Economía y Política en Chile y Colombia 2022: Que Boric y Petro miren al Perú

El reciente triunfo del izquierdista Gustavo Petro en Colombia se suma al que hace pocos meses tuvo Gabriel Boric en Chile. En estos países hay una desigualdad y exclusión de origen colonial no tan distinta a la peruana, pero cada uno con su propia historia política. La coyuntura económica tendrá mucha importancia en el futuro de estos gobiernos; dado un 2022 con alta inflación, rápida alza de tasas de interés en Estados Unidos y fuerte frenada de la economía mundial, se inician cuando las papas queman.

COLOMBIA

El gobierno de Iván Duque era uribista, es decir, de una extrema derecha similar al fujimorismo en el Perú, defensora a rajatabla de los grandes intereses empresariales y orientada a responder con violencia las protestas populares antes que fortalecer los caminos de la paz. Esa derecha mantuvo un déficit fiscal alto que el 2021 llegó a 6.8 por ciento del PBI (en Perú lo bajamos a 2.5 por ciento), llevando a la deuda pública hasta 65 por ciento, el doble que en nuestro país. Tal como hace la derecha de los republicanos en Estados Unidos, les encanta criticar el déficit fiscal cuando están en la oposición, pero cuando les toca gobernar no se hacen problemas en endeudarse con tal de mantenerse populistamente en el poder y desde ahí favorecer a los grandes monopolios y las oligarquías dominantes.

El gobierno de Duque tuvo su momento crítico cuando aprobó elevar impuestos a las clases populares, lo que junto a otros desaciertos desató una enorme protesta a fines de 2019. Luego Duque retrocedió, cambió a su ministro de economía y replanteó totalmente sus medidas, subiendo el impuesto a las ganancias empresariales a 35 por ciento y a 38 por ciento a las ganancias de los bancos (en el Perú aún es menos del 30 por ciento), ofreciendo programas de empleo y becas. Pero tras las protestas del 2019 su popularidad estaba en crisis y se trataba ya de un gobierno “pato cojo”.  El candidato apoyado por la derecha uribista era Federico Gutiérrez, pero el desgaste de Duque era demasiado grande y pasó a la segunda vuelta el outsider Hernández. Gustavo Petro logró derrotarlo. Ahora le toca gobernar.

Colombia tiene desde hace tiempo un gasto público que ya antes de la pandemia era 33 por ciento del PBI, cifra que casi duplica la peruana: allá la educación, la salud, la protección social y la inversión púbica en infraestructura sí tienen una base presupuestal firme. Petro parte con un PBI colombiano ha remontado bien el 2021 y se espera (Banco Mundial dixit) otro buen crecimiento de 4,4 por ciento este año. El petróleo, su principal producto de exportación, tiene fuerte participación de la empresa estatal Ecopetrol, lo que es una gran ventaja ahora que los precios están por las nubes y Estados Unidos y Europa requieren reemplazar el petróleo ruso. El asunto es que el gobierno derechista que sale deja unas cuentas fiscales desequilibradas y con harta deuda, frente a lo cual Petro propone una reforma tributaria progresiva y un cambio en el sistema privatizado de pensiones. Además, igual que el resto de Latinoamérica, sufre el embate de la inflación, que está en 9 por ciento, el nivel más alto en 22 años, y esta alza de precios en todas partes genera descontento popular. El reto que tiene Gustavo Petro es grande.

CHILE

Chile tiene varios elementos comunes con Colombia. Un presidente derechista, Sebastián Piñeira, enfrentó antes de la pandemia una ira popular evidenciada en enormes protestas sociales. El descontento se enfocó en la alta desigualdad, el rechazo a las AFPs y los cobros en la educación que endeudan a las familias. La popularidad de Piñeira llegó a niveles de un dígito y no le quedó otra salida que convocar a una Asamblea Constituyente inclusiva en base a un amplio acuerdo político.

