Estanflación: El Riesgo Que Corremos

Hay gran preocupación en el mundo por este fenómeno económico conocido como ´estanflación´, que indica la ocurrencia simultánea de dos problemas, alta inflación y recesión, es decir, fuerte alza de precios y caída en la producción y el empleo. En la macroeconomía es la peor situación posible. No nos encontramos a nivel mundial en una situación así en más de cuarenta años, desde la segunda mitad de la década de 1970 cuando se desató una estanflación a partir de una fuerte alza de precios del petróleo.

¿Por qué la estanflación es tan inusual en el mundo? La ciencia económica, sobre todo a partir del estudio de los países de capitalismo avanzado, ha encontrado que cuando hay una recesión aumenta el desempleo, ya que al producirse menos las empresas requieren menos personal. Con alto desempleo, la necesidad obliga a la gente a aceptar salarios más bajos y a no presionar por aumentos de sueldos, y de esa manera los costos empresariales se reducen o congelan. Mediante ese mecanismo, una recesión suele llevar a que la inflación, es decir las alzas de precios, se contengan. Es lo que normalmente sucede: cuando hay una recesión la inflación cede. Es lo que ha pasado por más de cuatro décadas ininterrumpidamente.

Conociendo esta regularidad, los bancos centrales del mundo han regulado el ciclo económico en las últimas décadas de manera bastante exitosa, evitando llegar al extremo de provocar una recesión. Lo que hacen es que, cuando hay señales de que la demanda es excesiva y la inflación podría empezar a desbocarse, pisan el freno subiendo las tasas de interés, eso reduce las inversiones y construcciones y baja la demanda, tras lo cual las empresas reducen su ritmo productivo y de empleo, y así evitan una espiral de alzas de precios. De esta manera, salvo excepciones como Venezuela, Turquía o Argentina, las inflaciones altas pasaron a ser poco comunes las últimas décadas. En el Perú, llevábamos casi tres décadas de inflación baja. Que la inflación fuera pequeña parecía ser algo muy firmemente establecido en el capitalismo contemporáneo.

TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE

Los últimos meses la inflación ha saltado abruptamente. Estados Unidos tiene una inflación anual de 8,5 por ciento y en Alemania 7,3 por ciento, el mayor nivel en cuarenta años en ambos países. La gran pregunta es ¿la inflación que vivimos hoy es solamente algo temporal o hay riesgo de que tienda a convertirse en algo más duradero? La situación de Europa y la de Estados Unidos al respecto son claramente distintas.

En Europa están viviendo un periodo de alta inflación cuya responsabilidad principal es el alza de precios internacionales de los alimentos y los combustibles y el corte de cadenas de suministro que ha sucedido con la reactivación post-pandemia y agravadas por la guerra de Rusia contra Ucrania. Es claramente una inflación “de oferta”, siendo ellos muy dependientes del mercado mundial y en particular de Rusia y Ucrania en estos mercados claves. No es un problema de exceso de demanda: Europa apenas estaba terminando de recuperarse de la crisis financiera de 2009 cuando llegó la pandemia y no ha tenido ni un fuerte repunte del crecimiento ni una contratación laboral muy dinámica que obligue a subir salarios. Por ello, el diagnóstico predominante es que la inflación es temporal y en consecuencia el banco central europeo no está apurándose a elevar las tasas de interés. Aún así los países europeos podrían tener bajo crecimiento los próximos años; el alza de precios de combustible genera una inflación que afectará la demanda, mientras que una posible escasez energética y la interrupción de cadenas de abastecimiento generadas por la post-pandemia, la guerra y las sanciones a Rusia dificultan la producción en algunos sectores. Algo cercano a una estanflación pero, esperamos, de corta duración.

En Estados Unidos, en cambio, el alza de la inflación no es principalmente por factores de oferta. Ellos tienen una fuerte soberanía energética y alimentaria y en esos rubros dependen menos del mercado internacional. La inflación norteamericana parece deberse más al fuerte estímulo monetario y fiscal de los últimos años, que ha impulsado sobremanera la demanda, junto al hecho de que tras la pandemia una proporción mayor de gente adulta no quiere regresar a trabajar, en un contexto en el que se han ido cerrando a los inmigrantes. La consecuencia es que diversos sectores empresariales que quieren expandir sus operaciones han venido teniendo dificultades en encontrar trabajadores, viéndose obligados a ofrecer mayores salarios, lo que empuja los costos y precios al alza. Las casas y departamentos han subido fuerte de precio tras la pandemia, ya que la demanda ha dado un salto fuerte y la reactivación del sector construcción no la alcanza.

