El Partido Comunista Chino, el partido político más grande del mundo en el país más poblado y cuya economía es la de mayor tamaño de todas, terminó su XIX Congreso la semana pasada. Es en estos eventos donde se define el futuro de China, por lo que es seguramente el evento más importante del año para el futuro de la humanidad.
La definición más importante ha sido el asumir el “Pensamiento Xi Jinping” como principio en la Constitución del partido; a partir de ahora ningún miembro del partido puede decir nada en contrario. Habiendo recompuesto el Politburó y sin haber nadie como posible sucesor, está clarísimo quién manda. Muy probablemente, cambiando prácticas previas que limitaban los mandatos a dos periodos quinquenales, Xi Jinping se quede en la presidencia de China hasta el 2027 cuando menos. El principal cambio de orientación política de este Congreso es que China sale, abiertamente, a disputar el mundo.
LA ECONOMIA CHINA HOY
Desde que Xi Jinping accedió a la Secretaría General del P.C.Ch en el 2012 y pocos meses después a la Presidencia de la República Popular China, la economía china ha seguido creciendo a ritmos de entre 6 y 7 por ciento anual: bastante rápido. Mucho se habló por esos años de las dificultades del rebalanceo que necesitaba la economía china tras la crisis internacional del 2008/2009 y el fuerte impulso que le dieron a la inversión pública para compensar la caída de las exportaciones. La cuestión es que, afirmando las empresas estatales chinas y al mismo tiempo desarrollando una fuerte lucha contra la corrupción, la economía china no solo ha seguido creciendo sino que ha seguido avanzando tecnológicamente a velocidad de crucero.
El nuevo plan económico trazado por Xi Jinping en la inauguración de este XIX Congreso es seguir promoviendo un sector productivo fuertemente innovador. China es ahora el primer país en energía solar instalada y producen más de la mitad de las células fotovoltaicas del mundo, haciendo frente así al calentamiento global. El sistema chino de alquiler de bicicletas tiene una empresa con más de 100 millones de usuarios registrados, usa apps de celulares y está siendo copiado en Europa y Estados Unidos porque es más flexible y más barato. La empresa privada china Alibaba compite con Amazon a nivel global por el primer puesto en ventas electrónicas, siendo hoy su principal campo de batalla el gigantesco mercado de la india. El nuevo plan chino es seguir promoviendo las ramas económicas de mayor valor agregado y tecnología superior, priorizando sectores como robótica, ingeniería aeroespacial, vehículos eléctricos y equipo médico avanzado. La política económica china apoya tanto empresas privadas como empresas públicas con un fuerte rol regulador del estado: están lejos del neoliberalismo simplón que predomina por estas latitudes.
No se trata, por cierto, de una economía socialista y mucho menos comunista. La desigualdad es enorme. Con Xi Jinping las ganancias industriales han sido en promedio 10% del PBI, las más altas en toda su historia económica. China tiene 106 billonarios que suman más de 800 mil millones de dólares de riqueza acumulada. El coeficiente de Gini que mide la desigualdad (0,46) es en China casi tan alto como el de Perú; el 1% de la población china tiene un tercio de la riqueza total mientras el 25% más pobre tiene apenas el 1%. En la última década la desigualdad en China ha caído un poco, pero está claro que no hay un modelo socialista; en lo productivo se parece mucho más al modelo coreano y japonés.
LOS CHINOS SALEN AL MUNDO
China empezó a crecer desde bien atrás y por eso hoy, en términos de PBI per cápita, está todavía en el puesto 78 a nivel mundial, con unos US$ 13,500 anuales, apenas un poco por encima del Perú que tiene 11,000 de PBI per cápita, en dólares PPP (del mismo poder de compra). A pesar de ello han logrado reducir su pobreza a solo 4% según las cifras oficiales, siendo el plan de Xi Jinping eliminar la pobreza al 2020.
Debido a su gran población, que sobrepasa los 1,300 millones (casi 20% del total mundial), la economía china es el 15% del PBI mundial, habiendo recientemente pasado a Estados Unidos en términos de producción total. Pero al ritmo actual en quince años China habría pasado de ser 15% a ser 24% del PBI mundial mientras Estados Unidos habría caído al 13%; la economía china llegaría a ser casi el doble que la estadounidense.
