La economía popular está por los suelos. ¿Cómo ayudarla desde el estado? Una forma es dándole un fuerte impulso a la inversión pública, acelerando las obras en construcción e iniciando nuevos proyectos que necesitamos para mejorar salud, educación, agua, transporte y riego, generando así miles de empleos. Generar puestos de trabajo es muy importante ahora que debido a la cuarentena muchísima gente ha perdido sus empleos en restaurantes y comercios, y que muchos autoempleados e informales se enfrentan a condiciones más difíciles.
SI SE PUEDE
El 2019 la inversión pública fue de 3,7% del PBI y la proyección del BCR para este año es de 3,8% del PBI. Bajísimo. Hemos tenido mayores niveles de inversión pública; el 2011, por ejemplo, fue de 5,7% del PBI y en países del Asia suelen invertir 6% del PBI. Pensar que podemos aumentar la inversión pública en 2 puntos porcentuales del PBI, unos 15 mil millones de soles, es perfectamente factible. El financiamiento no es un problema; por un lado, el fisco tiene 72 mil millones de soles guardados en los bancos peruanos; pero recordemos además que se trata de proyectos que van a generar crecimiento e ingresos fiscales a futuro, de tal manera que el costo de construirlos se cubre con lo que generen en años venideros.
La construcción se realiza en espacios bastante abiertos y ventilados, con poca cercanía física entre los trabajadores o pudiendo fácilmente realizar muchas tares a varios metros de distancia. Eso hace que, asegurando algunos protocolos sanitarios sencillos, se pueda trabajar sin mayor riesgo; por ejemplo los países europeos que vienen aplicando cuarentenas debido a una muy fuerte segunda ola del Covid, han seguido permitiendo la construcción.
Las ventajas de una política de este tipo son varias. Ya sabemos que necesitamos mejorar hospitales y centros de salud con urgencia, ampliando espacios con rapidez. En educación es urgente que todos los colegios tengan agua y desagüe para que se pueda hacer un regreso a las aulas en condiciones de seguridad sanitaria. La carencia de agua potable es uno de nuestros grandes déficits que ha hecho que lavarse las manos no sea tan fácil para millones de peruanos.
En infraestructura económica, el Perú tiene un enorme déficit de carreteras y conexiones viales. Muchas necesitan urgente mantenimiento o rehabilitación, como la carretera central. Esta misma vía, esencial en la comunicación de Lima con todo el centro del Perú, requiere ya un nuevo trazo adicional. En Lima, hay que hacer el anillo vial periférico y muchísimo parchado y asfaltado de pistas; casi todas nuestras ciudades tienen grandes déficits de obras viales. Para las provincias y distritos, el poder pasar de caminos de tierra mal mantenidos a carreteras asfaltadas ahorra muchísimo tiempo y reduce los costos del transporte, lo que permite que su producción agropecuaria salga pagando fletes más baratos y con menores mermas. En nuestro país el costo logístico es entre 20 y 40 por ciento del valor de producción, mientras en los países desarrollados es 8 por ciento; buena parte de ello se debe a las pésimas carreteras y caminos que tenemos.
Grandes irrigaciones de costos millonarios han permitido el despegue de la agroexportación, recibiendo estas grandes empresas por esta vía un enorme subsidio estatal. La inversión en obras de irrigación de menor tamaño, muy rentables económica y socialmente, sobre todo en la sierra, es muy necesaria pero aún no se ha hecho en la cantidad necesaria. Si en los distritos del interior del país invertimos en mejores carreteras y obras de riego, el medio millón de peruanos que en la pandemia se ha refugiado en sus comunidades para subsistir y toda la población rural empobrecida, podría tener mucho mejores opciones. Esto sería esencial dentro de una Segunda Reforma Agraria, que incluye otros elementos como crédito, asistencia técnica y asociatividad.
Recordemos que en infraestructura estamos en el puesto 85 de 137 países en el Indicador de Calidad de Infraestructura del Índice de Competitividad Global 2017-2018. Si queremos diversificar nuestra economía, pasar a aprovechar nuestra biodiversidad y nuestro patrimonio histórico y cultural a mediano plazo, la infraestructura vial es indispensable. La brecha de infraestructura “de acceso básico de corto plazo” estimada hace un par de años era de 117 mil millones de soles: casi 36 mil millones en transporte, 29 mil millones en saneamiento y 25 mil millones en salud. Pero si queremos aproximarnos a los países de la OCDE, en los próximos veinte años debiéramos invertir, en infraestructura de acceso básico, 363 mil millones de soles. Las necesidades son enormes; enfrentar esta tarea ahora tiene beneficios tanto de largo como de corto plazo.