Frente a esta situación, la reacción del banco central estadounidense llamado la “Reserva Federal” o Fed, es subir las tasas de interés. Hace poco subieron un poco esta tasa de interés de referencia, pero sigue siendo mínima, está entre 0,25% y 0,5% anual. Pero este miércoles próximo es muy probable que la suban hasta 1 por ciento y a fin de año llegaría a 3 por ciento, un nivel que no tiene hace catorce años, desde la crisis financiera de 2008/2009. El debate actual entre los macroeconomistas en Estados Unidos es si la presión inflacionaria ya registrada hace que la respuesta del Fed llegue demasiado tarde y será necesario un alza fuerte de tasas de interés (entre 1978 y 1982 Paul Volcker las mantuvo entre 16 y 20 por ciento anual, así que estas tasas pueden ser MUY altas) lo que provocaría una recesión como mantienen Larry Summers y Nouriel Roubini. Pero hay otra opinión que sostiene que es posible un “aterrizaje suave”, con un alza menor de tasas de interés y una reducción del crecimiento sin recesión que logre controlar la inflación, como piensa el premio nobel Paul Krugman.

COMO QUEDA EL PERÚ CON TODO ESTO

El movimiento financiero mundial se produce en dólares y por eso quien marca el paso en este mercado es la Reserva Federal norteamericana. Los bancos centrales de Europa, Japón y China influyen, pero no son decisivos. El cambio de política monetaria del Fed con el alza de sus tasas de interés al 3 por ciento tendrá un efecto tremendo en todo el mundo.

Lo que sabemos de anteriores momentos en los cuales el Fed ha pasado a una política de restringir y encarecer el crédito, es que ese cambio produce un giro en el movimiento internacional de capitales, es decir, en como el dinero, los créditos y las inversiones financieras, fluyen alrededor de globo. Cuando las tasas de interés suben en Estados Unidos, a los inversionistas y especuladores financieros internacionales ese país les resulta más atractivo – lógico, ya que pasan a pagarles más por el dinero. Como ellos mueven su dinero alrededor del mundo, giran a poner más plata en Estados Unidos y menos en el resto del mundo, sea Europa, Asia o Latinoamérica (China se mueve diferenciadamente). No es el único factor, desde luego, para que el dinero vaya o no a países específicos, y diversos elementos influyen en como los inversionistas ven oportunidades y riesgos en distintas localidades; por ejemplo, los países exportadores de materias primas en general tienen ahora mejores condiciones económicas ante el alza de sus precios y por eso pueden verse como menos riesgosos—si tienen una base de gobernabilidad.

Habiendo varios otros factores importantes, este es uno que tiene mucha fuerza: las condiciones del mercado financiero internacional. Los vientos que se vienen son en contra de nuestra macroeconomía, presionando a que tengamos menos crédito internacional y éste sea más caro, a que vengan menos inversiones financieras y a un tipo de cambio (precio del dólar) al alza. Pero esos vientos pueden ser confrontados, al menos parcialmente, por la política económica. Nuestro Banco Central tiene muchas reservas internacionales, más de 77 mil millones de dólares de su propiedad, que puede usar para hacer frente a estos vientos en contra, algo particularmente importante porque un encarecimiento del dólar agrava la inflación que ya golpea a las familias peruanas.

¿Estamos en riesgo de estanflación en Perú? Claro que sí. La inflación ya la tenemos acá y, como el rubro que más sube son alimentos y combustibles, los más pobres son los más golpeados, mientras las grandes mineras se están beneficiando extraordinariamente porque el cobre también ha subido de precio. Las medidas tomadas por el gobierno y el congreso son muy poco eficaces al respecto. Por otro lado, el crecimiento económico estuvo impulsado el año pasado por una política económica que mediante bonos, empleo temporal y más inversión pública promovió una demanda interna creciente. Gracias a eso crecimos 13,3 por ciento. Pero las familias ahora están afectadas por el alza de precios: quien no consigue parar la olla y pagar sus servicios no va a comerse un pollo a la brasa, renovar su ropa o pagarse una salidita de fin de semana, y sin sin esas compras no hay ventas y las microempresas se ven afectadas. 

La situación económica es muy delicada ante los cambios en la economía mundial. Lo peor es que no faltan sectores oligárquicos que controlan grandes empresas que prefieran apostar a que la situación de las familias empeore para así lograr su objetivo de tirarse abajo al gobierno. Ya López-Aliaga dijo en televisión que hubiera querido que el dólar llegue hasta 6 soles para lograr ese efecto y la derecha se oponen tenazmente a que se otorgue la ayuda económica masiva que los hogares populares necesitan. No les importa ni el futuro del Perú ni el hambre del pueblo. Desalmados.

