Hay tres datos importantes esta semana para entender lo que pasa. Uno, que la epidemia no está controlada ni nada parecido, sino que sigue golpeándonos con ferocidad. Dos, que al levantamiento fáctico de la cuarentena se suma el anuncio de Vizcarra del plan “Arranca Perú” que refuerza esta política, sin haberse resuelto el problema de contagio en los mercados y el transporte público ni asegurar que las empresas apliquen protocolos sanitarios. Se oficializa así que la vida y la salud han dejado de ser la prioridad número uno. Tres, el balance de ReactivaPerú, que entregó el 62% de los fondos a un solo banco ((18 mil millones de soles para el BCP), 150 millones de soles prestados a las empresas del ultramillonario Carlos Rodríguez Pastor y dando menos del 3 por ciento de las micro y pequeñas empresas, lo que revela de la reactivación de quiénes estamos hablando.
LO PRIMERO: CUIDARSE Y NO HACER DAÑO
Dada la fuerza de la epidemia, la cantidad de gente en las calles y el aumento de riesgos que trae el invierno, es necesario insistir en el cuidado personal.
Cuando hay más enfermos y más circulación, hay más gente que contagia. El invierno trae frío y tendemos a cerrar las ventanas de las casas, negocios y ómnibus. Pero en un ambiente cerrado, los virus se quedan más tiempo en el aire; una persona tose o estornuda en el “coaster” y millones de virus (literalmente cierto: ¡son millones!) salen y se quedan flotando en el aire, generando un alto riesgo de contagio. Con el fuerte hacinamiento y pequeños espacios en los que viven muchísimos peruanos, la persona que llega a una casa respirando y conversando suelta el virus, que con las ventanas cerradas permanece ahí y es fácilmente respirado por sus familiares. El riesgo, en invierno, crece; eso lo sabemos de los resfriados de todos los años y este coronavirus no es la excepción. Si tuviéramos el bono universal, y al igual que hacen Chile, España, Francia, Italia, Estados Unidos y muchos otros países, el estado le diera a los trabajadores para subsistir tres o cuatro meses, mucha gente no estaría obligada a exponerse a ese riesgo, pero el ministerio de economía y finanzas no quiere soltar el puño.
Hay que tener muchísimo cuidado y forzarnos a cambiar nuestras costumbres: el micro, el negocio y la casa con las ventanas abiertas (nosotros con doble chompa si hace falta); salir lo menos posible y con mascarilla N95, de esas que algunos llaman quirúrgicas (ya han bajado de precio).
Los médicos tienen esta frase en latín: Primun Non Nocere. Lo primero es no hacer daño. Al demorar el Bono Universal y negarse a sostenerlo varios meses la ministra Alva se ha olvidado de este principio ético básico, pero nosotros no debemos tener similar desprecio por la vida humana. Con la mascarilla también cuidamos a los demás, sobre todo si usamos una de buena protección; no usen esas con filtro de respiración que están orientadas a que no pase el polvo o el humo pero sí facilitan que salga el aire que se exhala (que es donde están los virus!). Añado que en esta temporada hay que tener mucho cuidado con las toses y estornudos, que expulsan virus en grandes cantidades y son principal fuente de contagio: si tienen que hacerlo, háganlo sobre el brazo y no de frente hacia sus seres queridos o el ambiente público.
LA EPIDEMIA Y EL CONTRASTE
En Beijing, China aparecieron apenas 70 casos y se ha cuarentenado una gran parte de la ciudad, aunque allá el estado no abandona a la población a su suerte y les lleva alimentos y medicinas puerta por puerta. En Perú tenemos diariamente unos 6 mil nuevos casos (100 veces más) y unos 200 muertos, pero la Confiep quiere su reactivación neoliberal y la pasa de contrabando junto a la extrema necesidad de los pauperizados sin bono.
En China hacen pruebas y siguen contactos masivamente, con gran efectividad porque los casos nuevos son pocos, tienen un estado fuerte con sólidas bases territoriales y una población que colabora ampliamente con el estado. Ellos tienen capacidad de respuesta demostrada, pero aún estando en verano impone duras cuarentenas.
¿Estamos haciendo lo suficiente en el Perú para defendernos contra la muerte? Debido a la multiplicación de la epidemia, tenemos más de mil personas en UCI con ventilador luchando contra la muerte. El aumento de casos ha llevado a que muchos sufran falta de oxígeno y nuestros hospitales tengan una sobrecarga agravada por el práctico levantamiento de la cuarentena de veinte días atrás, pero el MEF manda de la mano de la Confiep e impone su reactivación.
