Los resultados al primer trimestre indican fuertes bajas. El ministerio de economía y finanzas prevé un crecimiento del 4,2 por ciento para el año, pero el primer trimestre pero no se llegó ni al 3 por ciento. La manufactura nuevamente ha retrocedido en cuanto a producción, estamos ahora casi 10 puntos por debajo del 2012. También la construcción está básicamente estancada. El sector minero ha retrocedido mientras que la pesca, terminadas las condiciones naturales muy favorables del año pasado, tiene un fuerte retroceso. Como consecuencia del retroceso de la producción industrial, en Lima el empleo también ha vuelto a caer en 19 mil, sumándose a 69 mil perdidos el año pasado y 18 mil el anterior. Ya no se oyen las voces que decían que aunque vinieran millones de inmigrantes venezolanos no había ningún problema porque ellos mismos se crean su empleo; siendo evidente que no es así.
Estos malos resultados se han dado al mismo tiempo que, a nivel internacional, los principales indicadores evolucionaron favorablemente. Luego de una abrupta caída de las bolsas internacionales en el último cuatrimestre del 2018, todas las bolsas se recuperaron fuertemente en este primer trimestre. El crecimiento de Estados Unidos se mantuvo robusto y China, que parecía en algún momento iba a ralentizar su crecimiento por los conflictos comerciales, recuperó rápidamente el ritmo. A la base del resultado en las bolsas y en EEUU ha estado el cambio en la política del banco central norteamericano, el FED, que retrocedió completamente en sus anuncios de alzas en las tasas de interés este año. Para nuestro país, esto significó que hubiera buenas condiciones de financiamiento con capitales entrando a tasas menores, y que los precios de materias primas mantuvieran un nivel recuperado, por ejemplo el cobre estuvo cotizándose muy cerca de los 3 dólares la libra, un buen precio.
Si las condiciones eran favorables, ¿por qué los resultados son mucho peores que el optimismo redoblado que se señalaba a fines del 2018 con un 4 por ciento de crecimiento? En primer lugar porque los datos del 2018 incluían una alta dosis de buena suerte y oportunidad en la temporada de pesca. Ya veníamos en realidad a media caña, algo ocultada por estos factores aleatorios. Por otro lado, la insistencia en una política fiscal orientada a reducir el gasto público, está dando los resultados previsibles de desplome de la manufactura, sobre todo al no haber ninguna política de protección o promoción industrial.
La coyuntura internacional, sin embargo, cambio rápidamente la semana pasada: la guerra comercial de Estados Unidos contra China, que parecía ser un viento fuerte camino a amainar, pasó a ser una tormenta que tiene la fuerza de un huracán. Las negociaciones programadas se convirtieron en choque y Estados Unidos ha subido sus aranceles, es decir los impuestos a la importación de productos chinos, de 10 por ciento 25 por ciento, afectando 200 mil millones anuales de ventas chinas. La bolsa de Nueva York cayó 5 por ciento en dos días. El precio del cobre cayó de 2,95 a 2,78 dólares la libra. Si a apuesta era a que las buenas condiciones internacionales provocaran una fuerte inversión minera, parece por el contrario que la economía internacional seguirá volátil los próximos años: como escribimos unas semanas atrás, el conflicto entre Estados Unidos y China no es coyuntural ni solamente comercial o económico, es más profundo implicando una lucha por la supremacía tecnológica entre dos civilizaciones.
LAS NUEVAS LEYES
Mientras tanto, el gobierno y el congreso han avanzado dos normas importantes: la relativa al control de las fusiones y la norma anti-elusión. La ley de control de fusiones ha sido aprobada en el congreso, y siendo un pequeño paso adelante, es un paso limitado y de efectos sólo en el muy largo plazo y de alcance parcial. La ley busca limitar la posibilidad de que un grupo económico obtenga un control monopólico sobre un mercado comprando a las empresas competidores, lo que es sin duda necesario. La mayoría de países avanzados y medios la tiene y la OCDE recomienda que este tipo de fusiones deba ser previamente revisada (pudiendo ser aceptada o no) por un organismo regulatorio, a pesar de lo cual durante años el cogollo neoliberal del MEF se ha opuesto reiteradamente. Que salga algo al respecto es ciertamente un avance.
Pero la ley deja todo en manos del mismo MEF que siempre se opuso a este control: será el MEF quien reglamente la ley y será el MEF quien pueda decir hasta que tamaño de empresas se puedan comprar sin pasar por este control de Indecopi. Además, claro, que no se plantea hacer nada respecto de las empresas que ya tienen dominio monopólico de un mercado, lo que pasa en el Perú en muchos sectores como las cadenas de farmacias, la cerveza, las gaseosas, la leche, los aceites comestibles, la harina de trigo y otros. La ley ni siquiera propone que haya un estudio serio de estas grandes concentraciones de mercado. No es un gran cambio.
