La situación de la salud en nuestro país es crítica: ya superamos los 130 mil muertos. Hoy en día, la mortalidad y contagios son mayores que en la primera ola y no está disminuyendo. La mutación brasileña del coronavirus conocida como P.1 ya es la variedad dominante en Lima y se está difundiendo por todo el país, y de acuerdo a estudios internacionales esta variante es más contagiosa y letal que anteriores cepas del virus. En Lima y muchas regiones las UCIs están al tope y falta oxígeno mientras el número de contagios está al alza, lo que augura un aumento aún mayor de mortalidad. Nunca habíamos estado peor que ahora. ¿Qué podemos hacer, como personas y como nación?

Empecemos por los contagios. Las medidas de restricción, bastante menores a una cuarentena, no se están cumpliendo. Hay que insistir en una comunicación fuerte y buena para que la gente sepa cuidarse, algo que parece haber abandonado el gobierno. En esto los medios de comunicación masivos no ayudan mayormente y, en algunos casos, claramente estorban, como cuando el canal Willax se dedicó a desprestigiar las vacunas con ayuda de López-Aliaga. Peor todavía políticos como Lescano, diciendo que el virus se cura con cañazo y sal, algo muy poco serio que le resta gravedad a una enfermedad que se está llevando 20 mil peruanos cada mes.

Temas claves a comunicar: en primer lugar, el buen uso de las mascarillas. Hace una semana fui al mercado y mi casero de las verduras tenía la mascarilla bajo la nariz ¡no, amigos, de esa manera se ponen en riesgo pero sobre todo arriesgan a los demás! Bajo la nariz las mascarillas no sirven de nada, porque en ese caso todo el aire entra y sale sin filtro por las fosas nasales. Le pedí a mi casero que por favor se subiera la mascarilla y lo hizo muy amablemente, pero este es un tema en el que no debemos cansarnos de insistir. Decir además que mejores son las mascarillas N95 que las quirúrgicas (esas de tela celestita), en particular porque se ajustan mejor a la nariz; si usan una quirúrgica, háganle un ajuste estrecho y/o refuércenla con una segunda mascarilla de tela. El estado bien haría en distribuir gratuitamente varios millones de mascarillas N95 en las zonas empobrecidas, con su hojita de instrucciones de buen uso incluida, eso no es nada caro.

Hay que insistir además en la importancia de ventilación. Lo he dicho varias veces en estas páginas pero lo vuelvo a explicar: este maldito virus puede quedarse muchas horas flotando en el ambiente; en espacios cerrados eso genera un alto riesgo de contagio; si hay ventilación el flujo de aire dispersa los virus. En un carro, bajar apenas 5 centímetros dos ventanas crea una corriente de aire suficiente si van a 50 kilómetros por hora; en el bus, abrir todas las ventanas posibles. En una casa, abrir las ventanas al máximo. En una pequeña tienda, por favor pongan un ventilador simple nomás. Es increíble que no haya nadie, ni en el gobierno ni fuera de él, insistiendo en algo tan sencillo que puede ayudar mucho.

Desde luego, mantener distancia física y evitar aglomeraciones y reuniones masivas, en especial en espacios cerrados, y estar siempre con la mascarilla. El haber estado sin ella ha sido una seria irresponsabilidad de George Forsythe no solo con él mismo sino con sus simpatizantes; pero mucho peor el candidato Pedro Castillo haciendo mítines masivos con personas pegadas unas a otras, facilitando la proliferación del virus.

Penosamente, el gobierno permitiendo que se reabra casinos, que son espacios cerrados ypoco ventilados, da el mensaje equivocado. Luego se nos dice que debemos evitar reuniones familiares múltiples y grandes, pero ese pedido no resulta coherente con permitir negocios como casinos o cines. La solución, sin embargo, no es relajar todo, si no cuidarnos más.

ATENCIÓN PRIMARIA DE SALUD Y OXÍGENO

Keiko Fujimori, al mismo tiempo que quiere reabrir negocios riesgosos y que pueda haber mayor aglomeración, ha estado insistiendo en que controlará el virus haciendo miles de pruebas. Ese método no funciona cuando hay miles de contagios al día; no ha funcionado en Estados Unidos, Inglaterra o Europa, ni en ningún país latinoamericano. Keiko quiere arriesgarnos más cuando no hay camas UCI por ningún lado y propone soluciones que no funcionan.

