La primera vez que lo vi fue tres décadas atrás: mi amigo César Heredia, que en la universidad fumaba un cigarrillo tras otro, estaba internado en el hospital de neoplásicas con cáncer al pulmón. Su color era de un verde ceniciento, totalmente insalubre. César era un sociólogo comprometido, militante, que tenía una agudeza a veces algo sarcástica. No tenía ni 30 años. Le habían detectado cáncer poco después de enterarse que iba a tener su primera hija. Falleció pocos meses después.
Indignación y rabia es lo que siento cuando veo la propaganda de las distintas marcas de cigarrillos, con colores llamativos y brillantes, en lugar bien destacado al costado de la caja registradora de todos los supermercados y de muchas bodegas en la ciudad. Porque a lo que le hacen propaganda, en lo que quieren enviciar a nuestros jóvenes, es un veneno que matará a miles imponiéndoles antes una larga y dolorosa tortura. Las mismas autoridades y gobiernos que facilitan que se venda ese veneno (porque los “espacios obligatorios” de advertencia son pequeños y no les hacen ni cosquillas) luego son totalmente indolentes cuando los enfermos llegan al hospital donde faltan medicinas, atención y radioterapia.
SEIS MIL MUERTOS CADA AÑO
Según un informe reciente informe del Economist Intelligence Unit (EIU): “El cáncer ya es la segunda causa de mortalidad en América Latina, y la carga económica que exige se incrementará notablemente en los años venideros. En los 12 países del estudio, el cáncer es el causante del 19 % de las muertes en promedio”. La tasa de mortalidad por cáncer en Perú -107 por 100,000- es más alta que el promedio mundial. Según el estudio del Ministerio de Salud, cada día mueren alrededor de 30 hombres y 37 mujeres por cáncer en el Perú. Otra cifra habla de 30 mil muertes al año.
Los cánceres de mayor mortalidad en el Perú son los cánceres de estómago, hígado y pulmón. Más de 3 mil personas mueren al año por cáncer del pulmón, cuya causa fundamental es el humo del cigarrillo, incluyendo el inhalado indirectamente porque alguien fuma o fumó cerca de donde uno está. Pero el tabaco no solo causa cáncer del pulmón. Según la OMS, “el humo del tabaco contiene más de 4 mil productos químicos, de los cuales se sabe que al menos 250 son nocivos y más de 50 causan cáncer. En los adultos, el humo ajeno causa graves trastornos cardiovasculares y respiratorios, en particular coronariopatías y cáncer de pulmón. Entre los lactantes causa muerte súbita. En las mujeres embarazadas ocasiona bajo peso del recién nacido”. Otras enfermedades causadas por el cigarrillo son el cáncer a la cabeza y al cuello uterino y ataques al corazón. La Organización Mundial de la Salud – OMS establece que el consumo de tabaco “es el principal factor de riesgo y ocasiona aproximadamente el 22% de las muertes por cáncer”, lo que en el Perú serían 6 mil muertos cada año.
El problema, de seguir como estamos, irá creciendo. El EIU estima que “(…) la incidencia de cáncer y la mortalidad (si no se hace algo al respecto) en América Central y América del Sur seguirán aumentando marcadamente entre 2012 y 2035. Se prevé que la cantidad de casos aumentará en 91 % durante este período”. Para el Perú, dos investigadoras peruanas, Arlette Beltrán y Janice Seinfeld, estiman que la incidencia de los siete tipos de cáncer que representan las causas más importantes de mortalidad en el país, “pasará de los 23.065 casos en el 2008 a 83.686 casos en el 2062; es decir, aumentará en 263% en un lapso de cincuenta años”.
El problema mayor es que, efectivamente, en el Perú no se hace nada al respecto. Un 11 por ciento de la población peruana fuma, más entre los hombres (18%), quienes tienen entre 20 y 29 años (16%) y en la selva (14%). Son más de 2 millones de fumadores. La edad promedio para empezar a fumar diariamente es a los 24 años de edad. Estudios del Banco Mundial indican que, contrariamente a lo que podría creerse por su estrechez monetaria, los más pobres son los más afectados por el consumo de cigarrillos (http://bit.ly/2qvDxgZ).
