La caída de la economía peruana fue advertida en estas mismas páginas el 17 de mayo pasado, pero fue necesario que la revista inglesa The Economist lo publicara para que se moviera el cotarro en el Perú. Hasta entonces, lo único que leíamos en los medios concentrados era que el crecimiento económico del 2019 superaría el 4 por ciento. La verdad (como dijimos entonces) es que el crecimiento económico se ha venido abajo, provocando que en Lima se siguieran cortando puestos de trabajo sobrepasándose la barrera de 100 mil empleos  menos en tres años mientras habían entrado 800 mil venezolanos.

Luego de la publicación del The Economist los amigos del MEF sacaron varios pretextos de la manga: que se trata de un dato desestacionalizado, que hay varias formas de calcular el mismo, que la pesca ha caído mucho de manera excepcional. Luego salió el dato del PBI de abril y se incluyeron nuevos pretextos. Como dice esta conocida frase en relación a la manipulación de los datos estadísticos: si  torturas lo suficiente a lo datos estadísticos, ellos dirán lo que tú quieres que digan. Al igual que con las personas, sin embargo, las torturas no sirven para acercarnos ni a la verdad ni a la justicia. En este caso, tratar de ocultar que la economía peruana está cuesta abajo es como tapar de tapar el sol con un dedo. Así lo muestran las encuestas de opinión púbica, que esa semana mostraron que el 65% de la gente cree que la economía va por rumbo equivocado, el 59% que el problema de su familia es que falta empleo o falta dinero (primeros puestos en la lista) y que el 73% cree que la inmigración venezolana ha tenido un impacto negativo en la economía nacional.

RESPONSABILIDADES

Publicitado el problema, la derecha bruta y achorada aprovecha la frenada de la economía para confrontar con Vizcarra. ¡Qué tal raza! El aprofujimorismo que tiene mayoría en el congreso es quien ha apoyado consistentemente la política económica de PPK y Vizcarra. Han apoyado todas las leyes de presupuesto que ajustan la inversión pública. Han aprobado sus leyes reforzando las Alianzas Público-Privadas APPs que han traído corrupción y no “destraban” nada. Han aprobado la ley 30737 gracias a la cual siguen cobrándonos peajes y pasajes las constructoras corruptas, Odebrecht y Graña y Montero, para el bolsillo de sus dueños. Han elegido al ignorante Rafael Rey y al sinvergüenza de Chlimper al directorio del BCR, donde mantienen altas tasas de interés y crédito restringido en beneficio de la gran banca. Han defendido a la industria de comida chatarra contra los octógonos todo lo que pudieron. Han mantenido las exoneraciones tributarias a las AFPs, las mineras y petroleras, el oligopolio de la banca y los seguros, las universidades-estafa y las grandes agroexportadoras. Ahora mismo promueven una  nueva ley de petróleo y gas para extenderles los contratos hasta 80 años con regalías reducidas y permitiendo que sigan contaminado la selva. El aprofujimorismo no puede presentarse como opositor en el campo económico porque no lo ha sido.

Las argumentaciones de algunos de esta DBA son realmente risibles, como Sheput diciendo que la inversión se repliega porque Vizcarra en su lucha contra la corrupción confronta al congreso. Como si nuestro congreso tuviera un alto respaldo nacional e internacional. Ridículo. No tiene ni pies ni cabeza. Como si el mayor momento de inestabilidad política de nuestra historia reciente, la caída de PPK, hubiera traído un retiro de la inversión como el mismo Sheput amenazaba que sucedería pero no ocurrió. Mentira repetida mismo Goebbels. La inversión privada ha caído porque el MEF, el gobierno y la Confiep, apoyados por apristas, fujimoristas y pepecausas insisten en una política económica que excluye y deja sin apoyo al agro, a industria, el turismo y el biocomercio. Nuestra economía se ha caído porque, como era previsible que sucediera tarde o temprano, los precios del cobre y las materias primas han caído, lo que se suma a que el extractivismo no logra generar el empleo que necesitamos.

Pero los grandes grupos económicos de la Confiep y los medios concentrados de “El Comercio” buscan que se profundice este modelo de extracción de recursos naturales a la mala. Ahora presionan a Vizcarra para que apruebe el proyecto Tía María, a pesar de que esta mina generaría un gran daño ambiental y es ampliamente rechazado por los agricultores del valle de Tambo, al extremo de que las protestas del 2011 se extendieron aunque la policía mató a 5 pobladores y la Southern repartió un billetón para comprar dirigentes. Lo peor es que el ministro de economía y finanzas Carlos Oliva ha dicho que ya le van a dar licencia a Tía María, a pesar de que eso no le corresponde a su despacho, siguiendo con la actitud de quien tiene corona y se siente por encima de la ley.