Piñeira fue otro presidente de derecha que no pestañeó en mantener un déficit fiscal sumamente alto, llegando hasta 7.5 por ciento del PBI. Otro caso en el que a los derechistas les gusta hablar de ajuste fiscal cuando están en la oposición, pero prefieren endeudarse y mantener impuestos bajos a los ricos y monopolios cuando están en el poder; son campeones en hipocresía. Igual que Perú, en base a vacunación masiva e impulso fiscal Chile logró que su PBI del 2021 recuperara el nivel pre-pandemia del 2019. Pero Piñeira le heredó a Boric un déficit tan alto que le plantea la necesidad de un ajuste fiscal fuerte, con Boric iniciando su gobierno justo cuando los precios empezaban a volar. Al mismo tiempo está la demanda social de una mayor inversión en educación, salud y pensiones; de ahí que una de las medidas pre-anunciadas por el gobierno de izquierda de Boric, con un ministro de economía socialdemócrata, ha sido una reforma tributaria que incluirá un alza en los impuestos a la minería: aunque en Chile la empresa pública Codelco tuvo el año pasado 21 mil millones de dólares de ventas y 7 mil 500 millones de utilidades las empresas privadas predominan. En ese contexto, la caída esta semana del precio del cobre hasta debajo de los 4 dólares la libra, valor aún alto pero menor que los 5 dólares que alcanzó a inicios de este año, no es buena noticia.

Luego de una ronda nacional de diálogos sobre el tema, hace pocos días Boric resaltó que “esta Reforma Tributaria no es contra alguien, es una reforma para Chile, es una reforma para un desarrollo más justo y equitativo” y que “una distribución más justa de la riqueza le permite a Chile ser un país más integrado, más cohesionado”. El momento es complejo: el 4 de setiembre, dentro de dos meses y medio, se hará en Chile el plebiscito para decidir si se acepta o no la nueva Constitución, asunto de la mayor importancia. Boric enfrenta una dura campaña de la derecha y de medios tan concentrados y jugados por ese extremo político como los del Perú.

CHILE, COLOMBIA Y PERU

La coyuntura económica no es el único factor, ni siempre el más importante, para determinar el destino de un gobierno. Pero hay momentos cuando es un asunto crítico. John Maynard Keynes, el economista más destacado de la historia, ascendió a la fama cuando escribió “Las consecuencias económicas de la paz” tras la firma del tratado de Versalles en 1919, polemizando con esa decisión y avizorando un futuro político negro para Europa, tal como sucedió. Fue una decisión de quiebre en la historia mundial. Este 2022, la inflación y el frenazo de la economía mundial nos han agarrado de sorpresa, y las respuestas a esta situación que licúa salarios reales, dificulta la generación de empleo y pone en aprietos a los agricultores, resulta fundamental en todos los países del mundo.

Hay varios otros problemas que las izquierdas han puesto sobre la mesa en la discusión política en Chile, Colombia y el Perú. La discriminación contra indígenas y afrodescendientes, la desigualdad extrema, la urgencia de educación y salud de calidad para todos, los graves problemas ambientales a nivel local y a nivel planetario, los límites del modelo económico extractivista, la inequidad de género, la corrupción, la necesidad de construir un estado eficaz, la reconfiguración de una política representativa, el riesgo de derechas agresivas que recuerdan al fascismo, son parte de una agenda básica. Responder en el corto plazo a una situación macroeconómica que golpea con fuerza los bolsillos populares, sin embargo, resulta impostergable. Boric y Petro podrían mirar al Perú y ver lo que pasa con la popularidad de un gobierno que no se percata de ello.

Prioridad a la Atención Primaria de la Salud

Dados los despropósitos y desvaríos de los poderes del estado, a menudo nos olvidamos de mirar con detenimiento la situación social de las familias peruanas. Venimos de dos años tremendos de pandemia, 2020 y 2021, periodo de un terremoto sanitario, económico y social sin precedentes. ¿Qué sabemos realmente de cómo nos afectó este tiempo desastroso?

Los distintos gobiernos tuvieron que actuar con poca información de lo que realmente estaba pasando a nivel social. Los datos económicos solemos tenerlos con semanas o pocos meses de retraso; por ejemplo, ya en enero sabíamos que el 2021 la economía creció 13,3 por ciento y se crearon 400 mil puestos de trabajo formales entre agosto y diciembre. Pero indicadores sociales claves referidos a pobreza, infancia, salud y nutrición sólo se obtienen con más retraso; apenas hace pocas semanas el INEI ha publicado la información de las dos grandes encuestas que nos permiten tener información social del año pasado, la ENAHO (Encuesta Nacional de Hogares) y la ENDES (Encuesta de Demografía y Salud). ¿Qué nos dicen estos datos de cómo nos fue el 2021? Esta información es clave para entender los retos de la recuperación ahora que ya ha pasado el tiempo más duro de la pandemia.

