Con muchísima tardanza, el gobierno empieza a entregar por segunda vez el llamado “Bono Universal Familiar”. Que finalmente se dé es buena noticia para los millones de peruanos que la necesitan con urgencia y porque va a empujar la demanda, facilitando que miles de pequeños negocios puedan vender más y mejorar sus ingresos. Esto no es populismo, recordemos que el estado peruano tiene todavía 79 mil millones de soles de dinero guardado mientras un bono universal no cuesta ni la décima parte de esta suma. Hay sin embargo mucho por mejorar en este Bono y acá presentamos siete ideas al respecto.

  1. Entréguenlo rápido

Hay empobrecimiento, hambre y angustia en miles de familias peruanas que carecen de un mínimo de recursos económicos. Mientras tanto, han pasado más de doscientos días desde el inicio de esta emergencia sanitaria. Ahora que pasó todo ese tiempo, por lo menos entréguenlo rápido a todos. Que quienes lo necesitan con urgencia no vuelvan a pasar semana tras semana y mes tras mes desesperando por el bono. Esos 760 soles pueden hacer un mundo de diferencia para quienes sufren por llenar la olla cada día, y ya no pueden aceptarse más demoras ¡ya llevan siete meses en esto!

  • 2. Háganlo realmente universal

Como se llama universal el bono debiera llegar a todos los que no tienen ingresos económicos. Pero la decisión del gobierno, tomada cuando Pedro Cateriano era primer ministro, ha sido que quienes no están en una base de datos de familias que ha armado el gobierno, no reciben el bono. El propio gobierno calcula que se trata de unas 800 mil personas que, a pesar de tener DNI y no tener empleo ni ingresos, no se les entregará el bono. Ellos no están en el listado del gobierno porque en el censo no recogieron su información de DNI o porque en los últimos tres años decidieron vivir independientemente, caso de jóvenes que quieren hacer su vida, parejas que se separaron o mujeres a quienes su esposo golpeaba. Pero nadie debe ser excluido porque el gobierno nunca se preocupó por tener un registro completo de familias ni por actualizar su base de datos. Hagan realmente universal el bono “Universal”.

  • 3. Un bono familiar tiene que considerar a los niños y adultos mayores

Un bono familiar debe reconocer algo obvio: que hay familias de muy distinto tamaño, condición de trabajo y necesidades. Si la decisión ha sido entregar un Bono Familiar y no un Bono Ciudadano, una familia con varios niños menores debe recibir un apoyo mayor debido a la carga familiar y a la necesidad de proteger a esos niños de la desnutrición y la anemia, con mayor razón ahora que los chicos no van al colegio ni reciben alimentación escolar. Lo mismo si tienen adultos mayores o personas con discapacidad a su cargo. A mayor necesidad, corresponde dar mayor apoyo.

  • 4. Soporte económico a las familias con enfermos graves

En estos siete meses de pandemia ha habido demasiadas familias que han sido particularmente golpeadas por el virus. Han sufrido mucho, y aunque ni las muertes ni la angustia y el dolor pasados los podemos revertir, si podemos amortiguar un poco el golpe económico que han recibido. Las familias que han tenido enfermos de gravedad del Covid han visto sus economías seriamente afectadas, empezando con los traslados de emergencia y el oxígeno que había que comprar, y también porque la persona enferma y quienes tuvieron que cuidarla ya no pudieron trabajar. Su situación ha sido mucho más difícil que los demás, muchos se han endeudado con algún amigo o empeñado lo poco que tenían para tratar de salvar a sus familiares. Además, muchas de las personas enfermas han quedado con secuelas del Covid, con daños neurológicos, respiratorios o en otros órganos. Merecen un apoyo económico adicional.

  • 5. Más apoyo a las regiones con más cuarentena

La crisis de las economías familiares es mayor en las regiones que han tenido una cuarentena más larga. Con una visión centralista, el gobierno parece olvidar que si la cuarentena nacional de tres meses y medio fue económicamente dura para muchísimas familias, hay varias regiones y provincias que han tenido uno o dos meses adicionales de cuarentena adicional. Es obvio que en esos lugares el golpe económico ha sido mayor, y peor todavía quienes como Cusco y en menor medida Arequipa y Puno, tenían mucha gente empleada en el turismo. Ahí es necesario que haya una entrega más rápida y realmente universal del bono y donde debe darse antes una tercera entrega.

