Ha salido el Informe sobre la Desigualdad Mundial 2022, dirigido por grandes economistas como Thomas Piketty, Gabriel Zucman y Emanuel Saez. Pueden verlo acá: https://wir2022.wid.world/. Los datos son estremecedores. El 0.001 por ciento más rico, uno de cada cien mil adultos, juntan un patrimonio que triplica al de 2 mil 600 millones de personas todas juntas. Eso quiere decir que ese grupo de 57 mil ultraricos tiene, cada uno, más que 150 mil personas sumadas, y esa brecha se acrecienta año tras año.

Este Informe es un esfuerzo por corregir indicadores de desigualdad totalmente sesgados, penosamente aún muy utilizados por organismos internacionales y economistas neoliberales, que no consideran los billones guardados en paraísos fiscales ni el hecho de que, cuando un encuestador del INEI toca a la puerta de una mansión millonaria, no le contestan con la verdad. Piketty y colaboradores ya registran 26 países con datos que incluyen a los millonarios, cuatro de ellos latinoamericanos, pero el Perú todavía no está en la lista. Algunos estudios nacionales como los dirigidas por Bruno Seminario o Waldo Mendoza, sin embargo, ya han estimado indicadores de desigualdad muy superiores a los oficiales del INEI. Otro estudio, sobre la riqueza acumulada en el Perú, calcula que apenas 4 mil 500 personas, sólo el 0.015 por ciento del total, tienen el 40 por ciento de todo el valor del patrimonio privado nacional. Ratificando estos resultados, el Informe de Desigualdad Mundial ubica al Perú entre los países más desiguales del mundo a lo largo de los distintos indicadores que usan.

En diversos países de distintas latitudes, tanta desigualdad ha generado respuestas políticas. Joe Biden, en Estados Unidos, está subiendo los impuestos a los ricos y billonarios, mientras en Alemania el jefe de gobierno (“canciller”) Olaf Scholz ha dicho que cobrará impuestos a las sobreganancias de las empresas energéticas para financiar apoyo económico a las familias. En la misma línea va la propuesta de Gustavo Petro con su ministro José Antonio Ocampo en Colombia, de hacer una reforma tributaria para financiar derechos sociales. Eso son sólo algunos ejemplos.

La desigualdad estos últimos años en el Perú

En nuestro país se ha divulgado hace poco una encuesta sobre como la ciudadanía ve el tema de la desigualdad. Había habido algunas preguntas en estudios anteriores; uno que se lleva a cabo en toda la región conocida como Latinobarómetro indicaba que para el 2020 más del 80 por ciento de los peruanos consideraba la distribución de la riqueza injusta o muy injusta. El 74 por ciento de peruanos cree que el acceso a la educación es injusto (terceros en la región tras Chile y Paraguay), 89 por ciento que el acceso a la justicia es injusto (igualmente terceros en la región) y 76 por ciento que el acceso a la salud es injusto. Estos datos seguramente explican mucho porqué para el año 2020 apenas 11 por ciento de peruanos estaba algo satisfecho con la democracia, a la cola de la región junto a Ecuador, siempre según Latinobarómetro. Es que apenas 11 por ciento cree que se gobierna “para bien de todo el pueblo” mientras 86 por ciento considera que se gobierna “por unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio”, datos siempre referidos a opiniones peruanas del año 2020.

Este año el Instituto de Estudios Peruanos y Oxfam han hecho una encuesta nacional detallada sobre el tema. Solo 6 por ciento, uno de cada dieciséis peruanos, cree que el Perú no es nada desigual económicamente; la mayoría cree que es MUY desigual.  ¿Y qué ha pasado estos dos últimos años 2020 y 2021? El 60 por ciento considera que la diferencia entre ricos y pobres ha aumentado, mientras apenas 15 por ciento cree que ha disminuido.

