Junto con Josué Benites hemos hecho este estudio que acaba de ser publicado por el Departamento de Economía de la PUCP – Pontificia Universidad Católica del Perú, donde trabajo.
Lo presentaré próximamente en el WAPLAC Workshop # 1. Welfare and policies in LAC: advances and challenges ahead 9–10 May 2024, en la Universidad de Costa Rica.
Pueden verlo acá – https://departamento-economia.pucp.edu.pe/documentos-de-trabajo/bonos-lecciones-de-las-transferencias-monetarias-no-condicionadas-durante-la-pandemia-de-covid-19-en-peru
La informalidad ha terminado generando serios problemas al país, pero
para millones de peruanos el trabajo informal es la única alternativa. Tiene
que dejar de ser así. Hay dos grandes cambios que hacer para lograrlo: la
primera es una política de crecimiento acelerado cuyo objetivo prioritario sea la
generación de puestos de trabajo y no las ganancias de los monopolios; la
segunda es promover que muchas pequeñas y microempresas que hoy apenas lograr
sobrevivir tengan un margen de acumulación y puedan articularse al estado. Hablaremos
hoy de lo primero.
Entrar a esta discusión exige establecer previamente algo de manera muy
clara: la política neoliberal seguida hasta ahora no ha dado buen resultado. La
informalidad hoy es la misma que hace 15 años, y que no nos vengan a echarle la
culpa a una “inflexibilidad laboral” porque las empresas tienen 75 por ciento
de sus empleados con contratos temporales prácticamente sin derechos. Partamos
de reconocer que estamos con una seria trabazón económica. Si las optimistas
proyecciones del BCR se cumplen, tanto la industria como la construcción este
2024 todavía estarán produciendo 5 por ciento menos que el 2022. Estamos
hablando de los dos sectores más importantes en la generación de empleo urbano,
y 5 por ciento de perdida de producción significa recesión continuada y nada de
nuevos puestos de trabajo. La agricultura apenas si recuperaría lo perdido el
año pasado, contrastando un sector agroexportador que no ha dejado de crecer
con la situación de los millones de pequeños y medianos agricultores que
sufrieron fuertemente con el aza de precios de fertilizantes el 2022 y El Niño
el 2023.
El problema no es sólo coyuntural.
Se ha dicho que el Perú ha tenido un gran éxito económico los últimos
treinta años gracias a la constitución fujimorista de 1993. El problema con
este argumento es que en las últimas tres décadas solo nos fue bien cuando los
minerales tuvieron altos precios internacionales entre 2004 y 2013. Antes de
eso, durante la década del dictador Fujimori crecimos sólo 2 por ciento anual
en promedio, que no es nada halagador. Después del 2014 el crecimiento ha sido apenas
1,4 por ciento en promedio, periodo en el cual seguíamos con la misma Constitución
de 1993 y el mismo modelo neoliberal.
A pesar de eso, hay quienes quieren profundizar el neoliberalismo:
reducir aún más los escasos derechos laborales subsistentes, privatizar el agua
potable, dar más apoyo a las AFPs, mantener las exoneraciones tributarias a la
agroexportación y las reducidas tasas a la minería, aplicar un ajuste fiscal
que solo podría hacerse reduciendo la inversión pública. Insistir en esta
receta fracasada sería solo cavar un hoyo más profundo para la economía
peruana.
CRECIMIENTO Y POLÍTICA INDUSTRIAL
La experiencia de los países asiáticos exitosos – Japón, Taiwan, Corea
del Sur, China – muestra que la clave para un desarrollo económico que genere
empleo en forma masiva y elimine la pobreza radica en impulsar una política industrial
con dinamismo tecnológico propio. Incluso en el Perú, con todos los problemas
que tuvo la experiencia, el crecimiento del PBI fue mayor cuando el sector
industrial se dinamizó a partir de políticas promotoras, entre 1950 y 1975,
como muestra un reciente libro de Félix Jiménez. Lamentablemente, el Perú como
América Latina en general a partir de 1990 ha apostado por la extracción de
materias primas, eliminando primero las políticas industriales y luego
aplicándolas de manera errática, mal concebida e intermitente.
Vale la pena recordarlo nuevamente ahora cuando, con bombos y platillos,
se propagandiza que un megapuerto en Chancay es la clave del éxito. Nuevamente
se olvida que el asunto fundamental está en promover producción que genere
empleo en forma masiva. Infraestructura económica y de transportes puede ser
muy buena, siempre y cuando esté pensada hacia ese objetivo de aumentar la
producción y el empleo, que es el que los chinos tienen en mente – para China. ¿O
alguien es tan ingenuo como para pensar que una inversión extranjera no está
hecha para beneficio de quien pone la plata, que en este caso es el estado
chino? Si para el Perú este nuevo puerto sirve para hacer más fácil que salgan
minerales sin procesar y entren manufacturas chinas a bajo precio desindustrializando
nuestra economía, eso no será ninguna solución de nada. Los puertos y el
comercio sólo ayudan si son parte de una estrategia de desarrollo bien pensada.
Empleos, empleos, empleos, ese debe ser el lema de la política nacional.
Toda oportunidad que haya para producir más, con prioridad adonde haya más
empleos, debe ser aprovechada. ¿Hay posibilidades en la industria naval? Facilitémosla.
¿Tenemos mucha minería? Que una industria nacional produzca insumos y equipos
para ese sector como en Australia y Chile, y transformemos los minerales en vez
de exportarlos en bruto. ¿Se necesitan uniformes para policías? Que sean
nacionales y mejor si son pequeñas empresas. ¿La lana de vicuña es apreciada
mundialmente? Que se hagan acá esos abrigos pagando lo justo a los comuneros. ¿El
mundo gira hacia las energías renovables? Acá hay muchos sitios con harto sol
por aprovechar. ¿Producimos cacao orgánico? Sigamos empujando eso y que se
hagan buenos chocolates. ¿Café de variedades especiales? Aprendamos de los
colombianos que tienen a sus productores cafetaleros bien organizados y una
marca colocada internacionalmente (Juan Valdez). ¿Industrias culturales?
Tenemos mucho que ofrecer en ese terreno, no hagamos caso a esos idiotas que
quieren traerse abajo el cine nacional. ¿Turismo? Hay enormes atractivos por
promover y no sólo seguir exprimiendo Machu Picchu como una vaca hasta que
quede exhausta.
Un esfuerzo de este tipo requiere un dialogo continuo y con respuestas
efectivas entre el estado y las empresas privadas, de manera abierta sin
lobbies, y exige también impulsar y dar apoyo a la organización de las micro y
pequeñas empresas para que ellas sean las primeras sentadas en la mesa. Un
esfuerzo que hicimos durante nuestro breve paso por el MEF fue instalar una
Mesa Ejecutiva para promover el sector de proveedores mineros, la industria de
productos que la minería necesita, pero ese impulso no se ha sostenido. El actual
ministro no ha dicho una palabra sobre la tarea prioritaria de impulsar un desarrollo
productivo diversificado, sólo repite el viejo discurso de imponer proyectos
mineros rechazados por la población, camino represivo que sólo ha agravado los
conflictos sociales con muchos muertos en el camino.
Necesitamos innovación y avance tecnológico con profesionales y científicos peruanos de alto nivel. Esa es la apuesta que viene haciendo China hace años con muy buenos resultados, y ahora le sigue India. En América Latina, en el único país con tres premios nobel, Argentina, hoy se está destruyendo su sistema de ciencia y tecnología. Hagamos lo contrario, mejoremos nuestra educación superior, conozcamos más nuestra biodiversidad e invirtamos en innovaciones productivas que la aprovechen de manera sostenible. Si seguimos priorizando que extranjeros vengan a llevarse nuestras riquezas naturales mientras tenemos una fuga de talentos al exterior, nunca lograremos un crecimiento fuerte y sostenido con los empleos que necesitamos.
(publicado en la edición del 19 de abril 2024 de Hildebrandt en sus Trece)
La política peruana está bastante podrida. El pacto corrupto entre
Boluarte, el congreso derechista y el poder económico aún se mantiene a pesar
del repudio ciudadano. La urgencia del momento es desmontar esa dictadura con
elecciones adelantadas, sin dejar de responder a las causas profundas del
deterioro de la democracia peruana. Una salida a la crisis actual, siendo una
respuesta a la coyuntura, debe tener miras mayores para luego no tropezar
nuevamente con la misma piedra.
Una causa conocida de la actual crisis es un sistema político carcomido
por corrupción e influencias indebidas y donde el congreso tiene a la
presidencia por el cuello. Otra bastante obvia es el desprecio racista de las
clases dominantes hacia las mayorías nacionales, bien sazonado con un
autoritarismo marcado. Propongo que hay otro elemento adicional, indispensable
para entender lo sucedido y pensar alternativas: una estructura y modelo
económicos que mantienen la pobreza y desigualdad y favorecen la informalidad.
