Luego de que se mostraran estadísticas indicando que la anemia sigue afectando a 44 por ciento de los niños menores de 3 años y no ha disminuido ni un milímetro en toda la gestión PPK, nuevamente el presidente Vizcarra ha puesto la lucha contra este mal como prioridad. Hace bien, puesto que está científicamente demostrado que los niños con anemia tienen mayores dificultades de aprendizaje y se enferman más. Pero, como dicen, de buenas intenciones está empedrado el infierno.
Clarísima en este caso la responsabilidad de las anteriores ministras del MIDIS, Cayetana Aljovín y Fiorella Molinelli, que salieron a tomarse lindas fotos con los niños pero solo fue show para las cámaras. El resultado está a la vista, con el detalle que Molinelli hasta ahora sigue dirigiendo EsSalud a pesar de que estar embarrada con la corrupción al haber firmado la adenda mafiosa del contrato del aeropuerto de Chinchero (lo que nos va a costar algunas decenas de millones de dólares).
Es evidente que, dados los resultados, no podemos seguir con la misma estrategia. Como dijimos en estas páginas en setiembre de 2016 cuando Aljovín anunciaba su plan contra la anemia, tratar este problema como uno de salud individual y no de salud pública y exigir que cada niño pase por una prueba de laboratorio antes de darle un suplemento de hierro no era buena idea. Esto es una epidemia y no casos aislados, ya que al 43% de niños con anemia hay que sumar a los que están en riesgo. En muchas zonas rurales llevar al niño a la posta de salud puede demorar algunas horas y ahí no hay laboratorio por lo que la madre tendría que regresar para ver los resultados otro día, lo que le resulta difícil. En las ciudades los centros de salud están totalmente rebasados por la demanda.
El problema mayor, sin embargo, es que si bien hay varias medidas y acciones posibles contra la anemia, no está claro cuán efectivas son, de tal manera que la meta de bajar la anemia al 19 por ciento al 2021 puesta por PPK y retomada por Vizcarra no tiene asidero alguno. Esta meta es pura imaginación sin ninguna base. Es improvisación pura, realmente un engaño completo, lo que no es una manera seria de hacer las cosas y hace casi seguro que lamentablemente esa meta no la cumpliremos.
BUSCANDO SOLUCIONES
Dada la gravedad del asunto y la medida de nuestra ignorancia, necesitamos atacar la anemia con todas las armas que tenemos a la mano.
¿Cuáles son las principales medidas que podemos usar para atacar este problema de la anemia? Una primera, que sugerí hace casi 2 años y que felizmente ya está empezando a discutirse, es la fortificación de alimentos de consumo masivo. Por ejemplo, en el mundo, la fortificación de la sal con iodo ha sido muy eficaz para combatir el bocio, que en el Perú ha sido eliminado. Fue un poco más difícil de lo que parece, pues si salimos de las ciudades donde se consume sal de marca embolsada, en algunos distritos rurales se saca la sal de un cerro cercano: un proyecto hace ya tres décadas logró que todas esas pequeñas producciones rurales de sal fueran iodadas, como lo constaté alguna vez de turista visitando Maras en Cusco (es maravilloso, no se lo pierdan).
En el caso del hierro, éste podría incluirse en productos como el arroz y la harina de trigo. De esa manera se llegaría automáticamente a casi todos los hogares peruanos, sin tener que preocuparse por el proceso de compras estatales, el almacenamiento, el traslado, la entrega en el centro de salud u otro local y la ingesta por las madres gestantes y los niños. Hablando de fortificación en alimentos, debo añadir que me parece un escándalo que, con los niveles de anemia que tenemos, Qali Warma no esté dando la totalidad de requerimientos de hierro en los desayunos escolares que otorgan, en especial a los niños de educación inicial.