Algunos datos indican que las mayorías tienen la razón. Para el 2021 logramos recuperar todo el nivel de producción perdido en la pandemia y cuarentena, y gracias a ello el empleo formal también ya superaba los niveles del 2019. Pero los ingresos promedio de cada trabajador urbano eran 9 por ciento más bajos que antes de la pandemia, cayendo de 1600 el 2019 a 1450 soles el 2021, a lo que hay que añadir el 9 por ciento de alza de precios al consumidor que representan una fuerte pérdida de poder adquisitivo. Comparando estos datos sale una pregunta: si el 2021 la producción se recuperó al nivel de 2019 pero los ingresos reales de los trabajadores urbanos estaban 18 por ciento por debajo, ¿dónde quedó la diferencia? Acá algunas pistas. Las exportaciones tradicionales, principalmente mineras, controladas por grandes empresas y trasnacionales, aumentaron entre el 2019 y el 2021 en 12 mil 500 millones de dólares, gracias al alza del precio de sus productos en el mercado mundial. Las utilidades de las empresas trasnacionales en el Perú, incluyendo mineras, petroleras, bancos, telecomunicaciones, pesqueras y otras, aumentaron de 8 mil 200 millones de dólares el 2019 a 15 mil 700 millones el 2021 (y en el primer semestre de este año ya llevan 9 mil 300 millones). A pesar de eso, el Congreso se trajo abajo nuestra propuesta de que estas ganancias extraordinarias pagaran más impuestos para ayudar a la salud y educación pública.

Distintas desigualdades en nuestras mentes

¿Qué desigualdades consideran graves los peruanos? El 72 por ciento considera que la desigualdad entre ricos y pobres es grave, seguidos de 61 por ciento que ve grave la diferencia entre ciudades y zonas rurales y 56 por ciento la desigualdad entre Lima y el resto del país. Podemos ponerlo así: las desigualdades que duelen más son las de clase y aquellas asociadas a Lima y las ciudades. Sólo una minoría de peruanos, entre la que me encuentro, considera grave la diferencia entre blancos y no blancos (30%), entre hombres y mujeres (34%) o entre los adultos y los jóvenes (38%). Un 32% considera graves las desigualdades entre personas LGBTIQ y quienes no lo son, porcentaje que no es bajo considerando que sobre este tema hay mucha resistencia conservadora haciendo campaña activa en redes y espacios públicos y políticos.

La encuesta del IEP-Oxfam ayuda también a analizar el pensamiento social frente a estas desigualdades. El 59 por ciento está de acuerdo con que “en el Perú una persona pobre que trabaja duro puede ser rica” y sólo 20 por ciento está en desacuerdo. La preguntas, sin embargo, no agota el tema. ¿La gente piensa que de todas maneras un pobre que trabaja duro se hará rico o que puede darse el caso si además tiene suerte? ¿Esa posibilidad es grande o pequeña? ¿Y cuántos piensan que los ricos lo son por herencia o contactos sociales sin importar su trabajo?

Preguntados si “las personas pobres son pobres porque la sociedad las trata injustamente”, hay 32 por ciento de acuerdo y 39 en desacuerdo. Parecería que nuestra ciudadanía da poca importancia a las causas estructurales de la desigualdad como un freno potente a las oportunidades individuales de progreso; el “tú si puedes” del emprendurismo tiene fuerza. Al mismo tiempo, contradictoriamente, recordemos que una buena mayoría considera graves la diferencias entre ricos y pobres y entre las ciudades y el campo.

La misma encuesta señala que el 39 por ciento piensa que “los pobres son pobres porque desaprovechan oportunidades” con un 35 por ciento en desacuerdo de esa afirmación. Me pregunto si en el imaginario popular esas “oportunidades” se refieren sólo a las legales y cuántos tienen la idea de que no ser un “cojudigno” significa tratar de enriquecerse sin importar cómo. Viendo la política de hoy, los resultados de esta encuesta ayudan a pensarnos como nación, pero quizás dejan más preguntas que respuestas.