75 mil millones de soles es lo que deben los consumidores en Perú, y por esas deudas pagan 33 por ciento anual en promedio en una tarjeta de crédito y 44 por ciento por los créditos llamados de corto plazo, que deben pagarse en su totalidad en menos de un año. Es decir, los bancos están cobrando unos 25 mil millones de soles anuales por intereses, vinculados a la venta de carros, electrónicos, electrodomésticos y consumo en general. Harta plata. Otros 52 mil millones de soles se deben por créditos hipotecarios, destinados a la compra de departamentos, casas y terrenos. En estos préstamos la tasa de interés promedio es ahora de 7,7 por ciento, lo que suma 4 mil millones de soles anuales adicionales para los bancos. Ni para créditos de consumo ni para préstamos hipotecarios ha habido por parte del gobierno un programa de apoyo financiero.
Durante la pandemia, el gobierno ha dado fuertes facilidades financieras a los bancos y empresas. El programa masivo y de mayor alcance es Reactiva Perú con 60 mil millones de soles, destinado mayoritariamente a las grandes empresas, como lo reconoce la presentación del Programa Monetario del BCR para setiembre 2010.
Los resultados están a la vista. Mientras las empresas tienen hoy mucho más crédito que antes de la pandemia, para los consumidores es todo lo contrario. Producto de la fuerte inyección de dinero que ha hecho el BCR con garantía del gobierno, una gran empresa hoy paga por sus préstamos menos de 2,6 por ciento anual, mientras un consumidor paga en promedio 15 veces más y un deudor hipotecario más del triple.
LOS RIESGOS
¿Acaso se justifica que los consumidores paguen más intereses porque se trata de créditos donde hay más riesgo de que no se pague la deuda? ¿las personas le hacen “perro muerto” a la banca en mucha mayor proporción que las empresas?
Veamos los datos oficiales de la Superintendencia de Banca y Seguros: la morosidad, es decir, el porcentaje de créditos no pagados a tiempo en medianas empresas es del 6,9 por ciento, en créditos de consumo un 3,5 por ciento y en créditos hipotecarios alcanza sólo 3,3 por ciento, a pesar de la crisis. Así, las familias peruanas siguen haciendo un gran esfuerzo por pagar sus deudas, que atienden incluso mejor que muchas empresas. Por cierto, antes de la crisis la morosidad en las empresas era mayor que ahora; los 60 mil millones de Reactiva Perú han sido usados para pagar deudas bancarias.
En estas condiciones, los bancos han seguido teniendo enormes ingresos. El Banco de Crédito, por ejemplo, entre enero y julio ha tenido un margen financiero bruto de más de 4 mil 400 millones de soles, 66 millones superior al del mismo periodo del año pasado, ya que cobran por intereses cinco veces más que lo pagan por depósitos y otras fuentes de financiamiento. Por ahora están haciendo fuertes provisiones por si acaso tengan muchos préstamos morosos, pero con Reactiva Perú es el tesoro público, es decir a final de cuentas la ciudadanía, quien pagará hasta el 98 por ciento de los créditos que resulten incobrables.
LAS FAMILIAS Y LA DEMANDA
Muchísimas personas y familias están pasando una situación económica muy delicada. Algunos estimados hablan de 10 por ciento de la población, es decir más de 3 millones de peruanos, cayendo en pobreza. Muchos más han visto reducirse sus ingresos mensuales en quinientos, mil o dos mil soles, a pesar de muchísimas horas de trabajo y esfuerzo. El Bono Universal recién se está entregando al último grupo de 2 millones de familias, aunque no hay información real de a cuantos ha llegado en las semanas pasadas. El anuncio de Vizcarra de 28 de julio de que habría un segundo bono parece que está postergado para las calendas griegas, cuando se necesita con urgencia y se podría entregar de inmediato y no solo una segunda sino también una tercera, cuarta y quinta vez: cada Bono Universal cuesta 5 mil millones al tesoro, mientras a las empresas ya les dieron 60 mil millones.