POLÍTICAS CONTRA EL CIGARRILLO
Los gobiernos no hacen nada a pesar de que el país ha firmado el 2005 el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control de Tabaco. La ley nacional de control de tabaco Nº 28705 y su modificatoria la ley Nº 29517 “no cumplen plenamente los requisitos del Tratado”, según un informe de OMS-OPS-MINSA. En particular, “la ley no es totalmente acorde con el Convenio para Control de Tabaco en algunas áreas tales como la implementación de una prohibición total de la publicidad, promoción y patrocinio del tabaco, donde Perú no cumplió el plazo de cinco años (28 de febrero de 2010) como se requiere en el artículo 13.1 del Convenio”. En otras palabras han pasado ya más de 7 años desde la fecha tope en que se debió prohibir totalmente la publicidad de cigarrillos, pero eso no está en ningún plan ni discurso oficial.
La aplicación de medidas contra el consumo de tabaco es resistida por la industria de cigarrillos aunque con ello afecte el derecho a la salud. William Savedoff, economista del Banco Mundial, dice que “la industria tabacalera ha estado desinformando en los debates públicos por décadas” (http://bit.ly/2qvDxgZ). No es nada nuevo, ya hace casi dos décadas salió la película “El Informante” (con un excelente papel de un Russell Crowe entonces en los inicios de su carrera), película basada en un caso real de una tabacalera que añadía sustancias a sus cigarrillos para hacerlos más adictivos, escondiendo eso y negándolo en público. En Canadá, las tabacaleras se reconocieron culpables de facilitar la venta ilegal de cigarrillos (http://bit.ly/2yvkHuI) pagando más de 1,120 millones de dólares de sanción luego de que algunos de sus ejecutivos habían sido castigados por contrabando con hasta 4 años de prisión. Han enfrentado también juicios duros con sanciones billonarias en Inglaterra, Europa y Estados Unidos. Lo que suelen hacer las trasnacionales tabacaleras es mentir descaradamente y sobornar a funcionarios para que los favorezcan en las leyes, como ha comprobado hace poco la BBC en África (http://www.bbc.com/news/business-34964603). También amenazan a los países con juicios internacionales. Dados los antecedentes de Odebrecht y otros casos, ¿no creen que algo así podría haber pasado o estar pasando en el Perú?
Las trasnacionales tabacaleras hacen unas ganancias enormes, por lo que sus acciones han subido en la bolsa en 178% en la última década, frente al índice general (S&P 500) que subió 58%. Se ha estimado que por cada muerte prematura causada por el tabaco (que hace que una persona pierdas diez años de vida), la industria tabacalera gana diez mil dólares.
Además de la publicidad, que debiera ser totalmente prohibida siguiendo el Convenio internacional, otra medida fundamental es subir los impuestos a los cigarrillos. El resumen de Savedoff del Banco Mundial es que si se triplicaran los impuestos al cigarrillo en el mundo se evitarían 200 millones muertes en el próximo siglo. De acuerdo al Economist Intelligence Unit, el Perú es uno de los cuatro países latinoamericanos peores a este respecto.
NO HACER DAÑO
Nadie propone, por cierto, que se prohíba totalmente el cigarrillo, a pesar de que causa un enorme daño, igual o peor que otras drogas y sustancias adictivas. En cuanto a los consumos individuales soy bastante liberal, y si no hay daño a otros, pues que cada quien haga lo que quiere con su vida: no soy quien para decirle a nada a nadie sobre como buscar la felicidad, incluyendo los riesgos que toman, con quien viven, de quien se enamoran, que prácticas sexuales prefieren y si fuman o no.
Pero en el caso del cigarrillo lo primero es que, efectivamente, muchas veces sí se daña a otros. La OMS ha establecido que el humo ajeno entre los lactantes causa muerte súbita y en las mujeres embarazadas ocasiona bajo peso del recién nacido. Los niños respiran normalmente aire contaminado por humo de tabaco en lugares públicos, por lo que en el mundo representan el 28% de las defunciones atribuibles al humo de tabaco ajeno.
Por otro lado, que quien quiera fumar lo haga en su espacio privado y aislado, pero lo mejor como sociedad es que no se promuevan consumos de sustancias dañinas, en especial entre los adolescentes y jóvenes. La recomendación internacional, incluida en un Convenio que nuestro país ha firmado, es parar toda publicidad, y así debe hacerse.
Finalmente, habiendo la primera ministra Mercedes Araoz mostrado su preocupación por la baja recaudación tributaria y el problema del gasto público, acá hay una política “win-win” como le dicen: más impuestos al tabaco significan más recaudación, y al mismo tiempo menos cánceres y menos demandas de gasto sobre el sistema de salud. No hay mucho que pensarlo, señores del Ejecutivo, excelentísimos congresistas: háganse una.
(publicado en Hildebrandt en sus Trece el 20 de octubre de 2017)
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