Uno de los temas cruciales en la política educativa que ha estado muy poco presente en las discusiones públicas de los últimos años es la necesidad de que la población indígena y afrodescendiente tenga una educación que se adecúe a sus características y culturas. El derecho a una educación de calidad es un elemento fundamental para poder avanzar en reducir las enormes brechas y discriminaciones que sufren los pueblos indígenas. Sin educación de calidad es muy difícil que avancen en derechos ciudadanos o trabajo digno, y también que logren desarrollarse con su propia identidad. Para ello, es muy importante que la educación se adapte a la lengua materna en la que han aprendido a hablar, mediante una pedagogía bilingüe que respete su propia cultura y entable un diálogo con ella.
En la educación peruana en general, el problema de la calidad aparece hoy como el mayor problema. En la primaria ya tenemos niveles de cobertura casi universales en el nivel primario desde hace casi dos décadas; es decir, casi todos los niños de 6 a 12 años van al colegio en este atapa. En los niveles inicial y secundario la tasa de matrícula neta es de 80%, por lo que queda aún una brecha por cubrir, pero se ha venido avanzando bastante en el periodo post-Fujimori, reduciéndose de manera importante las brechas contra los grupos de menores ingresos, rurales e indígenas.
Al mismo tiempo, sin embargo, en las pruebas internacionales de desempeño educativo como PISA, el Perú obtiene de los puntajes más bajos en la evaluación de comprensión lectora, por detrás de Brasil y Chile y muy por debajo del promedio de los países de la OECD. En cuanto a las matemáticas, el Perú está debajo de Chile, Uruguay, Costa Rica, Colombia y México, con cerca del 60% de sus estudiantes de 15 años clasificados como que “tienen un conocimiento científico tan limitado que sólo se puede aplicar a pocas situaciones que conocen”. Es decir, en el Perú los niños y niñas van al colegio pero aprenden muy poco, lo que constituye una de las grandes violaciones a los derechos sociales en el Perú.
La calidad de la educación es importante, además, porque es precisamente la idea de la baja “utilidad” de la educación una de las grandes razones por las que un sector de adolescentes y jóvenes opta por trabajar y abandonar los estudios.
Este problema de baja calidad educativa afecta a amplios sectores de la población, exceptuando los más ricos que pueden pagar una educación privada de calidad), pero recae sobre manera en las poblaciones indígenas. Las mayores deficiencias en la calidad de la enseñanza dirigida a la población rural e indígena, afectando sus derechos, se observa en los resultados de la prueba ECE – Evaluación Censal de Estudiantes. Sabiendo de las mayores deficiencias de la educación para los indígenas, el gobierno aplica esta prueba en segundo grado de primaria en todo el país pero en cuarto grado de primaria en las escuelas con educación intercultural bilingüe, ubicadas en zonas indígenas y cuyos docentes debieran enseñar usando también la lengua originaria. Es como si se aceptara que los niños indígenas tienen sus aprendizajes atrasados en dos años y esto fuera aceptable y normal. Pero a pesar de ser evaluados dos años después que el resto, la mala calidad educativa para este grupo ha hecho que solo el 26 por ciento de estos estudiantes obtuvieron(2015) el nivel de satisfactorio en comprensión lectora, mientras que 50 por ciento de los estudiantes del segundo grado en general que obtuvieron ese nivel. Es decir, hay una brecha de 23 puntos porcentuales en aprendizajes, aun cuando a los niños y niñas de EIB se les está evaluando 2 años después, en cuarto grado en vez de en segundo grado.
CRECIMOS ¿Y QUÉ?
La educación intercultural bilingüe durante muchas décadas (en realidad siglos) tuvo una casi nula presencia en la agenda política y presupuestal, con una breve excepción durante el velasquismo. Aunque recién a fines del gobierno de Humala (en el 2016) se aprobó el Plan Nacional de Educación Intercultural Bilingüe, desde algunos años antes se había dado impulso a la producción de materiales educativos en lenguas nativas y al acompañamiento pedagógico en escuelas EIB, así como a becas para la formación docente en EIB. No hay, sin embargo, esfuerzo o política alguna en relación a la población afrodescendiente, su educación y la necesidad de una adaptación cultural de la misma.
