Mucha rabia y mucho pesar me ha generado saber que Vizcarra y Mazzetti se han vacunado “por lo bajo”. Crimen con agravantes: lo hicieron a escondidas, lo ocultaron hasta el final y metieron a “su gente”. La ex-ministra de salud, después de ser vacunada, declaró que ella sería la última porque otros debían ir primero: un cinismo escalofriante. Mazzetti reconoce su culpa y se nuestra avergonzada; en cambio Vizcarra se vacuna él, su esposa y su hermano, y sigue tratando de justificarlo. No cabe duda que se ha revelado la misérrima catadura moral de este maestro del engaño.

La utilización del poder político para beneficio personal se llama CORRUPCIÓN, en mayúsculas. Algunos han pretendido que se justifica por estar mayor riesgo o por su mayor importancia en el manejo del país: si así hubiera sido, lo hubieran hecho de manera transparente.  Por cierto, no es un asunto de “privados”. Los ensayos clínicos, aunque los haga una universidad privada, se hacen con conocimiento y permiso del estado peruano. Hay que añadir, además, que esas vacunas sólo tenían permiso de aplicarse en el Perú como parte del ensayo clínico; cuando Vizcarra, Mazzetti y demás implicados se la aplicaron era ilegal que esa vacuna se aplicara en el Perú porque no tenía el registro sanitario requerido. Quienes fueran presidente y ministra, al recibir la vacuna estaban violentando la ley.

La comunidad científica y de la salud pública, de las que me siento parte, también han tenido miembros que han tenido pésimas acciones en este caso. Destaca el Dr. Germán Málaga, responsable directo de este desastre, repartidos ilegalmente vacunas como mercachifle de quinta, incluyendo a su hija; cuestionado, no fue capaz de reconocer que había actuado mal. La misma falta de ética mostró la ex-ministra de salud Patricia García y el vicedecano del Colegio Médico Ciro Maguiña, recomendador de ivermectina estando vacunado. Comportamientos muy penosos con los que no se puede conciliar, sino marcarlos a fuego. Para poner las cosas en claro: la investigación implica, también, poder, y ese poder debe manejarse con claros principios éticos y de respeto a la ley. Muchas veces nuestro poder como investigadores es casi insignificante, pero en oportunidades como ésta se expande hasta poder hacer diferencia entre la vida y la muerte; en todos los casos, los investigadores debemos ser conscientes de que tenemos ese poder y que debemos usarlo bien.

Alejandro Aguinaga, ex-ministro de Fujimori, ex- congresista fujimorista en la década del 2006 al 2016 y actual candidato con el número 1 por Keiko, se hizo vacunar él y también su esposa. Descubierto, sale con la misma mentira de Vizcarra: que era parte del ensayo clínico, lo que es mentira. Cecilia Blume, íntima de PPK y la Confiep, lobbista conocida, tuvo el descaro de, luego de ser vacunada, decir públicamente que la primera línea debe ir primero. De ellos, no me extraña ni me apena.  

De Luis Suárez Ognio, el viceministro de salud que metió a toda su mancha a vacunarse, hay que recordar que antes de tener ese cargo ya era parte del “comando vacuna” organizado por la Confiep junto a empresaurios acusados de corrupción con Raúl Delgado Sayán de la mafia del “club de la construcción”. Se trata de un personaje vinculado y que ha hecho lobbies en favor de grandes trasnacionales farmacéuticas, y que en realidad fue puesto en el cargo como parte del acomodo de Mazzetti con esos grandes intereses.

VACUNA PRIVADA

Salido a luz el escándalo, el flamante ministro de salud Oscar Ugarte ha salido a decir que los privados podrían comprar y distribuir la vacuna. Con ello, se abriría la posibilidad de que se empiece a especular con las vacunas y a venderlas a muy alto precio a quienes tienen mucho dinero. Partamos de que, en el momento actual, en el mercado internacional hay mucha escasez de vacunas y que, a ese nivel, lo que hay son ventas a gobiernos y no a privados. Es por ello muy poco probable que, en el corto plazo al menos, una compra privada de vacunas sea posible, aunque como ha dicho Ugarte, la ley actual lo permite.

Pero que quede claro: como hoy a nivel mundial faltan vacunas, el que alguien, gracias a su dinero o a su poder político, consiga ser vacunado primero, significa necesariamente que recibirá la vacuna después. Es decir, se está robando la cola, ni más ni menos. Decir que como ha habido todos estos funcionarios corruptos aprovechándose de la vacuna, mejor es que lo haga el sector privado, equivale a pedir que legalicemos la discriminación para que así no haya delito.

