En apenas 9 días votaremos en el referéndum, cuya segunda pregunta se refiere al financiamiento de los partidos. Las razones para establecer mayores controles a la plata privada en campañas electorales y sanciones a quienes las incumplen están a la vista. Marcelo Odebrecht dispuso “aumentar Keiko para 500”, habiendo otorgado previamente un millón de dólares, algo que ahora Jaime Yoshiyama  niega inventando un aportante ya fallecido que le habría dado el dinero y diciendo que Keiko no sabía nada, aunque antes él mismo había antes declarado que no sabía nada del financiamiento de esa campaña.

No es el único caso. El propio Marcelo Odebrecht ha señalado que ellos solían aportar a diversos candidatos y campañas, lo que siempre hacían a ocultas, con el fin de tener acceso a los  presidentes y sacar ventajas en futuras licitaciones. Con ese dinero a manera de “cuota inicial” abrían relaciones que luego se convertían en proyectos sobrevaluados con coimas al más alto nivel de por medio, incluyendo favorcito como los de regalar un “Cristo del Pacífico” o pagar 100 mil dólares por una charla de un par de horas a Alan García. Toledo fue otro “caserito” de Odebrecht, a quien luego de coimear por la Interoceánica durante su gobierno, le volvieron a poner plata en la campaña 2011. Humala y Villarán también se beneficiaron de dinero negro de constructoras corruptas para sus campañas.

Está bastante claro también que Odebrecht no salió perdiendo con esos aportes, que rápidamente se convirtieron en “inversiones”. Elegido Alan García, la Interocéanica tuvo varias adendas que añadieron sobrecostos de más de mil millones a la obra. Durante esta segunda gestión de AG, la brasileña Odebrecht fue también designada para ejecutar el proyecto del Tren Eléctrico, la Central Hidroeléctrica de Chaglla, la irrigación Olmos y la obra de saneamiento Iquitos: plata como cancha. Como dijo inolvidablemente AG “en política no hay que ser ingenuos”.

No era necesario, por cierto, llegar al Poder Ejecutivo para pagar estos “millones de favores”. Keiko no solo votó a favor de la Interoceánica de Odebrecht. Luego de que en la campaña 2011 la Confiep armara una “bolsa” de 2 millones pro-Keiko,  en el siguiente periodo 2011-2015 y hasta este año 2018 la bankada fujimorista ha defendido a capa y espada privilegios tributarios para la agroindustria, ha frenado todo lo posible el etiquetado de la comida chatarra y ha votado para exonerar de multas a petroleras contaminantes, beneficiando justamente a las empresas que aportaron a esa “bolsa”, como detallamos en  estas mismas páginas tres semanas atrás.

Lo avanzado por el fiscal José Domingo Pérez y el juez Richard Concepción Carhauncho nos reconforta, pero sabemos que el camino de la justicia peruana es largo y tortuoso y que para los poderosos casi siempre hay una forma de salir bien librados. Es indispensable tomar medidas para que esto no se repita. Una reforma del financiamiento de los partidos y las campañas electorales es urgente.

EL DIABLO ESTÁ EN LOS DETALLES

El voto en la segunda pregunta del referéndum es para aprobar una reforma constitucional que establece tres cambios fundamentales. El primero es que todo el financiamiento privado a los partidos debe ser bancarizado; es decir, no más maletines de 210 mil dólares pasando de las manos de José Chlimper a las del dueño de RPP. El segundo es que el financiamiento ilegal tendría sanciones penales, en otras palabras, que el millón de dólares recibido por Jaime Yoshiyama sería delito así no se lo hubiera entregado Odebrecht. El tercero es que el financiamiento privado no podría destinarse a pagar propaganda electoral en radio y TV, que es la fuente de la mayor desigualdad en las campañas electorales.

Los tres cambios están bien pero son insuficientes. El primero porque lo aprobado por el congreso dice que esta obligatoriedad de la bancarización se hará con “excepciones, topes y restricciones”, de tal manera que al final los fujimoristas pueden hacernos pasar gato por liebre. Por ejemplo podrían aprobar una ley que diga que “todo lo que provenga de cocteles y rifas, está exceptuado” de la bancarización, siendo precisamente inflando la recaudación de cocteles e inventando rifas falsas como Keiko ha pretendido registrar el millón de Odebrecht. Hay otro problema, además: ¿y si Odebrecht, la petrolera contaminadora Pluspetrol o la mafia de Oviedo quieren poner varios cientos de miles de dólares mediante un depósito bancario, no habría problema? ¿Aportes de alguien que debe 30 millones en multas ambientales como Pluspetrol o que tiene una “arruga” de más de 100  millones con EsSalud y los asegurados como las azucareras de Oviedo, lo hacen sin buscar beneficios a cambio?  No, claro que no. Hoy la ley admite aportes a partidos de hasta 160 mil soles por persona, pero los fujimoristas pueden cambiar eso y además siempre hay la fórmula de meter a cónyuges, hijos y sobrinos en la colada.