Las Recomendaciones del FMI en su Asamblea Mundial Anual: Más Ayuda Social e Impuesto a Sobreganancias

FMI: MÁS AYUDA SOCIAL E IMPUESTOS A SOBREGANANCIAS MINERAS

A Javier Diez Canseco, en recuerdo de su claridad y valentía que tanto nos hacen falta hoy

Esta semana se lleva a cabo en Washington DC las reuniones anuales organizadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial conocidas como los “spring meettings”. Estas “reuniones de primavera” son el espacio principal de discusión internacional sobre el rumbo y los retos de la economía mundial. Esta semana han sido particularmente importantes, dada la situación económica, política y social impactada por la pandemia y la guerra.  

GUEORGUIEVA ABRE EL PISO

Las palaras iniciales de la directora-gerente del FMI Kristalina Gueorguieva son un buen balance general de la situación, y valen la pena citarla: “En pocas palabras: nos enfrentamos a una crisis sobre otra crisis. Este es un gran revés para la recuperación global. En términos económicos, el crecimiento es bajo y la inflación sube. En términos humanos, los ingresos de las personas disminuyen y las dificultades aumentan.” Su balance general es que “Este es el entorno político mundial más complejo de nuestra vida, que plantea opciones tremendamente difíciles”.

La Gueorguieva marcó las grandes diferencias que hay entre diversos grupos. Por un lado los más afectados como son las economías “importadoras netas de alimentos y combustibles en África, Medio Oriente, Asia y Europa”. Por otro lado “el aumento de los precios de las materias primas ha mejorado las perspectivas de crecimiento de muchos exportadores de petróleo, gas natural y metales. Pero estos países también se ven afectados por una mayor incertidumbre y sus ganancias están lejos de ser suficientes para compensar una desaceleración global general, en gran parte impulsada por la guerra(…) Al mismo tiempo, los precios más altos de la energía y los alimentos se suman a las presiones inflacionarias, reduciendo los ingresos reales de los hogares en todo el mundo”.

En esta presentación el FMI ve las diferentes situaciones desde una perspectiva mundial, pero este gran contraste se reproduce dentro de nuestro país, donde tenemos interiormente esos dos lados de la moneda: somos importadores de alimentos y combustibles, y por eso han subido el diésel, la gasolina, el pan y el pollo, y por ello nuestro pueblo está muy afectado. Los hogares peruanos son parte de esos que en todo el mundo, al decir de Kristalina Gueorguieva, han visto reducir sus ingresos reales, es decir, su capacidad de compra de una canasta de consumo. Pero nuestro país también es exportador de metales, como cobre, oro, zinc, hierro y plomo, y el alza de esos precios ha aumentado enormemente los ingresos de las mineras; sus ingresos adicionales ya exceden los 17 mil millones de dólares y sus precios de venta han seguido subiendo. Parte, minoritaria, de esos ingresos adicionales llega al estado como impuestos.

Haciendo el balance para el Perú, mientras el impacto negativo sobre las familias es casi automático mediante las alzas de precios de las importadoras y comercializadoras, varias de ellas verdaderos oligopolios, los beneficios son principal e inmediatamente para las grandes mineras, llegado una parte más lentamente al estado.

LA VISIÓN MUNDIAL DEL FMI SOBRE POLÍTICA FISCAL

La situación económica mundial es difícil, compleja, dura. En palabras de Gueorguieva: “Para abordar estos desafíos, los países deben estar preparados para utilizar el conjunto completo de herramientas disponibles.”

En semanas anteriores hemos insistido en estas páginas y en diversos medios sobre la urgencia de no quedarnos cruzados de brazos y dar ayuda urgente a las familias golpeadas por la inflación. En esa misma línea, esta semana en el marco de estas ´reuniones de primavera´ el FMI recomienda “tomar medidas específicas para ayudar a las poblaciones vulnerables…esto puede tomar la forma de reducir las facturas de servicios públicos o la transferencia de efectivo a los hogares de bajos ingresos”.

Sobre las mejores políticas de finanzas públicas en esta coyuntura, el FMI ha hecho un informe específico que presentó el lunes pasado. El autor principal del informe, el director adjunto para estudios de la economía mundial del FMI Jean-Marc Natal, lo explicó así: “El principio general de las finanzas públicas es que debes encontrar dónde están los recursos e intentar compensar a quienes más sufren”. En esa orientación, de ver dónde están esos recursos para ayudar a los pobres, el análisis del FMI plantea impuestos más altos: “Al igual que debe hacerse y a veces se hace después de las guerras, donde también mientras unas empresas luchan por sobrevivir otras se vuelven más boyantes que nunca, los gobernantes pueden hacer que estas últimas compensen a las primeras con un impuesto adicional y temporal”.

¿Cómo se puede entender y aplicar esta política en el Perú? Está clarísimo: el sector que está ´más boyante que nunca´ es la minería, gracias a que el precio del cobre excede los 4 dólares 60 cuando ellos cubren sus costos con menos de 2 dólares la libra y el precio del oro se aproxima a la barrera de 2 mil dólares la onza. Este es el sector que debe compensar a los afectados.

