SI SE PUEDE DEFENDER LA VIDA
Hace un par de semanas la epidemia nos golpeaba muy duro en una meseta de casi 600 muertos diarios. La situación era terrible e inaceptable. Ahora estamos peor. El número de contagios ha subido de unos 4 mil diarios a más de 7 mil diarios, y no es porque se estén tomando más pruebas. Esta alza en los contagios en dos semanas traerá más muertes, porque ese es lapso en el cual un porcentaje de casos se agrava, requiriendo oxígeno y cuidados intensivos, y aún así solo una parte salvará su vida. Es muy duro, durísimo, decirlo; pero hay que hacerlo.
¿Debemos olvidarnos de reducir los contagios, dejar que un tsunami de enfermos graves llegue a unos hospitales cuya capacidad ha sido totalmente sobrepasada y resignarnos a ser el país americano con mayor mortalidad por millón de habitantes, mientras intentamos cerrar los ojos a esta realidad? Me niego a seguir ese pensamiento Cateriano-Confiepista, ese Vizcarra de junio-julio que está tan lejos del Vizcarra de abril-mayo.
LA EMBARRARON
Vizcarra y Alva la embarraron cuando demoraron y negaron el bono a millones, generando un empobrecimiento masivo que forzó a millones a salir a las calles o intentar escapar como sea hacia sus pueblos de origen. Mientras tanto les daban, ahí si rapidito, 60 mil millones de soles a los bancos y la Confiep. La terminaron de embarrar cuando empujaron una reactivación económica sin medidas para cuidarnos de la epidemia en el transporte y en el trabajo, multiplicando espacios de contagio masivo. Añadieron a ese despropósito un descuido total en las comunicaciones, sin informar reiteradamente sobre el buen uso de mascarillas y protectores faciales y de la importancia de evitar reuniones familiares grandes y encuentros prolongados en espacios cerrados.
Dijimos y repetimos que tuvieran cuidado: no lo hicieron. Ahí están las consecuencias. Es verdad que no se sabe mucho de esta epidemia; pero esa es razón para cuidarse mucho, no para relajarse.
Aumentando los contagios, había que sacar lecciones y retomar la lucha contra la epidemia. Pero Vizcarra y Cateriano nos plantearon profundizar una reactivación neoliberal que nos lleva al abismo. Porque incluso para la economía, su opción de priorizar la Confiep antes que la vida, es inviable: con una pandemia desatada no hay consumidores que quieran salir a comprar, ni turistas que quieran visitarnos, ni inversionistas apostando por el Perú excepto quienes sólo quieren llevarse nuestros minerales. En suma, con epidemia no hay reactivación, como hoy se sabe a nivel internacional.
Felizmente esta ideología obtusa, que en estos momentos resulta más mortal y estúpida que nunca, ha sufrido un revés en el Congreso. Ojalá eso haga reflexionar a Vizcarra y que un nuevo gabinete retome una defensa a rajatabla de la vida y la salud, la alimentación y el sostenimiento económico de todos los peruanos. Acá le hacemos llegar unas ideas centrales de cómo hacerlo.
BONO UNIVERSAL SIGUE SIENDO URGENTE Y POSIBLE
Analistas de izquierda, de centro y de derecha coinciden en que fue un gran error del gobierno no haber dado un bono universal desde el comienzo. Aun así, se persiste en el error. Todo julio han seguido en cuarentena en los departamentos de Arequipa, Ica, Junín, Huánuco, San Martín, Madre de Dios y Áncash y desde esta semana se suman a la cuarentena provincias de otras nueve regiones hasta hacer un total de 63 provincias, un tercio del total. ¿No es obvio que estas familias necesitan urgentemente ayuda económica, y que sin ese apoyo económico la gente se ve obligada a salir a las calles a recursearse para poder comer, facilitando así los contagios?
No hay excusas para demorar esa ayuda económica que hemos llamado “bono”. La excusa de Vizcarra en la entrega del primer bono ha sido que la confección del padrón demoró. El problema real fue de política, al optarse por construir una lista de familias en vez de dar el bono por DNI, del cual tenemos una base de datos que se actualiza permanentemente, como propusimos quienes defendemos la propuesta de un bono universal desde abril. Pero hoy el padrón, aunque sea de sólo 6 millones de familias, ya está hecho: ¿por qué no dar un segundo bono urgente en las provincias cuarentenadas?