Hoy son comunes las críticas a las leyes permisivas de la minería
informal que se asocian a la violencia extrema en Pataz; se ve mal que varios grupos
en el congreso estén promoviendo leyes para favorecer a los colectiveros; es visto
como espantoso que salgan leyes favoreciendo la tala ilegal en la amazonia. De
acuerdo; se trata de tres muestras claras del deterioro de la política en el
Perú. Pero faltan explicaciones al foso de podredumbre en que nos encontramos. Vayamos
más allá de Dina Balearte y este congreso que todo el Perú odia. ¿Por qué hay
tantos colectiveros, mineros y taladores ilegales, y porqué ellos han reforzado
en este periodo sus presiones para obtener leyes especiales a su favor? Esta es
una pregunta sustancial porque hay un tema de fondo: siendo cierto que la
crisis de hoy se debe principalmente a los malos políticos, no podemos dejar de
reconocer que problemas como la corrupción y el irrespeto a la ley están asentados
en sentidos comunes y comportamientos generalizados entre los peruanos.
Informalidad, razones y críticas
¿Por qué hay tantos informales? Porque luego de tres décadas de neoliberalismo,
leyes especiales para la gran minería y subsidios a los agroexportadores, la
pobreza sigue rampante, los salarios no alcanzan para nada y quienes tienen la
suerte de conseguir un empleo no pueden organizar un sindicato porque los
despiden (como ha sucedido recientemente en Frecuencia Latina). ¿Qué pretenden
entonces los que hoy se espantan ante leyes en favor de grupos informales, pero
no se inmutan ante esta realidad social? ¿Que esa enorme mayoría de peruanos se
resigne en la pobreza extrema mientras reza para que no tenga la mala suerte que
una enfermedad crítica afecte a su familia? ¿Qué no luchen con uñas y dientes,
como lo hacen hoy, por buscarse un pequeño espacio donde sobrevivir y con
suerte alguna opción de mejora para sus familias?
Conviene recordar que la posición de la derecha neoliberal frente a esas
leyes pro-informalidad ha sido completamente hipócrita. La Confiep y sus
escribidores se indignan contra los colectiveros y la minería informal, pero
defienden a capa y espada que quienes ilegalmente se han traído abajo bosques
amazónicos ahora queden libres de polvo y paja y puedan volverlo a hacer. Es
mucha casualidad que tras la deforestación haya grandes conglomerados como el
grupo Romero y la trasnacional tramposa Ocho Sur. La derecha neoliberal también
suele quejarse de las contribuciones que deben hacer los empleadores, que dicen
incentiva la informalidad. Pero cuando se desfinancia Essalud para regalar
millones a las agroexportadoras, agravando así las colas y desabastecimiento
que sufren los asegurados, eso no importa. Tampoco les llama la atención que las
AFPs cobren comisiones abusivamente altas, por el contrario, las defienden
argumentando una supuesta preocupación por los adultos mayores (los del futuro,
porque las ínfimas pensiones de hoy les tienen sin cuidado). Lo cierto es que,
por más intentos de ocultamiento que hagan, su hipocresía les sale por todos
los poros, casi como si llevaran un Rolex o un Cartier (que a la ultraderecha
les parecen pequeños detalles irrelevantes). Con su práctica y su discurso han
develado que su crítica no es a los desastrosos efectos ambientales y sociales
de muchos informales e ilegales, solo es un argumento a medida de los intereses
de las grandes empresas.
Crisis política, pobreza y desigualdad
Lamentablemente, esa actitud de quienes dominan nuestro país ha ido
generando a lo largo del tiempo una reacción negativa en muchos peruanos: “de
qué me hablan de cuidar el ambiente y respetar la ley, si viene la gran empresa
minera, la trasnacional con ventajas o el tramposo norteamericano que saca
madera sin permiso y no pasa nada”. Por eso el tremendo avance de la anomia
social y la falta de respeto a la ley, con las motos de delivery pasándose la luz roja sin ningún problema y colectiveros con
decenas de multas circulando. El mal ejemplo se contagia, en especial el de
quienes ejercen un rol de mando.
La pobreza por un lado y la actitud ventajista de los dueños del Perú por
el otro, son esenciales para entender la crisis política actual. ¿Cómo si no podemos
explicar las reacciones de quienes sienten amenazado ese terrenito al que
migraron en la selva, esa forma de sostenerse circulando su carrito viejo, esa
única posibilidad de juntar algo que les permita pagar la universidad de sus
hijos y sostenerse en su vejez? ¿Acaso debieran quedarse inmóviles mientras siguen
otros dos siglos de oprobio, y para lograrlo su sumisión aplicar sentencias
como la sufrida por Jean Valjean al inicio de Los Miserables?
El pueblo peruano ha estado buscando alternativas, de manera colectiva y
de manera individual. Ha votado buscando
cambios para ser traicionados una y otra vez las últimas dos décadas. Hubo
decenas de miles protestantes entre diciembre 2022 y enero 2023, cientos fueron
abaleados, muertos y heridos, y con esa sangre se afianzó el poder de quienes
siempre dominaron el Perú y que habían perdido las elecciones. Este año se han
retomado movilizaciones contra la privatización del agua, en defensa de los
derechos de las mujeres, de comunidades frente a la minería y contra la
corrupción.
Pero muchos peruanos y peruanas hoy se concentran en sus propias economías.
El 2022 la pobreza en Lima era 27 por ciento, casi el doble que en 2019, y
aunque no tenemos los datos del 2023 es obvio que ese indicador ha vuelto a
subir dada la recesión de la construcción y la industria que cayeron en 8 por
ciento. Las proyecciones para este año es que esos dos sectores claves para el
empleo urbano terminarán todavía 5 por ciento por debajo del nivel que lograron
el 2021: la calle sigue muy dura. Los peruanos priorizan su economía individual
porque necesitan subsistir y les han cerrado todas las demás puertas. Algunos
se van del país y, sí, otros buscan opciones en el transporte informal, la tala
ilegal, la pequeña minería y hasta en la delincuencia. Esa respuesta social a
la crisis agrava los problemas del orden necesario para un progreso nacional.
Pero responder a esta situación exige algo más que simplemente clamar porque se
les cierren más las puertas de la sobrevivencia y la esperanza a amplios
sectores nacionales. Se necesita abrirles opciones. Sobre las estrategias y
medidas necesarias para lograrlo volveremos la próxima semana.
Las mujeres, en todo el mundo y en el Perú,
ahora tienen menos hijos que antes y cada vez más es más común que no tienen
ninguno. Es un cambio tremendo en un asunto básico para la sociedad humana, del
que se habla poco. Se trata de una buena noticia, de esas que necesitamos y no
vienen mucho: significa menos presión sobre un planeta recalentado y con biodiversidad
en declive. Además, nuevos estudios económicos muestran que eso puede ser
positivo para el crecimiento. La disminución de la natalidad es al mismo tiempo
resultado del empoderamiento femenino y un factor que lo refuerza, así que todo
indica será una tendencia que se mantendrá por varias décadas.
Entre 1950 y 2021, en el mundo entero la tasa global
de fecundidad se redujo de 4,8 a 2,2 hijos por mujer en edad fértil. Ha caído
en todos los países (¡todos!) durante los últimos setenta años. En Corea
del Sur ahora la tasa es 0,8 y sigue cayendo. En Perú hace cuatro décadas esa
tasa era 4,3 y ahora es 1,9 (último dato disponible correspondiente al 2022),
cuando para que la población se mantenga en el largo plazo la tasa debe ser de
2,1. China ya está debajo de eso. En Estados Unidos la tasa de fecundidad es de
1,66, en Europa 1,5 y en España e Italia 1,3 hijos por mujer. Nuevos cálculos y
proyecciones mundiales – publicados recientemente en la prestigiosa revista de
salud pública The Lancet – muestran
que la tendencia futura en el Perú y el mundo es a una mayor reducción.
BUENA NOTICIA
Es una muy buena noticia para el planeta. El
planeta está ardiendo, ya llegamos a la barrera de 1,5 grados de calentamiento
global el año pasado, y ese nivel es el que era el tope para evitar daños
irreversibles según el Panel Internacional de científicos. Pero la humanidad ya
pasó ese límite y ya es seguro que el calentamiento va a seguir los próximos
años. Evitar daños mayores requiere una transición energética global y un
consumo menos nocivo, actuando frente a los super ricos del mundo que emiten un
millón de veces más gases de efecto invernadero que el 90% de menores ingresos.
Pero cambiar las estructuras económicas y la desigualdad enfrenta muchas
resistencias de los poderosos y la situación política no está ayudando, e
incluso puede agravarse mucho si Donald Trump gana las elecciones en Estados
Unidos este noviembre. El que la población mundial crezca más lentamente – el
pico se alcanzaría aun en unos 25 años – y luego decrezca será de gran ayuda
para que la quema de petróleo y el consumo desenfrenado vayan más lento.
Que haya menos nacimientos también es buena
noticia para el Perú. Muchos peruanos no encuentran trabajo y sólo en la
primera mitad del año pasado 400 mil peruanos se fueron al exterior buscando
mejores perspectivas. La recesión de Dina los botó de su patria, pero la crisis
de la economía peruana no es solamente de corto plazo y dar trabajo a los
millones que lo requieren es un gran reto. Demasiados peruanos que no
encuentran un trabajo digno buscan sobrevivir en el Perú como sea, incluso
deforestando nuevas áreas en la amazonia, agravando los problemas ambientales.
