Grandes carteles en Lima hacen campaña contra Pedro Castillo bajo el lema de “No al Comunismo”. Que se mantenga muy oculta la información sobre quienes ponen la millonada de plata que cuesta esa propaganda, que dado su clarísimo objetivo electoral linda con la ilegalidad y el delito, es revelador. Pero esos lemas muestran también una enorme ignorancia sobre lo que significa hoy el comunismo, cuyo centro de referencia mundial es de manera indiscutible China.

CHINA

En octubre de 1949 el Partido Comunista Chino tomó el poder central en ese país, el más habitado del planeta. En ese momento, China salía de más de diez años de guerra contra la invasión japonesa: había sufrido 50 millones de muertos, 95 millones de desplazados y era uno de los diez países más pobres del planeta, las hambrunas eran recurrentes y los campesinos arrancaban la corteza de los árboles para poder subsistir. La esperanza de vida en China en 1950 era de 44 años, menor que la del Perú; hoy supera los 77 años.​ La tasa de alfabetización en China entonces era de apenas 15 %, hoy es 96%. El PIB per cápita de China era la mitad del Perú, hoy está 50 por ciento por encima. La pobreza en China, según datos del Banco Mundial, es hoy menor al 1 por ciento; en Perú supera el 30 por ciento.

En el Perú, empresas chinas estatales, de un gobierno bajo la dirección del Partido Comunista Chino, extraen nuestro cobre en Toromocho y Las Bambas, nuestro hierro en Marcona, nuestro gas en la selva centro-sur y nuestra biomasa de peces. En muchos casos, igual que otras trasnacionales aprovechan el modelo neoliberal impuesto por Fujimori para pagar pocos impuestos, contaminar y contratar trabajadores sin derechos. Eso es lo que nos hace daño, pero está claro que esos paneles millonarios contra el comunismo no buscan trabajadores con derechos o protección del medio ambiente, porque si así fuera debieran reclamárselo también a las trasnacionales americanas y europeas y a los grandes billonarios peruanos que han dado cientos de miles de dólares a Keiko Fujimori, y esos bolsillos no se pueden tocar.

Bajo el gobierno del Partido Comunista, China ha tenido un progreso económico enorme. Hoy, resalta su potencia industrial y tecnológica, que vemos en las calles y hogares de Lima: autos, motos, computadoras y celulares, pero también –con marcas muchas veces de otros países – televisores, electrodomésticos, ropa, calzado, objetos de casa y un largo etcétera. Ya llegaron a Marte y al lado oscuro de la Luna, y están disputando la punta de la revolución tecnológica de las redes 5G y de la inteligencia artificial. Superando los 1,300 millones de habitantes – más que todo el continente americano, incluyendo a toda Latinoamérica, los Estados Unidos y Canadá – y con decenas de metrópolis densamente pobladas, han logrado contener la pandemia. Un millón de vacunas chinas fueron las primeras en aplicarse en Perú y perdimos 8 millones más por la anticientífica, demagógica y criminal oposición del fujimorismo en boca del Dr. Ernesto Bustamante.

EL CRECIMIENTO Y EL ESTADO CHINO

¿Y cómo lo hicieron? Una parte se debe a la política económica. El crecimiento económico de china en el periodo maoísta fue más bien lento y con serios reveses durante políticas claves como “el gran saldo adelante” y la “revolución cultural”. El despegue económico de china se da a partir de la década de 1980, cuando empieza la nueva política promovida por Deng Ziao Ping de apertura de mercados de manera parcial, primero en zonas rurales y luego en zonas especiales de exportación, pero manteniendo una fuerte dosis de planificación central.  Luego de cuatro décadas, el despegue de empresas privadas es impresionante pero con una fuerte vinculación y regulación por el gobierno, por ejemplo el sistema bancario y financiero es casi cien por ciento estatal así como la industria de los metales, energía y recursos básicos. Está lejos de ser una economía neoliberal pero tampoco es una de control estatal absoluto.

