En este análisis intentaré una visión amplia de los cambios recientes en el mundo sobre las economías latinoamericanas, usando un poco ejemplo al Perú, en torno a cuatro temas. El primer gran tema es cómo nos ha ido las últimas décadas y los retos del desarrollo de América Latina. El segundo tema a relacionar con eso es el cambio en la situación económica internacional con el desplazamiento de Estados Unidos por China como la principal potencia manufacturera mundial y como eso ha impactado en Latinoamérica, y la guerra comercial iniciada entre esas dos potencias y lo que significa para el futuro. Luego analizaré como esos dos elementos se vinculan con lo que me parece que son los dos grandes cambios históricos que se vienen en los próximos años: la transición energética y la inteligencia artificial (dejo de lado en esta oportunidad un tercer cambio histórico que me parece fundamental a nivel global con la caída de la fecundidad y el empoderamiento de la mujer).
Empecemos por el balance de nuestra situación económica. Como lo ha planteado José Antonio Ocampo y la CEPAL y lo han reiterado varios estudios, en la región hemos tenido un crecimiento bajo los últimos 10, 20 años. La globalización neoliberal nos llevó a una desindustrialización y a un regreso a un modelo primario exportador y eso nos ha generado un problema. Hemos perdido industria y retrocedido a concentrarnos en recursos naturales sin procesar, muy al estilo del modelo centro-periferia de Prebisch.
Al mismo tiempo, distanciándose de las políticas neoliberales y aprovechando la apertura comercial global, China logró un crecimiento acelerado, particularmente en el sector manufacturero. Debido a ello, este cambio entre China y Estados Unidos ha llevado a que, en esta idea de un modelo centro-periferia, industrializado ves primario-exportador, China es el país que cumple más el rol del país industrializado del centro. China es con quien más comercia América Latina y a donde van más nuestras exportaciones de materias primas y de quien más recibimos manufacturas. Todos nuestros países están llenos de tiendas con productos chinos (y algunos otros asiáticos) y dominan la manufactura de bienes de consumo y que ha avanzado hacia bienes más complejos como camiones, carros eléctricos, maquinaria, etc. Por otro lado, diversos estudios sobre las inversiones chinas en América Latina han mostrado que, sobre todo entre el 2010 y el 2020, estas se orientaron a la extracción de recursos naturales. Nuevamente uso el ejemplo del Perú, la mayor mina de cobre del Perú es de propiedad de una empresa estatal china y China la obtuvo comprándola como condición para permitir la fusión de dos grandes trasnacionales mineras (Glencore compró Xstrata). En el caso del Perú el 90% de los concentrados de cobre, el principal producto de exportación del Perú, van a China y se exportan sin ningún procesamiento. Hemos reforzado nuestro perfil de ser un país primario exportador y nuestro primer mercado es China. Por otro lado ¿De dónde vienen las manufacturas de textiles y otros que han arruinado la industria textil en Perú? De China, con quien tenemos como país una apertura comercial total (el Perú tiene un Tratado de Libre Comercio con China, algo que no es usual en la región).
Ahora hay este gran cambio en la política comercial, desatado por Trump. Al poner aranceles a los productos trata de defender su industria, que es poco probable tenga mucho éxito con la alta incertidumbre existente y la ausencia de otras medidas en favor de ese desarrollo, pero además va a encarecer su producción hacia afuera. Entonces, la situación de competencia en el mundo indica que las manufacturas chinas van a ganar más espacio frente a las de Estados Unidos en la mayor parte del mundo. Hasta donde se ve la situación y las políticas actuales, hay una predominancia de las manufacturas chinas en el mundo que se va a profundizar y, por lo tanto, ellos son los que generan la mayor competencia con nuestra debilitada industria. En este análisis hay que poner una nota de precaución recordando que Trump tiene poco tiempo en el gobierno y por eso su política puede tener cambios importantes, y actualmente es muy cambiante. Sin embargo, en medio de esta volátil situación, veo indicios claros de una de las políticas de Trump es regresar a la doctrina Monroe, a la idea de que Latinoamérica es su patio trasero y el continente entero de América es el espacio privilegiado de influencia de los Estados Unidos. En ese sentido van sus declaraciones y políticas hacia Panamá, Canadá y México, e incluso Groenlandia. En el caso del Perú, su asesor clave para América Latina, Mauricio Claver-Carone, ha observado el nuevo puerto de Chancay en Perú criticando la propiedad china del mismo y sugiriendo que podrían imponerse aranceles especiales al mismo. Esta situación indica que debemos estar muy alertas a como pueda comportarse Trump hacia la región en este periodo, política, económica y militarmente, y a como China vaya a responder a eso en un escenario de disputa global.