Insistamos en el corto plazo: la inversión pública requiere mayor producción de cemento, ladrillos y materiales de construcción, y paga salarios que luego serán gastados, permitiendo que las empresas y en particular las pymes vendan más, mejoren sus ingresos y empleo. Las estimaciones económicas indican que aumentar la inversión pública en 2 por ciento del PBI, genera además otro 2 por ciento como efecto indirecto, es decir que le da un impulso de 4 por ciento al crecimiento económico.
¿La gestión pública no lo hace imposible? Con una mirada de emergencia, hay varias estrategias a desarrollar. La primera es acelerar todas las obras en curso, que ya están contratadas. Si Provías Nacional, que es el organismo ejecutor de las carreteras, va muy lento, se deben crear organismos similares por macrorregiones. A nivel de carreteras regionales, ya están hechos los perfiles de inversión para pavimentar 2,600 kms, que pueden iniciarse en corto plazo. En los caminos rurales, que son de gran impacto en promover la competitividad agropecuaria y mejorar las condiciones de vida la población rural, de los 130 mil kilómetros de trocha se puede pavimentar 25 mil que ya tienen un buen afirmado y cuentan con mantenimiento regular, y otros 40 mil deben pasar de su mal estado actual a un afirmado estructurado con mantenimiento permanente asegurado mediante contratos por nivel de servicio, en los que se paga solo si el estado de la vía tiene los estándares de calidad establecidos. Una estrategia como ésta, con énfasis en las obras descentralizadas, genera empleo hasta en los distritos más alejados.
Para lograr un crecimiento acelerado de la inversión pública es menester que operen no sólo los ministerios, sino también organismos especializados en proyectos y con gobiernos regionales y locales, e incluso, a nivel de colegios y centros de salud, con mecanismos de cogestión junto a padres de familia y organizaciones sociales. ¿Se puede? Recuerdo que cuando estuve de Director Ejecutivo de Foncodes, en las zonas rurales del sur reconstruimos todos los colegios y centros de salud afectados por el terremoto de junio 2001 antes de que inicie el siguiente año escolar. Todos. Se puede hacer con transparencia y honradez, promoviendo sino capacitación, control social y eficacia sustentable en el uso de lo invertido. Se debe desechar y sancionar el “roba pero hace obras”, el “diezmo y como es la nuez”, lo mismo que las “obras para inaugurar” sin acompañamiento público y comunitario una vez concluidas.
BONO Y CRÉDITO
Aumentar la inversión pública daría un empuje un potente a la reactivación económica, pero debe ser complementado por otros motores: el bono, las ayudas alimentarias y sociales y el crédito. El bono debió pagarse esta semana, toda demora es negativa porque está en juego la subsistencia de las familias y, con ella, la posibilidad de que se cuiden quedándose en casa quienes deben hacerlo. Debe además ser nacional, porque el desempleo y la necesidad son muy grandes en todo el país, y debe darse ayuda adicional para niños, adultos mayores y personas con discapacidad. Junto con eso, los alimentos para comedores populares y ollas comunes y demás formas de ayudas solidarias, tienen un sentido social y también levantan la demanda para el agro.
La otra gran medida tiene que ser el crédito. Las empresas, especialmente las pymes y el agro, necesitan un apoyo financiero de bajo costo. Los hogares endeudados tienen que poder reprogramar con tasas reducidas y periodos de gracia; los pagos de servicios básicos como el agua, la luz y el internet no pueden cortarse en este tiempo de emergencia. El esquema de garantías del tesoro respaldando fondos del BCR ha mostrado su potencia en la primera ola. Lograr un crecimiento sostenible, sin embargo, requiere como condición controlar la pandemia. Esto depende críticamente de lograr una vacunación generalizada, lo que se constituye ahora en la primera prioridad nacional, empezando por conseguir vacunas en la cantidad suficiente lo antes posible.
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