Acaba de terminar la COP 16, la cumbre mundial para proteger la biodiversidad. Esta vez se hizo en Cali, Colombia, durante dos semanas que terminaron el 2 de noviembre. Es un tema que EN el Perú como país amazónico y por su gran diversidad de espacios ecológicos, tiene una importancia particular. De las 117 zonas de vida reconocidas en el mundo 84 se encuentran en el Perú. Somos el país del mundo con más variedad de peces (más de 2 mil especies) y de mariposas, el segundo de mayor variedad de aves con 1 736 especies y el tercero en variedad de mamíferos con 460 especies. También tenemos mucha diversidad en especies de plantas y contamos con unas 4 a 5 mil variedades de papas. A pesar de eso, prácticamente la cumbre de la COP 16 no recibió mayor atención del gobierno, el congreso o los medios.
Hay quienes podrán pensar que con los asesinatos y ataques de extorsión que siguen multiplicándose, el co-gobierno Dina-fujimorismo minando la democracia y la grave situación de desempleo y empobrecimiento en Lima y muchas ciudades, cuidar la naturaleza no es algo prioritario. Recordemos que el actual gobierno ha redoblado la estrategia de sobreexplotación de nuestros recursos con varias medidas. A pedido de la Confiep se ha aprobado una ley que favorece la deforestación de la amazonia. La minería ilegal que contamina nuestros ríos tiene grandes padrinos en el congreso. El SENACE que evalúa y aprueba los estudios de impacto ambiental, el primer paso indispensable para cuidar la naturaleza antes de una gran inversión minera, petrolera u otras, acaba de ser declarado en reorganización para terminar de traérselo abajo. El serio problema del agua, cuya escasez se va agravando, no ha sido enfrentado, de tal manera que ya hay un severo problema en Piura, mientras en Lima la amenaza de la minera Ariana sigue adelante con el beneplácito del ministerio de minas a pesar de que hasta Sedapal, dependiente del ministerio de vivienda, se ha opuesto al proyecto porque puede contaminar nuestra agua potable.
La conexión entre el modelo económico y la inseguridad ha sido resaltado en el reciente acuerdo de Dina Boluarte con el Consejo de Estado, de “rechazar las amenazas contra nuestro modelo económico y la industria extractiva al constituir un peligro contra la seguridad nacional”. No cabe duda que semejante acuerdo ha sido impulsado por las grandes mineras y petroleras y la Confiep. Es la nueva versión del terruqueo en defensa de los monopolios que se llevan nuestras riquezas. Pero ¿en serio alguien puede creer que nuestro problema de inseguridad se debe a eso y no a las bandas criminales favorecidas por las leyes aprobadas por este congreso y promulgadas por la presidenta? Sería más ilustrativo pensar la conexión entre economía e inseguridad exactamente al revés: si luego de varias décadas de un modelo neoliberal extractivista estamos como estamos ¿no es momento de plantearse un cambio y de pensar en una estrategia económica con mayor respeto a la naturaleza que genere bienestar para las mayorías?
BIODIVERSIDAD Y ECONOMÍA SOSTENIBLE
La base económica de nuestros serios problemas actuales es que, junto a causar serios problemas ambientales, el modelo seguido ha generado muy pocos empleos. Incluso en los años de buen crecimiento entre 2003 y 2014 la informalidad no retrocedió mucho. Posteriormente a la economía no le ha ido tan bien, lo que sumado al ingreso de millón y pico de inmigrantes de Venezuela y otros países, ha generado un severo problema de desempleo y empobrecimiento en Lima y muchas otras ciudades peruanas. Claro que la economía no resuelve todos los problemas, pero así como “el dinero no hace la felicidad pero ayuda”, les aseguro que si pudiéramos crear medio millón de empleos para nuestros jóvenes avanzaríamos muchísimo en resolverlos. Una forma de lograrlo es con el aprovechamiento sostenible de nuestra biodiversidad, muna línea de desarrollo productivo que es intensiva en la creación de puestos de trabajo.
Hay varios sectores que pueden entrar en esta lógica, y para lo cual algunos de los acuerdos de la COP 16 son importantes. El turismo en áreas de biodiversidad tiene mucho potencial; solo para avistamiento de aves hay 46 millones de estadounidenses y 3 millones de británicos que la practican y el Perú ha sido declarado varios años seguidos el mejor lugar para este tipo de turismo. Cada turista puede gastar 3 mil dólares, saquen su cuenta. Este tipo de turismo sólo se puede hacer con quienes ya tienen un conocimiento amplio de las distintas especies en su localidad y conocen su ambiente como para cuidarlo. En ese sentido un acuerdo importante de la COP 16 ha sido el reconocimiento de que los pueblos indígenas y comunidades locales deben jugar un rol central en cuidar la biodiversidad, dándoles oportunidades económicas para su progreso. El turismo, hecho con participación y justicia hacia los pueblos indígenas, es una de las principales opciones al respecto, tanto en la amazonia como en lugares de montaña con vistas de cóndores junto a culturas locales y patrimonio arqueológico. También hay mucho turismo por promocionar en zonas marino-costeras. El Perú tiene, de su superficie marina, un porcentaje protegido como área natural muy inferior al de Chile, México, Colombia, Brasil o Panamá, e incluso las grandes empresas han pretendido que se les permita su pesca extractivista en la reserva nacional de Paracas, otro lugar que tiene gran potencial turístico y una biodiversidad única.
El valor que puede obtenerse de nuestras plantas, frutos, raíces, peces y anfibios, es también importante. Hace años me llama la atención el desarrollo de productos de salud y belleza de la amazonia y la diferencia que hay entre Brasil y nuestro Perú. Una empresa brasileña, Natura, se inició y creció con productos hechos en base a la biodiversidad amazónica. Hoy son la cuarta empresa mundial más grande de cosméticos con presencia en más de cien países. Natura usa envases reciclados o reciclables y tiene una política firme de «impactar positivamente al medioambiente y a las comunidades, como una apuesta por el bienestar de las personas y el planeta». Tiene emisión cero de carbono lograda con proyectos en comunidades amazónicas que capturan un equivalente a todo el carbono que emiten. Compárese eso con el Perú y veremos cuanto nos llevan de delantera, pero pensemos también cuanto podríamos recorrer hacia adelante.
El valor de nuestra biodiversidad puede ser muy grande, y en relación a eso la COP 16 ha aprobado el llamado “mecanismo multilateral para el reparto de beneficios derivados del uso de información de secuencias digitales de recursos genéticos (DSI)”. ¿Qué quiere decir esto? Es una respuesta a una gran preocupación: nosotros los países amazónicos tenemos gran biodiversidad y la responsabilidad primaria de cuidarla, pero no es justo que luego vengan empresas trasnacionales, patenten avances científicos cuya base es un conocimiento ancestral y monopolicen los beneficios. En la COP 16 se acordó la creación del Fondo de Cali, en el que tales empresas deberán aportar parte de sus ganancias.
La necesidad de pensar distinto la amazonia ha sido puesto de relieve en un informe de Mariana Mazzucato, influyente economista del Instituto para el Propósito Público en la UCL – Universidad de Londres. Ella sustenta que la amazonia puede liderar en innovación bioeconómica, lo que requiere plantearse la misión de acabar con la deforestación y unir fuerzas públicas y privadas alrededor de un nuevo modelo económico centrado en el bien común. Frente a nuevos retos, es hora de abrir la mente a nuevas propuestas.
Comentarios recientes