Junto con Josué Benites hemos hecho este estudio que acaba de ser publicado por el Departamento de Economía de la PUCP – Pontificia Universidad Católica del Perú, donde trabajo.
Lo presentaré próximamente en el WAPLAC Workshop # 1. Welfare and policies in LAC: advances and challenges ahead 9–10 May 2024, en la Universidad de Costa Rica.
Pueden verlo acá – https://departamento-economia.pucp.edu.pe/documentos-de-trabajo/bonos-lecciones-de-las-transferencias-monetarias-no-condicionadas-durante-la-pandemia-de-covid-19-en-peru
La informalidad ha terminado generando serios problemas al país, pero
para millones de peruanos el trabajo informal es la única alternativa. Tiene
que dejar de ser así. Hay dos grandes cambios que hacer para lograrlo: la
primera es una política de crecimiento acelerado cuyo objetivo prioritario sea la
generación de puestos de trabajo y no las ganancias de los monopolios; la
segunda es promover que muchas pequeñas y microempresas que hoy apenas lograr
sobrevivir tengan un margen de acumulación y puedan articularse al estado. Hablaremos
hoy de lo primero.
Entrar a esta discusión exige establecer previamente algo de manera muy
clara: la política neoliberal seguida hasta ahora no ha dado buen resultado. La
informalidad hoy es la misma que hace 15 años, y que no nos vengan a echarle la
culpa a una “inflexibilidad laboral” porque las empresas tienen 75 por ciento
de sus empleados con contratos temporales prácticamente sin derechos. Partamos
de reconocer que estamos con una seria trabazón económica. Si las optimistas
proyecciones del BCR se cumplen, tanto la industria como la construcción este
2024 todavía estarán produciendo 5 por ciento menos que el 2022. Estamos
hablando de los dos sectores más importantes en la generación de empleo urbano,
y 5 por ciento de perdida de producción significa recesión continuada y nada de
nuevos puestos de trabajo. La agricultura apenas si recuperaría lo perdido el
año pasado, contrastando un sector agroexportador que no ha dejado de crecer
con la situación de los millones de pequeños y medianos agricultores que
sufrieron fuertemente con el aza de precios de fertilizantes el 2022 y El Niño
el 2023.
El problema no es sólo coyuntural.
Se ha dicho que el Perú ha tenido un gran éxito económico los últimos
treinta años gracias a la constitución fujimorista de 1993. El problema con
este argumento es que en las últimas tres décadas solo nos fue bien cuando los
minerales tuvieron altos precios internacionales entre 2004 y 2013. Antes de
eso, durante la década del dictador Fujimori crecimos sólo 2 por ciento anual
en promedio, que no es nada halagador. Después del 2014 el crecimiento ha sido apenas
1,4 por ciento en promedio, periodo en el cual seguíamos con la misma Constitución
de 1993 y el mismo modelo neoliberal.
A pesar de eso, hay quienes quieren profundizar el neoliberalismo:
reducir aún más los escasos derechos laborales subsistentes, privatizar el agua
potable, dar más apoyo a las AFPs, mantener las exoneraciones tributarias a la
agroexportación y las reducidas tasas a la minería, aplicar un ajuste fiscal
que solo podría hacerse reduciendo la inversión pública. Insistir en esta
receta fracasada sería solo cavar un hoyo más profundo para la economía
peruana.
CRECIMIENTO Y POLÍTICA INDUSTRIAL
La experiencia de los países asiáticos exitosos – Japón, Taiwan, Corea
del Sur, China – muestra que la clave para un desarrollo económico que genere
empleo en forma masiva y elimine la pobreza radica en impulsar una política industrial
con dinamismo tecnológico propio. Incluso en el Perú, con todos los problemas
que tuvo la experiencia, el crecimiento del PBI fue mayor cuando el sector
industrial se dinamizó a partir de políticas promotoras, entre 1950 y 1975,
como muestra un reciente libro de Félix Jiménez. Lamentablemente, el Perú como
América Latina en general a partir de 1990 ha apostado por la extracción de
materias primas, eliminando primero las políticas industriales y luego
aplicándolas de manera errática, mal concebida e intermitente.