En estas condiciones de gran necesidad y una respuesta del gobierno totalmente inequitativa, quienes están endeudados por su minidepartamento, su refrigeradora o por haber usado una tarjeta de crédito, quieren un apoyo por parte del gobierno. ¿Cómo podría hacerse esto? Fácil: así como ha habido el programa Reactiva Perú para las empresas, debe haber uno para las deudas de consumo e hipotecas, con el BCR poniendo los fondos para que los bancos refinancien deudas a tasas del orden del 1 al 2 por ciento anual, incluso con un posible periodo de gracia, es decir un tiempo durante el cual no se pagan los préstamos, de un año. Esto es distinto a un simple congelamiento del pago de intereses, como aprobaron algunas comisiones del Congreso, proyecto que sólo postergaría el problema de las familias ya que bajo ese esquema todos los intereses y pagos que no se hagan se acumulan al próximo año y se quita recursos a la banca obligándola a restringir sus créditos. Por otro lado, con un programa Reactiva para el Consumidor la rebaja de intereses es permanente y habría más fondos para préstamos, algo muy necesario durante la crisis.
En este programa el Banco de la Nación podría colaborar dando créditos a maestros, policías, enfermeras, empleados públicos y pensionistas que cobran todos los meses en sus ventanillas, préstamos a ser después pagados mediante descuentos automáticos. Son préstamos muy seguros: nadie va a dejar su trabajo así nomás y menos ahora. Si el BCR puede poner 60 mil millones para las empresas, ¿no podría poner 5 o 10 mil para que los maestros, policías y enfermeras puedan apoyar mejor a sus familias? Hay que recordar además que ni el programa Reactiva ni los llamados FAE-mype y FAE-agro han llegado a millones de microempresarios y pequeños productores golpeados por la crisis. Es necesario destinar muchos más fondos a ese fin pero la informalidad hace difícil llegar a estos sectores. Un programa amplio de créditos a los trabajadores y sus familias puede ayudar mucho en ese sentido, ya que hoy es muy común que en una familia haya un trabajador público junto a un microcomerciante empobrecido por la crisis, todos comiendo de la misma olla y empujando su economía familiar.
Se debiera también enfrentar algunos abusos que son francamente excesivos. Hay bancos usureros cobrando tasas de 150 por ciento anual, un robo que aunque se realiza sin un arma amenazante no deja de ser un asalto al consumidor. Dada la magnitud de la crisis que vivimos, las comisiones y moras que se cobran cuando alguien se atrasa en los pagos podrían ser eliminados por este año para todos los que se han empobrecido agudamente. El sistema financiero debe crecer dentro de una mayor competencia y un sano funcionamiento del mercado, lo que no impide frenar los abusos extremos ni considerar que esta emergencia constituye una “fuerza mayor” que según nuestro Código Civil “impide la ejecución de la obligación o determina su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso”.
LA DEMANDA Y EL BONO
El programa Reactiva Perú, con toda su inequidad, ha servido para evitar quiebras masivas de empresas, permitirles pagar sus planillas y pendientes, mantener la cadena de pagos y evitar un mayor desplome de la demanda. Pero en la medida que la epidemia vaya cediendo, como parece estar pasando en las últimas seis semanas (ver al respecto mi artículo de la semana pasada), hay que enfrentar la falta de demanda para que la economía pueda retomar un crecimiento. Lo mejor sería que esa reactivación tenga nuevas orientaciones priorizando el agro, la salud y la educación y girando hacia una mayor creación de empleos. En cualquier caso, sin embargo, si no hay una política gubernamental orientada a levantar la demanda, la economía se estancará. Eso es algo que hoy reconoce hasta el FMI a nivel internacional y que solo niegan algunos ultraderechistas con fuerte sesgo ideológico, como hizo Fernando Cillóniz en un debate este martes pasado.
Aliviar el peso de la deuda sobre las familias ayudaría a la demanda. Las familias han tenido que pagar a la banca, entre los intereses y la deuda misma, cerca de 20 mil millones de soles en los últimos seis meses, evidentemente para hacerlo han tenido que reducir sus consumos, así como las inversiones que a cuentagotas hacen millones de microempresarios. Una reducción de esa carga permitirá que las familias gasten algo más en alimentos, ropa, medicinas y otras necesidades.
Otras medidas son fundamentales para empujar la demanda: entregar el Bono o Ingreso Básico Universal durante varios meses, aumentar la inversión pública y mantener una política monetaria que reduzca tasas de interés y facilite el crédito. Dada la amplitud del crédito de consumo e hipotecario y su alto costo, una ayuda financiera a las familias debiera ser un componente básico de una política de reactivación.
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