POBREZA

Los datos de pobreza suelen ser de los más mencionados, aunque el INEI sólo publica los referidos a la pobreza monetaria, cuando una mejor aproximación a las condiciones de vida inadecuadas debe cubrir múltiples dimensiones e incluir salud, educación y acceso a servicios básicos. La pobreza monetaria era 20 por ciento de la población el 2019 antes de la pandemia, subió a 30 por ciento en el año terrible de la primera ola y las fuertes cuarentenas, y el 2021 bajó a 26 por ciento. No se ha recuperado al ritmo del PBI. Se trata del promedio del año, en el que sin duda hay diferencia entre el inicio bajo una dura segunda ola del covid19 y un cuarto trimestre vacunados y con más movimiento económico y empleo.

Lo que sucedió en Lima y las ciudades no fue igual a la evolución de la pobreza en el campo y las zonas rurales. Entre el 2019 pre-pandemia y el 2021, el consumo per cápita cayó en Lima 16,6 por ciento, una caída enorme, mientras que en el área rural el consumo nominal aumentó 1,8 por ciento. No fue por gusto que durante la pandemia cientos de miles de peruanos retornaron a sus pequeños centros poblados de origen, en una migración en sentido reverso a la que ha prevalecido el último siglo. 

SALUD Y NUTRICIÓN

Menos publicitada pero no menos importantes son los datos de salud de la encuesta ENDES 2021 que se aplicó a una muestra de 36 760 viviendas (número treinta veces superior a los individuos que suelen ser considerados en las encuestas de opinión política que suelen salir en los medios). Aunque hay una caída que se espera en varios aspectos, también hay varios indicadores que han seguido mejorando, algo que por la coyuntura vivida hay que analizar con detenimiento.

El embarazo adolescente entre los 15 y 19 años bajó el 2021 a 8,9 por ciento, frente al 10,4 por ciento en que estaba el 2019 pre-pandemia; seguramente influenciado por las restricciones de salida, movilidad y fiestas. Ojalá siga bajando y el uso de anticonceptivos modernos siga creciendo. A pesar de las grandes dificultades del sistema de salud, concentrado en el covid19, el 2021 la atención de las madres gestantes tuvo una amplia cobertura: el 93 por ciento de los partos fueron en un hospital o centro de salud categorizado, cifra ligeramente mayor que antes de la pandemia. Pero otras atenciones a las mujeres han caído enormemente, como el examen de mama que sirve para prevenir el cáncer y que, de habérselo hecho 21 por ciento de mujeres el 2019, sólo se lo hicieron el 9 por ciento el 2021. Este es un examen simple que no requiere equipos especializados, sólo un médico entrenado para ello, pero es también un examen que no puede hacerse por telemedicina sino que requiere atención presencial, en lo que hay bastante retraso aún. Ya no hay justificación para que algunos médicos estén manteniéndose fuera de sus consultorios.

Para los niños, las vacunas completas en menores 12 meses cayeron de 77 por ciento el 2019 a 61 por ciento el terrible 2020, para recuperarse parcialmente a 69 por ciento el 2021. Esta es una muestra que la atención primaria de la salud fue bastante relegada, incluso en cuestiones básicas como vacunaciones infantiles. Recuperarla debiera ser la prioridad este año.

La desnutrición infantil no ha empeorado. La anemia en niños y niñas de 6 a 36 meses, que era 40 por ciento el 2019, se mantuvo igual el 2020 y se redujo ligeramente el 2021 a 39 por ciento. La desnutrición crónica infantil, es decir el retraso de crecimiento, cayó de 12,2 de los niños a 11,5 por ciento el 2021. Mejoras pequeñas pero que no dejan de sorprender en medio de una crisis de empleo e ingresos populares y de aumento de pobreza tan dura, aunada a los problemas de la atención primaria. ¿Cómo es eso posible? ¿Será que la mayor presencia de madres y padres en casa ha llevado a una alimentación más balanceada? El que los niños se hayan quedado en casa también ha llevado a que su participación en las conversaciones de los adultos aumentara de 48 a 53 por ciento entre los niños pequeños (de entre año y medio y tres años). Pero la obesidad y sobrepeso en niños ha aumentado de 8 por ciento a casi 10 por ciento el 2021, alcanzando a 14 por ciento en la zona de la costa. Es una cifra preocupante; desde hace algunas décadas viene creciendo una pandemia de obesidad que lleva a serios problemas de salud. En este caso, pareciera que los colegios cerrados para la educación presencial y las restricciones a los juegos en las calles y parques han pasado la factura. La mala alimentación y el menor ejercicio también afectó a los adultos mayores, entre los que han aumentado la obesidad, la hipertensión y la diabetes.