Tenemos además el estudio que hizo el Departamento de Asuntos Fiscales del FMI específicamente para el Perú y ha sido publicado el mes pasado, que analizó las reglas tributarias peruanas para atraer inversiones mineras y encontró que había un espacio para poder elevar la carga tributaria a ese sector manteniéndonos en el mismo lugar del ranking internacional de competitividad.  

Resumiendo, hay dos argumentos para sustentar la conveniencia de mayores impuestos al sector minero, bajo condiciones que el estudio del FMI detalla y que consisten en una combinación de elevar las tasas de las regalías, el impuesto especial a la minería y a los dividendos o utilidades distribuidas por las empresas a sus accionistas (impuesto que tiene la ventaja de incentivar la reinversión). La primera es que podemos hacerlo sin perder competitividad respecto a otros países mineros, asunto demostrado por el FMI comparando con una veintena de países y territorios a nivel mundial. La segunda es que estamos en un momento excepcional, donde millones de familias se han empobrecido y al mismo tiempo el sector minero está obteniendo ganancias extraordinarias, con precios incluso superiores a los ya muy altos que tenían el año pasado. Una mayor carga tributaria a la minería se justifica desde una mirada de largo plazo y competitividad minera, y también en el corto plazo para dar apoyo urgente a quienes sufren pobreza.

EL COMBO

¿Es lo mejor rebajar IGV o ISC? Nuevamente el FMI responde: “Para aliviar la carga sobre los hogares, garantizar la seguridad alimentaria y evitar las tensiones sociales, la mayoría de los gobiernos han anunciado medidas para limitar el aumento de los precios internos. Sin embargo, estas medidas podrían tener grandes costos fiscales y agravar los desajustes entre la oferta y la demanda mundiales, que ejercerían nuevas presiones sobre los precios internacionales y, posiblemente, darían lugar a escasez de alimentos y energía. Esta situación perjudicaría aún más a los países de bajo ingreso que dependen de la importación de energía y alimentos”. Clarísimo.

El FMI recomienda, en la misma dirección de lo que hemos insistido sobre el otorgamiento de una transferencia directa o ´bono´a las familias, es que “el apoyo fiscal debe dirigirse a los más afectados y a los ámbitos prioritarios (…) Las respuestas de los gobiernos al aumento de los precios internacionales de las materias primas deben dar prioridad a la protección de los más vulnerables. Un objetivo fundamental es evitar que se produzca una crisis alimentaria, al tiempo que se mantiene la cohesión social. Los países con redes de protección social pueden desplegar transferencias monetarias temporales y focalizadas en los grupos vulnerables”.

Las transferencias son un dinero que no se queda en el camino. Nuestro país ha logrado en los últimos años implementar un mecanismo para apoyar con estos ´bonos´ a las familias, utilizando el Banco de la Nación – que va avanzando con las cuentas DNI –  y el sistema bancario. Eso es lo que hay que hacer. Desde luego también hay que asegurar la sostenibilidad fiscal, pero no siendo amarretes y limitando a migajas una ayuda que se necesita de urgencia, sino haciendo que quienes concentran mucha riqueza y hoy tienen además ganancias extraordinarias, colaboren con el pueblo y la nación en este momento de dificultad.

Investigación: Estudio de los factores que explican la adherencia al tratamiento con “chispitas” y suplemento ferroso

https://cies.org.pe/es/investigaciones/estudio-de-los-factores-que-explican-la-adherencia-al-tratamiento-con

Se me había pasado poner acá esta investigación que, en plena pandemia, hicimos con Carlos Bardalez, Mae Francke y Diego Quispe O, con el apoyo del XXI Concurso del CIES. Tiene varias secciones y metodologías, y hallazgos interesantes.

Para las intervenciones del sistema de salud contra la anemia, me quedo con estas recomendaciones (hay varias más):

En relación con las intervenciones para mejorar la adherencia a la suplementación preventiva y terapéutica de la anemia con micronutrientes en polvo – MNP y suplemento ferroso:

✔ Adecuar el tratamiento según la aceptación por parte de los niños y niñas y las madres en relación con la conveniencia para su dispensación, el rechazo o no debido al gusto y los posibles efectos adversos sobre el aparato digestivo. La selección del producto de hierro debería tomar en cuenta los siguientes criterios: ▪ Indagar sobre la disponibilidad o falta de condiciones del hogar y de la madre que puedan facilitar u obstaculizar la administración de algún tipo de micronutriente.

▪ Informar claramente sobre los efectos colaterales de cada tipo de presentación y las medidas a tomar en caso de que ocurran, para luego seleccionar junto con la madre el tipo de producto.