Y no es sólo un tema de trabajo: los hospitales desbordan de pacientes, Lima y
las grandes ciudades sufren un tránsito espantoso con alta contaminación
producida por tanto vehículo incontrolado, millones no tienen siquiera agua
potable mientras los cerros de Lima se llenan de viviendas a las que será mucho
más difícil y costoso abastecer del líquido elemento por la altura de su cota.
A pesar de la menor fecundidad actual la cantidad de peruanos seguirá
aumentando durante un par de décadas debido a la acumulación poblacional
previa, y podríamos ser unos 6 a 7 millones adicionales — pero si es un poco
menos, eso ayudaría a mejorar las condiciones de vida y reducir la pobreza. Las
niños y niños también ganan con este cambio. En familias más pequeñas las
madres y padres puedan dedicar más tiempo de cuidado a cada uno de los hijos,
que las aulas escolares sean de menor tamaño y cada estudiante reciba mejor
atención, que haya menos colas para llegar a una atención de salud. No se
trata, por supuesto, de obligar a nadie sobre temas tan personales y yo me
siento muy feliz de tener tres hijas maravillosas. Pero es bueno conocer el
sentido de este cambio tan profundo que vivimos.
Desde grupos conservadores se ha afirmado que
si la población deja de aumentar la economía entraría en crisis. La historia
reciente de Japón y Corea del Sur han desmentido esa afirmación. Corea del Sur
tiene ahora un PBI per capita casi 5 veces el de Perú y su economía ha seguido
creciendo a pesar de que ya su fecundidad es la menor del mundo y su población
se está reduciendo año tras año. La población de Japón viene disminuyendo hace
más de 15 años y su PBI per capita ha crecido 30 por ciento en este lapso. Para
avanzar económicamente el asunto no es ser más personas en un país, si no tener
mayor productividad y eso requiere progreso tecnológico y un estado capaz con
base social. Pero si nuestro estado no puede ni dar salud básica ni agua
potable a su población ¿qué respaldo puede pretender que le otorguen sus
ciudadanos?
¿PORQUÉ?
En Perú la caída de la fecundidad es un
fenómeno generalizado, aunque algunos grupos estén atrás de otros: en las
ciudades el promedio es de 1,7 hijos por mujer y en la costa 1,7, pero también
se ha reducido fuertemente en las zonas rurales y en la sierra. La razón más de
fondo de este cambio, en el Perú y en el mundo, es que la fuerte carga que
significa criar hijos recae mayoritariamente sobre las mujeres mientras muchos
hombres asumen poca responsabilidad al respecto. Además, en el sistema
económico en el que vivimos, cuando una mujer tiene un hijo sus ingresos caen
enormemente. Se han acumulado las investigaciones en diversos países demostrando
que, tras tener un hijo, en el año siguiente los sueldos de las mujeres caen hasta
50% y se mantienen bajos por 10 años más en un tercio. Frente a tanta
injusticia y a pesar de todas las trabas que se les siguen poniendo a su
derecho a decidir, las mujeres cada vez más buscan su desarrollo, autonomía y
felicidad, dedicándose a su educación y trabajo.
En diversos países del mundo, y también en el
Perú, una corriente ideológica y política de ultra-derecha, quiere volver el
reloj atrás en cuando a empoderamiento femenino. Son los que hablan de una supuesta
“ideología de género” y bajo la falsa bandera de “Con mis hijos no te metas”
quieren regresar a las mujeres a la cocina. Aunque el feminismo les da dura
pelea, en nuestro país han logrado socavar la educación sexual en los colegios.
Felizmente, con sus decisiones reproductivas las mujeres están ganando otras
victorias. Al hacerlo están cambiando el mundo para bien. No solo ganan ellas,
gana la humanidad entera.
La economía peruana está en muy mal estado, por
más que haya ministros, autoridades y bancos soltando “pastillitas para elevar
la moral”. Pero eso no es novedad. Tampoco
es noticia que los medios concentrados estén haciendo todas las morisquetas
posibles para sostener el gobierno, dar más poder a los conglomerados financiero,
privatizar el agua potable y hacer una reforma de pensiones favorable a las
AFPs. La sorpresa económica de la semana
es, en realidad, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) se distancie
claramente de varias de las letanías que recitan repetidamente esos amigos de
la Confiep.
Sorprende porque, como es sabido, si de algo no
puede acusarse al FMI es de ser izquierdista, centrista o ‘caviar’; es un
organismo dominado por los Estados Unidos y Europa occidental que fue clave en
la imposición del neoliberalismo en muchos países subdesarrollados en los años
90 y siguió en esa línea en las siguientes décadas. Pero, al menos a veces, sus
técnicos tienen pensamiento propio y miran la realidad sin conflictos de
interés tan directos como los asesores de grandes empresas que salen a los
medios fungiendo de analistas independientes.
Empecemos por las perspectivas para el año: el
MEF y el BCR insisten en que este año podríamos crecer 3 por ciento. El FMI
proyecta un crecimiento de la economía peruana de apenas 2.5% por ciento. La
diferencia no es poca; son 5 mil millones de soles menos de producción en el
Perú. Sustenta esta proyección el FMI en que “solo se prevé una recuperación
moderada del consumo y la inversión privada, puesto que la incertidumbre
política continúa minando la confianza de los consumidores y las empresas”. Y
eso que la misión del FMI visitó al Perú antes del escándalo de los Rolex y las
penosas y evasivas respuestas de Boluarte y sus escuderos ministros.
El FMI también tiene una postura crítica frente
a la política del nuevo ministro de economía, que es la austeridad fiscal. En
una línea del FMI: “Mejorar la orientación de la política fiscal también podría
afianzar su credibilidad”. El asunto es que mientras la ley dice que el tope de
déficit fiscal este año es 2.0 por ciento del PBI, el déficit hoy está en 3.0
por ciento. Esta diferencia significa la friolera de 10 mil millones de soles.
La razón principal del déficit es la baja y reducida recaudación tributaria en
el Perú, que hoy es apenas 15,2% del PBI, mientras el promedio de los seis
países grandes de Latinoamérica (entre los que nos encontramos) es de 28,5% del
PBI y el de la OCDE es 34,1%. Lo más grave es que ya estábamos casi a la cola
en cuanto a ingresos fiscales a nivel internacional y ahora estamos con dos
puntos del PBI menos que hace un año, con la recaudación perforada por un
tribunal constitucional que regaló 12 mil millones de soles a las grandes
empresas y dio el mensaje a estas corporaciones que más les conviene no pagar y
estafar al fisco que cumplir con el país. A ello, este congreso le ha sumado otro
“regalito” a los grandes exportadores de unos 2 mil millones de soles anuales
por cinco años, que se recarga sobre los asegurados a EsSalud que tendrá todo
este dinero de menos para comprar medicinas y equipos y contratar médicos que
faltan a gritos. Ojo, el problema de este gran déficit no es el gasto público,
que el año pasado se redujo en 1,1 por ciento del PBI, son los bajos ingresos.
Es evidente entonces que, si nuestro
presupuesto en salud, educación y carreteras es bajísimo, y el gasto público va
cayendo porque el pago de impuestos de las grandes corporaciones y mineras se
ha reducido, la solución debe ir por recuperar esos ingresos tributarios. Pero
no. El gobierno va en dirección contraria y lo que quiere es cortar el gasto y
la inversión pública. Por si acaso, aunque el gobierno habla de un posible
“impuesto Netflix, eso solo daría unos 150 a 200 millones de soles anuales
frente a un hueco de 10,000 millones. Y no han dicho ni una palabra frente a
las granjerías y beneficios regalados el año pasado, y por muchos años más, a
los grandes empresarios. La prioridad del MEF está puesta en una política de
“austeridad fiscal”, que se promulgó hace poco mediante un Decreto de Urgencia,
contra lo que apenas hace pocos meses había aprobado el congreso, a solicitud
de Dina Boluarte, en la ley de presupuesto 2024.
EL FMI PROPONE REFORMAS TRIBUTARIAS
¿Y qué opina el FMI de la política del MEF de
reducir el déficit sólo mediante el recorte del gasto? Cita textual: “Sería preferible
que la consolidación prevista tuviera una composición más equilibrada, habida
cuenta de la relativa baja recaudación fiscal en Perú. Para incrementar los
ingresos, las autoridades podrían considerar ampliar la tributación de la
economía digital; armonizar las tasas de impuesto sobre la renta del capital y
el trabajo; y reducir los beneficios tributarios sectoriales, los regímenes
especiales y otros gastos tributarios”. Desmenucemos y traduzcamos del
´economés´ al español. Por “reducir os beneficios tributarios sectoriales” se
refiere precisamente e medidas tales como el regalo recién aprobado a los agroexportadores,
entre los que se cuenta notoriamente, como se sabe, el ex-secretario general de
Fuerza popular y ex-ministro de agricultura de Fujimori, el señor José Chlimper.
