Luego de que una encuesta colocara a Verónika Mendoza como la candidata con mayor aceptación ciudadana y de que una gira suya por varias regiones andinas culminando en un encuentro en Huancayo mostrara el apoyo popular, diversos analistas políticos considerados de “centro” o “liberales” se han esmerado en darle “consejos” o en soltar no tan veladas críticas.
Algunas de las cosas que han dicho son francas y descaradas mentiras, como aquellos que achacan a Verónika Mendoza y su organización Nuevo Perú una defensa incondicional de Nicolás Maduro. Desmentidos sobran, como los mensajes claros de las parlamentarias Marisa Glave e Indira Huillca y del vocero Richard Arce llamando al actual régimen venezolana como dictadura, repitiendo algo que ya ha dicho Vero Mendoza en varias oportunidades en el pasado. Cuando analistas como J.C. Tafur, aceptan que este sector de la izquierda ha tomado distancia de Maduro, para mantener su argumento dicen que esta distancia es “cínica”, de tal manera que no importa lo que digamos y hagamos igual vamos presos, porque siempre queda el recurso retórico de afirmar que nuestras posiciones son un engaño.
Criticar al régimen de Maduro no implica, por cierto, aceptar una salida violenta desencadenada por tropas yanquis invasoras, algo realmente inaceptable. Sobre todo estando a la vista la hipocresía de quienes como Trump hablan de democracia para Venezuela pero protegen a la dictadura sangrienta de Arabia Saudita y su asesinato de un periodista en una sede diplomática.
La idea de que esta izquierda “ofrece gobernar al país como Venezuela” planteada por Juan Carlos Tafur suena a un refrito de la campaña del 2016 y que en esa oportunidad fue desmentido hasta la saciedad. No hay similitudes entre el plan de gobierno de Vero Mendoza el 2016 y la política económica venezolana. En el plan de gobierno registrado en el Jurado Nacional de Elecciones no encontrarán nada referido a estatizaciones, controles de precios o emisiones inorgánicas. Sí podrán encontraren en los medios múltiples críticas al modelo económico extractivista venezolano, algo repetido en un artículo publicado este domingo por Veronika Mendoza.
Se crítica también que Verónika Mendoza, en su intento de lograr confluir un amplio abanico de fuerzas políticas, sociales y ciudadanas, se ha reunido con líderes regionales como Vladimir Cerrón o Zenón Cuevas a quienes se presenta como “radicales”. Pero un líder político no tiene que coincidir con todo lo que haga o diga otro para dialogar con él, porque en ese caso no habría conversación posible. Reunirse con unos no impide hablar con otros; más bien quien busca congregar un bloque plural debe conversar con diversos sectores y no empezar con vetos. Lo cierto es que los críticos del encuentro de las izquierdas de Huancayo mantienen una mirada centralista que menosprecia las sociedades regionales. Uno se pregunta si no se trata, en realidad, de buscarle cinco pies al gato para sabotear los vínculos necesarios para lograr una amplia mayoría social y ciudadana y transformar el país.
Mientras tanto esta nueva izquierda ha tenido importantes logros en la defensa de los derechos de las mujeres, con una actuación destacada de las mencionadas congresistas Huillca y Glave y de la actual presidenta de la comisión de la mujer del congreso, la joven indígena quechua Tania Pariona. ¿Acaso asegurar que las mujeres tengan plenos derechos igual que los hombres no es una bandera fundamental para un liberal consecuente, que no debiera aceptar diferencias discriminatorias?
También ha destacado el rol que ha tenido la bancada de Nuevo Perú en la lucha contra la corrupción y el permanente compromiso de Verónika Mendoza con esta movilización ciudadana, a diferencia de otros líderes que han estado callados o participado sólo cuando ya habían pasado los momentos críticos en los que había que jugársela por el país.
Varios de los autodeclarados liberales, frente a los abusos del oligopolio sin competencia de las AFPs o la contaminación de empresas mineras, callan e incluso salen en su defensa, mostrando así que su supuesta defensa de la “libertad” es más bien defensa de poderosos intereses económicos. Casi todos aprueban una reforma anti-laboral que recortaría aún más derechos básicos de los trabajadores, derechos que son esenciales para forjar democracias sólidas y que estos puedan ejercer otros derechos ciudadanos como los referidos a la organización sindical, por lo que son cuestiones sustanciales al fortalecimiento de la democracia y el ejercicio de derechos civiles que son fundamentales para cualquier liberal consecuente.
Parece que la campaña del 2021 ya hubiera empezado y que hay quienes ya están asustados por la opción preferencial que tiene la izquierda con Verónika Mendoza en esta oportunidad. La democracia peruana, más que juicios apresurados y fake news, necesita debates serios y profundos, como debiera promover todo liberal serio.
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