Un elemento crítico al respecto es el presupuesto educativo. Estudios internacionales muestran claramente que, como era de esperarse, el gasto en educación está relacionado con el rendimiento de los estudiantes. El Perú tiene lamentablemente un gran déficit a este respecto ya que su gasto en educación es 3 por ciento del PBI, mucho menor que el promedio de América Latina de 5% por ciento del PBI. De esta manera, lo que tenemos es un presupuesto reducido que sustenta una educación baja calidad: en pocos casos es más cierto ese viejo dicho de que “lo barato sale caro”.
Habiendo llegado el Perú al status de país de ingresos medios-altos en la escala mundial, habiendo gozado de una década de fuerte crecimiento económico y auge fiscal gracias al boom de las materias primas, el Estado ha destinado recursos al derecho a la educación de manera muy tardía e insuficiente. Recién a partir de 2011, luego de 8 años de boom de crecimiento económico e ingresos fiscales, el gobierno comienza a invertir en educación. Si bien esta realidad viene desde mucho tiempo atrás, en la última década ha habido oportunidades desaprovechadas. Tuvimos un periodo de “vacas gordas” en la economía peruana, generado por los altos precios de las materias primas a partir del 2004. Sin embargo, hasta el 2011 el gasto en educación como porcentaje del PBI seguía siendo 2,6%, similar a una década atrás, a pesar de que el Acuerdo Nacional (2002) estableció que debía aumentar en 0,25% del PIB cada año. Es recién después del 2011 que se observa un alza del gasto en educación como porcentaje del PBI, que pasa en un quinquenio de 2,6% a 3,8% del PBI. Si analizamos solamente los años del boom minero del 2004 al 2014, solo un 14% del gasto adicional realizado por el Estado se destina a educación, porcentaje incluso menor a lo que educación representa en el presupuesto.
Para la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) el tratamiento presupuestal fue discriminatorio en extremo. El 2011 su presupuesto era de apenas 14 millones de soles. Esta cifra subió a 142 millones gastados en EIB el 2016, lo que constituye apenas el 0,6% del presupuesto en educación y el 0,1% del gasto público total. Para un país donde entre un sexto y una cuarta parte de la población es indígena, la proporción presupuestada es ínfima: apenas una milésima parte. Pero si a la EIB se le ha destinado una muy pequeña parte de la recaudación adicional generada, existe además un problema previo, ya que el estado solo ha capturado una pequeña parte de la renta minera extraordinaria producida durante el boom minero, calculada en 139,000 millones de dólares para el periodo 2003-2015. En síntesis, durante el boom minero, a pesar de que hubo abundantes recursos económicos el estado prefirió dejar que la mayor parte de las ganancias se quedaran en las empresas privadas y no priorizó el derecho a la educación indígena.
El actual gobierno ha decidido equivocadamente por una política fiscal de control del déficit y tímidas medidas recaudatorias, que determinan una política de recorte del gasto corriente que afecta al sector educación. Para el 2018, el presupuesto aprobado por pepecausas y fujimoristas efectivamente recorta el gasto educativo y las becas para que se formen nuevos maestros en EIB. Aunque pueda haber habido enfrentamientos de Keiko con PPK que llevaron a la censura de un par de ministros de educación, en esto se han puesto de acuerdo, incluyendo el haber sacado a la Educación Intercultural Bilingüe de la agenda pública y de las discusiones sobre políticas educativas.
Publicado en Hildebrandt en sus Trece el 19 de enero de 2018
Un estudio más detallado sobre el tema pueden encontrarlo en http://files.pucp.edu.pe/departamento/economia/DDD447.pdf
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