Clave es, en las propuestas del FMI; la de “armonizar
las tasas de impuesto sobre la renta del capital y el trabajo”. Bajo esta
terminología, el FMI resalta esta gran inequidad: mientras de nuestros ingresos
por trabajo estamos obligados a pagarle al fisco hasta 30 por ciento, para los
privilegiados que pueden ganar millones alquilando decenas oficinas, locales
comerciales o departamentos, o que obtienen ganancias de cientos de millones
por vender acciones, solo se les exige pagar 5 por ciento. Empezar a corregir esta inequidad fue una de
las medidas claves incluida en la propuesta de reforma tributaria que hicimos
el 2021 y que el congreso rechazó, junto a la de elevar las contribuciones de
la gran minería que sigue teniendo ganancias extraordinarias y puede pagar sin
que perdamos competitividad frente a otros países en esa actividad (como lo
estableció en su momento un informe del propio FMI).
Por el lado del gasto, el FMI resalta algo que
está fuera del radar de este gobierno y sus autoridades económicas: “el gasto
en cuestiones relacionadas con el clima continúa siendo escaso, en los planes
presupuestarios no se tienen debidamente en cuenta los costos de medidas
fundamentales para la adaptación, y se debe mejorar la planificación
territorial. Ampliar las inversiones en adaptación y resiliencia ante el cambio
climático permitiría generar importantes aumentos del producto potencial y
ahorros fiscales a largo plazo”. En cuanto los topes de déficit, “postergar un
año la consolidación fiscal (con una meta para 2024 de 2,5% en lugar de 2,0%)
podría ayudar a la recuperación del crecimiento y a reducir el riesgo de un
nuevo incumplimiento de la meta”. En esencia, el FMI propone no poner el énfasis
en la austeridad fiscal y poner más balas en apoyar el crecimiento.
LA AUSTERIDAD Y LOS TONTOS ÚTILES
Termino analizando el plan de austeridad del
gobierno. Las medidas anunciadas no llegan ni cerca a los 10,000 millones
necesarios para cortar hasta el tipo fiscal. Más allá de las medidas
demagógicas de siempre, lo principal es su zarpazo para desfinanciar a las
empresas públicas quitándoles 1,400 millones de soles de utilidades que ellas
lograron generar y que debieran servir a su capitalización. Repiten lo hecho el
año pasado de quitarle 1,000 millones al Banco de la Nación, cortándole
cualquier posibilidad de que se le meta competencia a los bancos privados.
Por otro lado, el mismo gobierno que le jala la
alfombra a aquellas empresas públicas que sí han tenido buenos resultados, le
abre la chequera por 1,400 millones de soles a Rafael López-Aliaga. Así, las
cifras de la austeridad no cuadran. Para forzar el ajuste, en nuestra historia
siempre se ha recurrido a la inversión pública descentralizada. Los
gobernadores regionales que han salido a apoyar a Dina Boluarte estos días pensando
que así “se ganan alguito”, se darán cuenta muy pronto que, como no tienen os
votos de Renovación Popular en el parlamento, para ellos no habrá chequera
abierta sino cierre del caño presupuestal. Solo han sido tontos útiles de la
actuación de Boluarte y López-Aliaga.
Publicado en Observatorio del Financiamiento para el desarrollo Nota Técnica 6, Universidad Central del Ecuador https://www.observatoriofinanciero.org/wp-content/uploads/2024/03/Nota-Tecnica-No6.pdf
Resumen: El pobre desempeño de las economías
latinoamericanas, y en especial del Perú, los últimos años, nos regresa a la necesidad
de analizar el financiamiento para el desarrollo interno. Este breve informe
busca presentar los cambios que, durante y después de la pandemia, han tenido
las instituciones y mecanismos de financiamiento púbico al desarrollo en el
Perú. Repasamos brevemente la historia previa, la respuesta a la pandemia y su
transformación posterior. Se discute la fuerte respuesta de financiamiento público
a la crisis económica de la pandemia, como los mecanismos adoptados no
facilitaron una modernización institucional y las condiciones políticas
posteriores han llevado a su rápido retorno a la situación anterior con escasa
presencia de políticas públicas y predominio de una banca privada altamente
concentrada.
Palabras clave: financiamiento, programa
Reactiva, pandemia, Perú
Banca
pública en Perú antes de la pandemia
Un excelente balance analítico de este tema es
el de Dancourt y Jiménez (2017). Lo resumo brevemente. Luego de un par de
décadas de estrategia de industrialización por sustitución de importaciones,
con un ingreso del Estado como ente promotor y planificador del desarrollo, “a principios
de los 80, los créditos de las entidades financieras estatales, que ejercían
las funciones de banca de desarrollo, llegaron a representar 15% del PIB.” (2017).
La década de los 80s fue de crisis de
deuda, hiperinflación y recesión. Entre 1990 y 1993 se aplicaron las muy
radicales reformas estructurales neoliberales de la dictadura de Alberto
Fujimori, incluyendo una amplia privatización y liquidación de varios de los
bancos de fomento entonces existentes. Así, el crédito de las entidades
financieras estatales se redujo a 3% del PIB en 1993; desde esa fecha tuvo algunas
subidas y bajadas, pero al 2015 seguía debajo de 4% del PBI, frente a 35% del
PBI prestado por la banca privada.
Para Dancourt y Jiménez, “En la economía
peruana actual, las principales fallas de mercado del sistema financiero están
aún relacionadas al financiamiento de largo plazo, al financiamiento agrícola y
al financiamiento de las pequeñas empresas”, incluyendo además “las
relacionadas al financiamiento de la necesaria diversificación productiva de la
economía o de la mitigación del cambio climático”. Se añade a esto que el
mercado financiero está dominado por un oligopolio, con cuatro bancos concentrando
más del 80% del crédito, sosteniendo spreads
elevados y con altas rentabilidades sobre el patrimonio (a niveles del 20%
anual de manera sostenida). La escasa presencia del Estado en el mercado
financiero favorece ese dominio oligopólico en el sector bancario.
La
pandemia y el programa Reactiva
Para enfrentar el
duro golpe a la economía de la pandemia, el Estado peruano tomó medidas
extraordinarias que implicaron un cambio profundo en su participación en el
crédito a las empresas, que merece resaltarse en el análisis por su gran
magnitud respecto a la historia previa.
La pandemia fue
extraordinariamente fuerte en el Perú; la mortalidad producto de la pandemia,
medida como “exceso de muertes” – la diferencia entre las muertes estimadas y
las muertes esperadas llega en el Perú a 873 por cada cien mil habitantes de
manera acumulada durante 2020-2021, la cifra mayor en la comparación de 194
países realizada por la OMS (Msemburi et al., 2023). Sólo a partir de las campañas de vacunación
aplicadas en el 2021, y con cobertura amplia desde el segundo semestre de ese
año, la mortalidad debida a la pandemia fue controlada. El PBI peruano cayó en
11% durante el 2021, primer año de la pandemia, con distintos niveles de
afectación y tiempos de recuperación entre las actividades económicas. Por
ejemplo, el sector agropecuario y la pesca lograron sostener permanentemente
niveles de producción superiores a los niveles registrados previos a la
pandemia; sectores como comercio, minería e hidrocarburos, y servicios
mantienen niveles de PBI por debajo de lo registrado el 2019 durante los dos
años 2020 y 2021; mientras los sectores de construcción, electricidad y agua, y
manufactura pasan de caídas en el PBI durante el 2020 a superar los niveles de
PBI pre-pandemia durante el 2021.
El 2021 sin embargo
fue de rápida recuperación, gracias a las políticas monetarias y fiscales
expansivas. Durante 2020, en comparación a la región, Perú es uno de los países
con mayor caída de PBI, y, a pesar de eso, tiene una recuperación rápida en el
2021. Si agrupamos a los países según el resultado de la variación del PBI al
2021, tenemos tres grupos: países con niveles de PBI desde que se inició la
pandemia por debajo de los niveles de 2019 (Argentina y Bolivia), países que en
el 2021 produjeron un poco más que el 2019 (Brasil y Perú), y países con
crecimiento moderado al 2021 (Chile y Colombia)[2]. El PBI del Perú en el 2021 llegó a
ser 0.9% superior al del 2021.
Gráfico 1:
Comparativo del PBI regional, 2020-2021 (variación respecto de 2019 %)
Nota:
Variación anual calculada en términos de moneda local constante
Fuente:
World Bank – Data Bank
Elaboración:
Propia
En el contexto de
choque externo de la pandemia sobre la actividad económica local e
internacional, la política monetaria del Banco Central de Reserva del Perú – BCRP
desde el inicio de la pandemia hasta julio de 2021 fue fuertemente expansiva,
con “reducción del costo de
financiamiento, provisión de liquidez al sistema financiero y la disminución de
la volatilidad de las tasas de interés de largo plazo y del tiempo de cambio” (Banco Central de Reserva del Perú, 2021, p. 101). La tasa de interés de referencia del
Banco Central se rebaja 2 puntos porcentuales rápidamente hasta un mínimo
histórico de 0.25% en el contexto de estímulo a la economía.
En el contexto
del periodo de política monetaria
expansiva del BCRP, el Gobierno lanzó el Programa de Garantía del Gobierno
Nacional para la Continuidad en la Cadena de Pagos “Reactiva Perú”[3], el cual buscaba asegurar la
continuidad de la cadena de pagos durante la pandemia (Banco Central de Reserva del Perú, 2021) y contribuyó a transmitir la
reducción en la tasa de interés de la política monetaria al sistema financiero (Montoro, 2020, p. 3).