Vale la pena recordarlo nuevamente ahora cuando, con bombos y platillos,
se propagandiza que un megapuerto en Chancay es la clave del éxito. Nuevamente
se olvida que el asunto fundamental está en promover producción que genere
empleo en forma masiva. Infraestructura económica y de transportes puede ser
muy buena, siempre y cuando esté pensada hacia ese objetivo de aumentar la
producción y el empleo, que es el que los chinos tienen en mente – para China. ¿O
alguien es tan ingenuo como para pensar que una inversión extranjera no está
hecha para beneficio de quien pone la plata, que en este caso es el estado
chino? Si para el Perú este nuevo puerto sirve para hacer más fácil que salgan
minerales sin procesar y entren manufacturas chinas a bajo precio desindustrializando
nuestra economía, eso no será ninguna solución de nada. Los puertos y el
comercio sólo ayudan si son parte de una estrategia de desarrollo bien pensada.
Empleos, empleos, empleos, ese debe ser el lema de la política nacional.
Toda oportunidad que haya para producir más, con prioridad adonde haya más
empleos, debe ser aprovechada. ¿Hay posibilidades en la industria naval? Facilitémosla.
¿Tenemos mucha minería? Que una industria nacional produzca insumos y equipos
para ese sector como en Australia y Chile, y transformemos los minerales en vez
de exportarlos en bruto. ¿Se necesitan uniformes para policías? Que sean
nacionales y mejor si son pequeñas empresas. ¿La lana de vicuña es apreciada
mundialmente? Que se hagan acá esos abrigos pagando lo justo a los comuneros. ¿El
mundo gira hacia las energías renovables? Acá hay muchos sitios con harto sol
por aprovechar. ¿Producimos cacao orgánico? Sigamos empujando eso y que se
hagan buenos chocolates. ¿Café de variedades especiales? Aprendamos de los
colombianos que tienen a sus productores cafetaleros bien organizados y una
marca colocada internacionalmente (Juan Valdez). ¿Industrias culturales?
Tenemos mucho que ofrecer en ese terreno, no hagamos caso a esos idiotas que
quieren traerse abajo el cine nacional. ¿Turismo? Hay enormes atractivos por
promover y no sólo seguir exprimiendo Machu Picchu como una vaca hasta que
quede exhausta.
Un esfuerzo de este tipo requiere un dialogo continuo y con respuestas
efectivas entre el estado y las empresas privadas, de manera abierta sin
lobbies, y exige también impulsar y dar apoyo a la organización de las micro y
pequeñas empresas para que ellas sean las primeras sentadas en la mesa. Un
esfuerzo que hicimos durante nuestro breve paso por el MEF fue instalar una
Mesa Ejecutiva para promover el sector de proveedores mineros, la industria de
productos que la minería necesita, pero ese impulso no se ha sostenido. El actual
ministro no ha dicho una palabra sobre la tarea prioritaria de impulsar un desarrollo
productivo diversificado, sólo repite el viejo discurso de imponer proyectos
mineros rechazados por la población, camino represivo que sólo ha agravado los
conflictos sociales con muchos muertos en el camino.
Necesitamos innovación y avance tecnológico con profesionales y científicos peruanos de alto nivel. Esa es la apuesta que viene haciendo China hace años con muy buenos resultados, y ahora le sigue India. En América Latina, en el único país con tres premios nobel, Argentina, hoy se está destruyendo su sistema de ciencia y tecnología. Hagamos lo contrario, mejoremos nuestra educación superior, conozcamos más nuestra biodiversidad e invirtamos en innovaciones productivas que la aprovechen de manera sostenible. Si seguimos priorizando que extranjeros vengan a llevarse nuestras riquezas naturales mientras tenemos una fuga de talentos al exterior, nunca lograremos un crecimiento fuerte y sostenido con los empleos que necesitamos.
(publicado en la edición del 19 de abril 2024 de Hildebrandt en sus Trece)
La política peruana está bastante podrida. El pacto corrupto entre
Boluarte, el congreso derechista y el poder económico aún se mantiene a pesar
del repudio ciudadano. La urgencia del momento es desmontar esa dictadura con
elecciones adelantadas, sin dejar de responder a las causas profundas del
deterioro de la democracia peruana. Una salida a la crisis actual, siendo una
respuesta a la coyuntura, debe tener miras mayores para luego no tropezar
nuevamente con la misma piedra.
Una causa conocida de la actual crisis es un sistema político carcomido
por corrupción e influencias indebidas y donde el congreso tiene a la
presidencia por el cuello. Otra bastante obvia es el desprecio racista de las
clases dominantes hacia las mayorías nacionales, bien sazonado con un
autoritarismo marcado. Propongo que hay otro elemento adicional, indispensable
para entender lo sucedido y pensar alternativas: una estructura y modelo
económicos que mantienen la pobreza y desigualdad y favorecen la informalidad.