El asunto más polémico es el del estado. Se trata de un régimen bastante autoritario, con fuerte control sobre la población, imponiéndose en coyunturas claves con represión sangrienta como frente a las protestas en la plaza Tien An Men 22 años atrás. El estado chino es bastante descentralizado, con gobiernos regionales fuertes con bastante autonomía. Hay que recordar además que es un país enorme, en población (el doble que toda Europa) y en tamaño y diversidad cultural y étnica, cuya unificación por clanes manchúes durante la dinastía Qing se derrumbó a lo largo del siglo XIX. En esas condiciones, han construido un estado nacional con una enorme capacidad técnico-económica: al inicio de la pandemia construyeron hospitales enteros en apenas una semana y movieron enormes recursos sanitarios – miles de médicos, enfermeras y equipos – a las zonas más golpeadas. Luego, en base a cuarentenas bien sostenidas frenaron totalmente la pandemia; hoy prácticamente no circula el virus del Covid en China pero en aras de abrir su país están inmunizando, con vacunas inventadas, desarrolladas y producidas por ellos, a siete millones de personas diariamente, el mayor número del mundo.

Con estos resultados, el gobierno comunista chino ¿es admirable o criticable? Ambas cosas. Los derechos humanos y la democracia son principios que debemos defender a capa y espada. Por otro lado, como ellos mismos dicen, se trata de una propuesta “con características chinas”. El gigante asiático es tan grande y tiene tanta historia y cultura propia que debemos admitir que lo conocemos poco y debiéramos ser cautos antes de emitir juicios simplones.    

En nuestra patria, estamos marcados por el hecho de que Sendero Luminoso se autonombrara “Partido Comunista”, se reivindicara “maoísta” y usara mucha simbología similar a la prevaleciente en la china de los años sesenta. Pero no por eso este grupo terrorista peruano es cercano al comunismo chino; recordemos que Sendero mató perros y los colgó de los postes de Lima con el letrero de “muerte a Deng Ziao Ping”. Luego de eso, alucinaron que Abimael era “el faro de la revolución mundial”, criticando acremente lo que pasaba en China. En resumen, no hay similitud ni cercanía alguna entre el terrorismo de Sendero Luminoso y el comunismo chino de hoy; si así lo fuera ¿cómo podríamos estar permitiendo que grandes empresas chinas exploten nuestros recursos naturales?

¿QUÉ ES EL COMUNISMO HOY?

Poco después de ingresar a la Universidad, cuando tenía 16 años, me deslumbró una definición del comunismo, descrito como el sistema social organizado bajo la norma “de cada quién según sus posibilidades, a cada quien según sus necesidades”.  Es la idea de “una gran hermandad humana” de alcance internacional. Aunque para Marx el comunismo era algo que devenía de un pensamiento materialista, en realidad sus visiones del comunismo eran totalmente idealistas. Ese idealismo en una sociedad de hermanos es algo que todavía ilumina mi esperanza. Pero los años me han llevado a reconocer que la realidad y la historia caminan por rumbos bastante separados de esos ideales.

Pero la realidad del comunismo es otra. No sólo es China; partidos comunistas gobiernan también Vietnam, Cuba y el estado de Kerala en la India, un estado que tiene más habitantes que el Perú y en el cual un frente de izquierda dominado por dos partidos comunistas (a falta de uno) ha ganado elecciones varias veces, alternado el poder con otro partido de centro-izquierda y acaba de ser reelecto. Bajo el rótulo de comunista se asocian economías y regímenes políticos muy diferentes. Corresponde tener evaluaciones críticas y entender sus virtudes y defectos en los contextos históricos reales. Un análisis concreto de la realidad concreta, en suma. Tengamos en claro, sí, que ni el comunismo es una fuerza monolítica que busca dominar el mundo ni esos gobiernos son modelos a imitar.

¿Es el comunismo una gran amenaza? Pamplinas. Cientos de miles de peruanos reciben servicio telefónico de Bitel, filial de la empresa vietnamita Viettel Telecom, dirigida nada menos que por el ministerio de defensa de Vietnam, es decir, por los militares que son núcleo del poder comunista en ese país ¿acaso a alguien le dan miedo?

Lo que hay es una gran campaña de terruqueo sin ninguna base en la realidad. Es parte de la estrategia de Keiko Fujimori, quién oculta que la primera presencia fuerte de un estado comunista en el Perú vino de la mano de Alberto Fujimori, cuando vendió la mina de hierro de Marcona a precio de regalo a la empresa estatal china Shougang.