LA RECESIÓN Y SUS SALIDAS
Estamos en recesión, aunque a varios la palabra les asuste. Esto quiere decir que la economía peruana no está creciendo, sino que la producción total se ha achicado, se ha ido para abajo, en los primeros seis meses del gobierno de Dina Boluarte. Como se sabe, la cifra es un negativo de – 0,5 por ciento según la cifra oficial del INEI. También se ha tratado de decir que eso sucedió en el pasado pero ya pasó, pero las cifras también desmienten esa afirmación la caída de la producción en el mes de junio, el último para el que hay un cálculo publicado, ha sido aún mayor, de -0,6 por ciento. Y aunque todavía no hay datos completos de julio, los avances no son favorables, la inversión pública real cayó 13 por ciento (¡) y el sistema electrónico de transacciones registra un valor menor en 14 por ciento a mediados de mes de agosto y menos 23 por ciento en julio.
Lo más grave es que sectores productivos claves, los más importantes, en la generación de empleo e ingresos para las mayorías han tenido retrocesos muy fuertes. La manufactura, es decir el sector industrial, produjo en el primer semestre 6 por ciento menos, pero la caída se ha ido agravando y en junio produjo 14,6 por ciento menos. Hace más de tres décadas que no se veían cifras de esta magnitud en la industria. En la construcción la caída del primer semestre es de 9 por ciento; sólo en Lima el último dato de empleo muestra que hay 84 mil personas menos trabajando en este sector (entre los meses mayo a julio). Estos dos datos indican que la situación en las ciudades, y en particular en Lima, es de fuerte golpe a las economías populares. Pero en el campo, la situación es también crítica ya que en los primeros seis meses de este año la producción agrícola cayó en 4,6 por ciento, siendo la mayor parte de estos alimentos producidos por millones de pequeños agricultores. Laos grandes agroexportadores de arándanos, uvas y mango no se han visto afectados y más bien siguen aumentando su producción (bien por eso), pero son los medianos y pequeños productores de arroz (-3 por ciento), papa (-14 por ciento) y maíz (-16 por ciento) los seriamente afectados.
Lo primero es reconocer el problema y su gravedad; hay un problema y este es serio. Parte de la caída de la producción, en especial agrícola, se debe al Niño Costero, pero la respuesta gubernamental de apoyo y promoción ha sido mínima, y manteniéndose un cambio de clima fuerte y siendo probable que enfrentemos un Fenómeno El Niño en el próximo verano, una fuerte y efectiva política de soporte es clave y no se le ve por ningún lado. La recesión en el sector industrial y construcción, sin embargo, en particular la que se ha seguido viendo en los últimos meses de mayo, junio y julio, no tiene nada que ver ni con el Niño costero ni con las justificadas protestas sociales a las que Dina Balearte y Alberto Matárola respondieron con 60 compatriotas asesinados meses atrás. Se debe a que el mercado interno está recesado, disminuido, ajustado, con una demanda interna reducida; en la respuesta que los propios empresarios dan al BCR en la encuesta que hace mensualmente, ellos indican que su nivel de demanda respecto a lo esperado esta en negativo hace varios meses y ha caído entre mayo y julio; de todos los indicadores que recoge el BCR este es el que más se correlaciona con el PBI. ¿Debiera llamar la atención que, cuando la inflación ha reducido sustancialmente los salarios reales sin que haya ninguna medida del gobierno para favorecer a los trabajadores si no todo lo contrario, esto haya pasado? No, claro que no; si se reducen los ingresos que sustentan las economías populares, estos hogares se ven obligados a reducir su consumo y, en consecuencia, las empresas venden menos – menos ropa, menos comida, menos casas, menos muebles. Enfrentados a menos demanda, los empresarios reducen su producción. A su vez, esto afecta el empleo; debiendo producir menos, las empresas despiden gente, reduce horas extras, no renuevan contratos, postergan inversiones. El proceso mediante el cual una caída en la demanda afecta la producción no es ningún misterio y está en todos los libros de macroeconomía básica.
ALTERNATIVAS DE CORTO Y MEDIANO PLAZO
En el corto plazo, cualquier alternativa macroeconómica pasa por reactivar la demanda. Se ha puesto mucho énfasis en la inversión privada y está bien, es indispensable motivar y mejorar las expectativas en ese sentido, pero hay que tener claro que un empresario constructor o industrial que ve su demanda caída, que tiene decenas de departamentos sin vender o cuyos almacenes están llenos de zapatos que no logra que salgan en el mercado porque la gente está misia, no tiene incentivo alguno en ponerse a ampliar su fábrica. Elevar de manera efectiva la inversión pública, mejorar en serio la salud pública para que la necesidad de enfrentar problemas urgentes no drene los bolsillos de las familias y tener una política laboral activa que mejore los sueldos y salarios, son las medidas clave en este sentido; y los costos que esto genera al presupuesto público deben ser cubiertos con una reforma tributaria y medidas para reducir la evasión de los grandes tramposos contra el fisco. Una vez más, como también fue el caso el 2021, darle un nuevo empujón al carro de la economía nacional es indispensable, de lo contrario, todas las promesas y frases de que “ahora sí ya el futuro económico es promisorio” no se harán realidad.
Considero esencial ponerle especial atención a los pequeños y medianos agricultores de la costa, sierra y selva. En un grupo en el cual los niveles de pobreza y vulnerabilidad son más altos. Logrando una mayor producción de alimentos básicos como arroz y papa se conseguirá que la inflación ben estos rubros clave no afecta tanto a los trabajadores urbanos. Es además un grupo que, justificadamente, se ha sentido particularmente agraviado y ha respondido con más fuerza ante este cogobierno Boluarte- Congreso (o quizás más precisamente Otárola – fujicerronismo), pero cuyo malestar responde a una exclusión histórica y que requiere, lo antes posible, un estado que responda ante sus problemas. Añado a esto que el cambio climático que vemos ahora, y el probable Fenómeno El Niño que se nos viene, los va a golpear nuevamente, y lo mejor es actuar desde ahora. Si desde hace décadas requieren, y no tienen, un apoyo en créditos y seguros accesibles, en mejores sistemas de comercialización y articulación con mercados urbanos, en promoción de nuevas tecnologías y en irrigaciones de mediano y pequeño tamaño y menor costo en las alturas y laderas de los andes, hoy la urgencia es mayor. El riesgo de una seria escasez hídrica ya lo tenemos encima, y hay opciones de captura de agua, de represas y canales mejorados, de riego tecnificado, que deben ponerse en marcha ahora y no cuando se agrave su empobrecimiento y se afecte el abastecimiento de las ciudades. Otros sectores, como la industria, los servicios, el turismo y la construcción, las pequeñas y medianas empresas en general, las cooperativas y asociaciones, también requieren una política promocional fuerte. Hoy que estamos en recesión, una política que promueva el empleo y apoye a las economías populares es más urgente que nunca.
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