Hoy son comunes las críticas a las leyes permisivas de la minería
informal que se asocian a la violencia extrema en Pataz; se ve mal que varios grupos
en el congreso estén promoviendo leyes para favorecer a los colectiveros; es visto
como espantoso que salgan leyes favoreciendo la tala ilegal en la amazonia. De
acuerdo; se trata de tres muestras claras del deterioro de la política en el
Perú. Pero faltan explicaciones al foso de podredumbre en que nos encontramos. Vayamos
más allá de Dina Balearte y este congreso que todo el Perú odia. ¿Por qué hay
tantos colectiveros, mineros y taladores ilegales, y porqué ellos han reforzado
en este periodo sus presiones para obtener leyes especiales a su favor? Esta es
una pregunta sustancial porque hay un tema de fondo: siendo cierto que la
crisis de hoy se debe principalmente a los malos políticos, no podemos dejar de
reconocer que problemas como la corrupción y el irrespeto a la ley están asentados
en sentidos comunes y comportamientos generalizados entre los peruanos.
Informalidad, razones y críticas
¿Por qué hay tantos informales? Porque luego de tres décadas de neoliberalismo,
leyes especiales para la gran minería y subsidios a los agroexportadores, la
pobreza sigue rampante, los salarios no alcanzan para nada y quienes tienen la
suerte de conseguir un empleo no pueden organizar un sindicato porque los
despiden (como ha sucedido recientemente en Frecuencia Latina). ¿Qué pretenden
entonces los que hoy se espantan ante leyes en favor de grupos informales, pero
no se inmutan ante esta realidad social? ¿Que esa enorme mayoría de peruanos se
resigne en la pobreza extrema mientras reza para que no tenga la mala suerte que
una enfermedad crítica afecte a su familia? ¿Qué no luchen con uñas y dientes,
como lo hacen hoy, por buscarse un pequeño espacio donde sobrevivir y con
suerte alguna opción de mejora para sus familias?
Conviene recordar que la posición de la derecha neoliberal frente a esas
leyes pro-informalidad ha sido completamente hipócrita. La Confiep y sus
escribidores se indignan contra los colectiveros y la minería informal, pero
defienden a capa y espada que quienes ilegalmente se han traído abajo bosques
amazónicos ahora queden libres de polvo y paja y puedan volverlo a hacer. Es
mucha casualidad que tras la deforestación haya grandes conglomerados como el
grupo Romero y la trasnacional tramposa Ocho Sur. La derecha neoliberal también
suele quejarse de las contribuciones que deben hacer los empleadores, que dicen
incentiva la informalidad. Pero cuando se desfinancia Essalud para regalar
millones a las agroexportadoras, agravando así las colas y desabastecimiento
que sufren los asegurados, eso no importa. Tampoco les llama la atención que las
AFPs cobren comisiones abusivamente altas, por el contrario, las defienden
argumentando una supuesta preocupación por los adultos mayores (los del futuro,
porque las ínfimas pensiones de hoy les tienen sin cuidado). Lo cierto es que,
por más intentos de ocultamiento que hagan, su hipocresía les sale por todos
los poros, casi como si llevaran un Rolex o un Cartier (que a la ultraderecha
les parecen pequeños detalles irrelevantes). Con su práctica y su discurso han
develado que su crítica no es a los desastrosos efectos ambientales y sociales
de muchos informales e ilegales, solo es un argumento a medida de los intereses
de las grandes empresas.
Crisis política, pobreza y desigualdad
Lamentablemente, esa actitud de quienes dominan nuestro país ha ido
generando a lo largo del tiempo una reacción negativa en muchos peruanos: “de
qué me hablan de cuidar el ambiente y respetar la ley, si viene la gran empresa
minera, la trasnacional con ventajas o el tramposo norteamericano que saca
madera sin permiso y no pasa nada”. Por eso el tremendo avance de la anomia
social y la falta de respeto a la ley, con las motos de delivery pasándose la luz roja sin ningún problema y colectiveros con
decenas de multas circulando. El mal ejemplo se contagia, en especial el de
quienes ejercen un rol de mando.
