¿Por qué ha caído tanto la popularidad de Vizcarra en la opinión de la ciudadanía? Como he escrito hace un par de semanas, varios analistas entienden que esto se debe a una falta de eficiencia de los ministros. El problema de este diagnóstico es que pone la clave en un tema de “selección de personal”, casi como de “head-hunteres” en la jerga empresarial de hoy: faltan ministros que sean mejores gerentes y “más cunda” políticamente hablando. Pero como es muy difícil saber quién es un “gran ministro-gerente-político”, esta discusión no tiene piso, aunque vale recordar que en sus inicios el gobierno de PPK fue presentado como un “gobierno de lujo” por poner de ministros a los grandes gerentes de la Confiep, experiencia que ya sabemos cómo terminó.

El problema sin embargo es otro; no es de capacidad gerencial ni de habilidad política como aquella de la que hacen gala Mulder, Bruce, del Castillo o Becerril. Hay un problema más de fondo, cual es una política económica que genera gran desigualdad y pocas oportunidades económicas para las mayorías y que mantiene los servicios básicos públicos en condiciones anémicas.

Recordemos que la caída de popularidad de Vizcarra no es algo fuera de lo común: todos los presidentes anteriores han tenido una enorme caída de popularidad en corto tiempo. En las últimas dos décadas el sistema político peruano es de los que menos apoyo ciudadano ha tenido en América Latina. Hay varias razones para ello pero una resalta: la falta de empleo y oportunidades de progreso económico. En la famosa frase de la campaña de Clinton: “es la economía, estúpido”. Las positivas cifras de crecimiento económico en una situación de altísima desigualdad no generan la prosperidad prometida.

Vizcarra ha seguido la misma política económica que las décadas pasadas, producto de lo cual el empleo y los ingresos de las familias han empeorado y el presupuesto para educación, salud e infraestructura es demasiado magro para lograr servicios razonables. En esas condiciones, la lucha anti-corrupción nos entusiasmó y llenó de esperanzas por un tiempo, pero luego nos ha resultado insuficiente. La ciudadanía quiere más y no lo está teniendo.

Veamos los datos de la última encuesta del IEP presentada recientemente. Entre las críticas a Vizcarra, luego de la inseguridad ciudadana sigue la mala política económica (29% la critica frente a 9% que la aprueba), seguido de que no trabaja para los más pobres (24% vs 14%) y que no está promoviendo el empleo (23% frente a 9% que aprueba). Incluso 21% de los encuestados dicen que Vizcarra se preocupa más por los venezolanos que por los peruanos. Un 64% cree que la economía del país crece “poco o nada”.

Hemos repetido en estas páginas las cifras de la pérdida de empleos en Lima, de la caída de ingresos de los trabajadores, del enorme desfase entre puestos de trabajo y los 300 mil jóvenes que se suman anualmente al mercado de trabajo, entre un gasto de educación de 3,5% del PBI y el acuerdo nacional y experiencia internacional de 6%. Hay que repetirlo, porque gente como Juan Paredes Castro de “El Comercio” dice que el problema es que se necesitan “ministros y ministras realmente idóneos para responder por situaciones de desastre en cada sector, desde aulas escolares en el puro suelo hasta toneladas de medicinas sin uso apropiado en los hospitales”. No señor Paredes, no hay toneladas de medicina tiradas en los hospitales, vaya a mirar, es al revés, FALTAN medicinas. Si faltan colegios en buenas condiciones es precisamente porque el presupuesto actual asignado a esa infraestructura no es ni la cincuentava parte de la brecha existente.

El problema, pues, es de ORIENTACIÓN POLÍTICA. Porque podría haber más presupuesto; el propio ministro Oliva ha dicho que con la política anti-elusión tendríamos 4 mil millones de soles más cada año, pero a pesar de que ya esta medida se probó dos veces por ley, el MEF no la aplica mientras no tenga el visto bueno de la banda aprofujimorista-Confiep. Para no hablar, por cierto, de lo que conseguiría eliminando exoneraciones abusivas y regalos especiales a las mineras o estableciendo un impuesto a las grandes riquezas, a los yates y a las millonarias casas de playa.