Dado el nivel de ingresos al que ya han llegado y con el ritmo de crecimiento que tienen, en los próximos años la clase media y media-alta de China va a crecer enormemente. Un estudio de McKinsey & Company dice que el 2022 un 76 por ciento de la población urbana de China será clase media (con ingresos entre US$9,000 y US$34,000 al año), frente a apenas 4 por ciento que lo era el año 2 000. Es decir, 550 millones de chinos serán clase media, con lo que solo ese sector equivaldría al tercer país más poblado del mundo. Más de la mitad de estos 550 millones van a ser clase media-alta, con ingresos superiores a US$ 16,000 al año. En una década más, al 2030, otros 300 millones se añadirían a la clase media china. Se trata, además, de una nueva generación, más segura de sí misma, más consumidora, occidentalizada y con uso intensivo de Internet. Los turistas chinos en todo el mundo van a aumentar en más de 70 millones entre el 2006 y el 2020.
Esto puede tener un gran impacto sobre el Perú. El número de turistas chinos que se estima lleguen este año a nuestro país es de apenas 50 mil. Si solo 1 por ciento de la clase media china visitara el Perú, en 5 años eso serían más de 5 millones, casi el doble del número total de turistas de todo el mundo que recibimos ahora. Oportunidad económica nacional, pero también un enorme cambio cultural y social a nivel planetario que generará no pocas tensiones.
LOS OBJETIVOS CHINOS
Las metas planteadas por Xi Jinping son hacer de China al 2021 una sociedad “moderadamente próspera” con ingresos per cápita superiores a la valla de 12,000 dólares que usa el Banco Mundial para definir a una economía de altos ingresos. Pero la clave está en un plazo mayor: al 2049, año del centenario de la revolución con la que Mao Ze Dong estableció la República Popular China, se plantea que China sea un “líder global” (aunque junto a otros países). Ese sería el sueño chino según Xi.
Este es un gran cambio. Deng Ziao Ping, el gran líder chino posterior a Mao e iniciador de las reformas económicas, estableció un par de décadas atrás la política exterior china bajo el lema “mantener perfil bajo y nunca reclamar el liderazgo”. Tal política le fue muy útil a China, permitiéndole despegar una gigantesca plataforma exportadora de manufacturas, evitando represalias e integrándose a la OMC. Pero ya hace varios años China empezó a hacer un giro, en buena parte por la propia necesidad económica de asegurar su abastecimiento de materias primas, lo que se ha evidenciado en la fuerza que han tenido a nivel mundial las inversiones chinas en petróleo y minerales. Esta estrategia económica fue apoyada por la enorme capacidad financiera china, dando préstamos y apoyando a diversos países (entre ellos varios latinoamericanos) y creando bancos multilaterales en Asia para competir con el FMI. Luego de esa primera etapa de cambios, más recientemente China lanzó la iniciativa conocida como “One Belt, One Road” en inglés, o del Cinturón y Ruta de la Seda, para vincular a varios países de Asia y Europa con un gran plan de infraestructura.
Puede entenderse esta nueva política establecida por Xi Jinping, de entrar a la disputa por el liderazgo mundial, a partir de dos hechos fundamentales. El primero, su creciente fuerza económica y financiera, con avances rápidos que los acercan a la frontera tecnológica mundial. La segunda, el vacío que ha dejado en el mundo la administración Trump, con su política ultranacionalista, de múltiples confrontaciones internacionales sin estrategia, no sólo dejando la cancha libre sino hasta facilitando que China busque nuevos aliados. Europa, por su parte, anda crecientemente enredada en sus propios líos, como Brexit y Cataluña. La nueva política china de hacerse sentir en el mundo no son solo un cambio de ideas sino una respuesta práctica a un nuevo contexto económico y político.
Muchos retos enfrentará China en los próximos años, en particular el mantener su acelerado ritmo de crecimiento económico y con el profundo cambio político que significa tener ahora un poder mucho más centralizado, bajo un presidente que se ha puesto a sí mismo a la misma altura que Mao y rompiendo la línea de Deng Ziao Ping del liderazgo colectivo. A eso se suma este otro gran reto: el buscar liderar la escena política mundial en momentos en que su propia fuerza económico-social y poblacional remecerá al mundo. Mao dijo alguna vez que si todos los chinos saltaran al mismo tiempo, la tierra temblaría. No hace falta tanto: bastará con la incorporación completa de cientos de millones de chinos al flujo social mundial.
(publicado en Hildebrandt en sus Trece el 3 de noviembre de 2017)
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