La situación del empleo en el Perú ha pasado de mala a pésima, porque hace 3 años que la mala política económica ha generado una fuerte reducción de puestos de trabajo y el continuismo neoliberal del MEF de la Confiep y Oliva mantienen la economía frenada.  Urge un cambio.

En empleo hemos ido para atrás, como los cangrejos. El INEI informa que en los últimos tres años en Lima se perdieron 70 mil puestos de trabajo. Como además en estos tres años en todo el Perú han entrado unos 800 mil jóvenes peruanos y otros 300 mil venezolanos a buscar trabajo, se puede entender que hoy encontrar trabajo está más difícil que nunca, en contra de lo queremos la enorme mayoría de peruanos que es ganarnos el sustento diario con nuestro trabajo.

¿Por qué estamos así? El crecimiento económico en aquellos sectores fundamentales en generar puestos de trabajo está detenido completamente. La construcción se  ha reducido en los últimos doce meses en 3 por ciento, según indican los últimos datos del INEI (a setiembre). La industria llamada “no primaria”, que es aquella vinculada al mercado interno y que no es sólo procesamiento básico de materias primas (harina de pescado, refinación de metales), no registra ni 1 por ciento de crecimiento. Ambos sectores, construcción e industria, vienen de caídas significativas los años anteriores. Vale recordar que a poco de que Carlos Oliva asumiera el MEF, en agosto de este año elevó la proyección de crecimiento del PBI de este año de 3.6 a 4 por ciento, cuando ya era claro que enfrentábamos vientos en contra con una caída de precios de nuestras exportaciones de minerales y un cambio en el flujo de capitales atraídos hacia los Estados Unidos por el alza de tasa de intereses allá en el norte. Pensar que el PBI crecerá el 2018 un 4 por ciento es como esas veces en las que a la selección nacional de fútbol le era “aún matemáticamente posible” clasificar pero en las que, como sabemos, era tan improbable hacerlo que efectivamente nunca sucedía.

HAY ALTERNATIVA

Para que haya más oportunidades de empleo son necesarios tres cambios. El primero es poner el acelerador en la reactivación de la economía con inversión pública y promoción de nuevas actividades y negocios creadores de empleos. La actual política económica frena la inversión pública porque prioriza el mantener las exoneraciones tributarias y devoluciones de impuestos a las mineras y reducir el déficit fiscal. Vizcarra se ha creído el cuento de un MEF dirigido por los mismos amiguis de la Confiep de siempre que defienden el mismo modelo extractivista, modelo que no genera ningún avance cuando los vientos internacionales ya están nuevamente en contra con la caída de precios del cobre y otros metales. Esa política hace que la inversión y el impulso fiscal lleguen a cuentagotas, provocando la caída de empleo e ingresos populares.

Eso no puede seguir así. Hay que dar un empujón a la inversión pública para aumentar la demanda interna y poner en marcha nuevos motores de la economía para lograr un crecimiento del 6 por ciento anual, con el que en el pasado hemos llegado a crear unos 300 mil empleos anuales pero que centrado en sectores intensivos en mano de obra podría lograr aún mejores resultados. Además, necesitamos urgente parchar pistas, mejorar carreteras, ampliar redes de agua potable y desagüe, construir pequeñas irrigaciones.

En segundo lugar, una mayor justicia tributaria podría financiar un programa de empleo temporal, ampliándolo a 200 mil personas a un costo de 6 mil millones de soles (frente a exoneraciones tributarias de 16 mil millones y devoluciones tributarias de la misma magnitud). Ese tipo de programas de empleo existen en muchos países del mundo y podría ser gestionada por una multiplicidad de agentes: entidades gubernamentales, gobiernos regionales, municipalidades, colegios asociados a padres de familias, centros de salud junto a sus comunidades, organizaciones de la sociedad civil, siempre en base a proyectos que concursan y son adecuadamente supervisados y evaluados. Una creación masiva de empleos, tanto permanentes como temporales, permitiría reducir la presión a la baja de los salarios por la mayor oferta y evitar también la brutal disminución de ingresos de los informales debido a que deben repartirse las mismas ventas entre muchos más comerciantes o prestadores de servicios.

En tercer lugar, hay que poner un orden y un límite al ingreso de inmigrantes. Todo país controla quienes entran en su territorio, hasta para tener información básica y poder gestionar el orden interno. Debemos hacer un esfuerzo por ayudar a quienes necesitan pero nadie debe cargar sobre sus hombros un peso que rompa su espinazo, y está claro que ya estamos llegando a ese límite. ¿Podríamos acaso aceptar 2, 3 o 5 millones de inmigrantes venezolanos? No es cierto que cada uno de ellos crea su propio empleo y viene con su pan bajo el brazo, como lo saben los miles de peruanos que sufren por haber sido reemplazados en su puesto de trabajo.  Es además totalmente injusto que Perú cargue con más inmigrantes venezolanos que EE.UU que tiene una riqueza total 185 veces mayor que la nuestra. Un acuerdo hemisférico americano para atender los efectos de la migración venezolana es urgente.

Pasado el Referéndum (Vote SiSiSiNo), Vizcarra debe reevaluar su gestión. Crear empleos debe ser una prioridad y hay formas de hacerlo. El primer paso: sacar a Carlos Oliva y la Confiep del MEF.