Más importante en el corto plazo es la ley anti-elusión, que es la practica de las grandes empresas de reducir o evitar el pago de impuestos mediante diversas triquiñuelas que buscan ampararse en resquicios de la ley. También en este caso, es común internacionalmente que haya un control de esta sinvergüencería. Se aprobó una ley al respecto el 2012, pero la Confiep se opuso, Humala se arrodilló, no la aplicó y luego la “suspendió” hasta que sacara un reglamento que nunca promulgó. Se churreteó, pues, como se dice comúnmente. PPK, por su parte, no movió un dedo al respecto; que iba a tocar a sus amigotes de la Confiep y menos enfrentarse a Keiko que los defendía desde el congreso.
Recién el año pasado Vizcarra sacó el DL 1422 reafirmando el control anti-elusión, provocando otra pataleta de Roque Benavides y el coro de abogados contratados por los grandes empresarios, cuyas propuestas fueron recogidos por Miki Torres del fujimorismo. El ministro Carlos Oliva, entonces, decidió no aplicar la ley mientras el congreso fujimorista pro-Confiep la revisaba, como si aplicar la ley fuera opcional para los ministros y las grandes empresas tuvieran corona. El asunto es que como el congreso tiene este asunto aún entrampado, finalmente Oliva decidió sacar el decreto supremo detallando el reglamento del DL 1422 para que se aplique. El detalle está en que ese reglamento recoge dos de los tres puntos que quería la Confiep: hace prácticamente inimputables a los directores de las empresas y quita toda posibilidad de que se castigue penalmente a los traferos. El tercer puno reclamado por la Confiep, el que no se aplique la ley entre el 2012 que se aprobó y la fecha, lo está ahora luchando la PepeKausa vicepresidenta Mercedes Araoz desde el congreso (y ya Oliva se comprometió a que no observarían un proyecto del congreso sobre el tema, como si él fuera presidente y no Vizcarra). Como se ve, con quienes el gobierno actual nunca se ha enfrentado es con los empresarios corruptos, y tampoco lo hace ahora, pero eso tiene como costo que las posibilidades de que el estado obtenga más ingresos para la educación, la salud púbica, las carreteras y la seguridad son muy pocas: no se puede hacer tortillas sin romper huevos.
MÁS PERDIDOS QUE PIRATA EN BOLIVIA
Mientras tanto, la derecha más rancia de la Confiep enfila sus baterías contra los derechos laborales como la “gran reforma” que solucionaría los problemas de la economía nacional. Es en las páginas de El Comercio donde este grupo desarrolla sus campañas ideológicas. El gerente del Instituto Peruano de Economía, el think tank creado por la Confiep, insiste en que no debiera haber sueldo mínimo pero no dice una palabra sobre las responsabilidades del Presidente del IPE Roberto Abusada que ha sido director de Graña y Montero durante todos los años en los que la empresa compartió las coimas de Odebrecht: vaya forma de preocuparse por la salud de la economía nacional.
El colmo se lo llevó el editorial de El Comercio del día de la madre, el domingo 12 de mayo pasado, cuando escribieron que “se han puesto en marcha algunas iniciativas que pueden traer más problemas que soluciones. Las leyes que impiden el despido de una mujer embarazada, por ejemplo”. Increíble: ahora resulta que lo mejor que podemos hacer por la economía nacional y el empleo es dejar que las empresas despidan libremente a una mujer que se embaraza porque su productividad se reduce y lo mejor es dejar que las empresas hagan lo que les dé la gana con sus trabajadores. De esa manera, según el pensamiento neoliberal las empresas al no tener que cargar con el “costo” de tener mujeres embarazadas en sus oficinas, contratarían a más mujeres en edad reproductiva…. aunque luego las despedirían apenas sepan que están esperando un hijo. La propuesta de “El Comercio” es aberrante por ser extremadamente injusta; una pena que habiendo defendido el enfoque de género en la educación se olviden de él apenas toca ligeramente el bolsillo de los grandes empresarios.
Lo penoso es que quienes se supone conforman las élites intelectuales del país cercanas a los grandes empresarios, está totalmente perdidos respecto de los retos económicos del país. China y Estados Unidos entran en conflicto por ver quien domina la tecnología 5G y los ideólogos neoliberales de la Confiep proponen como gran solución despedir mujeres embarazadas. Bueno, si juntaron una bolsa de 2 millones de dólares junto a Odebrecht para apoyar a Keiko Fujimori que podíamos esperar.
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