REFERÉNDUM Y POST- REFERÉNDUM

Esta semana los fujiapristas aprobaron regalarles 400 millones de soles anuales a los casinos y tragamonedas, derogando la ley que elimina las exoneraciones especiales que todavía tienen. Estuvieron encabezados por Miki Torres, el hombre de más confianza de Keiko que hoy dirige su partido Fuerza Popular. Dadas las pruebas que hoy tenemos de que las grandes empresas petroleras, mineras, agroindustriales y de comida chatarra le pusieron plata a campañas pro-Keiko y luego recibieron favores legislativos de sus congresistas, este “favor” a los casinos es sumamente sospechoso.

También nos enteramos que el presidente del Congreso Daniel Salaverry presentaba informes falsos de sus viajes, con fotos trucadas para poder cobrar remuneraciones adicionales a su sueldo que le parecía muy chihuán. En estos mismos días el fujiaprismo seguía blindando al ladrón Edwin Donayre, quien debe ir a la cárcel al tener una sentencia firme del Poder Judicial por haberle robado gasolina al Ejército Peruano. Mientras tanto, su protegido Chávarry la emprende contra el fiscal Juan Domingo Pérez justo cuando Odebrecht está por soltar informaciones claves y luego de que se hicieran públicas nuevas pruebas de que a Chávarry le modificaron tramposamente las calificaciones para poder ser electo al cargo. Qué ganas de que el referéndum diga que estos congresistas impresentables se vayan de una vez a sus casas o que se vayan a pedir asilo a la embajada de Uruguay y hagan el mismo papelón que Alan García Pérez.

En esas condiciones, no cabe duda que debemos seguir empujando la lucha contra la corrupción votando Si-Si-Si-No este domingo. El primer sí es para que se cambie la forma como se nombran los jueves y fiscales, que como hemos visto ha sido un desastre. El segundo sí es para frenar el financiamiento ilegal a los partidos, sobre lo que escribí la semana pasada. El tercer sí es para que no haya reelección de congresistas. Si bien yo quisiera que las congresistas por quienes voté, Marisa Glave e Indira Huillca, sean reelectas, y creo que hay quienes como Alberto de Belaunde o Gloria Montenegro están haciendo muy buen papel, lo más importante hoy es darles un golpe a esos impresentables de Tubino, Miki Torres, Mulder, Becerril y el resto de su banda. Me da mucho gusto, además, que la bancada del Nuevo Perú esté de acuerdo con impedir la reelección y no se esté aferrando a los cargos como otros. Finalmente, está la cuarta pregunta referida a la bicameralidad a la que el fujiaprismo le añadió trampas para que el presidente no los pueda disolver y ellos puedan reelegirse como senadores, razón por la que hay que votar No.

Me preocupa sin embargo que Vizcarra siga hablando y hablando sobre la corrupción pero no tome el toro por las astas. Las acciones de la mayoría fujiaprista en el Congreso son un claro sabotaje a la lucha anti-corrupción. La primera gran cuestión a preguntarse después del referéndum es, entonces, precisamente esta: una vez que quede claro, como quedará, que la enorme mayoría de los peruanos rechazamos a este fujicongreso, ¿se parará firme Vizcarra y se dejará de vainas pechando al fujiaprismo congresal mandándolos a sus casas a la primera, o seguirá dando bellos discursos pero dejando que sigan haciendo de las suyas y blindando a Chávary mientras este ataca al valiente fiscal Juan Domingo Pérez?

MIENTRAS TANTO

Mientras tanto los problemas sociales y económicos se acumulan. El empleo está para llorar, ya que hoy existen la misma cantidad de puestos de trabajo que hace tres años, lapso en el que han entrado 600 mil venezolanos y otros 900 mil jóvenes peruanos se han sumado a buscar trabajo. A pesar de la propaganda del MEF de Oliva, apenas 16% de peruanos creen que su economía ha mejorado con Vizcarra y 59% cree que la situación económica no mejorará el próximo año, mientras 60% cree que el gobierno puede hacer más en política económica para reactivar la economía (datos de Encuesta Pulso Peru).

