El indulto a Fujimori ha sido una traición imperdonable de PPK, pero no el único tema en el cual nos ha fallado tremendamente a los peruanos. Acabando el año, veamos al tema crítico del empleo y los puestos de trabajo, donde nos ha ido muy mal.

El dato es que hay 81 mil empleos menos en empresas de más de 10 trabajadores en el tercer trimestre de este año (última estadística INEI disponible), siendo más grave en las empresas más grandes, las que tienen más de 50 trabajadores, sector donde se han perdido 65 mil empleos. Según el propio Ministerio de Trabajo el empleo en empresas ha caído en todos los meses de julio a octubre, cuando se redujo en 1 por ciento.

Como entre 250 y 300 mil jóvenes salen anualmente a buscar trabajo por primera vez, esto quiere decir que no solo hay 81 mil empleos menos, sino que la falta de puestos de trabajo faltantes aumentó en unos 350 mil. Tremendo déficit del que poco se habla. Gracias a ello, la informalidad, cuya reducción era una de las principales metas del gobierno, ha empeorado en vez de mejorar: ha crecido en 1,5 por ciento, que de mantenerse haría que lleguemos al 2026 con 80% de informalidad en las ciudades. Se trata de los despedidos que se han visto obligados a vender en las calles.

Menos puestos de trabajo hacen que en promedio los ingresos reales de los trabajadores hayan caído casi 5 por ciento el último año, afectando de paso el comercio.

¿Por qué sucede esto? El problema es que el crecimiento se ha acelerado muy poco a pesar de que, con bastante tardanza, la inversión pública se ha venido recuperando luego de un gran recorte entre el 2013 y el 2016. Hay sectores que han mantenido el crecimiento, como el turismo, que llega esta año a 4 millones de turistas, y la agroexportación que alcanzaría 5,200 millones. Son sectores poco afectados por las políticas macroeconómicas de ajuste, mas influidos por lo que pasa en la economía mundial a la que este año le ha ido muy bien. Pero sectores más importantes en términos de empleo y valor agregado, como la industria, no muestran señales de recuperación, acumulando cifras negativas mes tras mes, mientras los servicios crecen muy lentamente y la construcción de recupera lentamente tras un fuerte retroceso.

Este mal resultado económico de crecimiento y empleo se da mientras han aumentado los precios internacionales de nuestras exportaciones primarias, que son un factor clave para nuestra economía. En los últimos doce meses estos precios han subido 17,6%; por ejemplo, el cobre ha estado casi todo el tiempo encima de los 3 dólares la libra, frente a 2 dólares la libra año y medio atrás. Siendo una economía dependiente, cuando estos precios internacionales suben, en el Perú solemos tener una buena temporada. Pero eso hasta ahora no sucede: el problema ha sido la mala política económica.

El gobierno de PPK cometió dos grandes errores en su política económica: cerrarle el caño presupuestal a la inversión pública apenas entrado al gobierno y paralizar las políticas de diversificación productiva. A eso debe sumarse que desde el BCR no hicieron que el crédito fuera más barato y de más fácil acceso, lo que era muy importante para impulsar una reactivación en un contexto en que la economía ya se venía cuesta abajo. Si bien es cierto ha habido una tardía reacción del gobierno que ha aumentado la inversión pública recién a partir del tercer trimestre de este año, es decir doce meses después de haber asumido el gobierno , en este caso sucede lo mismo que con el discurso de PPK: muy poco muy tarde. Y en materia de una política económica anticíclica, no siempre vale aquello de “más vale tarde que nunca”, a veces ya es simplemente demasiado tarde.

También en este caso el fujimorismo ha abonado a la crisis. En el BCR son claramente corresponsables de la política monetaria que ha mantenido altas las tasas de interés y ajustado el crédito, ya que hay tres directores fujimoristas del BCR entre los que destaca el secretario general de Fuerza Popular José Chlimper. El fujimorismo, ni en su versión Keiko ni en su versión Kenji, ha planteado nada para reactivar la industria o la agricultura nacional, y han traicionado a la ganadería permitiendo que leche Gloria siga abusando de los ganaderos e importando leche en polvo subsidiada sin límites. En el tema tributario, el keikismo ha presentado propuestas absolutamente irresponsable para beneficiar a las líneas aéreas como los chilenos de Lan / Latam.

Quizás la recuperación de los precios de los metales traiga una recuperación económica el 2018, y con suerte alguna recuperación del empleo. Para que ello suceda, es fundamental que las mineras paguen más impuestos y esos ingresos tributarios se conviertan en gasto público, canon e inversiones descentralizadas. Así fue la última vez, entre 2004 y 2012. Ahora, todavía no se observa una mejora en los ingresos tributarios, y dado el déficit fiscal existente (3 % del PBI) y la política de PPK de primero contentar a los financistas internacionales, no tenemos una política firme y clara de aumentar significativa y sostenidamente la inversión pública. La inestabilidad política con el intento de vacancia tampoco ayuda.

Hoy, lo que es claro es que corremos así el riesgo de quedarnos atrapados en un crecimiento mediocre, entre 2 y 3 por ciento anual, sin la masiva generación de puestos de trabajo que necesitamos, luego de haberse ampliado la brecha de empleos en varios cientos de miles.

Crear puestos de trabajo masivamente debiera ser un tema central en este fin de año y de los cambios a implementar el 2018: un impulso a la inversión pública mucho mayor al considerado y un fuerte impulso a la diversificación productiva son las nuevas rutas a considerar. Apenas se vaya PPK, que ojalá no llegue al 2018, este es uno de los retos que le tocará afrontar a Vizcarra.

(publicado en Diario Uno el 27 de diciembre de 2017)