Ha causado revuelo el dato de la caída del PBI peruano el segundo trimestre del año: negativo en 30 por ciento. A mí no me sorprende ni asusta esa información del pasado, que es un “periódico de ayer”. Me preocupa mucho más nuestra economía de hoy, la economía supuestamente “reactivada” sin cuarentena, situación que todo indica que durará hasta fin de año y más aún.
EL SUSTO INJUSTIFICADO DEL 30 POR CIENTO
La estadística de una caída de 30 por ciento en el PBI, resaltada en titulares recientes, corresponde al segundo trimestre de este año: entre abril y junio. Durante esos tres meses la orden del gobierno peruano era de cuarentena estricta, no se podía salir de las casas salvo unas pocas actividades económicas esenciales. Según el ministerio de economía y finanzas, eso debía haber paralizado el 60 por ciento del PBI. ¿Cuál es entonces la sorpresa de esta caída en el PBI? Si la industria, los servicios y gran parte del comercio estaban paralizados, esta caída del 30 por ciento era totalmente previsible. En realidad la caída no fue mayor porque la cuarentena fue incumplida.
Esta situación se parece a cuando, unos años atrás, me dio hepatitis. Quedé debilitado e inmovilizado. No pude trabajar y mi producción fue bajísima, si hubieran medido mi “PBI” habría figurado una caída del 80 por ciento. ¿Debía preocuparme por eso? No, dejar de trabajar era algo esencial que necesitaba para recuperarme. Felizmente en ese mes que estuve enfermo no tuve problemas: la seguridad social a la que aporto me dio apoyo económico. Eso es lo que debiera hacer el gobierno con un Bono Universal Mensual, y no optar por descuidar al enfermo para que él se las vea como sobrevive. Por cierto, la seguridad social me pagó un mes, pero con lo que había contribuido en los 25 años previos ya había cubierto ese costo sobradamente: lo mismo pasa con los fondos acumulados que tiene el tesoro. Luego de la hepatitis, como me recuperé bien volví a trabajar y a contribuir a la seguridad social y mi cálculo es que ya le contribuido como diez veces más de lo que me dieron en aquel momento.
La cifra del -30 por ciento, además, no creo que refleje adecuadamente la realidad. El INEI, para calcular cómo evoluciona el PBI obtiene información de las empresas, sobre todo formales, que existían hace un par de años. En tiempos normales esto permite una estimación algo inexacta. Pero en esta epidemia muchísima gente ha perdido el empleo o el micronegocio previo, y ahora está buscando como sobrevivir inventando nuevas formas de producir y vender: postres, comidas, distribución directa a las casas, cuidado de mascotas, etc. Todas esas nuevas formas de producción y comercio no están registradas. Seguramente no suman tantísimo dinero, pero hay mucha gente dedicada a eso.
LA ECONOMÍA DEL HOY
Cuando tuve hepatitis A, dejé de trabajar un mes, me cuidé bien, me recuperé y poco después ya estaba trabajando normalmente. La diferencia con lo que está pasando con la economía peruana ahora, es que yo me cuidé bien y por eso me pude recuperar rápidamente de forma completa. El problema es que como sociedad no hemos cuidado bien nuestra salud, y entonces, como cuerpo social, no podemos recuperar plenamente nuestra economía. Consumimos, invertimos y producimos, pero a media caña, como se dice. El cuerpo social de la economía peruana no da para más, y no es de extrañar, cuando tenemos 500 o 600 muertos adicionales por día, vemos las noticias de conocidos y amigos falleciendo, muchos contagiados con el temor enorme sobre qué les pasará, ¿cómo podríamos trabajar y producir normalmente? Somos como un convaleciente, apenas con fuerzas para levantarse de la cama, y en esas condiciones es obvio que no vamos a ser muy productivos.