Una segunda medida necesaria es la entrega de suplementos de hierro, en la forma de sulfato ferroso o de “chispitas”, que son un polvillo de multinutrientes que se añade a las comidas. Pero esta medida, que parece muy simple y directa, parece tener sus problemas. Las “chispitas” que se añaden a la comida, puedan cambiar el sabor de ésta y hacerla poco atractiva. Los suplementos ferrosos tienden a generar oscurecimiento y endurecimiento de las heces, con el estreñimiento consiguiente, como saben muchas mujeres que las han tenido que tomar durante sus embarazos. Por esa razón probablemente es muy común que tanto las gestantes como los niños no tomen estos productos con la regularidad necesaria; y digo probablemente porque aunque se entregan millones de esos suplementos no hay estudios que indiquen cuanto de ellos realmente son ingeridos. Me dicen que si el suplemento ferroso no se tome diario sino semanal tiene menos efectos adversos, por lo que habría que estudiar si esta es una mejor forma de entrega, la que incluso podría ser supervisada directamente por promotoras o personal de salud. En cualquier caso, la estrategia de suplementos ferrosos requiere no solo que los productos de suplementación nutricional estén distribuidos y sean entregados, sino que las madres sean bien informadas de la importancia de tomarlos, que se les informe respecto de cómo enfrentar los efectos adversos y que se haga una evaluación continua de su aceptación bajo distintas presentaciones.
Estos suplementos de hierro, por cierto, no deben entregarse solo a las gestantes y los niños diagnosticados con anemia tras una prueba de sangre, que como he dicho en muchos casos demora en conocerse los resultados y plantea todo un reto logístico en sí mismo. La entrega de suplementos debe hacerse de manera universal.
Una tercera acción pasa por mejorar los conocimientos y capacidades de las familias de tener una dieta más rica en hierro de fácil absorción. Ojo, nuevamente el asunto es más difícil de lo que se supone, porque diversas verduras si bien son ricas en hierro este es absorbido por el cuerpo humano en una proporción muy pequeña. Además, la combinación de determinadas comidas con otras afecta la absorción de hierro, por ejemplo el ácido ascórbico ayuda mientras el té y el café dificultan la absorción de hierro. Consejos usuales, como el consumir “sangrecita” pueden ser difíciles de aplicar en zonas donde este producto no se vende en los mercados, y en zonas rurales se necesitan campañas sobre la forma de recoger la sangre y preparar el plato. Dado que el hierro de carnes y pescados es más fácil de absorber, hay que promover la producción local, distribución y consumo de estos productos, en especial teniendo tanto pescado en nuestros mares (la anchoveta es rica en hierro pero la exportamos en un 99 por ciento, sobre todo como harina para chanchos y piscicultura).
Para hacer llegar estos mensajes a las madres y familias, un esfuerzo informativo y educativo masivo debe ser puesto en marcha. Hay que hacer uso tanto de los medios masivos de comunicación, nacionales y regionales, como de la red de colegios, establecimientos de salud, organizaciones populares y los agentes comunitarios que ayudan al estado en los distintos programas sociales. Los agentes comunitarios, que han mostrado ser efectivos en varios programas sociales (como el servicio de acompañamiento familiar de Cuna Más) hay que utilizarla el máximo. Programas como Juntos deberían dar un soporte, requiriendo la asistencia de las madres a charlas nutricionales y estableciendo incentivos especiales a quienes muestren conocimiento real de buenas prácticas nutricionales y/o mantengan a sus niños sin anemia.
CONDICIONES
Hay algunas condiciones generales indispensables para que una estrategia contra la anemia funcione. La primera es que debemos aprender. Hay que hacer seguimiento continuo de las respuestas reales de las familias. Al mismo tiempo que se actúa en forma masiva, hay que hacer diversas pruebas y proyectos piloto, combinando 2 o 3 políticas a ver cuál es la combinación que mejor funciona.
La segunda es que esta estrategia hay que aplicarla de manera descentralizada. Las prácticas de cuidado infantil y de alimentación no son iguales en Lima, los pueblos andinos, las comunidades amazónicas o los agricultores del norte.
Una tercera es que se requiere recursos. Al ministro Tuesta hoy obsesionado con recortar el gasto corriente, hay que recordarle esta famosa frase económica: “No hay lonche gratis”.
Finalmente, hace falta un liderazgo. Una reciente respuesta del presidente Vizcarra indicando que habrá una estrategia multisectorial, siendo correcta, me preocupa porque cuando una tarea se encarga a varios la responsabilidad se diluye. Una historia dice que, cuando se encargó a un comité que diseñaran un caballo, salió un camello. El gobierno debe nombrar alguien para que lidere esta tarea y obligarlo a que periódicamente rinda cuentas al país.
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