En este escenario hay que ubicar las grandes transformaciones tecnológicas y productivas en curso y que marcarán las próximas décadas. Un elemento que me parece importante es un gran cambio que viene para el mundo y la región en los próximos años, que es la transición energética. Ese cambio ya está en curso y avance incontenible, dada la gran necesidad planteada por el cambio climático, aunque sin duda con muchas complejidades políticas, Trump ya está sacando a Estados Unidos por segunda vez del Acuerdo de Paris, pero aún así hay una cierta conciencia internacional. Además, y de la mayor importancia, es el hecho de que China ha avanzado muchísimo en la producción de energías alternativas, en energías solares, etcétera, con una competitividad muy grande, reduciendo los precios de las inversiones necesarias a gran velocidad. Debido a ello, la curva mundial de transformación hacia energías sostenibles, como energías solares y otras, está muy sólidamente establecida y constituye una tendencia clara hacia futuro.
Esta tendencia general plantea varios temas en América Latina. Ha generado mayor demanda para algunas materias primas, para el Perú muy relevante de cobre, pero también para otros recursos naturales minerales que tiene América Latina. Esa es una de las razones fundamentales por las cuales China ha venido entrando fuertemente en América Latina en la extracción de recursos naturales, directamente como inversionista y también como importador, sin mayores objeciones por parte de los Estados Unidos, situación frente a la cual no está claro cuál sería la política de Trump en el futuro próximo. De una manera muy coyuntural, podemos ver esto como una oportunidad para América Latina, ya que hay nuevamente altos precios de las materias primas, muy nítidamente para los países productores de minerales, como Perú, Chile y México. Un problema crítico al respecto es quién se lleva la renta minera; en países como el Perú el peso de las transnacionales es muy grande y se apropian de buena parte de la renta minera; y aun resuelto ese problema está el tema de la utilización que pueda hacer el Estado de eso. Junto a los minerales, América Latina también tiene capacidad de producir energías alternativas: solar, eólica, geotérmica, hidroeléctica sostenible.
Pensando más estratégicamente es necesario analizar cuánto de esta transición energética puede impactar en un nivel de industrialización en América Latina. El asunto aquí es la industria necesaria para producir esta transición energética, como las baterías y los carros eléctricos. Aquí hay algunos elementos de industrialización en América Latina, como el acuerdo de Chile con China para la industrialización de litio en baterías de litio y las plantas de empresas chinas de vehículos eléctricos en México y Brasil, y en estos elementos de industrialización China lleva la delantera. Tiene la delantera porque claramente en el tema de la transición energética en la parte productiva industrial, China ha sacado una diferencia de varios cuerpos por delante de lo que tiene Estados Unidos y Europa, que han tenido que poner aranceles a los vehículos eléctricos chinos bastante altos y de los paneles solares para defender un poco su industria. Las preguntas claves son si América Latina puede competir con la industria china en estos productos, o puede ser complementaria en algunos insumos y bienes intermedios, y bajo que condiciones; la otra pregunta es si estos nuevos productos industriales tienen en alcance como para impulsar una recuperación o rebrote de la industria latinoamericana o si, a lo más, sólo pueden llegar a ser unas fábricas aisladas.