El problema mayor, por cierto, es que pretender trabajar cuando uno está enfermo, muchas veces lo que hace es agravar y prolongar la enfermedad. Por eso en el mundo existe el derecho de los trabajadores a un descanso médico. Pero el gobierno siguiendo la receta de la Confiep ha decidido que, aunque esta terrible enfermedad del Covid-19 nos sigue golpeando brutalmente, debemos arriesgar nuestra salud y vidas; se rehúsan a pagar un Bono Mensual mientras ya le dieron 60 mil millones a bancos y grandes empresas y tienen 85 mil millones de soles guardados en los bancos. Por este rumbo, se prolonga la epidemia y la crisis económica. Bajo estas políticas, probablemente en los próximos meses nuestra economía sea muy similar a lo que vivimos hoy: escasísimos empleos, ventas por el suelo, millones buscando subsistir como sea.
En esas condiciones, ¿es mejor, seguir así, debilitado, enfermo, produciendo lo poco que se puede? ¿no sería mejor terminar de curarse para recomenzar con todas las fuerzas recuperadas? Mi experiencia de la hepatitis es que es mejor lo segundo.
EL 2021
¿Qué nos espera el 2021 en cuanto a nuestra economía? Es difícil de hacer proyecciones a pesar de que apenas faltan cuatro meses. El gran problema es que no sabemos si seguirá una epidemia desatada como hasta ahora o habremos logrado algún nivel de control. ¿Sería esto posible? Para el 2021 y en especial para la primera mitad del año, es altamente improbable que tengamos una vacuna aplicándose en forma masiva, olvídense de las tonterías que dijeron el mes pasado líderes empresariales como el ex-presidente de Confiep Raúl Delgado Sayán afirmando que la vacuna ya estaba lista y se aplicaría desde este mes de setiembre, por lo que estaba “convencido de que antes de fin de año vamos a regresar a la normalidad”.
La política del gobierno y el comportamiento de amplios sectores no auguran un control de la epidemia. ¿Podemos llegar a una inmunidad de rebaño, que el contagio masivo haga que ya la enorme mayoría hayamos tenido la enfermedad y desarrollado defensas al respecto? A la fecha, el Covid-19 muestras tres comportamientos regionales claramente diferenciados: en la selva luego de haber arrasado los contagios se han reducido sustancialmente, algo sobre lo que no hay otra explicación sino la llamada “inmunidad de rebaño”, hipótesis respaldada por un estudio que encontró que en Iquitos un 70 por ciento había tenido la enfermedad y desarrollado respuestas inmunológicas. En la sierra, la epidemia parece haber llegado después, sobre todo en el sur, donde ahora desata toda su furia. En la costa y en ciudades como Lima, Trujillo, Piura y en Arequipa, la mortalidad por Covid-19 tuvo un pico en junio, luego del cual se redujo un poco pero ha mantenido un nivel muy elevado. Si, como indicó un estudio del Instituto Nacional de Salud, a fines de julio una cuarta parte de la población de Lima y Callao había tenido Covid, todavía acá tenemos para rato con una epidemia golpeándonos brutalmente.
El problema adicional es que todavía no se sabe durante cuánto tiempo y en qué proporción, la respuesta autoinmune de nuestro cuerpo al Covid nos protegerá de futuros ataques del virus, pregunta complicada además porque los virus van mutando de tal manera que nos puede atacar una variedad distinta para la cual la protección desarrollada por nuestro cuerpo sea inútil. La incertidumbre respecto de la capacidad destructiva de este Covid-19 sigue siendo muy alta, y no sabemos cuánto tiempo nuestro cuerpo social indefenso estará preso de esta epidemia, razón adicional para que debamos aplicar una estrategia de contención y no esta danza de la muerte.
Recién cuando la epidemia termine o se controle, ya sea por vacuna, por inmunidad de rebaño o por estrategia sanitaria, se podrá reactivar la economía y el empleo, con políticas fiscales para levantar la demanda y con políticas para diversificar, reorientar y reestructurar el aparato productivo. Todo indica que este será un tema obligado en las elecciones del próximo año.
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