El anuncio de la compra de tres grandes cadenas de boticas por Inkafarma y la compra de la cadena de grifos PECSA por parte de Primax ha generado preocupación por la probable alza de precios que generará. Dos cosas vale la pena añadir al respecto: que los compradores que buscan este mayor control monopólico del mercado son de los más grandes y poderosos grupos económicos del Perú y ¡oh coincidencia! la resistencia de PPK a una ley que evite monopolios.
Insistamos primero en algo que ya se ha debatido: el aumento del poder de mercado en estos dos mercados, de medicamentos y de grifos, genera un alto riesgo de que se eleven aún más los precios y márgenes de ganancia. Esto es así porque, para empezar, hay evidencia de que no se trata de mercados competitivos: pagamos por las medicinas más que los demás países latinoamericanos y los márgenes de ganancia en la distribución en la gasolina son bastante altos, con precios internos que suelen mantenerse arriba cuando los precios internacionales del petróleo caen.
Es lógico que así sea, ya que en un sistema económico como el nuestro, las empresas buscan elevar sus ganancias lo máximo posible y para ello les conviene subir los precios hasta lograrlo, algo que precisamente es facilitado cuando tienen una posición dominante sobre el mercado. En otras palabras, en una economía capitalista, lo que se espera es precisamente que los monopolios y oligopolios suban los precios por encima del nivel competitivo, ya que las empresas buscan la mayor ganancia. Quizás ahora, por el escándalo generado, esperen un poco y disimulen para evitar perder reputación. Pero la fusión se hace justamente porque permite más ganancias, en parte con economías de escala pero también con precios más altos, algo que los economistas aprendieron desde comienzos del siglo pasado con los grandes monopolios en Estados Unidos. Es por eso que más de 100 países en el mundo tienen leyes de control de fusiones y anti-monopolios buscando evitar esas posiciones de dominio del mercado.
Hay que insistir en que no hace falta que haya un monopolio completo, es decir, un único vendedor, para que puedan cobrar previos abusivos: está ya claramente establecido que a los consumidores nos cuesta mucho juntar toda la información, comparar los precios y mediante nuestro poder de compra forzar la reducción de los precios en el mercado. Por el contrario, desde los pioneros estudios de Amos Tversky y Daniel Kahneman, sabemos que los humanos tenemos una serie de trampas mentales que, como han señalado los también premios nobel George Akerlof y Robert Shiller, nos hacen muy proclives a caer en cualquier cantidad de trampas y engaños, el más reciente de los cuales es el de los bitcoins, que atrajo a una serie de incautos para luego ver caer su precio en más de 70 por ciento.
Pero otra forma de abuso muy conocido es ésta, que según un reciente reportaje es aplicado en el Perú por las cadenas de boticas: le dicen a usted que hay una medicina que cuesta 27 soles pero que tienen uno igual de bueno que cuesta 25 soles. Rápidamente el consumidor elige el de 25 soles, sin saber que hay otro genérico, mucho más barato, que cuesta solo 5 soles en la botica de al costado o, incluso, hasta en la misma tienda. Quienes han estudiado lo que hoy se conoce como “la economía del comportamiento”, llaman a esto la regla de los “marcos mentales”: al darnos los precios de dos marcas de medicinas para compararlas, establecen en nuestra mente un marco mental según el cual el precio del producto está entre 25 y 27 soles. Nuestra reacción rápida, usual en todos los seres humanos, es escoger dentro de ese marco y no pensar que podemos salirnos del mismo. Estos problemas son típicos de productos que no compramos con regularidad sino solo muy eventualmente, de tal manera que no tenemos la práctica de saber su precio, como sabemos cuánto cuesta un pan, una gaseosa o un paquete de galletas. O cuando se trata de productos que varían bastante de precio, como es el caso de la gasolina, que sube y baja y a muchos se nos hace difícil seguir su evolución, a diferencia de por ejemplo el pan o las gaseosas cuyos precios se mantienen bastante estales en el tiempo.
No es casualidad, para nada, que estas dos grandes fusiones empresariales se estén dando en el Perú precisamente en mercados en los cuales es ya sabido que los consumidores tenemos costos y dificultades para escoger lo más barato y caemos fácilmente en la trampa de las grandes cadenas.
LA RESISTENCIA DE PPK
La concentración del mercado en un sector tan sensible como los medicamentos, básicos para nuestros derechos fundamentales a la salud y la vida, ha generado reacciones. Diversos medios de comunicación y sectores políticos, no solo de izquierda, vienen proponiendo una ley de control de fusiones que evite los monopolios. Pero el gobierno de PPK se resiste con disimulo.