LO URGENTE Y LO IMPORTANTE

Los últimos meses del año pasado logramos una amplia vacunación que evitó la alta mortalidad con la que nos amenazaba la tercera ola de Covid y nos permitió reanimar la economía y el empleo. Pero ahora llegamos a mediados de año con una crisis política agravada por la inflación mundial y la debilidad de la respuesta estatal. En el corto plazo de hoy, el entrampe político, la corrupción y la fuerza de la inflación mundial parecen arrasadores y es difícil ver salidas. Lo inmediato domina. Pero perder de vista lo que sucede con la nutrición y la salud sería un error monumental; son asuntos demasiado importantes.

Algunos indicadores sanitarios y nutricionales nos sorprenden positivamente, reflejando tendencias sociales favorables de largo plazo sustentadas en mejoras en la educación, las comunicaciones y el empoderamiento de las mujeres que hay que reforzar. Lo que no creo que sea novedad para nadie es comprobar que hay retrocesos graves en varios indicadores de salud. Tanto para acelerar los avances como para superar los retrocesos, es clave que la atención primaria de la salud se termine de recuperar con rapidez, algo perfectamente factible, y que se le dé un nuevo impulso en el marco de una reforma sanitaria integral. Es terrible que esta necesidad primordial quede fuera de la agenda política y que no veamos ni a ministros ni a congresistas trabajando por la salud pública. Lo urgente nunca debe hacernos olvidar lo importante.

Perú y China

EL PERÚ FRENTE A CHINA

El escenario económico internacional, que hasta hace unos cinco años era de hiperglobalización creciente, claro dominio norteamericano y China creciendo rápidamente sin trabas en el mercado mundial, ha cambiado. Donald Trump, recogiendo un malestar extendido entre la clase trabajadora norteamericana, optó por un mayor enfrentamiento comercial subiendo aranceles y restricciones a los productos chinos. Joe Biden ha mantenido la política frente a China, que tiene un fuerte consenso bipartidista en EE.UU. No es un cambio menor; las sanciones aplicadas a Huawei le han dificultado a esta empresa china vender sus equipos que hoy no pueden usar apps de gran difusión; el fondo de este conflicto era y es la carrera por la hegemonía en el terreno de la tecnología 5G que será el próximo gran avance en comunicaciones.

Hoy las noticias internacionales se concentran en la invasión de Rusia a Ucrania con todas sus consecuencias: sanciones económicas de EEUU y Europa contra Rusia, alza de precios internacionales del petróleo, el gas y los alimentos, y escasez y encarecimiento de los fertilizantes que ampliará el hambre a nivel mundial y amenaza a nuestro pueblo. Los peruanos estamos lejos de ser ociosos pero el sostenimiento económico de muchos se ha visto severamente afectado sin que haya una respuesta eficaz del gobierno. Las consecuencias probables son el empobrecimiento y la ingobernabilidad.

La situación internacional, en particular en cuanto a sus consecuencias para el Perú y nuestra política de relaciones económicas frente al mundo, sin embargo, debe analizarse también con una perspectiva de mediano plazo. Lo que dominará la escena internacional en las próximas décadas no es un enfrenamiento de Occidente con Rusia, cuya base económica es sumamente débil en términos de PBI, industria y tecnología como para ser un rival serio. La potencia militar de un país en el corto plazo se basa en su capacidad de desplegar armamento y tropas, y ya la capacidad de Rusia en ese aspecto ha quedado en cuestión estos meses, pero a mediano plazo lo que define es su capacidad productiva y tecnológica, y en ese aspecto la Rusia actual es apenas la sombra de lo que fue la URSS cuatro décadas atrás. El PBI de Rusia es apenas del tamaño de Italia o España.