Por otro lado, es muy buena la idea de impedir que toda esta plata vaya a propaganda en radio y TV.  Sólo que en las elecciones del 2021 posiblemente tan o más importante que esos medios, sean las redes sociales como Youtube, Facebook, Wassap y Twitter. En Estados Unidos el retrógrado de Trump fue elegido gracias a una campaña en redes llena de falsedades manejada desde Rusia, algo que ha llevado a que el congreso de ese país interrogue a Mark Zuckerberg (fundador y deño de Facebook) y a que esta empresa tome algunas medidas contra mensajes de mentiras y odio. En Brasil, la campaña de Bolsonaro incluyó una agresiva, mentirosa y demagógica campaña en redes al costo de millones aportados por grandes empresas que se mantienen ocultas. Sería tonto no pensar que eso mismo pasará en el Perú el 2021; de hecho, hay serias sospechas de que el despegue de la candidatura de Julio Guzmán la campaña pasada se debió en buena parte a una fuerte inversión hecha por éste en redes sociales, para lo cual tenía el apoyo del dueño de su partido, Gonzalo Aguirre, casado con una de las mayores fortunas del Perú, Janine Belmont, la heredera de Unique-Yanbal.

Otro asunto importante acá es qué considera la ley como “financiamiento de campaña electoral”. Roque Benavides y la Confiep pusieron 2 millones de dólares apenas terminada la primera vuelta de las elecciones 2011 con el propósito de apoyar a Keiko Fujimori y la propaganda masiva que sacaron en TV era muy clara en criticar maliciosamente a Humala, pero como no incluía explícitamente el logo del partido y el llamado a votar por la K, ahora ellos dicen que era una campaña “en favor de la inversión privada”. Este tipo de sinvergüencerías también se dan en Estados Unidos, donde llaman a estas campañas las “Super PACs”.

DEL LOBO UN PELO

En resumen, queda mucho pan por rebanar en relación al proyecto sometido a referéndum. Difícilmente podría ser de otra manera; las normas constitucionales siempre son básicas y genéricas, dejando los detalles a las leyes que los expertos llaman “de desarrollo constitucional”. Dependiendo ello de un congreso dominado por el fujimorismo, no hay que ser demasiado optimistas respecto de lo que podemos esperar en lo inmediato. Será clave que Vizcarra esté dispuesto a enfrentarse al fujicongreso, sin dudar en usar la cuestión de confianza y amenazar a los congresistas con que se vayan de una vez a sus casas, de ser necesario.

Aún en estas condiciones de incertidumbre, en las que el referéndum no es el final de esta lucha por limpiar la política peruana sino solo un primer paso adelante, es claro que hay que votar por el Sí en esta segunda pregunta. Lo perfecto es enemigo de lo bueno. Del lobo un pelo. Más vale pájaro en mano que ciento volando.

Hay izquierdistas que se oponen a estos cambios constitucionales porque no son todo lo que quieren. Nada les parece suficientemente bueno. Si no se consigue de inmediato todo lo que ellos consideran necesario, el que haya avances no vale. Sufren del mal de la soberbia.

Llamar al voto viciado en este referéndum es una reverenda estupidez. La historia es una larga marcha de luchas donde cada pequeño paso adelante está siempre lleno de limitaciones; ponerse de costado en las batallas decisivas en aras de una supuesta pureza revolucionaria es un grave error que Lenin, el gran revolucionario ruso, lo llamó “la enfermedad infantil del izquierdismo”.

Los cambios planteados en esta segunda pregunta del referéndum son claramente positivos. Obligar a que todos los aportes privados a las campañas estén registrados en el sistema financiero es bueno: ya un Chlimper no podrá negar los 210 mil dólares que entregó en un maletín ni un Yoshiyama podrá inventar que un muerto fue quien le dio la plata. Mejor todavía lo referido a impedir que privados paguen la propaganda en radio y TV, algo que se debiera ampliar a redes sociales. Tener un punto de apoyo en la Constitución al respeto es muy importante nos servirá además para pelear mejores leyes que promuevan elecciones más limpias y justas. Votaré Si-Si-Si-No el otro domingo, pero en la segunda pregunta votaré Si con especiales ganas.