EDUCACIÓN SEXUAL PARA PREVENIR EMBARAZO ADOLESCENTE

Una mayoría retrógrada del Congreso aprobó un proyecto de ley que busca eliminar de nuestros colegios la educación sexual integral y la educación en los valores de la igualdad que debe prevalecer entre hombres y mujeres y personas de distinta orientación sexual.  

Una política de ese tipo va a agravar el serio problema que tenemos de embarazo adolescente. Según el último censo, 122 mil adolescentes son madres en el Perú. Apenas 3 por ciento de ellas están casadas, 66 por ciento son convivientes y el 30 por ciento son solteras o separadas, es decir, que deben enfrentar la maternidad sin una pareja que ayude en el cuidado y sustento de niño o niña. Sin educación sexual nuestras adolescentes tendrán menores conocimientos de cómo prevenir un embarazo no deseado, por lo que las madres adolescentes van a aumentar en algunos miles. Las afectadas son, ya lo sabemos, las más pobres: en el quintil o grupo del veinte por ciento de menores recursos asciende hasta 25 por ciento el porcentaje de adolescentes madres o embarazadas. En el quintil más rico las adolescentes madres son el 3 por ciento; la mayoría de ellas sí reciben buena educación sexual en colegios privados, no tienen dificultades en acceder a métodos anti-concepticos y, llegado el caso, pueden hacerse un aborto ilegal pero pagando por condiciones sanitarias.  

¿Las madres adolescentes lo son porque quieren tener tempranamente un hijo? Dos de cada tres madres adolescentes no quería el embarazo o hubiera preferido posponerlo, de acuerdo a la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud ENDES 2021. ¿Por qué no lo hicieron? Un informe de las Naciones Unidas indica que “el uso de métodos anticonceptivos modernos, por ejemplo la inyección, condón masculino, esterilización (masculina y/o femenina), píldora anticonceptiva, Dispositivo Intrauterino de Cobre (DIU), implantes y Método de Amenorrea de la Lactancia (MELA), es significativamente menor en Perú (55%) en comparación con otros países de la región como Chile (70%), Ecuador (72%) Colombia (76%), Argentina, Brasil y Uruguay (78%)”. En otras palabras, estemos atrasados a este respecto no sólo en relación a Europa y países desarrollados si no incluso en relación a quienes comparten nuestras fronteras. Estamos en la época de la carreta con muchas y muchos jóvenes pensando que mirando el calendario o intentando evitar una eyaculación dentro de la vagina va a funcionar, opciones que la ciencia nos dice que fallan muy a menudo.  Y esto, aún con educación sexual en los colegios ¿cómo será cuando esta información se les niegue?

Una escuela que refuerce valores para enfrentar el machismo es también clave para que nuestras adolescentes eviten embarazos no deseados. En promedio, las parejas de las adolescentes embarazadas son siete años mayores que ellas, algo que claramente otorga un poder superior a los hombres; piensen nada más en una chica de 14 o 15 años saliendo con alguien que puede doblarle la edad, ya habiendo terminado la secundaria e incluso con educación superior. Menos de una de cada cinco mujeres adolescentes habla frecuentemente con sus parejas sobre métodos de planificación familiar y 10 por ciento no lo hacen nunca. En ese contexto, son mucho mayores las probabilidades de que tengan sexo sin protección, cediendo ante un hombre mayor que insiste egoístamente en no usar preservativo porque “con condón se siente menos”, arriesgándose así a un embarazo no deseado y a enfermedades de trasmisión sexual como el VIH o la hepatitis B que traen severas consecuencias de largo plazo e incluso la muerte.