La pobreza por un lado y la actitud ventajista de los dueños del Perú por
el otro, son esenciales para entender la crisis política actual. ¿Cómo si no podemos
explicar las reacciones de quienes sienten amenazado ese terrenito al que
migraron en la selva, esa forma de sostenerse circulando su carrito viejo, esa
única posibilidad de juntar algo que les permita pagar la universidad de sus
hijos y sostenerse en su vejez? ¿Acaso debieran quedarse inmóviles mientras siguen
otros dos siglos de oprobio, y para lograrlo su sumisión aplicar sentencias
como la sufrida por Jean Valjean al inicio de Los Miserables?
El pueblo peruano ha estado buscando alternativas, de manera colectiva y
de manera individual. Ha votado buscando
cambios para ser traicionados una y otra vez las últimas dos décadas. Hubo
decenas de miles protestantes entre diciembre 2022 y enero 2023, cientos fueron
abaleados, muertos y heridos, y con esa sangre se afianzó el poder de quienes
siempre dominaron el Perú y que habían perdido las elecciones. Este año se han
retomado movilizaciones contra la privatización del agua, en defensa de los
derechos de las mujeres, de comunidades frente a la minería y contra la
corrupción.
Pero muchos peruanos y peruanas hoy se concentran en sus propias economías.
El 2022 la pobreza en Lima era 27 por ciento, casi el doble que en 2019, y
aunque no tenemos los datos del 2023 es obvio que ese indicador ha vuelto a
subir dada la recesión de la construcción y la industria que cayeron en 8 por
ciento. Las proyecciones para este año es que esos dos sectores claves para el
empleo urbano terminarán todavía 5 por ciento por debajo del nivel que lograron
el 2021: la calle sigue muy dura. Los peruanos priorizan su economía individual
porque necesitan subsistir y les han cerrado todas las demás puertas. Algunos
se van del país y, sí, otros buscan opciones en el transporte informal, la tala
ilegal, la pequeña minería y hasta en la delincuencia. Esa respuesta social a
la crisis agrava los problemas del orden necesario para un progreso nacional.
Pero responder a esta situación exige algo más que simplemente clamar porque se
les cierren más las puertas de la sobrevivencia y la esperanza a amplios
sectores nacionales. Se necesita abrirles opciones. Sobre las estrategias y
medidas necesarias para lograrlo volveremos la próxima semana.
Las mujeres, en todo el mundo y en el Perú,
ahora tienen menos hijos que antes y cada vez más es más común que no tienen
ninguno. Es un cambio tremendo en un asunto básico para la sociedad humana, del
que se habla poco. Se trata de una buena noticia, de esas que necesitamos y no
vienen mucho: significa menos presión sobre un planeta recalentado y con biodiversidad
en declive. Además, nuevos estudios económicos muestran que eso puede ser
positivo para el crecimiento. La disminución de la natalidad es al mismo tiempo
resultado del empoderamiento femenino y un factor que lo refuerza, así que todo
indica será una tendencia que se mantendrá por varias décadas.
Entre 1950 y 2021, en el mundo entero la tasa global
de fecundidad se redujo de 4,8 a 2,2 hijos por mujer en edad fértil. Ha caído
en todos los países (¡todos!) durante los últimos setenta años. En Corea
del Sur ahora la tasa es 0,8 y sigue cayendo. En Perú hace cuatro décadas esa
tasa era 4,3 y ahora es 1,9 (último dato disponible correspondiente al 2022),
cuando para que la población se mantenga en el largo plazo la tasa debe ser de
2,1. China ya está debajo de eso. En Estados Unidos la tasa de fecundidad es de
1,66, en Europa 1,5 y en España e Italia 1,3 hijos por mujer. Nuevos cálculos y
proyecciones mundiales – publicados recientemente en la prestigiosa revista de
salud pública The Lancet – muestran
que la tendencia futura en el Perú y el mundo es a una mayor reducción.
BUENA NOTICIA
Es una muy buena noticia para el planeta. El
planeta está ardiendo, ya llegamos a la barrera de 1,5 grados de calentamiento
global el año pasado, y ese nivel es el que era el tope para evitar daños
irreversibles según el Panel Internacional de científicos. Pero la humanidad ya
pasó ese límite y ya es seguro que el calentamiento va a seguir los próximos
años. Evitar daños mayores requiere una transición energética global y un
consumo menos nocivo, actuando frente a los super ricos del mundo que emiten un
millón de veces más gases de efecto invernadero que el 90% de menores ingresos.