▪ Desarrollar un periodo de prueba de dos semanas, para luego inquirir sobre la ocurrencia de efectos colaterales y decidir junto con la madre el probable cambio de producto junto con la madre.

✔ Manteniendo las recomendaciones vigentes respecto de la prevención con suplemento ferroso de 4 a 6 meses, MNP o suplementos en solución desde los 6 meses por 1 año y de tratamiento con suplemento ferroso posteriormente, incluir el polimaltosado como parte de la oferta disponible en los servicios de salud dada su mejor aceptabilidad y tolerancia.

✔ Promover la prescripción terapéutica de suplementos de hierro por profesionales de salud capacitados y no solo por médicos.
✔ Evaluar con mayor minuciosidad las ventajas y desventajas de las distintas formas de suplementación en términos de productos y formas de administración, ya sea MNP, sulfato o polimaltosado, teniendo en consideración tanto su impacto sobre la anemia y nutrición de los niños y niñas como la adherencia, aceptación y efectos secundarios. Asimismo, considerando el estudio de Ip et al. (2009), evaluar la posibilidad de proponer formas de administración distintas a la diaria.

Investigación: En el otro extremo: ¿El Programa Qaliwarma incrementa la incidencia del sobrepreso y la obesidad?

Se me había pasado poner por acá esta investigación que terminamos el año pasado con Diego Quispe O y Gustavo Acosta, financiada por el XXI Concurso del CIES

https://cies.org.pe/es/investigaciones/en-el-otro-extremo-el-programa-qaliwarma-incrementa-la-incidencia-del

¿Y cual es la respuesta tentativa? ¿Qué efecto tiene Qali Warma sobre la obesidad? DEPENDE (la famosa palabra de los economistas): la modalidad ´desayunos más almuerzos´ ayudaría a controlar el exceso de peso, no así las modalidades de ´solo desayunos´.

Impuestos, Focalización y la Ley del Embudo

Maricarmen Alva metió la pata hasta el fondo una vez más; jugó a decidir la política económica como si fuera presidenta de la república y ministra de economía y finanzas e hizo aprobar un proyecto de ley que generaba un forado fiscal enorme, de más de 3 mil millones solo este año. Tuvo que dar marcha atrás.

En la crítica al congreso se ha resaltado que su proyecto de ley pretendía exonerar de impuestos a diversos alimentos que no son de primera necesidad si no más bien consumidos por la clase alta. Siendo eso correcto, hay que insistir en que quienes pagan directamente a la SUNAT impuestos como el Impuesto General a las Ventas (IGV) y el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) son las empresas. Existe la posibilidad de que las empresas, ante la rebaja del impuesto que deben pagar, reduzcan los precios a los consumidores, pero eso no es para nada seguro: en la medida que puedan quedarse con ese dinero (que para ellos suma millones) en sus bolsillos lo harán.

Los economistas neoliberales consideran que predomina una “competencia perfecta” que hará que los precios bajen rápidamente. Pero en muchos casos eso no es verdad. En el Perú, monopolios y oligopolios dominan el mercado de leche, de aceites, de harina de trigo y de pollo, favorecidos por la rebaja de impuestos. No hay decenas de empresas vendedoras de gas para los balones que usamos en casa, apenas tres o cuatro mayoristas, y cuando se ha otorgado subsidios al gas apenas la mitad de lo que pone el estado ha llegado al consumidor final.

Hacer frente a esos abusos de empresas que tienen poder en el mercado es responsabilidad de una Indecopi, el “instituto de defensa de la competencia” que ha estado por décadas dominado por neoliberales que dejaron que los monopolios dominaran sin control, y que hoy bajo un presidente de Perú Libre es igual de ineficaz. Otra posibilidad sería que el ministro de energía establezca una concertación con las empresas para asegurar que bajen los precios del gas, pero el señor nombrado por Cerrón en ese cargo no ha hecho nada al respecto. Los cerronistas son campeones en tuits supuestamente revolucionarios pero incapaces en la acción práctica en favor de las economías populares.

¿La propuesta de prohibir los monopolios y oligopolios mediante una reforma constitucional asegurará que esta exoneración de impuestos logre una rebaja de precios? Enfrentar a los monopolios con firmeza es un tema largamente postergado. Sin duda hace falta una mejor defensa del interés público en mercados donde hay poder de dominio. Pero una reforma constitucional requiere ser aprobada por el congreso en dos legislaturas ordinarias, lo que en ningún caso puede hacerse antes de agosto, luego habría que aprobar una ley “de desarrollo constitucional” para establecer que se haría con los monopolios ya existentes y posterior a eso habría que crear capacidad estatal para aplicarla. El plazo para poner eso en marcha es largo. Mientras tanto, ahí está Indecopi, cuya labor es la defensa de la competencia y del consumidor, sin hacer nada.

