Verónika Mendoza presentó este lunes su plan económico para el país, uno de cuyos puntos centrales propone medidas para promover la inversión privada, buscando “generar un crecimiento anual de 7% y por lo menos 300 mil empleos dignos por año”. Para quienes tienen un rechazo biliar a las izquierdas y usan la acusación de ´chavista´ para criticar cualquier alternativa, como este planteamiento los descoloca en su crítica optan simplemente por hacer como si no estuviera escrito. Sin embargo, una revisión de la propuesta planteada por Verónika Mendoza a nombre del Movimiento Nuevo Perú muestra, a lo largo de cinco ejes y 25 propuestas presentadas, una docena de medidas para promover al sector privado y ni una sola que hable de estatizaciones o controles de precios.

TIA MARIA, GRANDES Y PEQUEÑOS

Como la propuesta se ha presentado en el contexto de la imposición de Tía María, se ha pretendido desacreditarla diciendo que quien critica esta mina de la Southern está en contra de la inversión privada. Pero quienes se oponen a esta mina son los agricultores del valle de Tambo que durante décadas han invertido y siguen invirtiendo, logrando buenos niveles de producción y generando bastante empleo. Es claro también que una gran mina de tajo abierto espantará cualquier posibilidad de desarrollo turístico en la zona, no solo del valle de Tambo, sino también en los playas cercanas y los humedales de Mejía.

Detrás de esta crítica, hay la ideología de que solo vale la gran inversión de las trasnacionales mientras el enorme esfuerzo de agricultores y pequeños empresarios peruanos es irrelevante. Es un error total. Incluso desde el restringido punto de vista del Producto Bruto Interno, ambos son igualmente importantes. Por cierto, tampoco es verdad que las grandes inversiones sean la mayor parte: de los 270 mil millones de inversión privada previstas para 2019-2020, el listado de grandes proyectos del BCR suma 60 mil millones, estimando que serán las inversiones de medianos y pequeños los otros 210 mil millones de soles.

Aunque a algunos les cueste reconocerlo, a veces las grandes empresas afectan a las pequeñas.  No solo es el caso de los conflictos de la minería con el ambiente y el agro. También es el caso de los grandes monopolios, que quieren eliminar a las medianas y pequeñas empresas que les hacen competencia para poder cobrar precios abusivos, como ha venido sucediendo en el caso de las medicinas, en el que las cadenas de boticas se han concentrado, han ido sacando del mercado a las farmacias de barrio y ahora cobran lo que les da la gana. Se trata solo de un ejemplo de los monopolios, habiendo muchos otros en nuestro país: alimentos industrializados, cervezas, bancos, leche, etc.

Así que no es para nada incompatible pensar en promover la inversión privada con exigir que la minería no malogre valles enteros o insistir en que haya una regulación anti-monopolios realmente firme. Hasta en Estados Unidos si una gran empresa pretende comprar otra para dominar el mercado, debe antes tener una aprobación gubernamental y han sido muchas las veces en que esas fusiones han sido rechazadas o sujetas a estrictas regulaciones.

EL DISCURSO DE “LA CONFIANZA”

Hay otro “rollo” sobre este tema: el de la “confianza”. Se dice que para que haya crecimiento económico el gobierno debe tener como su norte principal lograr la confianza de los empresarios, aunque quienes así hablan en realidad sólo piensan en los grandes monopolios y las trasnacionales, hasta donde recuerdo nunca consideran a los pequeños y medianos agricultores (como los del valle de Tambo) o a los pequeños industriales de Villa El Salvador. Esta ideología tiene su mensaje de contrabando: cualquier cosa que haga el gobierno que afecte a los grandes empresarios afecta su confianza”. Esa es la ideología con la que la Confiep sustentó su oposición a poner octógonos a la comida chatarra, con la que ahora pide que se rebajen impuestos a la importación de carros o defienden que se respeten los “sacrosantos” contratos de los peajes de Lima. Tremendo gato por liebre que nos quieren vender.

Ahora nos quieren decir que al aprobarse Tía María se está reconquistando la “confianza empresarial”. Tonterías. ¿La licencia a Tía María hará que invierta un empresario que evalúa poner un hotel o restaurante en Chachapoyas, quien necesita que haya vuelos diarios a esa ciudad para facilitar el turismo y un buen servicio de internet para poder conectarse con sus potenciales clientes? ¿Le servirá de algo al pequeño industrial que produce chocolates y que si busca un préstamo se lo niegan o le cobran 50 por ciento anual? ¿Porque Tía María salga el proyecto Quellaveco en las alturas de Moquegua acaso va a avanzar más rápido o más despacio? No, claro que no.