En realidad, ¿porque no dar un segundo bono a todos? Erróneamente, mucha gente cree que el gobierno no tiene dinero para hacer eso. Pero la información oficial publicada por el Banco Central de Reserva en su Nota Semanal, cuadros 8 y 9, indica que el gobierno central tiene 85 mil millones de soles depositados en los bancos nacionales, de los cuales 65 mil millones están en el propio BCR. Quizás algunos pensarán que se han usado esas reservas durante la pandemia, pero no es así: entre febrero y junio el gobierno no ha retirado fondos de esas cuentas, más bien las ha incrementado en 4,500 millones de soles.
Además, el gobierno ya le ha dado 60 mil millones de soles a la banca y grandes empresas, mientras a millones de peruanos en extrema necesidad no les ha dado ni la décima parte de esa suma. Inaceptable. Vizcarra el 28 de julio ha prometido que “pronto” completarán la entrega del primer bono a 2 millones y medio de familias que quedaron fuera y darán otro segundo bono en los meses venideros, pero si así fuera todo eso apenas sumaría 150 soles mensuales, 5 soles diarios, para cada familia en este año de terrible crisis. Además de dejar en la miseria a millones, esta política hace que la demanda interna esté deprimida, y con eso los pequeños negocios no pueden despegar, los comerciantes y ambulantes apenas logran unas pocas ventas y la reactivación es una promesa vacía, aunque para mineras, pesqueras y agroexportadores las ganancias sigan aumentando.
Es urgente dar un segundo bono, en especial en las zonas en cuarentena, empezando a cambiar esa política del embudo que le da harto a los millonarios y poderosos y a cuentagotas al pueblo. Los pobres del Perú debieran recibir un pago mensual en esta temporada de crisis, y es posible hacerlo: dar un Bono en cada uno de los meses que restan del año no sumarían, como costo total, ni un tercio de lo otorgado a bancos y empresas, y se lo sacaran de los fondos ahorrados del tesoro, apenas gastarían una cuarta parte de ese “chanchito” fiscal. Propuesta similar han sustentado la semana pasada para Latinoamérica, de manera conjunta, la Organización Panamericana de la Salud (la coalición de todos los gobiernos del continente en salud) y la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas-CEPAL, recomendando un ingreso básico universal por seis meses como mínimo.
Es curioso que quienes desde la orilla neoliberal cierran los ojos ante estas propuestas diciendo que son fiscalmente inviables, son los mismos que insisten en que una de las virtudes del manejo económico de las últimas décadas ha sido precisamente dejarnos en una posición fiscal sólida para enfrentar esta crisis. ¿En qué quedamos, entonces? ¿Si nuestro tesoro está bien respaldado, y las cifras dan sustento a esta afirmación, porqué entonces no podemos usar ese dinero para que nuestra gente pueda comer?
OTRA REACTIVACIÓN
La razón por la que esta reactivación económica ha generado una ola de contagios es por su carácter neoliberal: dejar que las empresas hagan lo que quieran, mantener el transporte como un asunto de libre mercado y hacer que predomine un sálvense quien pueda. Lo dejó claro Cateriano en su mensaje del lunes: “En los últimos días hemos visto un incremento significativo en el número de contagiados. Por ello, a través de este foro, hago un llamado a la responsabilidad de todos los ciudadanos”. En otras palabras, si hay más contagios, es problema de ustedes. En su ideología ultraliberal Cateriano esconde que, en el transporte, ese “sálvese quien pueda” sólo lo pueden aplicar quienes tienen carro propio y no la mayoría de peruanos.
El asunto es que si la economía funciona como antes morirán cientos de miles. Por eso, la economía tiene que reestructurarse a toda velocidad, y lo debe hacer en varios sentidos. Uno es que las empresas y negocios funcionen con todos los protocolos y cuidados sanitarios. La cantidad de enfermos que hay en sectores como la minería suman miles, con el agravante que terminan contagiando a ciudades, pueblos y comunidades de su entorno. La reactivación tiene que ser sin contagio; si una empresa no ha tomado todas las medidas de cuidado necesarias pues simplemente no puede estar poniendo vidas en riesgo.