Las características del
programa Reactiva se pueden resumir (Montoro 2020) de la siguiente manera: (i) ser un programa de garantía estatal masivo;
(ii) determinar de forma simple de las necesidades de financiamiento de cada
empresa según sus obligaciones tributarias; (iii) reducir la incertidumbre al
absorber riesgo (el Gobierno garantizaba entre el 80% a 98%); (iv) alentar el
buen comportamiento al incluir criterios ligados a buen contribuyente y deudor
previo a la pandemia; y, (iv) brindar condiciones favorables a las empresas
(liquidez a largo plazo, mecanismos de subasta competitivas para dar tasas de
interés bajas y periodos largos de financiamiento). El programa Reactiva le
brindó estabilidad al sistema financiero y aseguró salvaguardar la cadena de
pagos. Por ejemplo, a setiembre de 2020, el programa permitió a las entidades
financieras expandir el crédito (+14% en septiembre de 2020), fortalecer su
posición patrimonial (redujo la probabilidad de no pago) e incrementar la
liquidez de las entidades participantes (Nivín et al., 2020, p. 5).
Junto a Reactiva hubo
medidas complementarias para facilitar liquidez y crédito. Considerando el
total de las operaciones de inyección de liquidez del BCRP en el contexto de la
pandemia, estas llegaron al 9.4% del PBI al 31 de enero de 2021, mientras que
al 12 de diciembre de 2022 representaban el 4.6% del PBI (Banco Central de Reserva del Perú, 2022b, p. 90) .
Gráfico 2: Saldo de operaciones de REPO
del BCRP durante los primeros años de la pandemia (en millones de soles)
Fuente: Banco Central de Reserva del Perú –
Reportes de inflación 2020/2022
Elaboración: Propia
Con ese apoyo, los
créditos de las empresas bancarias al sector privado en moneda nacional durante
el periodo 2020-2021 alcanzaron un gran crecimiento, con un pico durante el
periodo de lanzamiento del programa Reactiva Perú.
Gráfico 3: Evolución del crédito de
las empresas bancarias al sector privado
Fuente: Banco Central de Reserva del Perú –
Series Estadísticas.
Elaboración: Propia
El programa Reactiva[4], en sus fases 1 y 2, parece haber
sido una de las principales herramientas para inyectar liquidez a las empresas,
dar apoyo a su solidez patrimonial y promover una rápida reactivación.
El programa Reactiva Perú operó en el marco de
una política monetaria expansiva; el BCRP baja rápidamente (entre el 19 de
marzo y el 9 de abril 2020) su tasa de interés de referencia de 2.25% a 0.25%,
lo que es complementado por el programa Reactiva y otras medidas de inyección
de liquidez, reducción de encajes y expansión monetaria. A lo largo del 2020 el
BCRP inyectó liquidez por S/ 64.8 mil millones (9.1 por ciento del PBI), de los
cuales la mayor proporción están constituidos por S/ 50.7 mil millones de
Reactiva y programas con garantía del Gobierno Nacional[5]. El BCRP (2022a, p. 103) resalta que “el saldo total alcanzado de
operaciones de inyección de liquidez (S/ 64,8 mil millones) es 8 veces superior
al máximo saldo de estas operaciones alcanzado durante la crisis financiera
internacional de 2008-2009 (S/ 7.9 mil millones)”. Como resultado de estas
medidas, al 15 de septiembre las tasas de interés en soles cayeron fuertemente,
en promedio en 10 puntos porcentuales (Banco Central de Reserva del Perú, 2020a) mientras el crédito a empresas
privadas en el 2020 aumentó en 22%.
Reactiva Perú fue un programa de crédito con
garantía fiscal y fondos provistos por el BCRP, siendo COFIDE el operador
financiero público que administra las garantías fiscales y el sistema
financiero privado (incluyendo bancos, financieras y cajas, aunque no
cooperativas de ahorro y crédito) quien canaliza los créditos. El esquema de
Reactiva consistió en entregar fondos prestables a las empresas del sistema
financiero bajo un esquema de subasta que asigna los fondos a quienes
ofrecieron cobrar menor tasa de interés a sus clientes. Otorgaba garantías
según se señala en el siguiente cuadro, siendo el máximo posible de un préstamo
el de 10 millones de soles:
Tabla 1
Nivel de cobertura de garantías de Reactiva
Perú según crédito por fase
Créditos por
empresa (en soles)
Garantías (%)
Fase 1
Fase 2
Hasta 30,000
Hasta 90,000
98%
De 30,001 a
300,000
De 90,001 a
750,000
95%
De 300,001 a
5,000,000
De 750,001 a 7
500,000
90%
De 5,000,001 a
10,000,000
De 7,500,001 a
10,000,000
80%
Fuente: Elaboración propia en base a normativa
de Reactiva Perú.
Los créditos de Reactiva no podían ser usados
para pagar otros créditos, las empresas no debían tener cobranza coactiva de
SUNAT (administración tributaria peruana) por más de 1 UIT y no podían tener
clasificación de riesgo alto por la SBS (solo las clasificadas como “normal” o
“con problemas potenciales”), ni estar en la Ley 30737 para empresas corruptas.
Los préstamos se otorgaban hasta por 36 meses con gracia de hasta 1 año de
principal e intereses.
En total en cinco meses Reactiva Perú otorgó 55
mil millones de crédito (de los 60 mil millones u 8.4 % del PBI) facilitados
por el Estado y con una tasa de interés promedio muy baja, menor al 1.5% anual
promedio. La amplitud y rapidez del programa son sin duda factores destacables.
Las subastas comenzaron el 23 de abril del 2020 para la primera fase de hasta
30 mil millones de soles; la segunda fase de otros 30 mil millones bajo
condiciones que facilitaron mayores préstamos a PYMES empezaron el 30 de junio
de 2020 y a inicios de agosto ya se habían entregado 52 mil millones de soles.
La cantidad de fondos otorgados en Perú
(7.9% del PBI) es muy superior a la de otros países como México (4.2% del PBI),
Brasil (0.9% del PBI) o Colombia (0.8% del PBI)(datos al 15/09/2020 Banco Central de Reserva del Perú, 2020a), y el que no se hubieran llegado a
colocar todos los fondos indica que los montos asignados fueron suficientes
aunque sectores como PYMES, agro y turismo requirieron programas específicos
por sus particularidades productivas, de demanda y de vinculación al sistema
financiero.
Dada su magnitud e impacto, constituyéndose en
la mayor medida de financiamiento público en Perú de las últimas décadas,
merece detenerse en un par de discusiones al respecto. Estas tienen como tópico
central la existencia de un trade-off
o intercambio entre la rapidez necesaria que debía tener el programa por un
lado, mientras por otro lado estaba el objetivo de establecer las condiciones
más adecuadas para reducir malos préstamos, llegar a las PYMES y asegurar el
empleo digno.
¿Debió otorgarse una garantía
de 100% para facilitar que los bancos prestaran los fondos?
Apenas aprobado el programa Reactiva, hubo una
discusión pública sobre el porcentaje de garantías; los ex-ministros de
economía Alonso Segura y David Tuesta consideraron que la garantía estatal
debía haber sido del 100% para acelerar el desembolso de los fondos, mientras
que el ex-ministro Alfredo Thorne estuvo a favor del esquema aprobado (diario El
Comercio, 14 de abril de 2020). Por otro lado, para Segura:
Hay una concepción distinta. El BCRP propuso
un programa de liquidez que cubra sobre todo a empresas pequeñas con garantías
al 100%. Se priorizaba la rapidez en el desembolso y la mayor cobertura posible
para evitar quiebras. Pero se bajó la cobertura al 98%, [con lo que] se genera
exposición de capital a las financieras, se demora porque tendrán que ver las
operaciones con mayor detalle y hasta se reduciría la cobertura. Se tiene una
carrera contra el reloj, pero parece que no se dan cuenta de la urgencia de
quienes necesitan esto.
Sin embargo, el problema de garantizar el 100%,
como está establecido en la literatura sobre el tema del crédito, es que eso
implicaría un problema de riesgo moral: los bancos no tendrían absolutamente
nada en juego de aprobar un mal crédito, lo que incentiva el préstamo incluso a
quien no podrá pagarlo o tiene pésimo historial previo, que fue lo argumentado
por el Ministerio de Economía y Finanzas en ese momento (diario El Comercio, 14
de abril de 2020).
En resumen, la discusión giró en torno a la
necesaria rapidez con la que debían entregarse los créditos, lo que efectivamente
era un asunto muy importante, versus el problema de riesgo moral bancario. El
resultado de haberse entregado 55 mil millones de soles, casi 8% del PBI, en
créditos en cinco meses, indica que las garantías del 98% al 90% no fueron un
freno que demorara o redujera la cobertura en el otorgamiento de los créditos
de manera significativa.