AYUDA SOCIAL Y PROMOCIÓN DEL EMPLEO NO SE CONTRAPONEN

La mejor respuesta posible del estado para ayudar las economías populares frente al alza de precios es mejorar los ingresos de las familias. Una combinación de transferencias directas de dinero o ´bonos´, junto a políticas que promuevan un aumento de salarios y pensiones y con programas de inversión pública descentralizada y empleo temporal, es la mejor opción. Controlar precios no funciona, dar apoyo a las familias sí.

El problema de falta de puestos de trabajo que tiene el Perú es histórico y estructural, y debemos enfrentarlo al mismo tiempo que atendemos la emergencia actual. Hoy nuestra economía es como una persona con problemas crónicos, debilitada por el Covid y que además acaba de sufrir un accidente. Debe atenderse en emergencia su trauma teniendo en cuenta sus problemas crónicos. Es clave para la creación de empleos la dinamización de la demanda interna, junto a políticas de promoción con crédito, asistencia técnica, organización de cadenas de valor, asociatividad de pequeños productores, mejor acceso a mercados e infraestructura. Pero si en el corto plazo el mercado interno no crece, las posibilidades de que mejoren las ventas y los negocios prosperen y generen nuevos empleos son bajas. Precisamente las medidas de emergencia propuestas, como un ´bono´, inversiones públicas, empleo temporal y aumento del salario mínimo, generan un crecimiento de la demanda y el mercado interno al poner dinero en los bolsillos de la clase trabajadora, creando de esa manera oportunidades económicas a los microempresarios.

LA FOCALIZACIÓN Y SUS PROBLEMAS

Economistas neoliberales han propuesto que cualquier ayuda sea estrictamente focalizada. El problema es que programas como Juntos y Pensión 65, que son los que tienen esa lógica, sólo llegan a 1 millón 300 mil personas mientras hay muchísimos más afectados por la crisis. Además, los mecanismos del estado peruano para focalizar y determinar quiénes deben recibir la ayuda pública es bastante deficiente. El problema parte desde las leyes, que excluyen a quienes no están en extrema pobreza, siendo que por definición estas familias son aquellas que aun dedicando todos sus ingresos a alimentos, no derivando ni un sol a un pasaje urbano, a un balón de gas o a una frazada de invierno, aun así no pueden comprar suficientes comida para tener las calorías necesarias para sus cuerpos. Realmente es un criterio propio para hambrunas africanas. Tampoco es buena la forma como opera el sistema de focalización de hogares, mediante municipalidades que tienen incentivos perversos y con datos desactualizados cuando el empobrecimiento ha sido particularmente masivo durante la pandemia. A ello se añade que el sistema de clasificación de hogares obvia que la pandemia y el alza de precios ha llevado a la pobreza a mucha gente de clase media o aspirante. Una reforma en la que es necesario insistir en la política de protección social, incluyendo los sistemas de información y focalización de hogares y los roles de los diversos niveles de gobierno. Necesitamos una red amplia de protección social, no una frazadita de 50 centímetros por lado que de ninguna manera puede cubrir lo indispensable para cuidarse del frío.

Mientras tanto, hay que echar mano a lo que se tiene: la información de la RENIEC, de la SUNAT y otras entidades referida a las planillas, pagos de impuestos, propiedades y créditos que sirven para identificar a quienes tienen un buen nivel económico y no necesitan ayuda del estado. En un país con alta informalidad e ilegalidad las limitaciones de esos datos son obvias, pero ese es el estado de baja capacidad que tenemos y con el que hay que operar.

LA LEY DEL EMBUDO

La defensa que nuestra derecha neoliberal hace de la focalización es totalmente sesgada. Desean que la ayuda social que brinde el estado sea mínima, pensando que así evitan mayor gasto público que luego pueda devenir en presiones para un mayor cobro de impuestos a las grandes fortunas.

Los voceros de la derecha se preocupan muchísimo de que no se otorgue un sol a alguien que no esté en la más extrema de las privaciones, pero defienden a rajatabla que mientras tanto a las trasnacionales mineras, que tienen ahora ganancias extraordinarias de miles de millones de dólares, no se les cobre una colaboración adicional en esta coyuntura. Insisten en que la ayuda social de nuestro estado sea de una tacañería que bate récords mundiales, mientras los grandes propietarios de empresas siguen pagando una tasa de apenas el 5 por ciento sobre los dividendos que reciben, tasa que resulta bajísima en comparación internacional.