Un año atrás, Claudia Cooper nuestra actual ministra de economía dijo que «crear una ley de control de fusiones que no tenga un mecanismo adecuado, con la cautela y progresividad idónea, puede generar el engranaje burocrático que hace que la corrupción prolifere”. En estos días, la premier Araoz ha dicho que este tema “debería ser debatido en el Congreso eventualmente», dándole largas al asunto, y que la discusión debe ser «seria y técnica, no apasionada». También afirmó que en el caso de la fusión de Mifarma e Inkafarma debemos ser cuidadosos porque “es una concentración en el tema de las cadenas que representan menos del 14% del mercado”, aunque el porcentaje para las cadenas de boticas está por encima del 85%. Bueno, ya Inkafarma tiene una gran defensora, aunque lo haga de manera apasionada y poco técnica.
Según ha dicho el propio presidente de Indecopi, “la posición mayoritaria del Poder Ejecutivo no es favorable a una aprobación del control de fusiones. La encabeza principalmente el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF)”. Pero no se animan a decirlo francamente, sino de manera indirecta, por ejemplo la ministra de economía Claudia Cooper dijo hace poco que “una ley no va resolver el problema”.
CONCENTRACIÓN EN EL MERCADO Y DE LA RIQUEZA
En el caso de las boticas, Inkafarma pertenece al grupo Intercorp de Rodriguez Pastor. Según el reporte de la revista Forbes, Carlos Rodríguez-Pastor es actualmente el peruano más rico de todos, como quien dice el Rico McPato del Perú. En un año casi duplicó su enorme riqueza, llegando a US$ 2,700 millones, con una docena de empresas, siendo su fuerte en banca y comercio minorista, pero también presente en inmuebles, turismo, salud, manufactura, gastronomía, entretenimiento y educación. El ser propietario de un banco (Interbank) le facilita conseguir el dinero para hacer la compra, utilizando el dinero de los depositantes.
Por su parte, Primax pertenece al grupo Romero, del principal accionista y presidente del directorio (antes su padre del mismo nombre desde hace cuarenta años) del Banco de Crédito, el banco más grande del Perú. Coincidentemente, justo en estos días el Fondo Monetario Internacional – que nuestro presidente puede tener toda la seguridad que no es de extrema izquierda – incluyó al Perú en una lista de países a los que hará un examen especial debido, entre otras cosas, a la “concentración del sector bancario” debido a lo cual propondrá medidas para “incrementar la competencia en los servicios financieros”.
Según un estudio la familia Romero sería la segunda más rica del Perú con un patrimonio aproximado de US$ 5,570 millones. Son dueños del 14% de Credicorp, el holding que controla el BCP, Pacífico Seguros y Prima AFP, con ganancias superiores a los 4 mil millones de soles el 2017 al aumentar 16,4% mientras el empleo y los ingresos de los trabajadores peruanos iban marcha atrás. También son dueños de Alicorp, empresa vinculada al rubro de consumo masivo de alimentos y opositora del etiquetado obligatorio que se estableció en la ley de alimentación saludable y que hasta ahora no se aplica (ya vamos para 5 años con ley aprobada y ¡nada!). El grupo Romero tiene también puertos, almacenes y operaciones portuarias.
No es, por ello, solamente un problema de poder de mercado en sectores específicos, que lo hay. Las fusiones señaladas incrementan el dominio del mercado por parte de grupos que ya tienen un enorme poder económico y político, haciéndoles más fácil y rentable hacer lobbies a favor de sus intereses. La “puerta giratoria” que ha aplicado el grupo Romero ha sido bien documentada en los estudios de Francisco Durand, no siendo casualidad que uno de sus cuadros, Martín Pérez, haya sido congresista del PPC, ministro de Alan García y presidente de la Confiep. A su vez, esta concentración de poder y de riqueza, es uno de los factores clave en la creciente desigualdad existente, como ha analizado el premio nobel Joseph Stiglitz (entre otros) a nivel de la economía mundial.
Es por esto que el tema va más allá de una ley “técnica”: tiene una importancia fundamental en cómo se va perfilando la economía y la sociedad. Corresponde también revisar ese artículo de nuestra Constitución que permite tan alegremente los monopolios y la mayor concentración de los mercados y del poder económico.
(publicado en Hildebrandt en sus Trece el 9 de febrero de 2018)
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