¿Con quién y cómo y en qué condiciones? Estos son elementos a discutir, pero creo que aquí hay un elemento interesante a señalar en el sentido que la discusión, ¿con quién se va a relacionar América Latina? ¿Con quién ya se relaciona y se va a seguir relacionando América Latina en relación a transición energética? Hoy es con China y no parece que pueda ser con Estados Unidos. Donald Trump ha regresado a promover la explotación de petróleo y de esa manera, y con la salida del Acuerdo de París, prácticamente ha tirado la toalla en este tema, al parecer por razones ideológicas bastante equivocadas. Estados Unidos, así, mientras su base productiva ha perdido ya la carrera de innovación y productividad en vehículos eléctricos y paneles solares, ha dejado de verse como un competidor en este tema, y su actual política de ruptura de pactos e incertidumbre arancelaria no va a revertir esa situación.
Claramente es China quien tiene interés y quien está desarrollando esta alternativa, y por eso es con China con quien desde Latinoamérica tenemos que negociar las mejores condiciones en este tema. Esto es clave a futuro porque lo que vemos ahora en el mundo es una competencia comercial entre China y Estados Unidos en el que el espacio de América está en disputa. Hay una disputa geopolítica y económica mundial que se está transmitiendo a América Latina y en este tema esencial creo que es bueno tener en claro que esto lo debemos a negociar con China que tiene una ventaja competitiva y un interés. Resalto además un término: negociar. Hasta hace unos años, la ideología y política dominante era la de un mundo económico hiperglobalizado basado en reglas globales que afirmaban el “libre comercio”, pero ahora claramente eso se acabó. La nueva situación es una donde predomina no las reglas sino la negociación caso por caso, principalmente bilateral.
El último tema que quiero tratar es la transformación de la economía mundial en torno al avance y despliegue de las tecnologías de información y comunicaciones y la inteligencia artificial, y en especial su impacto en los servicios. La discusión que he desarrollado en líneas anteriores, y que en general ha predominado en las discusiones sobre el desarrollo en América Latina, ha resaltado la desindustrialización de la región en los últimos 20 años y la necesidad de revertir esta tendencia resaltada reiteradamente por la Cepal, insistiendo en el análisis que he presentado en que eso se relaciona al predominio que ha adquirido China en la producción manufacturera en el mundo.
Pero hay que considerar también un rasgo muy importante de la evolución de la economía mundial en las últimas décadas: lo que va agarrando mucho más peso en la economía mundial y en todos los países más que la manufactura son los servicios. Hay una tendencia de largo plazo en la economía mundial al crecimiento más acelerado y con más importancia en el empleo de los servicios. La manufactura hoy avanza tecnológicamente con la robótica y por eso genera cada vez menos empleo en el mundo. Al mismo tiempo hay un cambio estructural en la economía mundial que gira hacia los servicios, cambio que está sustentado por el avance de las tecnologías de información y comunicaciones y ahora en una nueva ola de cambios con la inteligencia artificial. En este desarrollo tecnológico mundial, el liderazgo global está en disputa entre Estados unidos y China.
En América Latina ningún país está disputando la punta tecnológica, dejemos de lado cualquier pretensión al respecto, somos de los que, con diversas ventajas, debilidades y problemas asociados asumimos algunas de esas tecnologías. Hay un impacto importante y hay posibilidades importantes en sectores como, se sabe, educación, salud, servicios del gobierno, finanzas y comercio, todo eso se está moviendo, por ejemplo, en nuestra región han avanzado y se han difundido mucho los medios de pago digitales. Hoy compramos en internet, pedimos un taxi en uno de los servicios digitales, vemos a dónde los alojamos en uno de los servicios internacionales que te dicen dónde alojarte, etcétera. Esto ha tenido una enorme fuerza y en nuestros países también facilita muchas necesidades y transacciones. Pero mucha de esta posibilidad tecnológica productiva en nuestros países no la hemos aprovechado. Por ejemplo, en la educación superior y la investigación; hoy casi toda conferencia académica se trasmite por internet, el acceso a artículos académicos es inmediato, se hacen clases y cursos virtuales con mucha facilidad, etcétera. Hay una economía de escala enorme; en vez de hacer la misma presentación veinte veces se graba una vez y se puede multiplicar al infinito. La inteligencia artificial le puede dar otra potencia, generando con facilidad productos diversos orientados a públicos distintos. En salud también hay enormes posibilidades de aplicación para un alcance mucho mayor de servicios de diagnóstico especializados.
