Lima tiene muchos problemas pero para mí el primero es el transporte, y eso que yo debo estar entre los que menos sufren por este enorme problema, viviendo bastante cerca de mi trabajo y con diversos sitios a los que puedo ir a pie o en bicicleta. A pesar de ello, el caos del transporte me parece horrible, doloroso, insufrible. Corta oportunidades, dificulta visitar familiares y amigos y malogra los preciosos tiempos de descanso que tenemos los fines de semana. Me estresa tremendamente y pone de muy mal humor cuando me veo obligado a enfrentarme a la ley de la selva que predomina en el tráfico limeño. A ello se suma, por cierto, el hecho de que son los vehículos la principal causante de la tremenda contaminación del aire en Lima, lo que según estimaciones causa unas 6 mil muertes anuales, básicamente por promover infecciones respiratorias y neumonías.
He optado en los últimos años por intentar zafarme de estos problemas (salvo la contaminación, para lo que no hay salida si no es fugándose) usando lo más que puedo la bicicleta. A la Universidad Católica, donde trabajo, casi siempre voy en bicicleta; me sirve además para hacer ejercicio y así no sufro en buscar estacionamiento. Pero tiene un bemol; ya que manejar en bici por Lima, sobre todo a determinadas horas, es un deporte de alto riesgo ante la embestida de carros molestos y combis malditas. El aire en la cara y las piernas en movimiento son sin embargo, algo que gozar: se los recomiendo.
Mi hija Teresa y mi hermana viven, ambas, a apenas 3 kilómetros de distancia de mi casa, pero si quiero ir en carro en horas punta, fácil toma media hora y se lleva la mayor parte de mis nervios. Estoy optando por ir caminando o en bicicleta, pero en esta temporada el frío desanima. Ir más lejos para visitar a algunos de mis mejores amigos en Surco un viernes en la noche ha sido convertido por el tránsito una batalla costosa. Salir de Lima a buscar sol yendo por la carretera central es un ejercicio para el que se debe escoger cuidadosamente la hora, porque un mal cálculo puede significar dos horas más de un tráfico endemoniadamente agresivo.
La mayoría de limeños piensa que la ciudad tiene problemas mayores, como la inseguridad ciudadana y la limpieza pública, problema este último más agudo en los conos que rodean la ciudad. Pero los limeños diariamente gastan en promedio hora y media en el tránsito según las últimas mediciones, y seguramente ahora ya es más tiempo. Es un montón de tiempo, más que perdido, sufrido, dentro de una combi o micro, apretujado.
Este horrible transporte limeño afecta mi calidad de vida y yo quiero algo mejor, o aunque sea menos peor. Hay muchas cosas más que pedirle a un alcalde de la ciudad, pero seamos realistas, la política nacional no está como para hacer grandes demandas. La seguridad, otro gran problema limeño depende centralmente de la policía; la cultura tiene bastante desarrollo autónomo – aunque bien vale un apoyito del gobierno-; el empleo y la pobreza son cosa de la política económica; la educación y la salud son funciones del gobierno nacional. Lo que yo le pido a quienes quieren ser alcaldes es que arreglen el transporte, y claro, que por lo menos no le añadan a la mugre de corrupción en la que estamos sumergidos como han hecho muchos de nuestros gobernantes a todo nivel.
¿Por qué es tan malo el transporte en Lima?
No soy experto en el tema, pero algunas cosas que he leído me han sorprendido. Como que no es que haya muchos carros en Lima, porque aunque son un millón setecitos mil, comparados con otras ciudades latinoamericanas estamos por debajo en términos per cápita; pero sí hay el doble de taxis por habitante, que algunos dicen llegan a 300 mil (aunque nadie sabe la cifra debido a la enorme informalidad existente a la que Uber y similares le añaden su cuota).
Seguir la política tradicional de transporte seguida por décadas –con muy pocas excepciones- sería un tremendo error. La experiencia de los últimos años muestra que tenían razón quienes decían que hacer un by-pass por aquí y otro por allá no solucionaría nada. , su avance depende del gobierno central y no de ellos,ivel mugre de corrupciEl capricho de Castañeda de hacer ese by-pass en 28 de julio, tras un oscuro e ilegal acuerdo con la corrupta empresa brasileña OAS, es el mejor ejemplo. Que no nos vengan otra vez con ese “obrismo”, “obras, obras y más obras”, sin plan ni sentido urbano ni nada, que por favor Lima ya no aguanta más tonterías que siguen ideas del siglo pasado. Además, otra cosa que hemos aprendido estos años es que grandes proyectos dan lugar a gigantescas coimas.