La causa de los problemas es una política neoliberal que sigue apostando al extractivismo minero mientras mantiene la inversión pública reducida, las tasas de interés altas, el agro sin crédito y la industria agonizando frente a importaciones chinas que ya ni los Estados Unidos soportan. Otro problema crucial es el bajísimo presupuesto público en educación, salud, ambiente y seguridad ciudadana mientras siguen permitiéndose 16 mil millones anuales de exoneraciones tributarias y “devolviéndose” 6 mil millones de soles anuales a la gran minería, todo ello aprobado por la mayoría fujiaprista. Añadamos a esto la persistencia en Alianzas Público-Privadas mañosas, como esas que le encantaban a Odebrecht porque añadían adenda tras adenda sin control gracias a lo cual nos bolsiquean sin asco en los peajes, APPs que hoy no avanzan por el rechazo ciudadano a toda la corrupción que han significado. La gente tiene razón: la política económica debiera orientarse a reactivar la economía para que se generen empleos y el neoliberalismo al mando no lo está haciendo. Con una nula creación de puestos de trabajo y un crecimiento de tortuga, está claro el fracaso de Carlos Oliva y Julio Velarde al timón de nuestra economía.

El problema es qué sucederá después del referéndum. El ´Plan de Competitividad´ hecho por el MEF y que Vizcarra en CADE dijo que su gobierno había “diseñado” no enfrenta estos asuntos centrales. Por el contrario, aunque en los rankings internacionales de competitividad donde estamos peor es en Adopción de Tecnologías de la Información y Comunicación – TIC (puesto 94), Dinamismo de Negocios (puesto 92), Instituciones (puesto 90) y Capacidad de Innovación (puesto 89), toda una campaña desde ´El Comercio´, la CONFIEP y el MEF apuntó a que Vizcarra anunciara en el CADE una flexibilización laboral que facilite los despidos. Vizcarra finalmente dijo que ese ´Plan de Competitividad´ sería dialogado y consultado pero se creyó el cuento neoliberal señalando que en el Perú los costos laborales son muy altos.

«Uno de los factores que eleva la informalidad es el alto costo laboral no salarial que triplica el de los pares de la Alianza del Pacífico. Ante tal realidad, se opta por los contratos temporales que dificulta la experiencia de mejora», dijo Vizcarra. El dato es incorrecto. Un estudio del año pasado del BID y la OCDE indica que un trabajador argentino cuesta 27 mil dólares al año, un brasileño o chileno entre 14 y 15 mil, un colombiano o mexicano entre 9 y 10 mil,  mientras un peruano no llega a 7 mil dólares por año (equivalente a 1,800 soles mensuales). En toda Latinoamérica el promedio del costo laboral total es de 9,800 dólares, casi 50% más que en Perú, mientras que en la OCDE supera los 50 mil dólares al año (https://bit.ly/2KUetuw). La llamada “cuña fiscal”, el porcentaje de la planilla que se destina a impuestos, contribuciones y demás costos no salariales,  es de 17,5% en Perú frente a 21,7% de promedio latinoamericano y 35,9% en la OCDE; nuestros “pares de la Alianza del Pacífico” Chile, Colombia y México todos tienen porcentajes mayores que los del Perú. Alguien engañó al presidente manipulando las estadísticas.

El mensaje de Vizcarra tiene además definiciones erróneas. Su mensaje dice que el alto costo laboral eleva la informalidad porque hace que se opte por contratos temporales. Pero los trabajadores bajo contratos temporales son formales, porque cumplen con la ley y son afiliados a la seguridad social. Los trabajadores informales no tienen contratos de ningún tipo, ni temporales ni de plazo indefinido. Así que si se incentivan contratos temporales, eso no aumenta la informalidad sino todo lo contrario.

Sería muy malo si Vizcarra insiste en reducir beneficios laborales cuando nuestros salarios son bajísimos. Peor todavía sería que gracias a esa distracción se dejen de lado los temas realmente indispensables para reactivar nuestra economía. Porque lo fundamental para promover la reactivación y la creación de empleos es que haya más inversión pública, menos tasas de interés, crédito de fomento para el agro y las innovaciones, conexiones a internet en todos los pueblos en base a la red dorsal, gasoducto en el sur, fondos para desarrollo tecnológico, mejora de la educación y salud públicas eliminando privilegios tributarios a los señorones de la Confiep amigotes de Keiko y Alan.

Votando Si-Si-Si-NO en el referéndum, dicen algunos, no aseguramos nada. Es verdad. Pero nunca nada es seguro; la vida es un constante cambio y más en estos tiempos que nos ha tocado vivir de perpetua incertidumbre. Todo lo sólido se desvanece en el aire. Hasta el amor se ha vuelto líquido. Quien sueña con una “lucha final” está equivocado.

La votación de este domingo será solo un pequeño paso adelante. Nuevas discusiones vendrán después. Las más importantes son estas dos: cómo seguir en la lucha contra la corrupción y cómo hacer frente al problema embalsado del empleo y la reactivación de la economía.