COMO SE PUEDE HACER

Una forma moderna y razonable de promover la inversión privada no es permitiéndole contaminar, malograr otros negocios, pasar coimas millonarias o  imponerse a la mala contra la población. Lo que hay que hacer es establecer una buena infraestructura de transportes y comunicaciones que conecte a los mercados, facilitar el crédito, generar mecanismos de coordinación y promoción en sectores prioritarios e invertir en innovación tecnológica.

En la coyuntura macroeconómica actual, un elemento clave es contrarrestar la parálisis económica dándole un impulso al mercado interno. El gobierno tiene en sus manos las herramientas para poner en marcha la economía con un amplio programa de obras públicas que contrate y otorgue ingresos a miles de trabajadores de construcción civil  y que además jalaría la industria de materiales de construcción. Tal política tendría en efecto multiplicador cuando esos trabajadores gasten sus salarios en ropa, comida, casas y demás bienes. Para la agricultura, darles más mercado con precios justos pasa por frenar la invasión de importaciones subsidiados por los países desarrollados, como han reclamado los productores en el paro de junio pasado sin que en este punto hayan logrado cambios en la política económica.

Como muestran los estudios econométricos sobre la inversión privada peruana, como el que han hecho Waldo Mendoza y Erika Collantes, cuando aumenta la inversión pública también aumenta la inversión privada. Uno de los mecanismos por los cuales esto sucede es precisamente el efecto dinamizador sobre el mercado interno, porque si no hay empleo y la gente está misia, el empresario que tiene un restaurante no abrirá otro si sus mesas se quedan vacías y un confeccionista que tiene máquinas paradas porque no logra vender, no invertirá en ampliar su capacidad de producción.

Otro brazo de la política macroeconómica es la política monetaria. El BCR tiene la capacidad y mandato para rebajar sus tasas de interés, lo que a su vez reduciría las tasas de interés y ampliaría el crédito de los bancos privados, como está comprobado econométricamente. Tasas de interés más bajas alivian la caja de las empresas y los presupuestos familiares, y hace que muchos pequeños y medianos proyectos de inversión se vuelvan rentables y factibles. Políticas antíciclicas de reactivación rebajando las tasas de interés y ampliando el crédito como ha propuesto Verónika Mendoza no son ninguna invención socialista; es algo que hoy hacen los bancos centrales de los Estados Unidos, Europa, Japón y la mayoría de economías capitalistas. Hoy por hoy el consenso de mercado financiero internacional es que el banco central gringo, la Fed, rebajará próximamente sus tasas de interés con esta lógica.

Siendo esta medida una plenamente de “mercado” con bancos que sólo ven su rentabilidad privada, es conveniente complementar estas políticas con facilidades de crédito hacia sectores prioritarios en la creación de empleo y la innovación tecnológica. Para eso, muchísimos países usan bancos de desarrollo. Tampoco se trata de una propuesta socialista, comunista ni nada por el estilo, desde Estados Unidos hasta Alemania y Francia han tenido una política de ese estilo por décadas y la usaron extensamente ante la crisis financiera del 2009; países vecinos como Chile, Brasil, México y Colombia tienen instituciones similares. La mediana y pequeña agricultura, en especial, es un sector al que los bancos privados casi no llegan, que tiene apoyo financiero en muchos países y de la cual subsisten más de 2 millones de peruanos.

Si el mercado interno empieza a ampliarse, la infraestructura mejora y los créditos se facilitan y abaratan, la inversión privada crecerá. Lo hará por una sencilla razón: habrá más oportunidades y posibilidades de hacer negocios que aprovecharán los empresarios privados, tanto grandes como medianos y pequeños. 

EMPLEO, INVERSIÓN PRIVADA Y ESTADO

Necesitamos un crecimiento que genere masivamente puestos de trabajo. La política neoliberal orientada a la exportación de materias primas ha mostrado que no logra ese objetivo. Necesitamos un mercado adecuadamente regulado con políticas anticíclicas de reactivación y un estado promotor de la diversificación productiva y  el avance tecnológico, que recaude lo justo para tener educación y salud pública de calidad para todos.  Esta es la discusión que debemos tener hoy que el crecimiento económico está detenido, con altos costos para las familias peruanas al haber agravado la crónica falta de empleos que sufrimos.