CONSECUENCIAS

Diversos estudios a nivel nacional e internacional han establecido las consecuencias negativas del embarazo adolescente. En primer lugar, para su propia vida: en nuestro país la mortalidad materna entre las adolescentes alcanza el doble que entre las adultas; en América Latina y el Caribe la primera causa de muerte de adolescentes mujeres está relacionada con el embarazo. Los embarazos en adolescentes tienden a sufrir más complicaciones como hipertensión y parto prematuro, llegando incluso a provocar una mayor probabilidad de muerte del niño recién nacido. El costo para los servicios de salud pública de estas complicaciones se estima en 25 millones de dólares anuales en el estudio “Consecuencias socio-económicas del embarazo y la maternidad adolescente en el Perú” realizado por Plan Internacional y UNFPA.

A nivel mundial “más del 60% de los embarazos no intencionales terminan en aborto, en condiciones de riesgo o sin riesgo, sea legal o ilegal”, recuerda el Fondo para Actividades de Población de las Naciones Unidas. Aunque como sabemos en nuestro país el aborto es mayormente ilegal, eso no impide que se produzca; la Encuesta nacional de la Juventud arrojó que 30 por ciento, casi uno de cada tres, adolescentes tenía “cercanía con algún conocido que se ha realizado un aborto” que, dadas las condiciones de ilegalidad que aún subsisten, se trata de una práctica de alto riesgo. A nivel mundial, 45% de todos los abortos se realizan en condiciones de riesgo. Al médico Vladimir Cerrón, quien hoy controla el ministerio de salud y una bancada que votó mayoritariamente a favor de este bárbaro proyecto de ley, eso parece no importarle.

Hay otros que dicen horrorizarse con el aborto pero promueven esta ley que, precisamente, provocará más abortos. Es el caso de Rafael López-Aliaga, quien ha empujado a su bancada de Renovación Popular tras esta propuesta e impuso como presidente de la comisión de educación al congresista de su partido Esdras Medina quien la promovió; esta semana en las redes también ha atacado con mentiras de manera furibunda a la opositora congresista Flor Pablo. López-Aliaga se opone furiosamente a despenalizar el aborto, pero defiende a rabiar esta ley que llevaría a muchos más embarazos adolescentes y multiplicaría los abortos ilegales.

El embarazo adolescente genera además otras trabas a las mujeres jóvenes para su progreso. Entre las madres adolescentes, de 10 a 20 por ciento deja de estudiar por esta razón, según el artículo de investigación científico sobre el tema realizado por Walter Mendoza y Gracia Subiría. La probabilidad de una adolescente embarazada de progresar en sus estudios secundarios se reduce en más de un tercio, al igual que la probabilidad de que vayan a la universidad. Posteriormente, con menos educación, las mujeres que tuvieron hijos en su adolescencia ganarán 15% menos que quienes esperaron a su adultez. Eso le cuesta al país, en menor producción, 73 millones de dólares anuales.

APUESTA ABSURDA

EL grupo ultraconservador que quiere eliminar la educación sexual de nuestros colegios usa como pretexto la participación de los padres en la definición de estos contenidos, pero esa es sólo una coartada, un disfraz para engañar y facilitar que algunos de sus aliados en el congreso puedan encubrir su voto. Su verdadero objetivo es regresar a una situación en que las mujeres sean subordinadas de los hombres y se dediquen exclusivamente a tener hijos y cuidar del hogar. Para lograrlo, quieren que nuestras adolescentes y jóvenes tengan menos conocimiento de las opciones que tienen para cuidar su salud sexual y reproductiva; pretenden que de esa manera evitarán que tengan sexo salvo bajo tutela masculina y matrimonio religioso, algo que es absolutamente imposible salvo que encierren a todas las adolescentes y no les permitan ir a los colegios ni salir a la calle sin compañía al estilo de los talibanes en Afganistán.

Seguramente a los ultraconservadores que quieren a las mujeres sólo en casa, limpiando y cocinando, como en el siglo XIX, eso les parece bien. Pero no deja de ser paradójico que, siendo conocido los serios riesgos del embarazo adolescente, existan congresistas profesores que apoyen una ley tan negativa contra la educación. Sería igualmente paradójico que el presidente siendo educador no observara este proyecto de ley.