Es decir, cuando se trata de ajustar a los necesitados, que tienen muchos rostros y múltiples dificultades, la derecha neoliberal busca todos los pretextos para escatimar un apoyo que mitigue su hambre; pero cuando se trata de la minería y los monopolios abusivos, quieren que se les de todos los subsidios financieros y ventajas tributarias aunque el estado pierda por eso millones. En ese caso la focalización ni se menciona, que un puñado de millonarios reciba del gobierno más que lo que se otorga a miles de peruanos necesitados no les mueve una ceja. Aplican la ley del embudo, ancho para los poderosos, angosto para el pueblo.

AYUDA URGENTE A LAS ECONOMÍAS POPULARES

Miles de peruanos salen a las calles a protestar frente al alza de precios. Tienen buenos motivos, ya que el encarecimiento del gas y toda la canasta alimentaria golpea fuerte a las economías familiares ya debilitadas tras la pandemia. El alza de precios no es culpa del gobierno sino de una situación externa, la guerra de Rusia Contra Ucrania. Pero al igual que con el Covid, es responsabilidad, tanto Poder Ejecutivo como Congreso, responder a esa situación con medidas efectivas. No lo han hecho y por eso la molestia popular se justifica, mas no el vandalismo y el aprovechamiento político oportunista.

¿Qué medidas se pueden tomar para apoyar a las familias necesitadas? La más directa y rápida, que llega a los bolsillos populares ´completita´ es una transferencia de dinero o ´bono´. Esto se hizo durante la pandemia, y a pesar de la gran demora y debilidad, significó una importante ayuda ante la necesidad y también para reactivar la demanda y la economía. Hoy, aunque el golpe es diferente, es nuevamente una alternativa. Pero analicemos primero las otras medidas posibles.

LA REBAJA DE IMPUESTOS

La principal medida del gobierno, tardía y de reacción a los bloqueos de carreteras por los transportistas y agricultores, ha sido eliminar temporalmente impuestos al consumo de combustibles y alimentos. La reducción de impuestos tiene, además de los obvios costos al fisco, importantes limitaciones. Su principal problema es que las grandes empresas y los intermediarios pueden no rebajar sus precios completamente y así quedarse con buena parte de los beneficios otorgados. Tenemos experiencia con una política similar que han sido los subsidios (vía Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles – FEPC) al gas que consumimos en casa, habiendo estudios que muestran que apenas la mitad del dinero otorgado se traslada al precio final. Como prevalece el “libre mercado” según la Constitución y hemos tenido tres décadas de neoliberalismo privatista que han desarmado al Estado, la capacidad pública para controlar estos abusos es baja y levantarla requiere ministros y funcionarios muy capaces, a diferencia de lo que tenemos hoy. 

Con la eliminación temporal del impuesto selectivo al diésel, gas y gasolinas es probable que esos precios bajen un poco, pero no hay seguridad de cuánto ni cuándo. Que en consecuencia se reduzcan los fletes y llegue la rebaja hasta el consumidor final de diversos bienes es aún más incierto. ¿La suspensión por tres meses del IGV a algunos alimentos tendrá un efecto inmediato y completo, de tal manera que productos claves como los huevos y el pollo bajarán bastante en el corto plazo? Lo dudo mucho; la quita del impuesto es por un plazo corto y se trata además de productos donde hay oligopolios fuertes dominando el mercado. Lo más probable es una rebaja parcial y lenta. Mientras las empresas se demoran en rebajar sus precios, las pérdidas del estado son inmediatas y el diferencial se lo quedan los empresarios, como quien dice “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

A nuestros economistas neoliberales no les gustan las medidas adoptadas por el gobierno de quitar temporalmente el impuesto selectivo a los combustibles y el IGV a algunos alimentos, pero tampoco proponen nada frente a la emergencia. Insisten en lo de siempre: “promover la inversión privada” con la política de mantener bajos los impuestos a las grandes mineras y fortunas, al mismo tiempo que su Tribunal Constitucional (TC) fujimorista elimina el derecho a la consulta previa de los pueblos indígenas y se mantienen reducidas las regulaciones ambientales a pesar del desastre causado por Repsol. Eso ya se probó por veinte años y así estamos. Además, cualquier inversión demora varios años en madurar, mientras que el empobrecimiento y el hambre son de este mes. Sólo defienden los intereses de los grandes grupos empresariales, como siempre.

Frente al alza de precios era indispensable tomar medidas económicas, pero una eliminación de impuestos debiera venir con un compromiso de los empresarios involucrados de rebajar sus precios y con una fiscalización mucho más intensa contra los abusos de los monopolios. Aun así, por más que una rebaja sustancial de los precios de la canasta familiar sería un objetivo muy deseable, dada la estructura económica que tenemos y la debilidad de nuestro estado, no es realista pensar que se puede lograr tal caída de precios. Necesitamos otras medidas más efectivas de ayuda a las economías populares.

