El gobierno ha subido una serie de tasas de impuestos con el objetivo de recaudar 1,700 millones de soles, pero el MEF dice que todo lo hace en aras de la salud y el ambiente. Mejor déjense de hipocresías: la verdadera razón es que necesitan elevar la recaudación y no piensan enfrentar en serio y con firmeza las exoneraciones a casinos, bancos, mineras y agroexportadoras.

Empecemos por reconocer lo bueno: que se pongan más impuestos a las bebidas azucaradas, como las gaseosas, cuando la obesidad está subiendo a toda velocidad y más de la mitad de los adultos tienen sobrepeso, está bien. Pero no nos engañen; este aumento de impuestos es totalmente insuficiente para enfrentar la epidemia de la obesidad, que viene impulsada no solo por el consumo de gaseosas sino de un conjunto de alimentos industrializados de alto contenido de azúcar, grasas y sodio que podemos llamar “comida chatarra”. Estos alimentos debieran tener, en primer lugar, unas advertencias adecuadas que nos permita a los consumidores saber las consecuencias que trae su consumo, lo que hoy es prácticamente imposible, comenzando por la pequeñísima y escondida letra donde detallan lo que contienen y en segundo lugar por la dificultad de interpretar las cifras ahí puestas. Son ya cinco años que se aprobó la ley de alimentación saludable y por la presión de la gran industria, con la complicidad de congresistas fujimoristas y de PPK como Salvador Heresi y Pedro Olaechea, no se aplican. Mientras no se haga eso, que no nos vengan con el pretexto de la obesidad cuando el MEF quiere sacar más dinero del bolsillo de los consumidores. Tampoco nos digan que ese dinero recaudado va a ir para la salud. En primer lugar, porque si así fuera ¿porqué no lo asignan a un fondo especial con esa orientación?

Algo parecido sucede con el alza del impuesto a los cigarrillos, otra cosa buena. Pero también insuficiente: el Perú no cumplir con el Convenio mundial antitabaquista y sigue permitiendo un montón de publicidad con mucho menos advertencias que otros países, y los cigarrillos siguen vendiéndose en lugares particularmente destacados en las tiendas de supermercados. El consumo de cigarrillos causa diversos tipos de cáncer y muchísimas enfermedades, recargando nuestro debilísimo sistema de salud. Hay que ponerles freno.

Sobre estos impuestos, las grandes empresas industriales y comerciales han salido a decir sandeces, tonterías completas, tales como que la recaudación no va aumentar porque el consumo a caer muchísimo, algo que es totalmente falso. Peor todavía, en tono de amenaza que casi parece un llamado a la delincuencia, dicen que lo que va a aumentar es el contrabando y la informalidad, algo sobre lo que tienen tremendo rabo de paja ya que un juicio internacional en Europa encontró que unas de las grandes empresas tabacaleras mundiales, Philip Morris, era la que promovía el contrabando y les obligó a pagar una compensación millonaria.

Resumiendo: bien que suban los impuestos a las gaseosas y el cigarrillo, no hay que hacer caso a las trasnacionales de la industria que dicen tonterías y lanzan amenazas, pero sabemos que lamentablemente de parte del MEF no es amor al chancho sino a los chicharrones. Falta mucho por hacer para defender en serio la salud pública en estos casos.

IMPUESTOS, AMBIENTE Y JUSTICIA SOCIAL

Nuevamente, es cierto que hay un serio problema de contaminación del aire en Lima y otras ciudades cuya principal causa es la quema de combustibles en el transporte. Es cierto también que se estima que esa contaminación causa varios miles de muertes y varios cientos de millones de dólares de costos. Establecer un nivel de impuestos que recargue más a los que contaminan en mayor proporción está bien.

Pero bajo esta lógica, no se justifica que – como ha dispuesto el MEF – las camionetas 4×4 estén exoneradas de estos impuestos bajo el pretexto de que son un “bien de capital”, ya que muchas de ellas se usan como vehículos personales. Tampoco es lógico que, si el objetivo es ambiental, no se establezca igualmente impuestos que funcionen como incentivos al transporte de carga para que usen combustible menos contaminante, siendo de ahí que viene buena parte del consumo de diesel. Y por cierto, ¿los que poseen yates tienen corona que no pagan impuestos?

Al respecto: ¿No debiera acaso cobrarse más a los vehículos de lujo, en especial los que son totalmente suntuarios? ¿Quién puede comprarse un Porsche de cien mil dólares o un yate de lujo, no debiera pagar más? Junto a la lógica ambiental debiera aplicarse también la social.

Este es un tema clave, puesto que, aunque tienen una lógica ambiental, también es cierto que impuestos como el que se recarga a los combustibles los terminamos pagando todos. El Perú está muy atrás, según los reportes de la OCDE, en tener una carga tributaria mejor distribuida y que recaiga sobre quienes concentran la riqueza. Para cambiar esta situación, tienen que ponerse la prioridad en los impuestos directos, a la riqueza, las herencias y las ganancias, áreas en las cuales la recaudación en el Perú es muy baja, hay una enorme evasión y hay algunos privilegiados que tienen exoneraciones. Es el caso, por ejemplo, de los dueños de las universidades-negocio y de los propietarios de las grandes empresas agroexportadoras, como el señor José Chlimper a quienes lamentablemente este gobierno quiere prolongar estos privilegios de los que ya van gozando por más de 15 años. Esa propuesta está en el proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo al Congreso pidiendo facultades legislativas, y que de ser aprobado como está por la mayoría fujimorista, sería un clarísimo ejemplo de cómo dan leyes en su propio beneficio en pacto con Vizcarra.

Estas nuevas reglas impositivas tratan sobre chicharrones y ya sabemos quienes se los quieren seguir llevando.

(publicado en Diario Uno el 13 de mayo de 2018)