Una economía sin contagio, sin embargo, tiene que organizarse no sólo al interior de cada empresa. El transporte público es un foco contagioso. El gobierno, para reactivar la economía, ha permitido que se usen todos los asientos, lo que agrava el riesgo. Ha aceptado además que eso se haga en el transporte interprovincial, donde uno puede terminar sentado al costado de algún contagiado durante quince horas, casi condenado a enfermarse y a llevar el virus a su familia, trabajo y comunidad. La alternativa a eso sólo puede ser protocolos más estrictos, realizar pruebas de descarte cada quince días a los choferes y cobradores pagadas por el estado, que el transporte interprovincial tenga sistemas de circulación del aire y desinfección con luces ultravioletas que eliminan el 99% de todos los virus y bacterias. Se necesita una nueva reducción en el número de asientos en viajes urbanos e interprovinciales, financiado con subsidios del estado como se hace en la mayor parte del mundo. Para que eso funcione y no haya aglomeraciones contagiosas, se necesita una reorganización de nuestros horarios de trabajo que debe hacerse de manera regulada desde el estado.
Mientras eso no se haga, mantener al 50 por ciento de la población limeña, por ejemplo, circulando en el transporte público, es una receta para más contagios y muertes que no podemos aceptar, haciéndose necesario reducir la cantidad de gente con posibilidades de salir a la calle. La cuarentena mal hecha nos ha dejado maltratados y desconfiados, pero si tuviéramos el sostén económico de un bono o ingreso básico mensual, y se aprovechara para actuar decididamente en los espacios de contagio, repartiendo mascarillas y en los mensajes para comportamientos seguros, puede ser eficaz. ¿Si no, cuál es el sentido de la cuarentena en 65 provincias del país?
Finalmente, otro giro necesario es que hay actividades que deben promoverse con especial énfasis, mientras otras no pueden o no deben levantarse. El turismo no se va a reactivar por un buen tiempo, ¿quién va a venir a un país lleno de enfermedad? Lugares de fiesta, cines y teatro no pueden reabrirse, sería receta para el desastre. Los restaurantes, muy pero muy limitadamente. Y todo eso seguirá así hasta que no controlemos la epidemia. Por otro lado, la agricultura es un sector a apoyar ya que ocupa mucha gente, se trabaja distanciado, necesitamos los alimentos y tenemos tierras. El gobierno tiene que impulsarla con fuerza, mediante créditos, tecnologías, promociones y sistemas de comercialización La salud y la educación son otras dos actividades que el gobierno debe impulsar decididamente, se han vuelto más necesarias que nunca. Infraestructura pública, de salud, transporte y comunicaciones en especial, también tiene que priorizarse, para mejorar nuestras vidas y ayudar a controlar la enfermedad.
CUARENTENA CON SALIDA
Otro error del gobierno los meses pasados fue éste: prorrogar la cuarentena quincena tras quincena, pero mientras tanto no se construía una salida al final del túnel. A pesar de sus debilidades, la cuarentena sirvió para recomponer en algo el sistema de salud público. Pero faltó una estrategia de salida. Sin sostenibilidad del esfuerzo, obtuvimos como resultado el desastre actual. Están bien las cuarentenas como medidas de emergencia en muchas provincias, y debieran aplicarse en todos los casos en que sea necesario. Pero las cuarentenas tienen que ser sólo una salida de emergencia, para detener la circulación del virus dándole un martillazo efectivo a la curva de la epidemia, y al mismo tiempo para prepararnos para la salida. ¿Cómo prepararnos? En el terreno de la economía y la circulación de gente en espacios públicos, con protocolos sanitarios efectivos en las empresas, nuevas regulaciones de transporte, programas para una reactivación selectiva. Si junto a eso logramos una campaña de educación y comunicación efectiva, repartimos mascarillas N95 a toda la población y organizamos un sistema amplio de salud comunitaria para detectar enfermos, asilarlos y hacer pruebas a sus contactos, tendremos buenas chances de detener la epidemia, seguir viviendo y abrir las puertas a una nueva economía.
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