Lo fundamental en la economía internacional de las próximas décadas será la relación entre China y Estados Unidos, no exenta de conflictividad pero también con acuerdos parciales en el marco de los desafíos globales de nuestro tiempo. Es claro sin embargo que las próximas décadas no serán como el periodo de la hiperglobalización neoliberal entre 1990 y 2015 que buscó establecer reglas comunes y favorecer el comercio, con un peso menor de las rivalidades estratégicas dado el indisputable dominio por los EEUU.

CHINA Y LAS POSIBILIDADES DEL PERÚ

China ya tiene una importante presencia en el Perú, pero principalmente está orientada a la explotación de nuestros recursos naturales mineros. Principales minas como Las Bambas y Toromocho de cobre y Marcona de hierro, pertenecen a empresas estatales chinas. Siendo empresas, se manejan con autonomía, pero claramente responden a una estrategia nacional china de asegurar el abastecimiento de metales base que necesitan para mantener su crecimiento económico. Esto se vio claramente en el caso de Las Bambas; originalmente esta mina era propiedad de la trasnacional suiza Xstrata pero cuando a nivel mundial Glencore la compró, el gobierno chino puso como condición para aceptar que trabajaran en su país, el que les vendieran Las Bambas.

Por otro lado, las importaciones de productos manufacturados chinos han entrado con mucha fuerza en diversos rubros, inicialmente de consumo básico pero hoy también presente en productos de mayor valor agregado como autos y camiones e incluso maquinaria pesada. En el caso de la ropa, este ingreso de productos a muy bajo precio ha causado daño a la industria nacional, en especial a los pequeños empresarios de Gamarra, pero lamentablemente el actual gobierno ha desechado el aplicar medidas de protección que son muy necesarias para defender los empleos que tanto necesitamos. Aunque se estima que un 12 por ciento de la producción industrial del África es de empresas chinas, con un tercio de todas las empresas chinas en ese sector, en nuestro país ese no es el caso; lo que hay mayormente son importaciones y muy poca producción y generación de empleo local.

Un análisis estructural de la relación económica de Perú con China se le puede entender como un ejemplo clásico en el que trasnacionales ubicadas en Perú explotan y exportan minerales, y a su vez nosotros importamos sus productos industriales. Hace ya setenta años que un análisis fundamental de la Cepal, la Comisión Económica para América Latina dirigida entonces por Raúl Prebisch, señalaba las desventajas de este tipo de inserción en el mercado mundial, que no lograba generar un desarrollo económico de ancha base ni un despliegue tecnológico propio y apropiado para los países exportadores de materias primas.

LA BIPOLARIDAD ABRE LA CANCHA DE JUEGO

La competencia estratégica entre Estados Unidos y China ya se está viendo en el mundo. China juega con cuidado sus cartas en la invasión Rusia contra Ucrania, buscando mantener al oso euro-asiático de su lado sin enemistarse con nadie. En el Pacífico oeste y el sudeste asiático tanto Estados Unidos como China están buscando aliados y nuevos pactos a su favor. En el África China ha entrado fuerte con inversiones de infraestructura y en minería; se estima que la mitad de las licitaciones internacionales de proyectos de construcción la ganan las empresas chinas y en las dos décadas pasadas han prestado la friolera de 160 billones de dólares.

Una debilidad que arrastra nuestro país desde hace varios años es que no tenemos estrategia alguna respecto a cómo aprovechar mejor esta situación internacionalidad de creciente bipolaridad. El conflicto entre estos dos gigantes, así como el creciente valor estratégico del cobre para la transición energética que el mundo demanda, más aún tras esta guerra, nos abre espacio a negociar mejores condiciones de nuestra relación con el mundo y en especial con China.

Las oportunidades son múltiples. El mercado chino es enorme y tiene oportunidades para algunas exportaciones agrícolas, siendo difícil pensar que le venderemos productos manufactureros. Pero nuestros minerales podrían salir con mayor nivel de refinación y valor agregado. Otra oportunidad es el turismo; nuestro país tiene un enorme potencial y la clase media china ya supera los 300 millones de personas que debiéramos hacer atraer. Un tercer aspecto en el que empresas chinas podrían ser importantes en el Perú es el de la infraestructura, aspecto en el cual han mostrado un avance tecnológico y de capacidad de inversión impresionante; recordemos nomás como al inicio de la pandemia construyeron en hospital en una semana, pero también que son de lejos los principales productores de paneles solares y que su red de trenes de alta velocidad no tiene parangón en el mundo.

