¿DE DONDE SACAR REFUERZOS PARA LA SALUD PÚBLICA?

Nada ha quedado más claro en los últimos meses que la necesidad de fortalecer nuestra salud pública. Más de 40 mil muertos lo gritan. En la emergencia, se acondicionan hospitales que se postergaron años, se contratan decenas de miles de profesionales y se busca desesperadamente ventiladores de una industria raquítica. Eso está bien, pero es tiempo de mirar un poco más allá, al mediano plazo.

 UN FONDO CON SU PAN BAJO EL BRAZO

La gran debilidad de nuestro sistema público de salud tiene una causa principal: los escasos recursos económicos destinados al mismo. ¿Por qué tenemos tan pocos médicos, enfermeras, camas hospitalarias y UCIs? Porque el estado destina apenas 3,2 por ciento del PBI a la salud, menos que la tercera que en Cuba, la mitad que en Costa Rica y Uruguay, muy por debajo de Chile, Argentina, El Salvador, Nicaragua, Bolivia, Panamá, Ecuador, Paraguay, Colombia y Brasil en la región. Es obvio: sin presupuesto no se pueden contratar médicos, construir hospitales, equipar UCIs, abastecer de medicinas.  ¿O alguien todavía cree que hay lonche gratis? Desde luego que hay muchos otros problemas, como ineficiencias, corrupción y un sistema desarticulado. Pero el presupuesto es primordial.

Una razón de fondo del bajo presupuesto público en salud es la baja recaudación del estado, apenas 14% del PBI antes de la epidemia, producto de exoneraciones tributarias, elusión y otras ventajas a los grandes monopolios, otorgadas como parte de las políticas neoliberales. Así, estas no son ajenas a la debilidad de la salud pública y el estado en general, por el contrario, son una de sus causas profundas.

¿Qué hacer? Pensemos en las medidas que debieran tomarse para iniciar una recuperación sostenida, que no sea flor de un día, de los recursos destinados a la salud. La propuesta de una modificación constitucional diciendo que el gasto en salud debe ser 6 por ciento del PBI no es mala pero no pasa de algo declarativo; después de todo, ya el Perú aprobó eso mismo en un acuerdo regional de la Organización Panamericana de la Salud hace más de una década y no hay mayores avances.

Propongo lo siguiente: Crear un fondo intangible para el fortalecimiento de la salud pública, destinando al mismo un impuesto a las grandes fortunas, un recargo especial a los cigarrillos, alcoholes, gaseosas y productos industrializados altos en grasas y una sobretasa temporal a las importaciones.

¿De dónde obtenemos el dinero en estos tiempos difíciles? El primer billonario del Perú, Carlos Rodríguez Pastor, tiene una fortuna de unos 4 mil millones de dólares, más de 13 mil millones de soles. Un impuesto de apenas 2 por ciento a quienes tienen fortunas superiores a cien millones (100´000,000) de dólares, permitiría obtener más de 800 millones de soles al año, siguiendo las cifras de riqueza del Boston Consulting Group. Esa tasa sería apenas un tercio de su rentabilidad básica y no los haría pobres; la semana pasada más de 300 ultra-ricos del mundo pidieron que les suban los impuestos.

Otra fuente debiera ser impuestos a cigarrillos, alcohol y productos industrializados altos en grasa, azucares y sodio (sal). Estos productos promueven diabetes, hipertensión y obesidad que nos ponen en alto riesgo ante el Covid-19 y muchas otras causas de muerte. Así, estos impuestos pueden cumplir una doble función; además de generar recursos para la salud, ayudar a reducir el consumo de esos productos nocivos para la salud. Hay amplia experiencia internacional de que esto funciona. En el Perú esos impuestos son bajos y no a todos los productos: se debe elevar las tasas, ampliar su aplicación y destinar esa recaudación a la salud pública, que es quien luego debe cargar con los problemas que causan.

Una tercera fuente de ese fondo puede ser una sobretasa de 2 por ciento sobre las importaciones, pudiendo exceptuarse medicinas y maquinaria. Una medida de este tipo le daría un poco más de espacio competitivo a la industria y agricultura nacional en relación a lo importado, y de esa manera facilitaría su reactivación y crecimiento. La recaudación puede ser sustancial, unos 2 mil millones de soles anuales.