Algunos dicen que el sector privado sería más eficiente que el estado en vacunar. Una barbaridad decir eso luego del rotundo fracaso del “comando covid” de la Confiep y la trafa de su viceministro Suárez Ognio. Además, el estado peruano ha aplicado programas masivos de vacunación durante décadas, y lo ha hecho tan bien que en eso somos de los mejores en la región. La primera etapa de vacunación está avanzando bastante bien, aunque es cierto que es la más fácil porque es para personal de salud. En una segunda fase la gran prioridad deben ser los adultos mayores y esta etapa puede ser más complicada, pero insisto, ya nuestro sector salud ha hecho vacunaciones masivas antes y tenemos miles de enfermeras bien entrenadas al respecto. Seguro habrá problemas y dificultades en los siguientes meses de vacunación, pero más allá de eso la pregunta clave es: ¿que algún privado venda vacunas, hará que haya más vacunados o sólo cambia el orden de la cola? Hoy, sólo haría que quienes tienen plata se roben la cola, como lo han hecho Vizcarra, su esposa y su hermano, y eso no está bien.

Una cosa muy distinta es si en algún momento, ya con millones de vacunas en manos del estado y un listado de beneficiarios priorizado, el sector privado podría ayudar en la vacunación. La primera ayuda necesaria será la logística: el traslado refrigerado de las vacunas. En Bolivia, incluso un camión para pollos trasladó algunas vacunas.  Luego viene la aplicación de las vacunas, pero ¿no resultará suficiente para ello la red de 7,500 puestos, centros y hospitales públicos? ¿Aún en ese caso, no se podría contratar a enfermeras y técnicos para poner vacunas en colegios o carpas en plazas públicas? Pienso que estas son mejores opciones, pero si en algunas localidades ni fuera posible, asociarse con el sector privado no debe descartarse. La cuestión esencial es que la vacunación se realice lo más rápidamente posible de acuerdo a la prioridad epidemiológica, es decir, que responda al objetivo de salvar la mayor cantidad de vidas posibles y no al de “los ricos y poderosos primero”.

EL TEMA CRÍTICO

Pensado en el momento actual de nuestro país, el tema crítico ahora es que lleguen las vacunas lo antes posible. Un millón está muy bien pero necesitamos 50 veces más. El gobierno ha informado que ya están firmados los contratos para 48 millones de dosis, pero el tema crucial es la fecha de entrega, y eso no está tan claro y debe acelerarse lo más posible. Este mismo problema sucede a nivel mundial; en la rica y poderosa Europa se hizo un gran conflicto con Astrazeneca porque les estaba demorando la entrega, lograron llegar a un acuerdo y ahora incluso se anuncia que la empresa alemana IDT ayudaría en la producción. Una realidad mundial de esas que nos asquean, es que la producción de vacunas no avanza más rápido porque quienes han logrado desarrollar vacunas no quieren compartir sus secretos por hacer negocios, y se desperdicia una enorme capacidad de producción de vacunas.

Así, aunque haya – según dicen – contratos firmados, la lucha por la vacuna seguirá, y hay que estar activos, buscando alternativas y tocando puertas. Cada semana, cada día, cuenta. Además, en breve el gobierno deberá responder a la llegada de un lote de vacunas de Pfizer, distintas a las de Sinopharm que tenemos ahora y que requieren refrigerarse a -80 grados, mucho más frío que las chinas. Eso demandará ver quienes se vacunan con cuál, posiblemente la de Pfizer se aplique en Lima y grandes ciudades donde la logística es más fácil.

El camino de la vacunación, por eso, no será tan sencillo. La corrupción de Vizcarra, Mazzetti, Aguinaga y demás funcionarios, investigadores y lobbistas, golpea la confianza de la gente en el estado y nos dificultará avanzar en esta tarea crucial para el país. Su traición llega además en un momento especialmente crítico; la epidemia está desatada, la mortalidad en Lima y todo el país sigue en alza, sigue faltando oxígeno, camas UCI, atención primaria y campañas comunicaciones sobre el buen uso de las mascarillas, el distanciamiento físico, y la ventilación. Estos meses serán, posiblemente, los más difíciles de nuestra historia nacional en décadas. Por eso, esta traición es particularmente grave. No lo olvidaremos. Saldremos adelante.