Vísperas de elecciones. No podemos olvidar el significado del cierre del congreso, decretado luego de meses y meses durante los cuales la mayoría fujiaprista junto a su socio menor de Alianza para el Progreso, blindaron toda esa mafia corrupta en el Poder Judicial: los “cuellos blancos del Puerto”, el fugado a España Cesar Hinostroza y Pedro Chávarry.

La corrupción nos indigna, por la tremenda injusticia del robo y el abuso. Pero hay más: eliminar la corrupción es clave para que el estado funcione razonablemente, sin lo cual no hay posibilidades de desarrollo nacional.

Necesitamos infraestructura, electricidad, carreteras, caminos rurales, puertos, aeropuertos y telecomunicaciones. Pero las concesionarias corruptas nos han venido robando miles de millones en esas obras, inflando los costos para el estado, cobrándonos peajes abusivos y permitiendo que las tarifas de luz y teléfonos sean más altas. El robo al estado quita presupuesto para nuevas obras, pero además hace que se prioricen elefantes blancos en vez de lo realmente necesario. El robo en peajes y tarifas agrava la desigualdad y eleva costos al sector industrial y de otros servicios reduciendo su competitividad. Nada de esto debiera pasar. Pero ocurre porque Odebecht y el club de constructoras corruptas le dieron millones a PPK y Keiko, y antes a Toledo, García y Humala.

Necesitamos una buena educación, para tener buenos investigadores y profesionales que innoven y nos permitan aprovechar nuestra enorme diversidad biológica, geográfica y cultural. Pero tenemos universidades-negocio de bajísima calidad con exoneraciones tributarias por cientos de millones de soles mientras las universidades públicas están atoradas con profesores mal pagados y pobre equipamiento. Esta prioridad no es extraña cuando sabemos que la mayor de ellas, “Alas Peruanas”, sirvió para blanquear y dar 8 millones a Keiko mediante Joaquín Ramírez, entonces secretario general de Fuerza Popular.  

Necesitamos tener una defensa de los consumidores, del ambiente y de la seguridad de los trabajadores, para cuidar nuestra salud y nuestra vida. Hoy tenemos los octógonos que nos informan de los alimentos con muchas grasas, azúcar y sal, pero la resistencia a esta medida por parte de los oligopolios y el fujimorismo fue tremenda. Keiko llegó a pedirle a Vizcarra en su cita secreta que despidiera a la ministra de salud por esta razón; sin duda muy motivada por los maletines con 3 millones 650 mil dólares que le entregó en su mano el dueño de Alicorp, la gran empresa que domina el sector, don Dionisio Romero (también le dio plata a PPK).  Las empresas mineras y petroleras generan enormes daños ambientales, deben cientos de millones de multas no pagadas y han tenido varios paquetazos de decretos a su favor, y han sido también destacadas aportantes a la campaña fujimorista, caso de Roque Benavides de Yanacocha y de Pluspetrol la trasnacional que más multas ambientales registra.

Necesitamos crédito a intereses justos para las familias y para los medianos y pequeños productores y para los empresarios innovadores para que puedan invertir, mejorar tecnologías y crecer, pero hay un oligopolio bancario que nos cobra abusivamente; aunque tienen exoneraciones tributarias de más de 900 millones de soles anuales el Banco Mundial dice que es uno de los sistemas bancarios más caros del mundo. El estado tiene cien mil millones de soles depositados en los bancos pero no presta un sol a un joven emprendedor, como sí hacen decenas de estados de todo tipo en el mundo. Nuevamente es el banco dirigido por Dionisio Romero el que domina este mercado.

INTERESES Y FUERZAS

Nunca como antes había sido patente como la corrupción abarcaba a las principales fuerzas políticas y a casi todos los grandes grupos empresariales y corporaciones. No sólo el fujimorismo, PPK y el Apra, Humala y Villarán recibieron plata de Odebrecht, también Lourdes Flores del PPC. César Villanueva, congresista de Alianza para el progreso, recibió también.

Pero no olvidemos el otro lado. Las grandes constructoras brasileñas Odebrecht, OAS, Camargo Correa, por cuyas obras aún nos cobran peajes abusivos. Las constructoras peruanas más grandes las “estrellas”, como Graña y Montero, JJC – Camet y otras, asociadas a Odebrecht y sus negociados. Además, ellas junto a otras más constituían el “club” que se repartía las obras con coimas. Todos ellos nos robaban a doble cachete como dicen, con el añadido de los arbitrajes amañados por abogados como Horacio Cánepa, destacado dirigente de PPC. La mayoría de este club podrido era también aportante a las campañas de Keiko, algunos presencialmente en reuniones exclusivas con ella, otra parte a través de su gremio CAPECO.

La forma como operaban muestra que la corrupción ha venido operando a varios niveles. El más básico es el directo, el pago por obtener una obra sobrevaluada o una regulación favorable, o para permisos necesarios para una mina o tras el desastre ambiental de una petrolera. Otras veces era todo un gremio o un sector el que buscaba sus intereses, lo que les resulta facilitado por la alta concentración de los mercados peruanos, por la existencia de monopolios u oligopolios con pocas empresas que dominan el sector. El lobby era con el gobierno pero, si no les ligaba, ahí estaba la mafia judicial para darles una manito.