Es difícil establecer el contrafactual y saber
si, ante unas garantías del 100%, los problemas de riesgo moral se habrían
agravado. Sabemos, eso sí, que el programa parece haber sido efectivo en evitar
que la banca enfrente problemas de riesgo sistémico (a lo cual también
contribuyeron la rebaja de tasas de referencia, la reducción de encajes y
medidas especiales para poder dar apoyo de emergencia a su liquidez y fortalecimiento
patrimonial en caso necesario). El resultado ha sido que la banca ha mantenido
buenas utilidades, “S/ 10,947 millones a agosto 2022 […] La utilidad neta también se encuentra por encima de lo generado antes
de la pandemia (S/ 10,339 millones a febrero 2020) […] El ROEA [rentabilidad
anualizada sobre patrimonio] se situó en 14.5% a agosto 2022” (Superintendencia de Banca, Seguros y AFP, 2022, p. 23) una tasa bastante halagüeña. El que
la banca haya asumido un pequeño riesgo, de entre 2% y 20% en el programa
Reactiva, no parece haberle generado un problema de rentabilidad.
¿Se pudo y debió poner mejores
medidas para ampliar el alcance a las PYMES?
En la fase 1 de Reactiva, de los 30,000
millones colocados, solo el 3-9% fue a créditos orientados a las PYMES con
garantía de 98%, mientras 29.1% fue para créditos a corporaciones con garantía
del 80% y 46,7% a grandes empresas con garantía del 90% (Banco Central de Reserva del Perú, 2020a). Como se puede ver, esta
distribución inicial estuvo sesgada hacia un sector empresarial de gran tamaño.
Frente a ello, la fase 2 de Reactiva tuvo otros resultados, en parte debido a
que ya se había satisfecho buena parte de la demanda de corporaciones y grandes
empresas y también debido a que se establecieron mejores condiciones de acceso
a las PYMES. En esta segunda fase de Reactiva un 23% fue para créditos muy
pequeños con garantía de 98% y solo 3% para créditos corporativos dirigidos a
las más grandes empresas. Con esta mejor cobertura de la fase 2 de Reactiva, el
crédito total del programa Reactiva sumando sus fases 1 y 2 tuvo finalmente un
sesgo hacia las grandes empresas pero de menor magnitud: según BCRP (2020b, p. 108), el 49% de Reactiva fue a grandes empresas,
mientras a las PYMES llegó el 43%. Las tasas de interés, muy inferiores a las
previamente cobradas, eran de 1.1% anual para grandes empresas con garantía del
80% y 2.6% para PYMES, lo que se relacionaría al mayor costo operativo de
otorgar pequeños préstamos.
En la fase 1, la regla para favorecer a las
pymes era la siguiente:
se otorga la garantía del Gobierno
Nacional, de acuerdo a un porcentaje (entre 98 y 80 por ciento), el cual varía
de manera decreciente al monto del préstamo. Así, para los préstamos de menor
tamaño, los cuales se encuentran también asociados a las empresas más pequeñas,
el porcentaje de garantía es mayor. [Además] se determinó un monto de préstamo
máximo de S/ 10 millones, por lo que las empresas más grandes tienen un menor
acceso relativo (Banco Central de Reserva del Perú, 2020a).
Dados los resultados, eso no parece haber sido
suficiente. En la fase 2, las nuevas condiciones para favorecer a las PYMES habrían
sido las siguientes:
el monto de los préstamos se
encuentra relacionado a las necesidades de capital de trabajo. Dicho monto se
determinó en una primera etapa según las contribuciones a EsSalud[KK4][6] (3 meses) o las ventas declaradas a
la SUNAT[7]
(1 mes) del año 2019 […)]. En una segunda etapa del programa el monto fue
ampliado a 3 meses de ventas declaradas, o para el caso de microempresas a 2
veces el saldo promedio de deuda de 2019. […] Estos cambios en la determinación
del monto de préstamo favorecieron principalmente a las empresas más pequeñas,
las cuales pudieron acceder a un monto de préstamo mayor de acuerdo a su
historial crediticio” (BCRP, 2020a).
Como resultado de las diversas medidas tomadas
en la política monetaria y crediticia, al 15 de septiembre las tasas de interés
en soles cayeron 24 puntos porcentuales para las microempresas, 13 pp para las
pequeñas y casi 1 pp para el crédito corporativo (Banco Central de Reserva del Perú, 2020a). En cuanto al monto de crédito a
empresas privadas, para las grandes éste creció en 8%, a las medianas en 51% y
a las PYMES en 24%; el año anterior 2019 pre-pandemia crecieron 4%, 1% y 8%
respectivamente. Resalta el crecimiento del crédito a las PYMES, que pasó de
crecer 8% (el microcrédito tuvo una buena dinámica los quinquenios anteriores)
a un muy fuerte 24%, y a las medianas, más aún.
Como hemos visto, Reactiva 2 llegó mucho más a
las PYMES. Hay que recordar, además, que aunque el gobierno había establecido
hasta 60 mil millones de créditos para el programa, sólo se colocaron 55 mil
millones; en otras palabras, si hubo PYMES a las que no se llegó no fue por
falta de fondos públicos con garantía si no porque a la banca privada evaluó
que no le convenía incurrir en gastos y/o riesgos adicionales para llegar a
nuevos sectores. En efecto, sólo 6% de los créditos Reactiva fueron a empresas
que no habían tenido antes créditos en el sistema financiero. Para quienes no
habían tenido experiencias de préstamos bancarios previos, el acceso a Reactiva
fue limitado y no se dieron mecanismos especiales (tales como incluir a las
cooperativas de ahorro y crédito de buena calificación de riesgo o dar apoyo
patrimonial a las cajas municipales) o facilidades adicionales que redujeran
los costos unitarios de las empresas del sistema financiero para que les fuera
más atractivo prestar a PYMES y a nuevos clientes. Una medida en este sentido
fue el FAE-Mype, que bajo un concepto similar daba fondos de créditos
garantizados, e incluyó la posibilidad de que estos fueran usados por
cooperativas de ahorro y crédito que en algunas zonas y casos son más
accesibles a las PYMES; sin embargo, el presupuesto asignado de solo 800
millones fue muy pequeño en comparación con Reactiva que fue quien marcó el
paso de esta experiencia de crédito con garantía estatal.
¿Pudo haberse
reforzado la institucionalidad pública en financiamiento al desarrollo con
Reactiva?
El mecanismo para el otorgamiento de los
créditos de Reactiva fue a través de la banca privada, que operaba con
garantías brindadas por COFIDE, entidad financiera estatal “de segundo nivel”
financiada por el Ministerio de Economía y Finanzas. La sólida posición fiscal
del Perú, con activos púbicos financieros del orden del 14% del PBI antes de la
pandemia, lo facilitaban. El MEF estimó originalmente que el costo de las
garantías podía acercarse a 2% del PBI, aunque luego de la recuperación del
2021 ha hecho que nuevas estimaciones que indican montos bastante menores.
Es llamativo sin embargo que en este programa,
a pesar de que las garantías las brindaba el fisco, no haya habido mayor
esfuerzo ni medida para que bancos públicos de “primer nivel” como el Banco de
la Nación o el Agrobanco tuvieran un rol de tal manera que canalizaran recursos
a sectores prioritarios. Para dar mayor respaldo a sectores particularmente
afectados, como el turismo, la agricultura o las PYMES, se hicieron
posteriormente (2021 y años siguientes) nuevos programas vía Cofide o
asignación de fondos presupuestales al Agrobanco pero con coberturas muy
limitadas que no alcanzan ni el 5% de lo que alcanzó Reactiva.
Un balance en términos de la relación
público-privado en el programa Reactiva indica que dejó de lado las
oportunidades que se abrían para un rol de mayor orientación, priorización o
promoción de sectores o iniciativas determinadas por el Estado. Reactiva fue el
mayor programa de financiamiento público que se ha visto en el Perú en varias
décadas, pero su orientación no tuvo ninguna conexión con algún nivel de
planificación estratégica, visión de desarrollo o intento de transformación
productiva; se limitó a ser una respuesta de emergencia para evitar una quiebra
masiva de empresas privadas productivas y financieras, cargando la mayor parte
del riesgo al Estado.
Del
2022 en adelante
A partir del segundo semestre del 2021,
coincidiendo con un alza en la inflación internacional y nacional, y también
con un cambio de gobierno, el Banco Central modificó rápida y sustancialmente
su política monetaria. La tasa de interés de referencia se elevó hasta 7,75% en
enero 2023. El saldo de las operaciones de inyección de liquidez del BCRP ha
bajado de 9,1% del PBI a 3,3% del PBI (a noviembre 2023). Como resultado, el
crédito a empresas cayó 1,4% el 2022 y 2,3% el 2023 (diciembre-diciembre), que
en términos reales significa una caída de casi 10 por ciento el 2022 y de cinco
por ciento adicional el 2023. El efecto ha sido fuertemente recesivo, siendo
claro que no había exceso de demanda sino choques de oferta como causantes de
la inflación.
En el contexto de un nuevo gobierno que entró
en funciones el 28 de julio del 2021 con un programa de cambios progresistas,
se planteó al Congreso diversas medidas económicas y financieras, incluyendo
una reforma tributaria progresiva y, entre otras, que se permitiera dar las
leyes necesarias para el fortalecimiento de Banco de la Nación.