Aún con estas medidas no sobrepasaríamos, en cuanto a gasto en salud como proporción del PBI, a ninguno de los 13 países de la región mencionados antes, pero nos daría una buena base para empezar el fortalecimiento de la salud pública.

SALUD, PRODUCCION Y CONSUMO

Hay otros dos grandes asuntos muy relevantes para la salud pública que han sido minimizados las últimas décadas: la regulación de la producción, el transporte y el consumo, y la información y educación en salud. Sucede que, como se ha hecho evidente en esta epidemia, aún más importante que tener atención para recuperar la salud, es evitar enfermarnos.

Un problema central que tenemos hoy es que la reactivación económica se ha producido sin protocolos que aseguren que no rebrote la epidemia, lo que nos está trayendo un nuevo aumento de casos y muertes a nivel nacional.  El gobierno ha cedido ante la Confiep y lamentablemente para muchos grandes empresarios sus ganancias están por encima de la vida y salud de sus trabajadores y de la población. Pero lo que vivimos hoy es sólo la repetición de una política de décadas; recordemos que apenas pocos meses atrás unos jóvenes trabajadores de KFC morían electrocutados.  Miles de ejemplos más pueden ponerse: la afectación de pobladores por metales pesados generados por las mineras y petroleras, los accidentes en la construcción, la trafa de las “fórmulas” contra la leche materna, los monopolios en las farmacias, las clínicas y seguros abusivos contra los consumidores. Se ha permitido que las empresas produzcan y vendan sin los cuidados básicos sobre nuestra salud y nuestra vida y no podemos seguir así. La salud pública tiene que ser un asunto primordial en la regulación de la vida económica, el transporte y el consumo de los peruanos.

Peor aún es que en las grandes ciudades no se ha reordenado el transporte y los horarios de trabajo para evitar aglomeraciones en paraderos y buses, donde hay algo riesgo de contagio. Pero que el transporte urbano enferme y mate no es algo nuevo: la contaminación ambiental en Lima provoca más de 5 mil muertos al año y la primera causa de muertes de adultos en Lima son los accidentes de tránsito. Este es el resultado de un transporte caótico originado en el “libre mercado” impuesto por Fujimori y reforzado por Castañeda.

EDUCACIÓN Y COMUNICACIONES

Finalmente, tanto la educación como las comunicaciones han respondido muy poco a las necesidades de nuestra salud. En esta epidemia ha habido una respuesta importante pero con deficiencias notorias que se sienten ahora. Por un lado, se ha logrado el uso generalizado de mascarillas, pero veo pocos mensajes y entendimiento de cómo usarlas bien y cuáles son más efectivas. Algo es mejor que nada, pero como la mascarilla se ha convertido, usando una alegoría futbolística, no solo en el arquero sino también en toda la línea de defensa, necesitamos algo potente como una mascarilla N95 bien colocada, tapando bien la nariz y ajustándola, mensaje que no se difunde con la insistencia que se necesita. Lo peor, por cierto, es que diarios como Peru21 saquen columnas de opinión promoviendo el uso del dióxido de cloro que, además de no servir un ápice frente al coronavirus, es riesgoso para la salud ¡que vergüenza!

La desinformación es otro déficit de nuestra salud pública que viene de tiempo atrás. Por ejemplo, todavía tenemos muchos embarazos adolescentes porque no hay una buena educación en temas de salud sexual.  Necesitamos que la salud pública sea importante en el currículo escolar y tenga una fuerte presencia en los medios masivos de comunicación, frenando mensajes falsos y riesgosos (cuyo propósito siempre es el lucro) y promoviendo comportamientos saludables.

IDEOLOGÍA

Si pues, estos cambios implican un mayor peso del estado. La salud pública es un asunto de estado. Hoy que algunos aplauden el gabinete Cateriano por ser “pro-empresa”, hay que recordar que hoy faltan médicos y camas hospitalarias porque los billonarios no pagan impuestos por sus fortunas y sus empresas tienen ventajas tributarias, que la “libre empresa” es lo que nos ha dado este caótico sistema de transporte y que las enormes y riquísimas mineras tienen ya un millar enfermos por Covid-19 y varios focos de contagio. No podemos seguir así. Tener fuertes políticas de salud pública hoy es un asunto de sobrevivencia ciudadana y social, ni más ni menos.