  • 6. Una mano productiva a los retornantes

Muchas personas, desesperadas por la demora del primer bono y por no tener como subsistir, decidieron regresar a sus pueblos de origen o donde tuvieran quienes los acogieran. Viajaron como pudieron, algunos a pie recorriendo distancias mayúsculas, subiéndose a cualquier camión, burlando controles; otros con un apoyo de los gobiernos regionales; muchos teniendo que vivir cuarentenas en sus comunidades por el control de las rondas y autoridades locales. Otros, sin ver en el horizonte mejoras para ellos en las ciudades, se han trasladado más recientemente cuando ya se han activado los viajes regionales, con pasajes carísimos. En momentos duros han confiado en esa solidaridad que es la fraternidad de los pobres. No ha sido fácil, porque para las comunidades y pueblos rurales, hay un riesgo a la salud que controlar, unas bocas más que alimentar hasta el nuevo ciclo productivo y la necesidad de compartir pastos y tierras.

Ya están allá y ayudarlos económicamente les permitiría comprar semillas, habilitar tierras, comprar aperos, fertilizantes y animales menores que aporten a su alimentación (pollos, gallinas ponedoras, cuyes). De esa manera el próximo año habrá más alimentos para todos, y ellos podrían empezar una nueva vida productiva reactivando la agricultura familiar peruana, evitando además que vuelva a crecer la aglomeración en las ciudades. Dado el fracaso del esquema de crédito del FAE-Agro del gobierno, un bono adicional puede ser una forma directa y sencilla de darles una base para que puedan salir adelante.

  • 7. Nuevos bonos deben servir para ayudar a prevenir una segunda ola

Finalmente, debemos prevenir una segunda ola del coronavirus. Ahora que los contagios se han reducido mucho, y siguen cayendo, es el momento adecuado para preparar e implementar un sistema de pruebas, aislamiento y seguimiento de contactos. Un sistema como este requiere un buen soporte informático, pero depende críticamente de la respuesta de la gente: si los enfermos asintomáticos o leves siguen circulando, o si los contactos de los infectados no colaboran para que se les hagan las pruebas, un sistema de este tipo fracasa. Lastimosamente, ya sea por necesidad de subsistencia o por desconfianza y rechazo al estado, demasiadas personas no quieren colaborar. Pero si se entregara un bono a condición de que las personas se hagan las pruebas cuando son requeridas, y si a quienes están con el virus se les pueda dar un monto adicional a condición de que se asilan bajo las condiciones necesarias en sus domicilios, muchos sí estarían dispuestos y un sistema de pruebas-aislamiento-seguimiento podría ayudar mucho a evitar una segunda ola.

AYUDAR A LA GENTE TIENE QUE SER PRIORIDAD

El asunto central, sin embargo, es que ante el empobrecimiento masivo provocado por la pandemia y la necesidad de levantar la demanda para reactivar la economía, la entrega de un bono o ingreso básico universal es clave. Lo necesitamos ahora y en los meses que siguen. Las enormes inequidades y el retroceso económico, social y sanitario de este año tienen que ser abordados resueltamente por el estado; si no afianzamos la cohesión social los abismos sociales que nos dividen pueden transformarse en conflictos agudos, ingobernabilidad e inestabilidad.

En este contexto, decir como pretexto para no dar esta ayuda a la gente que el estado no tiene fondos, es absurdo. En primer lugar, porque el estado peruano tiene aún 79 mil millones de soles en sus cuentas según la información oficial del BCR. En segundo lugar, porque si se ha otorgado 60 mil millones de soles a bancos y empresas con el programa ReactivaPerú, se puede tener una política similar para las personas.

Mirando más adelante, hacia el mediano plazo, no podemos seguir con un estado precario sin salud pública ni seguridad social dignas de ese nombre; y el bono económico tiene que ser parte de un esquema de protección social permanente ante desastres. Para lograr que tenga sustento financiero, se debe enfrentar la elusión prohibiendo el uso de paraísos fiscales, eliminar exoneraciones tributarias a grandes monopolios, cobrar impuestos y regalías justas a las mineras que hoy nuevamente gozan de precios altos e imponer un impuesto a las grandes fortunas. La necesidad de mejorar la salud y la seguridad social es una lección que esta pandemia nos deja muy claramente, y que requiere de justicia tributaria que le de sostenimiento fiscal.