Particularmente, se planteó al Congreso ampliar sus funciones:
“a fin de otorgar financiamientos
directos e indirectos a las micro y pequeñas empresas y a beneficiarios de
Programas Sociales del Estado, realizar operaciones bancarias y servicios
financieros (…) señalados en el artículo 221 de la Ley N°[KK5] 26702
Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la
Superintendencia de Banca y Seguros a favor de entidades empresas públicas,
trabajadores y pensionistas del Estado, proveedores del Estado que reciban sus
ingresos a través del Banco de la Nación en cualquier punto del país y, en
general, a favor de personas naturales y jurídicas donde la demanda de
cualquiera de esas operaciones bancarias y servicios financieros sea
insatisfecha”.
Se planteaban estas medidas en el marco de
reformas para asegurar “la sostenibilidad del Banco mediante una sólida
gobernanza corporativa desde su Directorio y Gerencia y solvencia patrimonial a
largo plazo, así como a través de la modernización de sus instrumentos de
gestión de recursos humanos, logísticos y tecnológicos.” (Proyecto de Ley
0583/2021-PE).
Algunas de las propuestas alcanzadas, bastante
iniciales en cuanto a repensar las estrategias de desarrollo pero que
significaban un primer paso para ampliar el alcance del financiamiento público
e introducir competencia en el sistema financiero, incluían financiar proyectos
inmobiliarios para trabajadores o pensionistas del Estado, otorgar créditos
productivos, a los beneficiarios de los programas sociales del Estado y otorgar créditos y otros servicios financieros
(como compra de deuda) a las pequeñas empresas. Uno de los mecanismos
planteados era la posibilidad de aliarse [KK6][UdW7] y/o, inclusive, adquirir total o parcialmente otras empresas del sistema
financiero dedicadas a las microfinanzas y/o fintechs.
Ninguna de las propuestas referidas en el
párrafo anterior, sin embargo, fue aprobada por el Congreso, orientado desde un
primer momento a socavar y golpear al gobierno de Pedro Castillo y mantener las
políticas neoliberales[KK8] . A las organizaciones políticas que
dominaban el Congreso, vinculadas a los grandes conglomerados económicos y financieros,
les interesaba bloquear cualquier posibilidad de que una banca púbica se
despliegue y pueda reducir su poder de dominio sobre el mercado de crédito de
estos grupos. Al respecto es oportuno recordar que el presidente del directorio
y principal accionista del mayor banco del Perú, el Banco de Crédito del Perú,
entregó 3,6 millones de dólares en 17 maletines en efectivo a la candidata
Keiko Fujimori, cuya bancada es la más grande entre las fuerzas conservadoras
en el congreso.
El gobierno de Castillo, por su parte, luego de
unos meses dejó de lado las propuestas de reforma. En diciembre 2022 se instaló
un nuevo gobierno con la antes vicepresidenta Dina Boluarte en alianza con el Congreso.
Toda propuesta que pudiera afectar al oligopolio financiero fue totalmente
negada. A fines del 2023, el gobierno dispuso que utilidades del Banco de la
Nación por 1,000 millones de soles fueran extraídas del mismo para absorberlas
como ingresos fiscales y así aparentar que el déficit fiscal de ese año fuera
menor al real, al mismo tiempo cortando la posibilidad de que fueran
reinvertidas para mejorar y ampliar sus servicios. Algunas iniciativas aisladas
de congresistas para permitir una ampliación de las operaciones del Banco de la
Nación no han sido aprobadas.
Dancourt O y Jimenez R (2017) The Experience of
Development Banking in Peru: 1990-2015 [La Experiencia de la Banca de
Desarrollo en el Perú: 1990-2015], en Griffith-Jones y Ocampo (Eds.), The
Future of National Development Banks (pp. 196-228). Nueva York:
Iniciative for Policy Dialogue y Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/oso/9780198827948.003.0008
[1] Profesor principal del
departamento de economía de la Pontifica Universidad Católica del Perú,
magister en economía, ex-ministro de economía y finanzas del Perú.
[2] La recuperación
leve sería aquella con un crecimiento menor al 2% respecto a 2019, mientras que
la moderada sería aquella superior al crecimiento de 2% respecto a 2019.
[3] El programa se
crea el 6 de abril de 2020 mediante el Decreto Legislativo N° 1455 y se
modifican los montos máximos y criterios de elegibilidad mediante el Decreto
Supremo N° 124-2020-EF el 28 de mayo de 2020.
[4] Creado por Decreto
Legislativo 1455 del 6 de abril de 2020, con una primera cantidad de 30 mil
millones de soles (luego se ampliaría y ajustaría sus reglamentos). Varios
aspectos de topes y condiciones se modificaron por Decreto Supremo N°
124-2020-EF del 28 de mayo para darle mayor flexibilidad.
[5] Del total de 7.9%
del PBI en estas operaciones de crédito, 7.5% corresponde a Reactiva y 0.4% a
la suma de otros programas (Banco Central de Reserva del Perú, 2020a). Concentramos por
eso nuestro análisis en Reactiva.
[6] Contribuciones a la seguridad
social que por ley ascienden a 9 por ciento del valor de la remuneración bruta.
[7] La SUNAT es la entidad
encargada del cobro de impuestos.
[KK1]Puedes poner una pequeña biografía como
nota al pie por favor
El nombramiento de Jose Arista como ministro de
economía, junto al de Rómulo Mucho en el ministerio de minas, confirman la
alianza del gobierno de Dina Boluarte con la ultra-derecha y el fujimorismo,
revelada por el propio Alberto Fujimori recientemente. Arista es muy cercano al
ex-ministro y vocero de campaña de Keiko Fujimori el 2021, Luis Carranza, y fue
ministro en el breve régimen golpista de ultra-derecha de Manuel Merino en
diciembre de 2020. Su amplia experiencia en gestión pública y esta cercanía con
partidos que hoy tienen gran influencia en el congreso, le dan más fortaleza
que la que tenía el anterior ministro Alex Contreras.
Tras un año de gobierno de Boluarte la economía está en recesión, el crecimiento del PBI fue de -0,6 el 2023, con sectores en crisis aguda como construcción -8% e industria -7%, sectores claves en la generación de empleo formal urbano. La caída de los salarios reales y la demanda interna explican este resultado, por lo que se requiere una política fiscal expansiva y medidas para mejorar la capacidad negociadora de los trabajadores, hay nula debido a la expansión de la informalidad y la legislación anti-laboral heredada del fujimorismo. En el sector financiera, la reducción de tasas de interés del banco central ha sido muy lenta por lo que aún no se traslada a la mayoría de las empresas y consumidores.
El 2023 la presión tributaria cayó fuertemente de ,17,2 a 15,1% del PBI, causando que el déficit fiscal fuera de 2,8% del PBI por encima de la meta de 2,4% del PBI. La meta de déficit establecida por ley para el 2024 es de 2,0% del PBI y se han aprobado varias leyes con exoneraciones tributarias, se requieren medidas para recuperar la recaudación y la inversión pública. Arista ha anunciado buscaría un nuevo pacto fiscal con el congreso pero anunciando medidas de austeridad (como comprar menos vehículos) que son poco efectivas en términos de contener el gasto corriente y tienen un tono más bien populista.
El éxito macroeconómico de Perú, pero las altas muertes por COVID19, ponen en el foco de la atención su respuesta a la pandemia.
El riesgo y la vulnerabilidad de la COVID-19 se concentraron en los hogares urbanos de bajos ingresos.
Las diferencias en las condiciones sociales, los servicios y la protección social condujeron a resultados desiguales en la salud
Las políticas neoliberales y las débiles relaciones entre el Estado y la sociedad socavaron las respuestas a la pandemia.
La preparación para una pandemia en todos los niveles requiere abordar tanto los factores subyacentes inmediatos como los más profundos.
Resumen
El éxito macroeconómico del Perú y su moderada calificación de seguridad sanitaria se combinaron paradójicamente con uno de los niveles más altos de mortalidad por COVID-19 reportados a nivel mundial, así como una desigualdad significativa en los resultados de salud de la pandemia. Se utilizó un análisis temático de la evidencia obtenida a partir de una revisión documental de publicaciones y bases de datos en línea para examinar los determinantes de este resultado para el diálogo político nacional y global sobre preparación, prevención y protección ante una pandemia. La paradoja se relaciona con una concentración del riesgo y la vulnerabilidad en hogares urbanos de bajos ingresos, asociada con diferencias en las condiciones sociales, y con la incapacidad de abordar los déficits en los sistemas comunitarios y de atención primaria, o en la protección social de los hogares vulnerables. Causas más profundas en la economía política, las relaciones entre el Estado y la sociedad y los intereses que impulsan las decisiones políticas subyacen a la inequidad en los determinantes inmediatos. Las decisiones políticas neoliberales generaron inseguridad socioeconómica e informalidad, lo que, junto con la insuficiente inversión estatal en protección social y atención primaria de salud durante las primeras olas de la pandemia, generó una sociedad con un riesgo elevado, desafectada por el Estado y sobreviviendo en gran medida fuera de los sistemas de gobierno formales. Las respuestas a la pandemia deben conectarse con esas realidades, invertir en condiciones sociales y sistemas de salud locales, (re)conectar a las personas con los servicios públicos y la protección social, y regenerar la confianza pública para abordar las causas de la mortalidad excesiva e inequitativa relacionada con la pandemia y prevenirla.