Finalmente, el gran empresariado operó también en “mancha”, como clase. El caso de la bolsa de 2 millones de dólares que juntó la Confiep para apoyar a Keiko el 2011, de la que nos enteramos gracias a la delación de Jorge Barata de Odebrecht, es revelador. Fue la propia directiva de la Confiep, el “gremio de los gremios empresariales” quien juntó la bolsa, y aportaron las principales empresas peruanas de diversos sectores.

Destacados empresarios han sido también los organizadores del dinero sucio fujimorista. Jaime Yoshiyama con su sobrino Jorge recolectaban y guardaban el dinero y organizaban el “blanqueo” mediante el registro de aportantes falsos. José Chlimper, por su parte, llevaba los maletines con cientos de miles de dólares a los dueños de las radios para pagar por la campaña. Se trata de personajes conocidos y “reputados” en el mundo de la Confiep, en el que Chlimper ha tenido varios cargos dirigenciales. 

Lo que hace difícil derrotar la corrupción es la unión de estas dos enormes fuerzas, las grandes empresas corruptas y las cúpulas partidarias que han trabajado para ellas, unión que cuenta además con un pegamento muy especial que los une, el legado fujimorista. Para lograr esos grandes acuerdos de defensa de intereses, entre políticos y mega-empresarios, la historia del fujimorismo los ayuda. Fue Fujimori quien logró altos niveles de aceptación popular y quien dio a los grandes potentados peruanos las leyes que ellos querían.

¿Hemos derrotado ya estas dos poderosas fuerzas? Todavía no, y el hecho de que por obtener información necesaria en los juicios varios de estos mega-empresarios corruptos estén pasando piola les da espacio a que vuelvan al ruedo con las mismas mañas.

DESIGUALDAD

El que algunas personas puedan acumular miles de millones de dólares, mientras otras viven en pobreza extrema, me subleva. Es demasiado. Es absurdo. Es inmoral en sí misma. Pero nos suelen decir que esto es resultado del esfuerzo personal en un “libre mercado” que es indispensable para que las economías crezcan.

Estos últimos años nos han mostrado que gran parte de esa enorme concentración de riqueza tiene orígenes tramposos, ilegales o corruptos. No es por esfuerzo personal ni por “libre mercado”. Luego nos dice la Confiep que no hay subir el sueldo mínimo, que mejor recortamos gratificaciones navideñas de los trabajadores, que privaticemos la educación porque el estado no tiene plata, que no hay dinero para ayudar a los campesinos ¡Qué tal!

La cereza del pastel es cuando nos dicen que como hay mucha corrupción es mejor que las carreteras y hospitales se entreguen a privados, que se favorezca la educación privada y se postergue la pública, que se deje que el crédito siga escaso y caro en manos exclusivamente de la gran banca privada monopolizada (de paso cerrando el paso a las cooperativas de ahorro y crédito). La Confiep junta 2 millones de dólares por lo bajo para favorecer a Keiko y luego nos viene a hablar de lo que el estado no debe hacer debido a la corrupción ¡qué tal!

IDEOLOGÍA

Pero hay que ser conscientes que este discurso pega, y lo hace porque en el Perú vivimos una contradicción tremenda. Todos sabemos que nuestro estado tiene enormes falencias, es sumamente ineficaz y está atravesado por corruptelas y sinvergüencerías de todo tipo. Muy a menudo enfrentarse a una oficina pública, ya sea en una institucional nacional o en la municipalidad en la que vivimos, es un martirio. Esta realidad nos puede hacer pensar que mientras menos estado haya, mejor será. Que no anden poniéndonos multas, exigiéndonos trámites que no queremos, persiguiéndonos para que paguemos impuestos.

Pero necesitamos al estado. No hay bienestar, seguridad ni progreso sin él. No hay carreteras con peajes justos, salud y educación pública, hay justicia, paz y tranquilidad, sin estado. Tampoco hay diversificación e innovación productiva ni una ampliación sostenida de las oportunidades económica sin un estado que actúe de soporte y estratega, dejando la mayoría de la actividad productiva y comercial a los privados.

Así que debemos dejar de lado nuestros impulsos primarios e inmediatos, nuestra cóleras y disgustos con este estado antipático y torpe, que nos dicen que se vayan todos y el estado desaparezca. Ese remedio es peor que la enfermedad. Necesitamos un mejor estado, y ese mejor estado debe hacer bien las tareas que tiene hoy y asumir los nuevos retos que los cambios tecnológicos y sociales en el mundo plantean. 

Para ello es esencial darle un golpe macizo a la corrupción y en especial a su versión agravada, mafiosa, de captura del estado.  Este asunto aún no está resuelto, y en estas elecciones no debemos pasar por alto a aquellas fuerzas políticas que defendieron con uñas y dientes a esos jueces y fiscales supremos corruptos. El fujimorismo, incluyendo a una Rosa Bartra hoy tránsfuga del naranja al amarillo, y el Apra fueron los puntales de la defensa corrupta. Pero Alianza para el Progreso estuvo acompañándolos todo el tiempo defendiendo a Edwin “gasolina” Donayre. Acción Popular encabezada por Víctor Andrés García Belaunde jugó también un rol clave en su apoyo, en particular en la supuesta “elección” de Mercedes Araoz, el momento crítico del enfrentamiento.

Reconozcámoslo: el Perú votó muy mal en las elecciones del 2016. Pero entonces no sabíamos todo lo que hoy conocemos. Este domingo no podemos olvidar lo que ha salido a luz sobre la corrupción estos últimos años.