “lo que realmente hay es un cargamontón sin precedentes contra la industria de alimentos”. Pero lo que ha habido más bien es un grosero intento de manipulación por parte de la industria, que utilizando una plataforma llamada “Comebien” sacó a sus columnistas y expertas a los medios masivos de comunicación a defender su posición en contra de que haya advertencias claras y simples. Por supuesto que les dan espacios destacados en los diarios, la TV y la radio: los monopolios alimenticios gastan 300 millones anuales en publicidad de “comida chatarra”.

Pero hicieron mal su campaña. Usaron una encuesta que les favorecía, pero se trataba de una encuesta a apenas 200 mujeres, un numero totalmente insuficiente para tener un resultado estadísticamente válido. También salió a la luz que “comebien” era pagada por Alicorp y Molitalia, que según los últimos datos publicados tienen el 66% del mercado de aceites comestibles en el Perú. Alicorp, del grupo Romero, tiene peso dominante en los mercados de caramelos, galletas, aceites, margarinas, postres, refrescos y salsas, incluyendo la marca “Tarí”, cuya imagen ha circulado en redes mostrando como en Chile sí pone bien clarito sus advertencias de que es alto en calorías, sodio y grasas. Era obvio que había un interés económico muy fuerte que sesgaba cualquier estudio.

Los monopolios alimenticios han sido defendidos por el fujimorismo bruto y achorado. Bien achorado, en verdad, porque el presidente de la “Comisión de Defensa del consumidor” del congreso, el fujimorista Miguel Castro, llegó al extremo de botar del congreso (con b de bota) al representante de la Oficina Panamericana de la Salud OPS/OMS, el organismo internacional que vela por la salud mundial, y a Jaime Delgado de la Asociación de Defensa del Consumidor. Ante nuevos pedidos de que sean escuchados los ha vuelto a chotear. Mientras tanto, este mismo congresista Castro ha dicho que hay “un estudio” de una “experta en neuromarketing” en contra de las advertencias claras y firmes, pero no ha podido mostrar el estudio.

Quien inició este ataque contra la salud pública con un proyecto de ley pro-comida chatarra fue Daniel Salaverry, quien esta semana destacó también por su acusación sin pies ni cabeza contra el Fiscal de la Nación. Salaverry es parte del grupo “mototaxi”, el núcleo duro del Keikismo. Finalmente, diez disciplinados fujimoristas han votado para impedir que haya advertencias claras en la comida chatarra. No se trata, pues, un “tiro al aire” de un oscuro congresista fujimorista, sino una maniobra claramente concertada entre la jefatura (Keiko) y los monopolios de la comida chatarra.

Felizmente la resistencia en favor de la salud pública y de una buena información a los consumidores es grande y creciente. El prestigioso Dr. Elmer Huerta ha jugado un rol clave desde un inicio. El Ministerio de Salud se ha pronunciado formalmente, aunque en boca del viceministro Juan Arroyo siendo notorio el silencio del ministro D´Alessio. La OPS ha publicado avisos, así como el Colegio Médico y el Colegio de Nutricionistas. Se ha armado una Plataforma por la Alimentación Saludable y se está convocando a una movilización para hoy viernes 17 a las 5 pm en plaza San Martin. Vamos, que hay un frente interesante para decir con firmeza que con la salud pública no se juega.

(publicado en Hildebrandt en sus Trece el 17 de noviembre de 2017)

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