Esto parece obvio. Pero desde la derecha empresarial, la Confiep, el interesado grupo “El Comercio” y el MEF, lo que debe hacerse es tener un “cholo más barato”. Hasta el premier Villanueva tontamente se ha comido ese cuento diciendo que en el Perú hay demasiadas vacaciones mientras olvida que como los salarios son bajísimos la enorme mayoría de trabajadores no hace uso de ese descanso sino que también trabaja en ese periodo, a menos que le obliguen a salir de la empresa. Reducir las vacaciones no es otra cosa que reducir los salarios reales de los trabajadores: es exactamente equivalente.
La informalidad viene aumentando por una razón muy simple y es que en Lima hay actualmente 70 mil empleos menos que hace tres años, mientras que si sumamos los jóvenes que se suman al mercado laboral con la inmigración venezolana, hay un millón más de personas buscando empleo en el Perú. La ecuación es sencilla: menos empleos + aumento de jóvenes necesitando sustento = más gente buscando como sobrevivir en las calles.
¿Por qué estamos así? Una mala política económica ha hecho que el crecimiento económico en aquellos sectores fundamentales en generar puestos de trabajo está detenido completamente, como la construcción se ha reducido en los últimos doce meses en 3 por ciento, según indican los últimos datos del INEI (a setiembre). La industria llamada “no primaria”, que es aquella vinculada al mercado interno y que no es sólo procesamiento básico de materias primas (harina de pescado, refinación de metales), no registra ni 1 por ciento de crecimiento. Pensar que el PBI crecerá el 2018 un 4 por ciento es como esas veces en las que a la selección nacional de fútbol le era “aún matemáticamente posible” clasificar pero en las que, como sabemos, era tan improbable hacerlo que efectivamente nunca sucedía.
Reducir más los salarios reales cortando vacaciones aumentaría las ganancias empresariales, pero haría que la demanda se reduzca. Con menos capacidad de los trabajadores de comprar comida, ropa o servicios, la demanda cae y junto con ella se vienen abajo las ventas. Sería echar más gasolina al fuego de la recesión.
Para que haya empleo digno debe promoverse la industria, el agro, los servicios, el turismo y el aprovechamiento sostenible de nuestra biodiversidad. La competitividad debe basarse en trabajadores bien capacitados, profesionales e ingenieros de alto nivel, crédito e infraestructura de apoyo y un sólido sistema de innovación tecnológica. Lo fundamental para la creación de empleos es que haya más inversión pública, crédito de fomento, gasoducto en el sur y mejora de la educación y salud públicas eliminando exoneraciones tributarias. Hay alternativas, claro que sí, pero urge un cambio de política económica y una salida del inútil de Carlos Oliva del MEF.
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