Dentro del sector empresarial, apenas 20 por ciento, uno de cada cinco dueños y gerentes de empresas, considera que un elemento fundamental para valorar una empresa es “ser honesta/pagar impuestos”. Cuatro de cada cinco empresarios no creen que la honestidad sea algo primordial para que su empresa sea valorada. Los empresarios consideran mucho más importante que la empresa sea rentable y tenga solidez financiera; al menos, eso es lo que respondieron a una encuesta de Ipsos del año pasado.
Para Alfredo Torres, quien dirige en el Perú esta empresa encuestadora, sin embargo, no hay ninguna contradicción entre este esquema político-económico que pone por delante las ganancias sin importar la honestidad, y la tremenda crisis de corrupción y falta de institucionalidad que vive el país. Por el contrario, en reciente artículo ha indicado que “El Perú ha vivido varias batallas en paralelo. Para mencionar solo dos: la batalla económica que enfrentaba a la defensa del modelo liberal contra el populismo y la batalla institucional que enfrentaba a la defensa del modelo republicano contra la corrupción”. Según Torres, aunque los empresarios han dado más batalla “contra el populismo”, también lo han hecho contra la corrupción.
Bastante sesgada su mirada, a la luz del caso LavaJato, de las decenas de millones de dólares repartidas por las empresas constructoras a los expresidentes incluyendo tanto a las brasileñas como a sus socias peruanas, del apoyo de Odebrecht a la “señora K”, del “club de la construcción” para repartirse obras con coimas y asegurarse que los arbitrajes les entregan varios millones más. Solo con estos datos es suficiente como para poder decir con total firmeza que no, la gran empresa privada y la Confiep no han apoyado a la lucha contra la corrupción sino todo lo contrario. Unos libros publicados y unos foros de Cade discutiendo el asunto tangencialmente, que son los hechos recordados por Torres, no cambian para nada esta realidad.
Más llama la atención, sin embargo, que Alfredo Torre ni siquiera recuerde la encuesta que hizo la propia empresa que él dirige. Fue Ipsos quien preguntó a los empresarios cuales eran los tres factores más importantes para valorar un empresa y que reportó que, para el 80% de los empresarios, es decir cuatro de cada cinco, la honestidad no figuraba en la lista.
La misma encuestadora hizo la misma pregunta a unos llamados “líderes de opinión” que, al momento de valorar las empresas, tienen unas prioridades inversas a las de los empresarios y consideran que la honestidad está primero que las ganancias.
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