En nuestro país cada año hay 45 mil nuevos casos y 30 mil muertes por cáncer. Se estima que en Latinoamérica la cantidad de casos aumentará en 91 por ciento al 2035. Es una epidemia feroz y golpea más duro a las mujeres: en el Perú  de cada cien casos de cáncer notificados, el 62 por ciento corresponde al sexo femenino, siendo los más frecuentes los de cuello uterino, mama y estómago.

Esto no es inevitable. Podría haber mucho menos casos, ya que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud – OMS, “alrededor de un tercio de las muertes por cáncer se debe a: índice de masa corporal elevado, ingesta reducida de frutas y verduras, falta de actividad física, consumo de tabaco y consumo de alcohol.” Los problemas de obesidad y sobrepeso alcanzan ya a 57% de las mujeres adultas, más que a los hombres, problema agravado ante la inexistencia de buena información de la comida chatarra, que el fujimorismo se empeña en defender en el congreso.

Pero siguen luego los problemas de la atención de salud. Mientras un 30 por ciento de mujeres en Lima se ha hecho una mamografía en los últimos dos años para detectar tempranamente un posible cáncer, apenas un 4 por ciento de mujeres en el campo se lo ha podido hacer. En total sólo 20 por  ciento de las mujeres de 30 a 59 años ha tenido un examen clínico de mamas en los últimos doce meses. También en este caso existe una fuerte desigualdad en contra de las mujeres rurales, de la sierra y la selva y de los grupos de mayor pobreza, donde la cobertura de examen de mamas apenas llega a la mitad de esta cifra.

El Papanicolaou, que sirve para detectar tempranamente y prevenir el cáncer cervical (del cuello uterino) y es bastante sencillo de hacer, no necesitando grandes equipos, deja fuera al 50 por ciento de las mujeres en la sierra y selva.

Cuando se logra el diagnóstico, el costo de los medicamentos llega a 25 mil soles para un cáncer de mama y 23 mil para un cáncer gástrico, 22 mil para un cáncer de próstata y 71 mil para un cáncer de pulmón, equivalente este último a más de 10 años de ingresos de una persona trabajando con el salario mínimo. Son muy altos costos, exacerbados por el otorgamiento de patentes mediante los cuales el estado deja que los monopolios farmacéuticos cobrando lo que les da la gana. ¿Seguro de salud? EsSalud funciona con grandes deficiencias y largas esperas que pueden ser mortales y el SIS deja fuera muchas personas y muchos casos, faltándoles recursos.

Tanto el 2016 como el 2017 vieron reducirse el presupuesto para el cáncer. En este año, el Ministerio de Salud solo ha gastado el 5 por ciento de su presupuesto anual en el rubro, cuando en promedio el estado ya va gastando un 20 por ciento de su presupuesto anual modificado. Espero que este “gasto corriente” no esté entre los que el ministro de economía considera superfluos y que la nueva gestión en salud se ponga las pilas contra el cáncer.