ECONOMIA, EMPLEO Y BONO
La reactivación neoliberal actual, “dejando libre al mercado” y favoreciendo a las grandes empresas, es de alto riesgo, y también de poco empleo y mucha desigualdad como lo demuestra nuestra experiencia anterior. Hay otra opción: poner por delante la salud y la economía de la gente, no las ganancias de las grandes empresas y la riqueza de los billonarios.
Recordemos porqué es que no se ha logrado éxito en el martillazo para doblar la curva de la epidemia y hacer que los casos y muertos empiecen a bajar: porque la gente desesperada por subsistir salió a vender lo que sea a calles y mercados, multiplicando contagios. Bajo el nombre de “reactivación económica” se ha levantado prácticamente la cuarentena y eso es lo que ha causado que la epidemia agarre nuevo impulso; como bien anotó Farid Matuk fue exactamente a los 18 días del fin real de la cuarentena cuando el número de fallecidos repuntó. Al mismo tiempo, la Confiep y las grandes empresas aprovecharon para volver a hacer negocios sin garantizar el cuidado de la salud pública, con el combustible de los 30,000 millones de soles que el MEF les ha dado vía ReactivaPerú.
¿Qué hacer? Empecemos por el Bono o Ingreso Universal, recordando que Chile acaba de aprobar una política de este estilo para varios meses, que España la ha aprobado permanentemente y que organismos internacionales como el BID y las Naciones Unidas promueven un apoyo económico masivo para las familias en Latinoamérica. En el Perú todos los “bonos” (hay cuatro en una suma de parches) dados a la fecha no suman 5 mil millones de soles cuando a la banca y grandes empresas les han dado ya 30 mil millones y aprobado darles 30 mil más, así que hay fondos y es viable dar el bono varios meses más en Perú, mientras contenemos y derrotamos al coronavirus.
Junto con ello, es de altísimo riesgo una reactivación con levantamiento de cuarentena sin las salvaguardas necesarias en relación a los serísimos problemas de contagio, enfermedad y muerte que pueden generarse. ¿Cómo se van a transportar en Lima y otras grandes ciudades toda la gente para desplazarse a sus trabajos, siendo obvio que en las condiciones actuales se generarían grandes concentraciones de gente que llevarían a un contagio masivo? ¿Cómo van a resolver el problema de los cientos de miles de comerciantes minoristas, para los cuáles ante la ausencia de una ayuda económica como el bono o una estrategia inteligente de empleo seguro, solo oscilan entre darles palo o permitirles un contagio masivo a ellos y a sus clientes?
En las actuales circunstancias, no podemos pensar en una economía gobernada por el “libre mercado” sin un mínimo de planificación, aunque sea en relación al objetivo de controlar los contagios manteniendo un mínimo de distanciamiento físico y protocolos de cuidado de la salud pública, junto con el de generar empleo y desarrollo social. Abrir este camino requiere primero darle un sustento económico a la gente, para que pueda comer y no esté angustiada: eso es el bono universal sostenido. Eso lograría, además, reestablecer una conexión y una confianza de la ciudadanía en el estado.
Con esa base, el estado tiene que reorganizar los puntos críticos de los mercados y el transporte, algo que implica que todos aceptemos una reorganización de los horarios de trabajo y compras, y asegurar que todas las empresas medianas y grandes tengan protocolos sanitarios adecuados y fiscalizar con sanciones draconianas.
Si queremos cuidar la salud y la vida, recién logrado eso debiéramos lanzarnos a reactivar sectores productivos y promover nuevas ramas, sobre todo en servicios a distancia y otros rubros donde el riesgo a la salud pública sea bajo. En ese sentido habría que reorientar los esfuerzos de diversificación productiva, una política que para generar empleos ahora adquiere mayor importancia pero apuntando en nuevas direcciones. Por ejemplo, las industrias culturales tienen que pensar en servicios y espectáculos en línea, la artesanía tiene que vender por delivery y la educación debe reestructurarse con clases a distancia lo que también le amplía sus posibilidades y horizontes enormemente. En un enfoque de este tipo, una nueva mirada a las economías regionales, que ponga énfasis en las zonas de altura donde siempre ha habido mayor pobreza y que ahora son las menos afectadas por este coronavirus, resulta indispensable.
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