Luego de la gran expectativa por un nuevo gobierno tras la merecida caída de PPK, el nuevo gabinete se ha traído abajo mis ánimos. Ojalá me equivoque, en verdad ruego estar equivocado. Hay algunos ministros clave muy cercanos a la Confiep, y hoy sabemos que ese exclusivo club de trasnacionales y grandes empresas peruanas, aunque hable de “libre mercado”, no ha sido ajeno a Odebrecht, sus millonarios “aportes” a candidatos presidenciales y los lobbies consiguientes.
El tema crítico de esta gestión será la política económica, que marcará los espacios para la política social y la política anti-corrupción. Hay varias razones por las cuales la política económica adquiere una importancia central en esta coyuntura. El motivo más claro es el presupuestal: la recaudación tributaria ha caído fuerte y aunque el repunte de precios de los minerales ayudan, está claro que no lo suficiente. La derecha neoliberal pro-Confiep, como hemos anotado la semana pasada, insiste ahora en la urgencia de la “consolidación fiscal”, léase la reducción del déficit fiscal, mientras al mismo tiempo se calla en todos los idiomas respecto a la necesidad de sacar las normas anti-elusión que ya están listas y de eliminar las exoneraciones tributarias a bancos, mineras y universidades-negocio. Sumando uno más uno, nos podemos dar cuenta que lo que ocultan tras ese alambicado término de la “consolidación” fiscal es la vieja política de recorte del gasto público.
En este momento hacer eso generaría un gran problema político. En primer lugar, porque la gente demanda que mejoren la educación y la salud, los maestros y médicos quieren mejores salarios, necesitamos más policías mejor equipados y las familias quieren más becas para los jóvenes. Estamos hartos de deterioro social. En segundo lugar, porque es urgente reconstruir el norte y revitalizar la inversión pública. En tercer lugar, porque sin impulso fiscal, no habrá una reactivación rápida que genere los empleos que se necesitan muchísimo luego de la pérdida de 160 mil empleos el año pasado, a lo que se suma la presión de 100 mil venezolanos y de 250 mil jóvenes que salen a buscar trabajo por primera vez cada año.
Lamentablemente, dados sus antecedentes y opiniones previas, no creo que David Tuesta entienda estas urgencias y sospecho que seguirá la política neoliberal de los “hombres de la banca” (él viene de décadas de trabajo en banca privada). Conviene acá hacer una explicación, que se entiende poco: una cosa es la economía y otra son las finanzas. PPK, por ejemplo, no es un buen economista, es un buen financista. Sabe “arreglar” negocios, juntar partes, sacar cuentas, dialogar sobre estrategias de financiamiento, bonos y derivados, pero no sabe manejar la economía de un país, como ha quedado muy claro en estos 20 meses de gobierno. Lo bueno para la banca no siempre es bueno para el país, y para probarlo están los 4 trillones de dólares que Estados Unidos tuvo que poner para salir de la crisis financiera de 2008/2009 generada precisamente por una banca irresponsable que no midió riesgos en su carrera loca por mayores ganancias.
Quienes han hecho su carrera profesional en la banca, usualmente con ideología neoliberal, cuando dirigen la economía de un país tienen como prioridad que el gobierno rebaje su déficit fiscal recortando el gasto público, para que así tenga más fondos para pagar sus deudas. Es la mente de un banquero: su preocupación es cobrar y le parece que todo lo bueno pasa porque el mundo financiero funcione bien y las deudas sean pagadas. Juzgan a la economía nacional como un banco juzga a un deudor: si tienes buenos “ratios financieros” y pagas puntualmente estás bien, aunque tengas tuberculosis. Se suele cumplir el adagio marxista que señala que “el ser social determina la conciencia social”; en otras palabras, si trabajas como banquero, lo más probable es que termines con un esquema mental que defiende los intereses de los bancos.
El problema grande es que hoy hay amplia evidencia acumulada señalando que recortar el gasto público cuando la economía está parada profundiza la recesión. Por eso hasta el FMI en la actualidad acepta que cuando hay caída del crecimiento económico lo que hay que hacer es aumentar el impulso fiscal y no reducirlo. Pero en este mundo en el que vivimos a menudo el peso de los intereses ahoga los avances del conocimiento humano.
David Tuesta es un banquero. Ha trabajado la mayor parte de las últimas dos décadas para el BBVA – Banco Continental, que hasta hace unos años era también dueña de la AFP Horizonte. Salió hace poco para irse a trabajar a la CAF, otra entidad financiera. Su pensamiento es neoliberal, lo ha reiterado en muchas oportunidades. Mucho me temo que su línea sea la de reducir el déficit fiscal ajustando el gasto, empezando por el gasto social y la inversión. Solo que eso no cuadra políticamente con las demandas de los maestros y de las regiones y le dará en la línea de flotación a nuestra debilitada gobernabilidad democrática.
