INFORMALIDAD: UNA MIRADA ECONÓMICA

La informalidad es un gran problema nacional. Para millones en Perú, sin embargo, la única forma posible de subsistencia es mediante el autoempleo o lo microempresa familiar, porque la economía no genera suficientes puestos de trabajo. Resulta indispensable pensar este tema con profundidad, conectando economía, sociedad y política. Esta es una primera entrega al respecto.

Empecemos por las cifras: tenemos dos fuentes estadísticas y tres indicadores muy distintos de trabajo formal e informalidad. Fernando Cuadros, experto en el tema, ha compilado un buen balance al respecto. Si partimos de la encuesta nacional de hogares, se suele usar como indicador si los trabajadores privados responden tener el seguro de Essalud; con esa medida el 2021 un 68 por ciento eran informales. Pero la misma encuesta pregunta a los trabajadores si tienen un contrato formal de trabajo y bajo esa medida la informalidad baja a 59 por ciento. Pero hay otra fuente de información, la planilla electrónica que las empresas deben entregar a la SUNAT mes a mes bajo amenaza de multa, y resulta que según esa fuente había 3 millones 570 mil trabajadores formales privados el 2021, mientras las definiciones anteriores basadas en encuesta indican que serían 2 millones 600 mil (dicen tener contrato) o sólo 2 millones 80 mil (se consideran afiliados a EsSalud). ¿Cuál es más certera? Es improbable que las empresas registren en la planilla más trabajadores que los que realmente tienen, porque eso les significaría un mayor pago de contribuciones. Siendo así, un error más probable seria que cuando se encuesta a los trabajadores, estos no tienen claro que tienen Essalud o contrato de trabajo.

FORMAS Y CAUSAS

Hay que añadir, además, que los trabajadores informales pueden serlo por dos razones distintas. La primera es si la empresa o microempresa es toda ella informal, como podría serlo una pequeña tienda o peluquería; en este caso la informalidad está marcada principalmente por la tributación. La segunda razón es cuando una empresa, vendiendo con factura y pagando a la SUNAT, tiene trabajadores sin contrato o camuflados como si solo prestaran servicios, configurando una evasión parcial de contribuciones.

¿Por qué la informalidad? El asunto de fondo es que mientras la mayoría trabaje en autoempleo o microempresas apenas en la sobrevivencia, será poco lo que se pueda avanzar frente a la informalidad. Para la derecha ultraliberal y la Confiep, toda la informalidad se debería a que sería muy caro para las empresas tener a los trabajadores como formales, según ellos porque tienen que pagarles gratificaciones, CTS y seguro de salud. Ellos ocultan que los salarios en Perú son muy bajos comparados a otros países, mucho menores que en Chile, Colombia o Argentina. Si faltan puestos de trabajo formales en el Perú no es porque el costo laboral sea muy alto, sino por el escaso desarrollo de sectores que usan intensivamente trabajo, como el agro, el turismo y los servicios. La diversificación productiva es la clave y requiere una política clara.

En estos rubros hay muchas micro, pequeñas y medianas empresas con gran potencial, pero enfrentan diversas barreras. Una de ellas es que el crédito les sigue siendo escaso y caro; y no ayuda que con el ajuste monetario del BCR un préstamo les cuesta ahora 6 por ciento más que hace año y medio. Otro problema es el esquema tributario. Tenemos un sistema de impuestos a las pymes inefectivo y mal diseñado, que quisimos cambiar con nuestra propuesta de reforma tributaria el 2021. La idea era que la propia SUNAT pre-hiciera las declaraciones de impuestos a las pymes, con tasas preferenciales que desincentiven la evasión y promoviendo su inversión permitiendo una depreciación super-acelerada en un año. Pero la comisión de Constitución del Congreso bajo dirección fujimorista y de la ultraderecha actuó como el perro del hortelano: ni permitieron que mejoráramos el sistema ni han movido un dedo para hacer el sistema tributario más amigable a los micro y pequeños empresarios, algo en lo que hoy aprovechando el internet y la facturación electrónica puede avanzarse con rapidez.

LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA

Insistamos en que la principal razón por la que tenemos tanta gente en trabajo informal es que muchísima gente no tiene otra opción: simplemente no hay puestos de trabajo formales. La enorme mayoría de los informales son autoempleados, gente que trabaja por su cuenta o junto a dos o tres familiares, quizás contratando, por horas o temporadas, una o dos personas más. ¿Podemos pensar que pueden pasar a ser formales, vender siempre con recibo o factura y mensualmente pagar impuestos y presentar su ”planilla electrónica” a la SUNAT, el señor que vende periódicos en la esquina de mi casa y que trabaja solo, la señora que vende panes y emoliente un poco más allá acompañada de su sobrino apenas en horas pico, la señora que atiende una bodeguita – verdulería junto a su hijo o el joven que bicicletea delivery en una app? No, eso es inviable. La forma como otros países han salido de esta situación es creando empleo masivamente en empresas industriales o de servicios, y de esa manera quienes están vendiendo en las esquinas podrán acceder a un trabajo digno. En otras palabras, debemos pasar de tener a una mayoría como autoempleados o en microempresas, a un nivel de organización productiva de mayor escala.

Pareciera que lo único que funciona así en el Perú es la gran empresa, donde hoy predomina el mercantilismo. Tenemos ahora el agravante de que ahora entran a tallar trasnacionales buscando aprovechar con nuevas tecnologías la débil capacidad del estado para ordenar y fiscalizar los servicios. Las empresas de apps de delivery o taxis han inventado una nueva forma de operación que terceriza el trabajo en individuos aislados, informales ante el estado peruano pero actuando bajo condiciones, reglas y supervisión estrictas de la empresa privada, es decir, altamente formales en lo privado. En el camino eluden tributación, derechos laborales, seguridad y resguardo del espacio público, todo por aumentar sus ganancias. Estas nuevas apps aplican en la realidad un esquema de formalidad privada – informalidad pública, estricta aplicación de reglas privadas junto a evasión frente al estado, que ofrece comodidades a los consumidores en su uso cotidiano pero nos genera grandes problemas para la construcción de un mejor país a largo plazo.

Hay otras formas de organización económica para ganar escala: las cooperativas y asociaciones productivas. Existen bastante en el mundo pero muy poco en el Perú. En diversas metrópolis, por ejemplo, los taxis funcionan como cooperativas, en la que cada persona es dueña de su carro y lo maneja y cobra, pero mediante la cooperativa o asociación tienen compras conjuntas de combustible y carros que les permite acceder a mejores precios y financiamiento, tienen una organización de turnos y atención de pedidos, y al mismo tiempo asumen colectivamente la obligación de cumplir las normas urbanas y legales. Si uno falla, la cooperativa lo sanciona, porque si no, el estado multa a toda la cooperativa. Hemos tenido alguna vez en Lima líneas de buses de una “empresa de propiedad social”, pero hoy en el transporte urbano predomina un sistema de licencias con intermediarios tramposones o corruptos como Orión– y la reforma del transporte urbano casi no avanza (y veo improbable eso mejores los próximos años). Mejor experiencia en el Perú son las cooperativas cafetaleras, grandes y con décadas de funcionamiento. Los modelos de asociación pueden ser diversos, pero sin mejores fórmulas de organización económica, promovidos y articulados por el estado, la informalidad en la economía y en particular en sectores como el trasporte o los mercados populares donde trabajan millones, no será superada.