Todo indica que PPK es un sinvergüenza y mentiroso, que recibió dinero de Odebrecht por supuestas asesorías y que lo hizo incluso cuando era ministro y aprobaba decretos y medidas que la favorecían. Luego, y esto sí creo que está fuera de toda duda, mintió reiteradamente y sin pudor alguno, al decir que no había tenido absolutamente ninguna relación con Odebrecht, luego admitir que si la había tenido con Olmos y finalmente saberse que cobró varias veces de ellos. Parece muy difícil que pueda justificarse y, sin una explicación clara muy pronto, debe renunciar.
Creo que es importante además hacerse otra pregunta: ¿es pura casualidad que Odebrecht le entregue a Keiko las pruebas de los pagos que hizo a PPK, y que lo haga en este momento? Porque vamos, entregárselo a la Comisión LavaJato es lo mismo que entregárselo a Keiko, y es totalmente seguro que Keiko fue prontamente avisada apenas el documento llegó a la Comisión LavaJato. ¿Casualidad?

Porque si Odebrecht buscara la justicia, habría enviado esos documentos a la Fiscalía y no habría esperado hasta este momento. También es llamativo que Odebrecht ha mandado esta información detallada sobre PPK pero hasta ahora no haya informado sobre el dinero que entregó a la campaña de Keiko, hecho que Marcelo Odebrecht reiteró en su reciente entrevista con la fiscalía peruana.

Odebrecht es consciente que con esto se está trayendo abajo a PPK. El resultado de la movida es obvio y Odebrecht es un gran jugador político. El hacerlo entregándole el revólver cargado de balas a Keiko, habiendo otras opciones mucho más institucionales como la Fiscalía, tampoco es casualidad ni un acto espontáneo, sino producto de un cálculo político preciso por parte del jefe de una organización criminal con mucha experiencia. Se trata, pues, de una decisión consciente y pensada de Marcelo Odebrecht: mato a PPK y me amisto con Keiko. ¿Lo hizo a cambio de nada? ¿de buena gente? Vamos, “en política no hay que ser ingenuos”.

De paso, fortalecer a Keiko es fortalecer al enemigo de sus enemigos: el fiscal de la nación y el poder judicial. Ni Keiko ni Odebrecht quieren una fiscalía y un poder judicial firmes e incorruptibles.
¿Qué quiere Marcelo Odebrecht? Llevarse su plata del Perú, más de 2 mil millones de dólares en Olmos, Chaglla, Rutas Nueva de Lima y otros proyectos. El gobierno de PPK emitió un decreto, el DU 003, que permitía una salida al respecto para que Odebrecht venda sus empresas y se lleve su plata, pero no la pudo hacer operativa por sus dificultades en operar políticamente, la reacción ciudadana ante el escándalo y el sabotaje de Katherine Ampuero y Julia Príncipe. Odebrecht consiguió a un fondo canadiense, Brookfield, para que compre Olmos, y a una empresa china, Three Gorges, para que compre Chaglla, con ofertas en firme. Es decir, hicieron su parte. Pero el gobierno no hizo los trámites y definiciones necesarias para permitir la venta, es decir, PPK no cumplió. Así que los Odebrecht se cansaron.

Le mandaron a PPK un misil de advertencia: sin ser preguntado, en sus declaraciones al fiscal peruano en Curitiba Marcelo Odebrecht dijo que le habían pagado a PPK. Todo parece indicar que su advertencia no tuvo efecto.
Marcelo Odebrecht en esa oportunidad también mandó una advertencia a otro actor político: dijo que efectivamente le habían dado plata a Keiko para su campaña. Hoy, Odebrecht le entrega a Keiko el arma para sacar del juego a PPK, empoderar al Congreso y darle la fuerza política para tirarse abajo la investigación fiscal. ¿Lo hace gratis? No lo creo. Creo que hay un trato bajo la mesa entre Odebrecht y Keiko. Odebrecht tiene, por cierto, todavía bastantes armas contra Keiko, son todos los detalles de las transferencias bancarias para su campaña. Así que tiene forma de chantajearla para obtener lo que quiere. Y ha mostrado de lo que es capaz.