El metro, ya sea subterráneo o elevado, se aprecia en otras metrópolis como una fantástica alternativa, sobre todo donde conforman una red integrada que conecta muchos lugares claves. Pero la verdad, la mera merita, es que es costosísimo, así que hay que ser conscientes que los candidatos que estoy seguro en estas elecciones van a insistir en esa promesa, la verdad no están hueveando: nunca va tener la Municipalidad de Lima plata para eso, su avance depende del gobierno central y no de ellos, y las finanzas públicas están bastante limitadas como para pensar que se va a poder avanzar más que el primer tramo de la Línea 2 en el próximo periodo. Otra forma nueva de transporte es el teleférico, que Evo Morales ha implantado en La Paz y he comprobado funciona muy bien, pero quizás su aplicación en Lima sería más limitada porque la población se concentra en las zonas planas (aunque caería muy bien en muchas ciudades serranas y quizás en algunas zonas de cerros de Lima, que suelen ser pobres y donde haya alta concentración poblacional).
Lo que sí está a la vista sin necesidad de ninguna maestría ni doctorado en el tema, es el mal estado de las pistas cuyo mantenimiento ha sido abandonado por Castañeda, la malísima señalización y regulación de intersecciones y semáforos, y el pésimo ordenamiento (¿hay alguno?) del transporte público en combis, mototaxis, buses, taxis y seudo-taxis por apps. Esta gestion municipal limeña paralizó los iniciales avances de ordenamiento que habían, permitiendo que la informalidad, el desorden, los colectivos y demás formas no deseables de ranpsotre, proliferen.
Ojo que cualquier reforma del transporte debe tener bien presente que apenas un 15% de los limeños viaja en carro particular, un 10% en bicicleta o a pie (porcentaje que debe haber aumentado, se ve en las calles el mayor uso de la bicicleta) y casi 75% en micros, combis y transporte público. Cuando una visita otros países, se ve claramente el enorme beneficio de un buen sistema de transporte público (como en Buenos Aires, Nueva York o Londres) y lo ventajoso del transporte a pie y en bici, que también son buenos para la salud pública reduciendo la obesidad. En contraste, hay un gran costo de tráfico y tiempo de priorizar los carro.
Tengo por eso mis propuestas. Creo bastante en una miríada de pequeñas soluciones, con esquinas reformadas o ampliadas, vueltas a la izquierda limitadas o mejoradas, paraderos establecidos con inteligencia, buen mantenimiento. Un sistema de semáforos inteligentes, computarizados, pude ser de gran ayuda. El transporte peatonal y de bicicletas debe ser facilitado; la gente lo está usando más, experiencias como el Ciclodía los domingos ha sido muy buena y cada vez habrá más bicimotos, bicis eléctricas, skaters y similares. Junto a ello, un esquema como el del Metropolitano parece poder transportar mucha gente a un costo asequible, mientras las líneas del “Metro” se vayan haciendo (no creo que haya de otra). Las rutas de los buses y combis deben ser ordenadas y reguladas, eliminando el caos, el corre-corre y las combis-asesinas, y asegurando un buen servicio, y en está claro que al respecto hay que seguir la iniciativa de los corredores con paraderos, licitación de lineas bien ordenadas y prioridad a buses de buena calidad, que puso en marcha Gustavo Guerra-García el 2014 en las avenidas Tacna-Arequipa y Javier Prado.
Castañeda detuvo lo que la administración anterior avanzó en ordenar el transporte, mientras las mafias del Callao han saboetado varias veces las reformas del transporte con tal de mantener sus tratos corruptos con empresas delincuenciales como Orión. El congreso fujimorista no ha querido dar pase a la autoridad autónoma del transporte Lima-Callao, apañando a los mafiosos del puerto. Una desgracia. Es hora de nuevamente discutir a fondo este problema que es central para la calidad de vida y retomar relanzar el esfuerzo por la reforma del transporte. Sí se puede.
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