No es fácil: otra cultura, otra forma de hacer negocios. Lamentablemente las primeras impresiones de la llegada económica de China al Perú han dejado que desear.  Las operaciones mineras chinas en Perú no han estado exentas de conflicto, empezando por la relación de Shougang con sus trabajadores hasta el caso de Las Bambas que como sabemos luego de ir acumulando conflictos con las comunidades, se encuentra ahora paralizada. Hace pocos hemos visto denuncias de corrupción en contratos de construcción de carreteras con empresas chinas que deben ser investigadas. Una buena relación económica entre China y el Perú exige trasparencia y una agenda nacional clara acorde a nuestras necesidades nacionales de desarrollo.

EXPORTACIONES NO TRADICIONALES: UNA VÍA PARA DIVERSIFICARNOS

Estamos en medio de una situación económica muy difícil, con pandemia afectándonos fuertemente por dos años y ahora un alza de precios internacionales de alimentos y energía que golpea duro a los hogares peruanos. Pero hay un sector que destaca por haber mantenido un fuerte crecimiento: las exportaciones no tradicionales. El 2021 sumaron más de 16 mil millones de dólares, habiendo crecido 28 por ciento en el año, un avance muy grande y que representa más de doble que el crecimiento de nuestro PBI que fue 13 por ciento. Si el PBI del 2021, gracias a las medidas para acelerar la inversión pública y sostener el consumo de los hogares necesitados, logró recuperar la enorme caída de más de 11 por ciento durante la pandemia y superar el nivel del 2019 en 1 por ciento, las exportaciones no tradicionales lograron ser 19 por ciento superiores al nivel pre-pandemia. Mantienen un buen ritmo, en el primer trimestre del año su volumen creció 23 por ciento. En síntesis, el desempeño de las exportaciones no tradicionales ha sido excepcional, con un rebote muy fuerte luego tras la pandemia que es señal clara de que mantienen el dinamismo que tienen ya por dos décadas.

¿Por qué este importante sector se define por negación, en oposición a lo ‘tradicional’? Las exportaciones tradicionales se relacionan con las actividades extractivas; la minería, el gas y petróleo, la harina de pescado, son nuestras principales exportaciones tradicionales. Siendo importantes en términos de valor, los problemas de nuestras exportaciones extractivas es que tienen precios muy variables lo que genera fluctuaciones macroeconómicas difíciles de manejar, no son intensivas en empleo (que es lo que más necesitamos), son riqueza concentrada en muy pocas trasnacionales y grupos de poder y a menudo generan daños ecológicos y sociales como se ha visto en decenas de casos.

IMPORTANCIA ESTRATÉGICA

Por esas razones, es muy importante nuestra diversificación productiva, tanto para el mercado interno como para el externo. Ahí se ubican las exportaciones no tradicionales. En décadas anteriores se trataba de un sector prácticamente marginal en términos macroeconómicos; cuando en 1979 un importante libro de economía, “Anatomía de un Fracaso económico” de D. Schydlowsky y J.J. Wicht propuso que promover estas exportaciones era clave, su valor no era ni la vigésima parte que lo que es ahora. El 2021 las exportaciones no tradicionales equivalieron a más de 7 por ciento del PBI y crecieron 2,560 millones de dólares, más de 1 por ciento del PBI. Empiezan a tener relevancia macroeconómica y no se trata solamente de una potencialidad a futuro lejano.

Hoy casi la mitad de éstas son exportaciones agrícolas, que han sido muy dinámicas los pasados veinte años. Dentro de este sector ha habido diversificación con nuevos productos; las uvas, arándanos y paltas que suman 3,500 millones anuales de exportación prácticamente no se exportaban una década atrás; la misma palabra “arándano” ni siquiera la conocíamos. Nuevos productos vienen creciendo y esta dinámica de agroexportación que antes se limitaba a la costa y parte de la ceja de selva, hoy empieza a ampliarse hacia diversos valles de la sierra con las paltas y otros productos, y alcanzando más a medianos y pequeños y productores. Irrigaciones como Majes-Sihuas, que finalmente se logró destrabar, pueden darle más tierras con agua a este sector, que la necesita para crecer, pero no debiera privilegiarse a los grandes terratenientes. Hay también mucha potencialidad en pequeñas y medianas irrigaciones y proyectos de apoyo productivo y tecnológico en la sierra y ceja de selva, de menor costo, y donde se puede obtener mucha productividad adicional como el desarrollo reciente de las paltas lo demuestra. Todo ello pasa, desde luego, porque este año se enfrente con rapidez y la magnitud necesaria el serísimo problema de escasez y encarecimiento de los fertilizantes que tenemos, severamente agravado con la guerra de Rusia contra Ucrania. No hay crecimiento a mediano plazo sin respuesta urgente frente a la crisis.