Pero cambiar las estructuras económicas y la desigualdad enfrenta muchas
resistencias de los poderosos y la situación política no está ayudando, e
incluso puede agravarse mucho si Donald Trump gana las elecciones en Estados
Unidos este noviembre. El que la población mundial crezca más lentamente – el
pico se alcanzaría aun en unos 25 años – y luego decrezca será de gran ayuda
para que la quema de petróleo y el consumo desenfrenado vayan más lento.
Que haya menos nacimientos también es buena
noticia para el Perú. Muchos peruanos no encuentran trabajo y sólo en la
primera mitad del año pasado 400 mil peruanos se fueron al exterior buscando
mejores perspectivas. La recesión de Dina los botó de su patria, pero la crisis
de la economía peruana no es solamente de corto plazo y dar trabajo a los
millones que lo requieren es un gran reto. Demasiados peruanos que no
encuentran un trabajo digno buscan sobrevivir en el Perú como sea, incluso
deforestando nuevas áreas en la amazonia, agravando los problemas ambientales.
Y no es sólo un tema de trabajo: los hospitales desbordan de pacientes, Lima y
las grandes ciudades sufren un tránsito espantoso con alta contaminación
producida por tanto vehículo incontrolado, millones no tienen siquiera agua
potable mientras los cerros de Lima se llenan de viviendas a las que será mucho
más difícil y costoso abastecer del líquido elemento por la altura de su cota.
A pesar de la menor fecundidad actual la cantidad de peruanos seguirá
aumentando durante un par de décadas debido a la acumulación poblacional
previa, y podríamos ser unos 6 a 7 millones adicionales — pero si es un poco
menos, eso ayudaría a mejorar las condiciones de vida y reducir la pobreza. Las
niños y niños también ganan con este cambio. En familias más pequeñas las
madres y padres puedan dedicar más tiempo de cuidado a cada uno de los hijos,
que las aulas escolares sean de menor tamaño y cada estudiante reciba mejor
atención, que haya menos colas para llegar a una atención de salud. No se
trata, por supuesto, de obligar a nadie sobre temas tan personales y yo me
siento muy feliz de tener tres hijas maravillosas. Pero es bueno conocer el
sentido de este cambio tan profundo que vivimos.
Desde grupos conservadores se ha afirmado que
si la población deja de aumentar la economía entraría en crisis. La historia
reciente de Japón y Corea del Sur han desmentido esa afirmación. Corea del Sur
tiene ahora un PBI per capita casi 5 veces el de Perú y su economía ha seguido
creciendo a pesar de que ya su fecundidad es la menor del mundo y su población
se está reduciendo año tras año. La población de Japón viene disminuyendo hace
más de 15 años y su PBI per capita ha crecido 30 por ciento en este lapso. Para
avanzar económicamente el asunto no es ser más personas en un país, si no tener
mayor productividad y eso requiere progreso tecnológico y un estado capaz con
base social. Pero si nuestro estado no puede ni dar salud básica ni agua
potable a su población ¿qué respaldo puede pretender que le otorguen sus
ciudadanos?
¿PORQUÉ?
En Perú la caída de la fecundidad es un
fenómeno generalizado, aunque algunos grupos estén atrás de otros: en las
ciudades el promedio es de 1,7 hijos por mujer y en la costa 1,7, pero también
se ha reducido fuertemente en las zonas rurales y en la sierra. La razón más de
fondo de este cambio, en el Perú y en el mundo, es que la fuerte carga que
significa criar hijos recae mayoritariamente sobre las mujeres mientras muchos
hombres asumen poca responsabilidad al respecto. Además, en el sistema
económico en el que vivimos, cuando una mujer tiene un hijo sus ingresos caen
enormemente. Se han acumulado las investigaciones en diversos países demostrando
que, tras tener un hijo, en el año siguiente los sueldos de las mujeres caen hasta
50% y se mantienen bajos por 10 años más en un tercio. Frente a tanta
injusticia y a pesar de todas las trabas que se les siguen poniendo a su
derecho a decidir, las mujeres cada vez más buscan su desarrollo, autonomía y
felicidad, dedicándose a su educación y trabajo.
En diversos países del mundo, y también en el
Perú, una corriente ideológica y política de ultra-derecha, quiere volver el
reloj atrás en cuando a empoderamiento femenino. Son los que hablan de una supuesta
“ideología de género” y bajo la falsa bandera de “Con mis hijos no te metas”
quieren regresar a las mujeres a la cocina. Aunque el feminismo les da dura
pelea, en nuestro país han logrado socavar la educación sexual en los colegios.
