Estamos en emergencia, de salud y económica, y hay que tomar fuertes y masivas. Hay que evitar muertes y evitar una recesión y colapso económico demasiado prolongados. Pero también hay que pensar en cómo esas medidas impactan en los diversos grupos de la sociedad y en qué sociedad de futuro van configurando.

APOYO A FAMILIAS Y A EMPRESAS EN LA EMERGENCIA

El BCR anuncia 30 mil millones de soles de apoyo, los que van a ser entregados a los bancos, principalmente a los más grandes, para que ellos a su vez sostengan un poco el crédito a las empresas. Pero esos préstamos van sobre todo a las más grandes empresas y a las trasnacionales. Apenas 5 por ciento de las microempresas peruanas y 43 por ciento de las pequeñas empresas tienen créditos bancarios pero más del 80 por ciento de las grandes empresas los tienen.  

Compárense estas cifras: BCR anuncia 30,000 millones mientras para las pymes se han anunciado apenas 300 millones. La centésima parte. Entiendo que es necesario apoyar también a empresas grandes porque no podemos arriesgarnos a una quiebra masiva, pero ¿las medianas y pequeñas empresas nacionales, que es donde hay más empleos y en las que difícilmente los dueños tienen millones guardados para sacarlas adelante, no podrían tener la mitad, o al menos una cuarta parte, de ese total de 30,000 millones?

Y hablando del apoyo que sin duda recibirán las grandes empresas ¿debiera el estado dar dinero a trasnacionales con fuertes espaldas financieras o entregar fondos a empresas domiciliadas en paraísos fiscales como Luxemburgo o Bermudas? ¿no importa que despidan gente, que violen derechos laborales, que hagan tretas para eludir impuestos, que tengan monopolios abusivos? ¿no es esta una oportunidad para modificar reglas de juego en favor de la gente, para ajustar esos contratos que siempre nos dicen son inviolables cuando se pide poner el interés nacional por delante?

El MEF dará unos 2,500 millones de soles para el bono de 380 soles. Suena mucho pero solo es el 0,4 por ciento del PBI mientras la ministra Alva anuncia que el paquete completo es 12 por ciento del PBI. Es decir, para la gente, apenas una treintava parte (1/30) de los fondos, con la gravísima consecuencia de gente que no tiene para comer y muchos rompiendo la cuarentena por pura necesidad. ¿Sí se puede gastar 12 por ciento del PBI no se puede destinar 2 o 3 puntos a la gente para incluir a todos los informales y dar un apoyo a los campesinos y agricultores?

Otra comparación también es interesante. La salud pública peruana recibe todos los años 2.3 % del PBI. Debido a esa extrema austeridad, a esa verdadera avaricia criminal, tendremos ahora decenas de muertos que con más equipos y medicinas hubiéramos podido evitar. Hasta ahora se le está dando a salud un presupuesto adicional que no llega al 0,2% del PBI. Pero, como digo, el paquete económico suma 12 por ciento del PBI, muchísimo más.

Insisto: es una emergencia y hay que salvar a las empresas. Pero salvar “el tejido empresarial” no tiene que significar que los grandes beneficiarios de eso sean los accionistas y dueños de las empresas, y sobre todo las grandes. Si el estado los respalda, ¿no debe acaso exigir comportamientos sociales adecuados? ¿si se subsidia dándole a las empresas fondos por el 35% de la planilla no debiera pedirse una retribución económica?

Hay una última distinción por hacer: una cosa son las empresas y otra son los millonarios, algunos de ellos dueños de empresas. Vamos, ¿tenemos los peruanos que poner dinero para evitar que quiere Interbank porque sus clientes no pagarán sus préstamos, cuando su dueño Carlos Rodríguez Pastor es billonario y tiene el monopolio de las boticas? ¿No es este un tiempo para la solidaridad por parte de quienes han hecho enormes fortunas en el Perú en años anteriores, lo que podría hacerse mediante un impuesto a las riquezas?

EL FUTURO

La crisis actual nos da dos lecciones con oportunidades para cambiar las cosas. La primera es que la salud pública no puede volver a ser la cenicienta olvidada del sector público con apenas 2 por ciento del PBI de presupuesto, con los “casos McDonalds” cobrando vidas diariamente y con monopolios dominando las medicinas. La segunda es que la desigualdad tiene que ser enfrentada y ahora que las grandes empresas están obligadas a recurrir al apoyo del estado es el mejor momento para establecer nuevas reglas tributarias, de distribución de ingresos, de responsabilidad social, de transparencia y de gestión empresarial más democrática y abierta. Es el momento porque las grandes empresas nacionales, que siempre han tenido el poder económico de su lado, hoy piden apoyo del estado. Deben tenerlo, pero no gratis, no sin condiciones, no sin cambios.

El mundo capitalista enfrentó la crisis financiera de 2008/2009 entregando trillones a los bancos. Hicieron pocas reformas de fondo al sistema financiero y la desigualdad siguió creciendo con enormes costos sociales y políticos. Saquemos la lección y enfrentemos la emergencia defendiendo la vida y la economía de los peruanos, de tal manera que a la salida de esta situación ya vayamos enrumbando hacia una dirección de mayor equidad y desarrollo social.