APOYO SOCIAL

Este tremendo golpe nos encuentra carentes de una red mínima de protección social; apenas tenemos algunos programas sociales de cobertura muy limitada que dejan a muchísimos peruanos sin ningún apoyo cuando tienen una emergencia y un sistema de focalización de hogares mal hecho y desactualizado. Es una de las herencias de tres décadas de economía neoliberal negadora de los derechos sociales, que también se vio en la debilidad de nuestro sistema de salud frente al Covid19.

Frente a la urgencia del hambre en muchos sectores populares, no es suficiente aumentar los montos que dan los programas sociales Juntos y Pensión 65, ya que éstos apenas llegan al 3 por ciento de peruanos. Las ollas comunes tampoco tienen tanto alcance. Hay que reforzar estos programas sociales, por supuesto, pero no es el 3 por ciento el que necesita apoyo si no diez a veinte veces más si sumamos pobres y vulnerables.

La mejor manera de hacer llegar ayuda en forma masiva es con una transferencia directa de dinero, el llamado ´bono´, que se puede hacer mayoritariamente a través de cuentas bancarias. Es la forma más barata, segura y flexible de apoyo. Ya se hizo antes, se podría ahora hacer mucho más rápido y mejor ahora que el Banco de la Nación ya tiene varios millones de cuentas DNI creadas. Habría que complementar esa medida con más empleo temporal y aumentos a las pensiones. ¿Se puede hacer esto en un marco de responsabilidad fiscal? Desde luego que sí, combinado con una reforma tributaria que logre una contribución justa de las trasnacionales mineras y las grandes fortunas. Además, el año pasado en el MEF restablecimos en la caja fiscal 17 mil millones de soles de ahorros públicos que tenemos ahora de respaldo.

IMPUESTO A LA MINERIA

Algunos medios y políticos de derecha defienden con uñas y dientes a las grandes empresas mineras insistiendo en que no se les toque un pelo con impuestos adicionales a pesar de las ganancias extraordinarias que están recibiendo. Sucede que, así como en el mercado internacional han subido de precio el petróleo y el trigo, también lo han hecho el cobre, el oro y el zinc; la gran diferencia es que el golpe de un gas y un pan más caro recaen sobre el pueblo, mientras las ganancias de metales a mayor precio van para las grandes mineras. Es algo totalmente inequitativo, pero el estado puede, mediante impuestos y ayuda social, corregir al menos parcialmente esta injusticia. 

Sobre el impuesto a la minería, sus defensores han llegado a negar lo que señala el FMI, cuyo informe indica claramente en su página 9 que “el régimen permite un espacio (moderado) para aumentar la carga tributaria sobre el sector sin perder competitividad internacional” (el informe es público, quien tenga duda puede leerlo en internet). El FMI calculó que, aún incluyendo la distribución de utilidades a los trabajadores (que no son impuestos), la carga actual de contribuciones sobre la minería es del 41,7 por ciento. El FMI evalúa, entre varias opciones, una política de ajuste en tasas de regalías, impuesto especial a la minería y aumento de tasa a dividendos con los que la carga podría subir a 45,5 o a 46,2 por ciento, y señala explícitamente en su página 37 que tras esos cambios “la rentabilidad de los inversionistas se mantendría a niveles relativamente atractivos. Más aún, este aumento en la carga tributaria pondría al Perú en el rango medio de otros países mineros, ya que su posición relativa no se modificaría”. Usted amigo lector puede leer el informe, verificar las citas y certificar que no engaño a nadie. Papelito manda. Luego pueden chequear como quien niega en “El Comercio” nuestras aseveraciones, Miguel Palomino, es gerente del IPE, financiado por grandes empresas mineras como Southern, Cerro Verde, Buenaventura y el grupo Breca; se trata de información igualmente fácil de encontrar en internet.

Se ha dicho que la minería ya paga impuestos. Es verdad, desde luego. Pero si un recontramillonario tiene encima la suerte de sacarse la lotería justo cuando un desastre ha llevado a empobrecido a millones, ¿no corresponde que colabore con solidaridad y sentido de nación?

URGENCIA Y CAMBIO ESTRUCTURAL

Los problemas de gobernabilidad de los últimos años se han agravado. Nuevamente, apenas saliendo de la pandemia, una situación de emergencia nos pone a prueba como Nación. La respuesta urgente tiene que ser de empatía con un pueblo empobrecido y con ansias históricas de justicia social. El gobierno, sea cual sea éste, no puede quedarse de brazos cruzados cuando las economías populares reciben golpes duros. Se necesita una respuesta fuerte, eficaz, justa y responsable. Ese es el tema de fondo. Hay que hacer más y mejor que sólo las rebajas temporales de impuestos al consumo, hay que dar ayudas directas a las familias populares junto a una reforma tributaria que genere sostenibilidad fiscal. Ni la política del avestruz ni la caminata del cangrejo nos llevarán a buen puerto.

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