Felizmente, con sus decisiones reproductivas las mujeres están ganando otras
victorias. Al hacerlo están cambiando el mundo para bien. No solo ganan ellas,
gana la humanidad entera.
La economía peruana está en muy mal estado, por
más que haya ministros, autoridades y bancos soltando “pastillitas para elevar
la moral”. Pero eso no es novedad. Tampoco
es noticia que los medios concentrados estén haciendo todas las morisquetas
posibles para sostener el gobierno, dar más poder a los conglomerados financiero,
privatizar el agua potable y hacer una reforma de pensiones favorable a las
AFPs. La sorpresa económica de la semana
es, en realidad, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) se distancie
claramente de varias de las letanías que recitan repetidamente esos amigos de
la Confiep.
Sorprende porque, como es sabido, si de algo no
puede acusarse al FMI es de ser izquierdista, centrista o ‘caviar’; es un
organismo dominado por los Estados Unidos y Europa occidental que fue clave en
la imposición del neoliberalismo en muchos países subdesarrollados en los años
90 y siguió en esa línea en las siguientes décadas. Pero, al menos a veces, sus
técnicos tienen pensamiento propio y miran la realidad sin conflictos de
interés tan directos como los asesores de grandes empresas que salen a los
medios fungiendo de analistas independientes.
Empecemos por las perspectivas para el año: el
MEF y el BCR insisten en que este año podríamos crecer 3 por ciento. El FMI
proyecta un crecimiento de la economía peruana de apenas 2.5% por ciento. La
diferencia no es poca; son 5 mil millones de soles menos de producción en el
Perú. Sustenta esta proyección el FMI en que “solo se prevé una recuperación
moderada del consumo y la inversión privada, puesto que la incertidumbre
política continúa minando la confianza de los consumidores y las empresas”. Y
eso que la misión del FMI visitó al Perú antes del escándalo de los Rolex y las
penosas y evasivas respuestas de Boluarte y sus escuderos ministros.
El FMI también tiene una postura crítica frente
a la política del nuevo ministro de economía, que es la austeridad fiscal. En
una línea del FMI: “Mejorar la orientación de la política fiscal también podría
afianzar su credibilidad”. El asunto es que mientras la ley dice que el tope de
déficit fiscal este año es 2.0 por ciento del PBI, el déficit hoy está en 3.0
por ciento. Esta diferencia significa la friolera de 10 mil millones de soles.
La razón principal del déficit es la baja y reducida recaudación tributaria en
el Perú, que hoy es apenas 15,2% del PBI, mientras el promedio de los seis
países grandes de Latinoamérica (entre los que nos encontramos) es de 28,5% del
PBI y el de la OCDE es 34,1%. Lo más grave es que ya estábamos casi a la cola
en cuanto a ingresos fiscales a nivel internacional y ahora estamos con dos
puntos del PBI menos que hace un año, con la recaudación perforada por un
tribunal constitucional que regaló 12 mil millones de soles a las grandes
empresas y dio el mensaje a estas corporaciones que más les conviene no pagar y
estafar al fisco que cumplir con el país. A ello, este congreso le ha sumado otro
“regalito” a los grandes exportadores de unos 2 mil millones de soles anuales
por cinco años, que se recarga sobre los asegurados a EsSalud que tendrá todo
este dinero de menos para comprar medicinas y equipos y contratar médicos que
faltan a gritos. Ojo, el problema de este gran déficit no es el gasto público,
que el año pasado se redujo en 1,1 por ciento del PBI, son los bajos ingresos.
Es evidente entonces que, si nuestro
presupuesto en salud, educación y carreteras es bajísimo, y el gasto público va
cayendo porque el pago de impuestos de las grandes corporaciones y mineras se
ha reducido, la solución debe ir por recuperar esos ingresos tributarios. Pero
no. El gobierno va en dirección contraria y lo que quiere es cortar el gasto y
la inversión pública. Por si acaso, aunque el gobierno habla de un posible
“impuesto Netflix, eso solo daría unos 150 a 200 millones de soles anuales
frente a un hueco de 10,000 millones. Y no han dicho ni una palabra frente a
las granjerías y beneficios regalados el año pasado, y por muchos años más, a
los grandes empresarios. La prioridad del MEF está puesta en una política de
“austeridad fiscal”, que se promulgó hace poco mediante un Decreto de Urgencia,
contra lo que apenas hace pocos meses había aprobado el congreso, a solicitud
de Dina Boluarte, en la ley de presupuesto 2024.