El otro reclamo de esta derecha es lo que ellos llaman “reforma laboral” y que no es sino llevar al extremo la flexibilización laboral que impuso la dictadura de Fujimori, recortando aún más los escasos derechos laborales que subsisten. Para los economistas neoliberales voceros de la Confiep, el mercado laboral es sumamente inflexible y prácticamente impide los despidos, algo que es totalmente contradictorio con los datos de la crisis que muestra el INEI con 100 ml empleos menos en Lima: ¿Cómo podría haberse reducido en 100 mil puestos de trabajo si no es poniendo a todos esos trabajadores de patitas en la calle, lo que han hecho con toda facilidad? ¿Acaso no hemos todos oído las historias de empresas que reemplazan peruanos por venezolanos a quienes explotan al extremo, con larguísimas jornadas de trabajo y pagos debajo del salario mínimo? ¿Cómo podría suceder eso si fuera tan difícil decidir? En realidad, la permisividad en las relaciones laborales, en un contexto de caída de empleos e inmigración venezolana, ya ha producido de facto un tremendo ajustón contra los trabajadores limeños, pero la Confiep quiere licencia completa para explotar.

LAS TORPES JUSTIFICACIONES DE OLIVA

El ministro Oliva y su pésima política económica, sin embargo, no pueden ser pasados por alto. En los primeros 5 meses del año, de enero a mayo, la inversión pública (“gasto de capital”) ha sido mil millones de soles menos que el año pasado, una caída de casi 10 por ciento. Brutal. Es esa la primera causa de una tremenda caída en la construcción, en la demanda y en el crecimiento económico. Lo peor es que hace apenas un mes, el 7 de mayo, Carlos Oliva declaraba que la caída de la inversión pública “ya se revirtió a partir de marzo y, sobre todo, en abril”, lo que hoy sabemos era una mentira completa, mentira que según Oliva “permitirá tener mejores resultados en los próximos meses, y así cumplir con la proyección anual de 4,2% de crecimiento del PBI”, algo que hoy ya tuvo que reconocer es imposible.

Sobre la caída de la inversión pública, hay que anotar que mientras la inversión de las municipalidades se ha mantenido la del gobierno central ha retrocedido en 200 millones de soles. Es absurdo que no le den más fondos a los municipios; veo las calles llenas de huecos y el tráfico un infierno y no me explico por qué no se apoya la reactivación económica con un programa masivo de arreglo y ampliación de pistas, siendo consciente de que eso no debe ser sino una medida inicial mientras se inicia una profunda reforma del transporte urbano. Para tapar su desastre ahora Oliva ha salido a hablar de un Plan Masivo de Infraestructura por una cifra abultadísima, pero sin presentar nada concreto para este año: es pura propaganda hecha a las carreras. Encima, pretende culpar al frenazo de la inversión a la lucha contra la corrupción, cuando fueron el gobierno junto al aprofujimorismo quienes aprobaron seguir dándole plata al corrupto “club de la construcción” en vez de apoyar nuevas empresas y formas de inversión y asegurar una limpieza a fondo del conjunto empresarial.

La otra medida que hace tiempo hemos insistido en que es indispensable es reducir la tasa de interés y facilitar el crédito para que la industria, las pequeñas empresas y el agro puedan progresar, mejorar tecnologías, ampliar capital y elevar su productividad. Una medida que, dado el frenazo económico, resulta urgente porque también empujaría la demanda y reactivaría la economía en el corto plazo. De añadidura, serviría para ir abriendo paso a una nueva forma de crecimiento. Quien está en capacidad de actuar en ese terreno es el Banco Central de Reserva, pero entre el continuismo neoliberal de su presidente Julio Velarde, la ineptitud de Rafael Rey y el oportunismo de Chlimper, nada se ha hecho.

A la fecha no hay señales que muestren que Vizcarra se esté dando cuenta del daño que le están haciendo al país y a su gestión. Pero ahora que las cifras se ponen picantes, haría bien en ponerse mosca, escuchando a la gente y sus reclamos, girando el timón y cambiando a quienes tan mal lo han venido haciendo.