APRENDIENDO DEL PERÚ: POR QUÉ UNA ESTRELLA MACROECONÓMICA FRACASÓ TRÁGICA Y DESIGUALMENTE EN LOS RESULTADOS DEL COVID-19
Eugenio Villar, Pedro Francke, Rene Loewenson, Learning from Perú: Why a macroeconomic star failed tragically and unequally on Covid-19 outcomes, SSM – Health Systems, Volume 2, 2024, 100007, ISSN 2949-8562, https://doi.org/10.1016/j.ssmhs.2023.100007. (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2949856223000077)
Abstract: Peru’s macroeconomic success and moderate health security rating paradoxically combined with amongst the highest levels of reported COVID-19 mortality globally, and significant inequality in pandemic health outcomes. A thematic analysis of evidence from desk review of online publications and databases was used to examine determinants of this outcome for national and global policy dialogue on pandemic preparedness, prevention and protection. The paradox relates to a concentration of risk and vulnerability in low income, urban households, associated with differentials in social conditions, and in a failure to address deficits in primary care and community systems, or in social protection of vulnerable households. Deeper causes in the political economy, state-society relations and the interests driving policy choices underlie the inequity in the immediate drivers. Neoliberal policy choices generated socio-economic insecurity and informality, which with state underinvestment in social protection and primary health care during early pandemic waves generated a society with elevated risk, disaffected by the state and surviving largely outside formal rule systems. Pandemic responses need to connect with such realities, invest in social conditions and local health systems, (re)connect people to public services and social protection, and regenerate public trust to tackle drivers of and prevent excessive, inequitable pandemic-related mortality. Keywords: COVID-19; Peru; Health system; Political economy; Policy; Neoliberal
El congreso agarrándonos de sorpresa aprobó un
proyecto de ley para facilitar la deforestación de nuestra amazonia. Como si no
fuera suficiente que perdamos 200 mil hectáreas de bosque cada año y que ese
ritmo se encuentre en alza. Esta ley anti-amazonia se ha aprobado con el apoyo
entusiasta de Patricia Chirinos, el fujimorismo, APP de Acuña, Renovación
Medieval y los partidarios de Cerrón.
Se trata, como en otras leyes de este congreso,
de apoyar a los tramposos, informales e ilegales. Este proyecto de ley facilitaría
que quienes han deforestado miles de hectáreas puedan tener título de propiedad
y legalizar sus negocios, aún cuando no tengan un permiso legal para que esas
tierras cubiertas de bosque puedan dedicarse a otros fines. En otras palabras, incluso
luego de haber talado de manera ilegal o prendido fuego a miles de hectáreas de
bosque amazónico con el fin de poner ganado o palma aceitera en forma masiva,
ahora se podrán convertir en legales. El mundo acababa de terminar la reunión
mundial COP 28 buscando acuerdos para enfrentar el calentamiento global y apenas
dos días después estos congresistas de vergüenza promueven la deforestación de
nuestra amazonia. Su descaro no tiene límites.
Nuestras emisiones de gases de efecto
invernadero provienen en su mayoría (51 por ciento) de la deforestación y
maltrato de los bosques. Por eso hemos firmado diversos acuerdos ambientales y
comprometido a cuidar la amazonia, junto a los pueblos indígenas, como forma de
colaborar con el esfuerzo mundial frente al calentamiento global y la
protección de la biodiversidad. Pero a nuestros congresistas que se la pasan
viajando por el mundo con nuestro dinero eso no les ha importado un pepino.
CONFIEP MIOPE
De entrar en vigencia, esta ley también tendría
repercusiones económicas negativas. La Unión Europea ya ha establecido la
prohibición de importar productos que provengan de áreas deforestadas después
del 2020, y nosotros les vendemos mucho cacao, café, aceite de palma y otros
productos provenientes de la amazonia. Esta ley aprobada por el congreso de
Acuña, Fujimori y Cerrón va a hacer mucho más difícil para un productor probar
que no está dentro del grupo prohibido; ya no bastará ser legal, porque los
deforestadores también serán legales.
Hay que recordar, además, que el Tratado de
Libre Comercio que se firmó con Estados Unidos incluye cláusulas referentes a
la protección del bosque amazónico. Aunque no hay una vinculación tan inmediata
en este caso, el proyecto de ley aprobado también abre un frente de riesgo por
este lado. Por su parte, el Reino Unido (Inglaterra) ha anunciado que desde
2027 cobrará un impuesto adicional a los productos que generen emisiones de
carbono, como sucede con la deforestación. Hay que tener claro que este tema no
es menor en términos de nuestra relación con el mundo. El calentamiento global
es la mayor amenaza actual a la humanidad, razón por la cual en mi gestión como
ministro el 2021 nos afiliamos a la alianza mundial de ministros de finanzas
frente al cambio climático e incorporamos el tema al Marco Macroeconómico
Multianual.
¿Cómo entender que en esas condiciones la
Confiep haya salido en defensa de este absurdo proyecto de ley? Bueno, no por
gusto lo hizo casi en secreto, sin dar cuenta a la opinión pública sino sólo a
sus aliados del congreso, y no han dado la cara en entrevista alguna al
respecto. Resulta que la gran empresa trasnacional llamada Ochosur SA, que ha
sembrado palma aceitera en zonas deforestadas y está acusada de usurpar tierras
indígenas, tiene gran interés en este proyecto de ley que le permitiría
legalizar su abuso. Hay detrás de estas
decisiones también una visión pasadista de la economía. El presidente de la
Confiep es un agroexportador que ya consiguió que este congreso le regale a su
sector 200 millones de soles anuales de EsSalud. Respaldar esta ley es insistir
en un modelo económico de extracción y exportación de materias primas sin mayor
procesamiento, valor agregado o dinamismo tecnológico, aunque tengan efectos muy
negativos sobre el ambiente. Ese modelo nos ha llevado a una economía
estancada, atrapada en los nudos que ha generado. No tiene que ser así. Nuestra
amazonia puede ser fuente de un nuevo modelo de desarrollo aprovechando nuestra
biodiversidad. Hace años resuena en mi mente el contraste de lo que tenemos en
el Perú con la empresa brasileña Natura, de gran crecimiento, basada en
aprovechar los recursos de la biodiversidad amazónica y hacerlo cuidando el
ambiente. Brasil lo ha logrado en base a una educación pública superior de alta
calidad, muy sólida en biología y ciencias del ambiente. En el Perú no tenemos nada parecido, aunque
tenemos una biodiversidad aun mayor y enormes potencialidades en turismo
sostenible y cultural, en nuevos productos alimenticios, gastronomía, medicinas
y cuidados de la salud y el cuerpo. Ese
potencial económico se está viendo también sacrificado con la deforestación
creciente en la amazonia, ahora promovida por el Congreso, Patty Chirinos y la
Confiep.
En vez de promover la deforestación debemos
detenerla. Combatir la tala ilegal en la amazonia con un mayor control es
importante. Pero nuestros bosques seguirán sufriendo una fuerte presión para su
deforestación si no hay alternativas de progreso económico para los millones de
peruanos que buscan progreso, sobre todo de la selva y la sierra donde la
pobreza es mayor. Por varias décadas ha habido una migración importante hacia
la selva por parte de jóvenes y adultos buscando mejores oportunidades, muchos
en la agricultura, para lo cual deforestan el bosque, usualmente mediante la
quema con un alto impacto ambiental. Es indispensable, por esta y otras
razones, un fuerte plan de desarrollo de la sierra peruana con una inversión
pública grande y sostenida en caminos rurales y carreteras, en pequeñas
irrigaciones y sistemas de riego mejoradas, capitalización del agro,
innovaciones tecnológicas y promoción de diversificación productiva rural.
INFORMALIDAD E ILEGALIDAD
La deforestación ha venido avanzando de mano de
los taladores ilegales y empresarios tramposos, algunos de los cuales son
delincuentes ambientales y hasta asesinos de indígenas defensores del ambiente.
Esta nueva ley permitiría que ahora pasen sus negocios de origen ilícito, como
legales. El congreso hace eso justo cuando la informalidad se ha agudizado y las
economías ilegales se han disparado agravando la inseguridad ciudadana. Ahora se
daría nuevamente un mayor incentivo a actuar al margen y en contra de la ley;
se da el mensaje de que quien paga coimas para que pase madera ilegal o deforesta
pero logra evitar controles a pesar de estar en tierras robadas, puede luego
blanquear su negocio y hacer que lo ilegal se convierta en legal.
Al cierre de este artículo, la congresista
izquierdista Ruth Luque, una de las pocas voces honestas y decentes en este
congreso, ha presentado un pedido para que se reconsidere la votación que
aprobó ese proyecto de ley anti-amazonia. Luque insiste que, mientras eso no
suceda, la ley no sea promulgada. Ojalá sea escuchada.