Los agroexportadores han gozado muchos años de beneficios extraordinarios en materia tributaria y laboral; estos han empezado a disminuirse por una ley promulgada en enero del año pasado, lo que llevó a una gritería de la derecha pro-Confiep que insistió que esa medida liquidaba el boom agroexportador. La mentira ha quedado revelada con el crecimiento de esas exportaciones el 2021 en 1,200 millones adicionales, de lejos la mayor alza de nuestra historia. Una ventaja de las exportaciones agrarias es que demandan bastante mano de obra; el problema ha sido las condiciones laborales de explotación que han predominado, pero ahora queda claro que podemos avanzar simultáneamente en crecimiento agroexportador y en justicia laboral y tributaria. La ley aprobada retira gradualmente esos beneficios excepcionales que tienen los grandes agroexportadores, que todavía este año y los siguientes van a pagar menos tasa de impuesto a la renta y menos aportes a la seguridad social que otros, y no se debe seguir erosionando la base tributaria ni facilitando la evasión con exoneraciones que no se justifican.

INDUSTRIA Y TECNOLOGÍA

Otra parte de nuestras exportaciones no tradicionales corresponden a varias ramas industriales. Desde cuatro décadas atrás exportamos textiles, ahora principalmente polos de algodón. El año pasado crecieron fuerte llegando a 1,600 millones de dólares, 21 por ciento encima del nivel pre-pandemia, habiéndose mantenido la medida promocional del drawback aun cuando tenían un tipo de cambio alto que les daba una importante ventaja, y en el primer trimestre de este año crecieron otro 27 por ciento. También hemos avanzando en químicos y plásticos, cuyas exportaciones el año pasado casi llegaron a 2 mil millones, creciendo 22 por ciento. Y aunque tenemos escasos avances en producción de maquinaria, mientras estaba en el MEF hice una visita, que me dejó maravillado, a una empresa nacional que produce equipos para explotar socavones mineros (´tunelera´) que se venden en todo el mundo.

En la economía del desarrollo hubo un debate entre si era más conveniente una estrategia orientada a las exportaciones o una hacia el mercado interno. Algunos países asiáticos, desde Japón primero, Corea del Sur luego y China después, lograron un despegue económico con exportaciones industriales, lo que demanda ser fuertemente competitivas a nivel internacional; todos esos países lo lograron luego de proteger su industria en el mercado local y China ahora retorna a priorizar su consumo interno. Así, la pregunta sobre si es mejor exportar que producir para el mercado interno no tiene una respuesta única, válida para todo tiempo y todo país. La ventaja que tiene la producción industrial hacia la exportación es que el mercado mundial es enorme, prácticamente infinito para cualquier país, y eso sin duda lo han sabido aprovechar esos países asiáticos. Pero hoy competir en ese terreno es muy difícil y los cambios tecnológicos en curso hacen que un crecimiento industrial ya no tenga el impacto sobre el empleo de antes. Para agravar las cosas, la apuesta de varios economistas del desarrollo y organismos internacionales por amarrarnos a las cadenas globales de valor que las trasnacionales creaban para ahorrar costos, se ha venido abajo con la guerra, y en especial el conflicto comercial que ha desatado Estados Unidos contra China.

Pero tenemos potencialidades industriales y es muy importante perseguir todo espacio de diversificación productiva, en especial dando valor a nuestros recursos naturales. Exportamos madera pero casi no vendemos muebles. Ni uno por ciento del oro que vendemos al exterior es en forma de joyas procesadas. En un país con tanto desempleo, eso es absurdo. Ninguna oportunidad de generar empleo debe quedar desaprovechada.

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