CORRUPCION
Los bancos quieren que los gobiernos rebajen sus déficits, pero también quieren que las grandes empresas les paguen sus deudas. En el momento actual tienen una preocupación grande al respecto: cobrar las deudas de Odebrecht, Graña y Montero y demás, que al haber sido atrapadas “con las manos en la masa” pues están en situación crítica. Campeones de la propaganda, el MEF de PPK-Cooper y los neoliberales que defienden estos intereses, dicen que “no se debe interrumpir la cadena de pagos”, que en realidad significa que estas constructoras corruptas sigan ejecutando proyectos y recibiendo plata del estado peruano aunque no colaboren con la justicia y estén activamente buscando tapar sus negociados, algo en lo que hoy tienen más posibilidades con los hermanos Graña liberados.
En este aspecto, el esquema ideológico de los bancos financiadores es muy conveniente: “presté plata pero no tengo nada que ver con los malos manejos y ahora es de interés de toda la economía que me paguen”. Bueno, eso de que no sabían nada ni escucharon nada de las coimas no es muy creíble, considerando además que ellos procesaban muchas de las transferencias bancarias de las corruptelas. Además, se entiende que lo que ganan como bancos incluye el riesgo de que no les paguen; en este caso, arriesgaron prestándole dinero a unos ladrones y perdieron. ¿Por qué debemos el resto de los peruanos preocuparnos por esas pérdidas?
Este es un segundo aspecto en el cual un enfoque estrecho de las finanzas se contrapone al gran objetivo de combatir la corrupción. Mucho me temo que David Tuesta siga la línea de PPK, facilitándole la vida a Odebrecht y socias pagándoles puntualmente por los contratos tramposos que firmaron con coimas sin cambiarles una coma, para que así los bancos puedan cobrar y la economía prospere. Pésimo mensaje para la salud moral del país y tremendo contrabando ideológico porque los bancos pueden perfectamente absorber estas pérdidas ya que desde hace varios años tienen enormes ganancias. Ojalá nomás que Vizcarra y Villanueva no se dejen convencer por la falsedad de que para reflotar nuestra economía hay que aceitar a los corruptos.
APPS, DÉFICIT Y CORRUPCION
Hay una tercera política que será crítica en este periodo: las Alianzas Público- Privadas (APPs). Estas fueron la mata de la corrupción odebrechtiana. Debido a ellas, varios peajes que pagamos van todavía, sol tras sol, al bolsillo de Odebrecht. El gobierno PPK en vez de cortar la corrupción en las APPs, le dio más poder discrecional al organismo responsable de tanto desastre – ProInversión (que depende del MEF). Vizcarra sufrió esto en carne propia cuando cargó el costo político de ese intento de robo continuado llamado Chinchero.
Pero ahora que el lenguaje neoliberal del día es la “consolidación fiscal” y la reducción del déficit fiscal, los “hombres de banco” neoliberales tienen un truco bajo la manga: proponen no hacer las obras como inversión pública sino como APP, que según las reglas del FMI no se cuentan al déficit fiscal. Es una argucia contable, porque al final del día quienes pagan esa obra hecha por APP somos igualmente todos los peruanos. Este truco está hecho a medida de los bancos, que tendrán el negocio de financiar las APP cobrando buenas comisiones e intereses. Desde el punto de vista del estado peruano, este esquema es un absurdo completo, ya que nuestro gobierno se puede financiar a menos del 5 por ciento anual pero bajo el esquema privatizado de las APPs tiene que pagar 10, 12 o hasta 15 por ciento, diferencia que resulta en cientos de millones de dólares en perjuicio nuestro. Pero lo que es pérdida para el estado peruano, es ganancia para los financistas. Esa era la sinvergüencería de Kuntur Wasi en Chinchero que PPK salió a negar en mensaje televisado a fines del 2016.
Esto es lo que temo que suceda: ajuste recesivo del gasto público, constructoras corruptas apoyadas y encubiertas, continuismo de APPs tramposas. Por el bien de todos, ruego equivocarme. Porque si en política económica seguimos con lo mismo ¿por qué esperaríamos que los resultados sean diferentes?
Por favor, Vizcarra y Villanueva, sorpréndanme. Muestren que estoy equivocado. Ya se hicieron una buena observando la ley de “comida chatarra” del fujimorismo. No continúen por el camino de la Confiep y sus banqueros. Giren.
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