Sin embargo, esto parece tener dos grandes problemas para América Latina. Uno es que este avance en la tecnología tiende a ser concentrado en las grandes empresas y aumentar su poder monopólico sobre el mercado interno. Pongo un ejemplo del Perú: el sistema de pagos digitales de más uso es del banco privado más grande del Perú y tiene, como estas tecnologías suelen tener, un enorme poder de red, como muchos están conectados a él quienes quieren empezar a tener un sistema de pagos digital usan ese mismo porque es el más difundido. Igual que los teléfonos, se va configurando un monopolio natural. Así, el oligopolio bancario que ya está altamente concentrado en Perú, mantiene un spread alto y obtiene ganancias excepcionales, ha reforzado su poder con esta tecnología. Ese mismo efecto se multiplica en una serie de otros aspectos. Mientras tanto, las pequeñas empresas y microempresas que compiten con dificultad, donde trabaja la mayor parte de la población en la informalidad, se van quedando más atrás sin un apoyo del Estado. Es decir, se agrava la desigualdad.
Segundo gran tema es que muchas de estas plataformas de servicios que usamos son internacionales. Por ejemplo yo uso Google Maps para optimizar mis traslados pero mis datos se los apropia la trasnacional Alphabet, que luego la va a aprovechar para con su inteligencia artificial y capacidad de computación, mandarme avisos, decirme a dónde tengo que ir a comer y comprar, etcétera. El dominio de estas grandes empresas mundiales sobre esta gran nueva tecnología es enorme. Hay que advertir que en América Latina claramente el dominio es de las grandes empresas de Estados Unidos, mientras China tiene su propio desarrollo con WeChat, Tencent, etc., pero que casi no han penetrado en nuestra región.
Las expectativas de esta nueva renta que obtendrían estos grandes monopolios mundiales han llevado a una valorización de la bolsa gigantesca. El valor que tienen estas empresas en la bolsa hoy es una cosa descomunal, por el tamaño del mercado que están explotando, y América Latina es parte subordinada de ese proceso mundial. Somos parte de un proceso global donde la información es apropiada y explotada por estas enormes corporaciones, y frente a esta situación en América Latina no tenemos una regulación ni una propuesta estratégica. Simplemente somos arrastrados a esta nueva gran lógica de las tecnologías de la información que explota nuestros datos privados.
Ese es el otro gran tema que tiene que ponerse en la agenda de la discusión latinoamericana y mundial para propuestas económicas alternativas, que también se relaciona con esta competencia estratégica entre China y Estados Unidos. Estados Unidos claramente domina en América Latina en este terreno, pero China también tiene un desarrollo potente en esto. Estados Unidos se ha dado cuenta que es la competencia y por eso cancelaron a Huawei, quieren sacar del camino a TikTok, prohíben las ventas de procesadores de alta capacidad a China. China ha respondido con esta nueva tecnología de DeepSeek en la lucha por la competencia en la inteligencia artificial, mostrando que a pesar de todo esto está dando la pelea. En la lucha por regular la Inteligencia Artificial y el uso de nuestros datos privados, hay que ser conscientes de las condiciones bajo las cuales los países de América Latina puedan aprovechar estas nuevas tecnologías de mejor manera. La competencia entre las dos grandes superpotencias en este terreno también está abierta y eso nos da algunos espacios que debiéramos aprovechar en este terreno, con la importancia que tiene posicionarnos bien frente a una corriente de cambios que marcará la economía del futuro.
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