También es perfectamente posible una política pro-empleo digno, con empuje fiscal y monetario, más inversión pública, crédito abundante y barato, apoyo a las pequeñas empresas y el agro, diversificación productiva e impulso a la innovación. El continuismo neoliberal, sin embargo, sigue apostando a la minería y la extracción de recursos naturales y sin ninguna política hacia la producción de las mayorías.  

Lo que nos dice Las Bambas

El caso de Las Bambas es uno de los que mejor revela los enormes problemas del neoliberalismo que se sigue. Más allá de las protestas de la comunidad de Fuerabamba, Las Bambas es un caso más en el cual hay un enorme negocio en manos de trasnacionales que hasta la fecha no pagan impuesto a la renta por diversos beneficios tributarios pero igual sacan nuestros recursos y usan nuestra infraestructura, se opera afectando el medio ambiente con el paso de centenares de camiones diarios sin que haya habido análisis serio ni previsión alguna, esos cambios se imponen sin consulta previa a las poblaciones indígenas como lo manda los convenios internacionales y donde la policía está al servicio de la empresa estatal china de quienes recibe su cheque mensual.

El contraste entre la acción del estado peruano y el chino en este caso es revelador. ¿Cómo así llego la china MMG a Las Bambas? porque cuando la trasnacional Glencore quiso hacer una fusión a escala mundial con Xstrata, el estado chino aprovechó la oportunidad y le puso como condición que vendiera Las Bambas a una empresa estatal china. Chantajeó a Glencore, para usar una palabra hoy de moda, aunque en realidad sería mejor decir “condicionó”. En esas circunstancias, el estado peruano pudo también haber aprovechado para pedir mejores condiciones, pero fue al revés, aceptamos a pie juntillas una venta que dividía dos negocios, Las Bambas y Antapaccay-Espinar, y que en vez del mineroducto aprobado en el EIA los chinos tuvieran su carretera. La consecuencia son centenares de camiones pasando, polvo malogrando la vida de familias campesinas y enfermando sus ganados y el estado peruano cargando con el costo de mantener la carretera. Ninguna mirada de desarrollo nacional o regional del sur. Así, mientras el estado chino actúa estratégicamente y se asegura los minerales que necesita, nuestro estado permite que cualquier trasnacional venga a hacer lo que les dé la gana con nuestros recursos, nuestro ambiente y nuestra gente.

Vizcarra sigue esta línea. Seguimos sin tener una política que capture para nuestro estado nacional las rentas de esa riqueza natural mientras no se capacita a los profesores en educación intercultural bilingüe porque falta presupuesto. La “Política de Competitividad” del MEF no dice una palabra sobre la ganadería y agricultura andinas de la que viven millones de peruanos, aunque hay proyectos probados que permiten multiplicar su productividad con riego tecnificado, mejores semillas y selección genética. La política económica se preocupa de que las grandes trasnacionales consigan créditos más baratos pero no mueve un dedo por facilitar el crédito rural y agrario.

Dos Prioridades

La popularidad de Vizcarra es de 53% en los sectores A/B pero solo 39% en D/E; los de abajo están cada vez más desencantados. El 71 por ciento de los peruanos quiere que  “mantenga su lucha contra la corrupción y a la vez ponga más atención a la reactivación de la economía”, frete al hecho que la mayoría de los grandes corruptos aún están libres y la reforma de la justicia sigue aguantada por el fujicongreso.

En el 2019 estos dos grandes objetivos, la lucha anti-corrupción y la mejora de las oportunidades socioeconómicas deben ir de la mano. Si el gobierno se descuida de lo segundo, perderá popularidad y no tendrá fuerza para torcerle la mano a la banda de los corruptos, fuerza que solo servirá si mantiene una firme voluntad anti-corrupción, evitando cualquier claudicación disfrazada de un falso “diálogo” con quienes han saqueado el país. Tremenda responsabilidad del gobierno Vizcarra con la historia.