«Mi gobierno ha dispuesto el acceso universal de salud para todos los peruanos y peruanas. Para ello el Seguro Integral de Salud (SIS) afiliará independientemente de la condición socio económica a toda persona que no cuenta con seguro de salud con la finalidad de garantizar el derecho humano a la salud», dijo el presidente Vizcarra el pasado 28 de julio. Muy bonitas palabras pero hay un problema: una cosa es tener una “afiliación al SIS” y otra muy distinta tener derecho a la salud. En el medio están el mal funcionamiento del sistema de salud y los recursos presupuestales disponibles. Del dicho al hecho hay mucho trecho.

Entre 2009 y 2018, la afiliación al SIS aumentó de27 por ciento a 45 por ciento (datos de la ENDES para mujeres de 15 a 48 años). Pero mientras tanto, entre quienes tienen un problema de salud crónico, la asistencia a servicios de salud bajó de 54 por ciento el 2013 a 37 este año. Mientras el 2004 los centros de salud y hospitales públicos (MINSA + EsSalud) atendían el 26 por ciento de toda la demanda, a inicios de este año habían disminuido a 19.  Más gente puede estar afiliada al SIS pero menos se atienden porque las colas han aumentado, las medicinas faltan, los laboratorios, rayos X y tomografías son poco accesibles y la calidad de atención ha bajado. Cuando el “Seguro Integral de Salud” en vez de ser confiable es irregular y en vez de ser comprehensivo es incompleto, resulta ser una gran mentira: ni es “seguro” ni es “integral”.

Habiendo deficiencias de gestión indudables, un problema central es el presupuestal. La “Comisión de Protección Social” nombrada por el propio MEF estimó que “se gasta aproximadamente 17% del costo esperado del PEAS – Plan Esencial de Atenciones en Salud, lo que no significa que se esté siendo eficiente (por menores costos), sino que se está racionando por otras vías (baja producción, baja calidad, bajo acceso)”. Por eso, propusieron “aumentar el gasto de S/ 85.47 a S/ 532.47 por persona”, y eso considerando solamente atender el 60% de la demanda observada con un déficit de oferta de 20% y asumiendo que los pacientes dejarían de ir al 15% de las atenciones necesarias; si se quiere llegar al 100% se necesitan 1652 soles por persona.

Recordemos: sólo hay presupuesto para el 17%. Apenas una sexta parte de lo necesario. El déficit es enorme; 5 de cada 6 soles requeridos para atender la salud, no están. Es evidente que en esas condiciones faltarán medicinas, equipos y personal. Lo peor es que el presupuesto del SIS se ha reducido; mientras el 2018 gastaron 2,214 millones de soles para este año su presupuesto es de solo 1,767 millones, el MEF ha aplicado un recorte de 447 millones de soles.

En otras palabras, el Seguro Integral de Salud estaba en la miseria y encima le cortan fondos.  Ahora Vizcarra propone invitar a una mesa que no tiene sino unos mendrugos y un té aguado, a más gente. En algún momento pensé escribir que Vizcarra propone aguar la sopa, pero con un SIS que tiene un sexto de lo que se necesita, la verdad es que lo que tiene no llega  ni a caldo ligero.

¿No hay dinero en el Perú y por eso el SIS está tan recontramisio? Vamos: los grandes agroexportadores tienen una rebaja en sus aportes a EsSalud por los que se llevan 300 millones de soles anuales. Las grandes mineras reciben devoluciones aceleradísimas de impuestos por más de 4 mil millones de soles. Dinero hay, lo que hace falta es un gobierno que se tome en serio el derecho a la salud.