Lo que sí se puede hacer es reforzar atención primaria de salud de manera urgente en relación al coronavirus. Antes de la pandemia había unos 4 mil centros y puestos de salud operativos, hoy todos esos y otros mil debieran estar con médicos, enfermeras y personal ya vacunados, y habiéndoles pagado los bonos que a muchos aún se les adeuda incluso hasta más de seis meses. Para zonas distantes, un bono adicional es necesario. Un asunto clave es que estos centros de salud deben estar equipados, cada uno con una buena dotación de oxímetros (se podrían comprar algunos cientos de miles, son baratos) para quienes tienen el covid confirmado o registran los síntomas; además deben estar articulados a equipos móviles o itinerantes que vayan a visitar barrios y casas dentro de una estrategia de salud comunitaria.

El gran déficit de oxigeno tiene que afrontarse de todas las formas a nuestro alcance. Primero: reconvertir en lo posible las plantas de oxigeno industrial a oxigeno medicinal, sabemos que eso tiene limitaciones técnicas y que en varios casos solo es posible parcialmente, pero hay que hacer todo lo posible. Aunque sean de privados, ahora deben orientarse a salvar vidas. Segundo: seguir con importaciones de oxígeno de Chile y también ver posibilidades de Bolivia y Ecuador. Tercero: establecer 100 plantas de oxígeno a nivel nacional, de manera urgente. Cuarto: Poner mil concentradores de oxígeno, en centros de salud priorizados.

Sobre las vacunas escribí hace dos semanas. Solo remarco que hay un enorme retraso de vacunas Sinopharm que debían llegar 2 millones en marzo y 3 millones en abril, ahora llegarán (dicen) un millón en abril; es decir, 4 millones menos. La responsabilidad parece ser del ministerio de salud, Sinopharm ahora están llegando masivamente a Argentina, México, Bolivia. Hay la necesidad de tocar todas las puertas y contratar nuevas opciones: Rusia, India, Cuba, J&J, Novovax, Moderna, etc, y ojalá el nuevo esquema de vacunación del gobierno supere el desorden y siga prioridades bien puestas. En el proceso de vacunación, necesitamos la cooperación de todas las instancias del estado y del sector privado, de quien conviene usar su capacidad logística. Eso sí, dentro del plan nacional y respetando las prioridades sanitarias, sin que nadie se salte la cola. Desde luego, el principio de gratuidad y derecho a la salud debe prevalecer; la propuesta de Hernando De Soto que esto se deje al mercado llevaría a vacunas carísimas en el actual contexto de escasez mundial, a que los ricos puedan vacunarse pronto y a que millones de peruanos queden excluidos de la vacunación, lo que no sólo es absolutamente inequitativo e injusto, sino además asegura que el coronavirus siga siendo una epidemia en el Perú por décadas, afectando incluso a las clases medias y altas, ya que la vacuna no ofrece protección total.

Reforma del sistema de salud

Un comando unificado de vacunación tiene que ser el primer paso hacia un sistema unificado de salud y protección social. Es que, como se ha visto en la pandemia, hay que ver la salud más integralmente, no al margen de las condiciones de agua, vivienda y alimentación de las familias vulnerables.

El nuevo enfoque de atención primaria, que debe iniciarse ya, debe proyectarse a una reforma profunda del sistema de salud. Es necesario trabajar mucho más la promoción de la salud; por ejemplo en el tema de alimentación saludable aplicando el ajuste ya programado del etiquetado de octógonos, aunque a Keiko Fujimori luego de recibir los 3 millones 600 mil dólares en maletines de parte de Dionisio Romero eso no le guste porque quiere que su oligopolio Alicorp siga promoviendo obesidad impunemente.  Hay que fortalecer el primer nivel de atención (centros y puestos de salud) y convertirlos en establecimientos de salud que trabajen estrechamente con la población, con mucho trabajo extramural y de salud comunitaria en relación con las organizaciones sociales. De los centros de salud, aproximadamente mil deben levantarse hasta ser policlínicos, con laboratorio, otros equipos de diagnóstico, especialidades y algunas camas para cirugía de día. Es clave ampliar el personal médico y de salud, necesitamos mucho más profesionales y técnicos y hay que pagarles mejor para que quieran irse a comunidades alejadas, y potenciar y amplificar el uso de la telemedicina.

Esta reforma requiere un amplio diálogo nacional, en particular con todos los actores en salud: colegios profesionales, trabajadores, regiones, municipios, sector privado, y con la ciudadanía en general; un dialogo descentralizado, yendo a los territorios. Es un gran reto, pero luego de doscientos años y esta pandemia, la tarea de construir un sistema de salud fuerte ya no puede seguirse postergando.