EL FMI PROPONE REFORMAS TRIBUTARIAS
¿Y qué opina el FMI de la política del MEF de
reducir el déficit sólo mediante el recorte del gasto? Cita textual: “Sería preferible
que la consolidación prevista tuviera una composición más equilibrada, habida
cuenta de la relativa baja recaudación fiscal en Perú. Para incrementar los
ingresos, las autoridades podrían considerar ampliar la tributación de la
economía digital; armonizar las tasas de impuesto sobre la renta del capital y
el trabajo; y reducir los beneficios tributarios sectoriales, los regímenes
especiales y otros gastos tributarios”. Desmenucemos y traduzcamos del
´economés´ al español. Por “reducir os beneficios tributarios sectoriales” se
refiere precisamente e medidas tales como el regalo recién aprobado a los agroexportadores,
entre los que se cuenta notoriamente, como se sabe, el ex-secretario general de
Fuerza popular y ex-ministro de agricultura de Fujimori, el señor José Chlimper.
Clave es, en las propuestas del FMI; la de “armonizar
las tasas de impuesto sobre la renta del capital y el trabajo”. Bajo esta
terminología, el FMI resalta esta gran inequidad: mientras de nuestros ingresos
por trabajo estamos obligados a pagarle al fisco hasta 30 por ciento, para los
privilegiados que pueden ganar millones alquilando decenas oficinas, locales
comerciales o departamentos, o que obtienen ganancias de cientos de millones
por vender acciones, solo se les exige pagar 5 por ciento. Empezar a corregir esta inequidad fue una de
las medidas claves incluida en la propuesta de reforma tributaria que hicimos
el 2021 y que el congreso rechazó, junto a la de elevar las contribuciones de
la gran minería que sigue teniendo ganancias extraordinarias y puede pagar sin
que perdamos competitividad frente a otros países en esa actividad (como lo
estableció en su momento un informe del propio FMI).
Por el lado del gasto, el FMI resalta algo que
está fuera del radar de este gobierno y sus autoridades económicas: “el gasto
en cuestiones relacionadas con el clima continúa siendo escaso, en los planes
presupuestarios no se tienen debidamente en cuenta los costos de medidas
fundamentales para la adaptación, y se debe mejorar la planificación
territorial. Ampliar las inversiones en adaptación y resiliencia ante el cambio
climático permitiría generar importantes aumentos del producto potencial y
ahorros fiscales a largo plazo”. En cuanto los topes de déficit, “postergar un
año la consolidación fiscal (con una meta para 2024 de 2,5% en lugar de 2,0%)
podría ayudar a la recuperación del crecimiento y a reducir el riesgo de un
nuevo incumplimiento de la meta”. En esencia, el FMI propone no poner el énfasis
en la austeridad fiscal y poner más balas en apoyar el crecimiento.
LA AUSTERIDAD Y LOS TONTOS ÚTILES
Termino analizando el plan de austeridad del
gobierno. Las medidas anunciadas no llegan ni cerca a los 10,000 millones
necesarios para cortar hasta el tipo fiscal. Más allá de las medidas
demagógicas de siempre, lo principal es su zarpazo para desfinanciar a las
empresas públicas quitándoles 1,400 millones de soles de utilidades que ellas
lograron generar y que debieran servir a su capitalización. Repiten lo hecho el
año pasado de quitarle 1,000 millones al Banco de la Nación, cortándole
cualquier posibilidad de que se le meta competencia a los bancos privados.
Por otro lado, el mismo gobierno que le jala la
alfombra a aquellas empresas públicas que sí han tenido buenos resultados, le
abre la chequera por 1,400 millones de soles a Rafael López-Aliaga. Así, las
cifras de la austeridad no cuadran. Para forzar el ajuste, en nuestra historia
siempre se ha recurrido a la inversión pública descentralizada. Los
gobernadores regionales que han salido a apoyar a Dina Boluarte estos días pensando
que así “se ganan alguito”, se darán cuenta muy pronto que, como no tienen os
votos de Renovación Popular en el parlamento, para ellos no habrá chequera
abierta sino cierre del caño presupuestal. Solo han sido tontos útiles de la
actuación de Boluarte y López-Aliaga.