Las estadísticas de inflación a nivel mundial siguen subiendo y subiendo, sorprendiendo a los economistas. Este era un fenómeno que no se veía hace cuatro décadas, y por eso hay que hacer un esfuerzo para tratar de entender lo que está pasando.
A nivel internacional ha habido dos impulsos a la inflación. El primer empuje vino de los desajustes que trajo la pandemia y la posterior apertura y reactivación de las diversas economías. Durante la pandemia, al aplicarse cuarentenas y restricciones en muchos países, se frenó la producción y el transporte de distintos bienes y de componentes de los productos industriales, como los chips de cómputo. Durante los meses más duros de la pandemia, el 2020, esto no se reflejó en la inflación mundial porque el consumo global estaba por los suelos, debido a la pérdida de ingresos -– la gente sin plata no puede consumir mucho – y al susto – cuando percibimos riesgos grandes como los que afectaban nuestra salud parecía recomendable ahorrar para cualquier eventualidad. Pero a medida que el movimiento se abrió y los temores se redujeron, el consumo regresó mientras las cadenas de abastecimiento y transporte seguían teniendo problemas. Para muchos productos había más demanda pero sin que hubiera regresado la oferta, impulsando los precios al alza. Hasta fines del año pasado, parecía un fenómeno temporal que se resolvería en unos meses, a medida que los desajustes se iban resolviendo en los mercados.
Pero luego vino en febrero de este año un segundo golpe inflacionario mundial, mucho más fuerte que el primero: la guerra de Rusia contra Ucrania que llevó los precios de los combustibles y los alimentos por los cielos, debido a que esos dos países cubren buena parte de la oferta mundial de esos productos. Las alzas de esos precios han sido fuertes. En gran parte del mundo, incluido el Perú, esto ha generado una inflación mayor simplemente porque importamos la mayor parte del petróleo y del trigo, maíz y aceites. La inflación viene de afuera.
ESTADOS UNIDOS
Para Estados Unidos en particular, sin embargo, hay un problema adicional. La política económica ante la pandemia incluyó un fuerte empuje monetario por parte de la reserva federal (su BCR) y un fuerte empuje fiscal, que empezó con Trump y fue renovado por el nuevo gobierno de Joe Biden. Puesto en simple, muchísimos dólares entraron a la economía norteamericana, en parte como créditos baratos, en parte como transferencias del estado a las familias. Medidas como esa elevan la demanda y sirven para reactivar la economía, pero cuando son demasiado exageradas, generan tanta demanda que producen inflación. Como cualquier medicina, tiene que aplicarse en las dosis correctas.
¿Cómo es que esas medidas pueden generar inflación? La idea básica de los economistas de Estados Unidos y países desarrollados, respondiendo a su realidad, es que cuando hay demasiada demanda agregada, las empresas contratarán más y más personal hasta llegar a un punto en la cual ya no encuentran quien quiera trabajar. En ese momento las empresas ofrecen más salarios para poder atraer la mano de obra que necesitan, lo que subirá sus costos, que se trasladarán a los precios. Se desata así una ola inflacionaria.
El asunto complicado es saber cuándo es que la demanda ya se ha estimulado demasiado. Hasta hace unos meses atrás, no parecía que fuera así, y esa era la opinión de quien lleva la voz cantante en este asunto: la Reserva Federal, que maneja el dinero y es la responsable de controlar la inflación en EEUU, del mismo modo que en Perú lo es el BCR. No querían aplicar un ajuste monetario, con menos crédito y alza de tasas de interés, que frenara sin motivo el crecimiento. Las cosas han cambiado luego del segundo choque inflacionario y de indicadores laborales que señalan un aumento de los salarios (11 por ciento anual), junto con desempleo muy bajo (3,6 por ciento) y una enorme cantidad de puestos de trabajo sin llenar (11 millones y medio). Ahora, para reducir la demanda y controlar la inflación, el Fed ya está reduciendo el dinero en circulación y subiendo las tasas de interés rápidamente, lo que tiene consecuencias a nivel mundial y en el Perú (sobre las que escribí la semana pasada).
INFLACIÓN EN SUDAMÉRICA
Las razones internas de la inflación en Estados Unidos, no se aplican en el Perú. Nosotros nunca hemos tenido una situación en la cual se queden miles de puestos de trabajo sin llenar; todo lo contrario, hay permanentemente millones de peruanos que saltan rápidamente apenas hay una vacante disponible, y ahora más que nunca. A nuestros empresarios nunca se han visto obligados a subir los salarios para convencer a la gente a chambear. Todos sabemos que esa no es ni ha sido nuestra realidad.
Pero tanto Perú como varios países sudamericanos hemos tenido inflaciones altas, incluso hiperinflaciones. Estas fueron comunes en la década de los 90, una década llamada “perdida” en la región, cuando las hubo en Bolivia, Argentina, Brasil y Perú. En la actualidad los países de la región con inflaciones altas son Venezuela y Argentina, y en el primer caso ya domina ampliamente el dólar como moneda de circulación. Lo que sabemos de los procesos inflacionarios sudamericanos es que cuando hay una devaluación fuerte se generan inflaciones duraderas. Tanto en Venezuela como en Argentina han tenido un “dólar informal” (en Argentina le llaman dólar blue”) que se ha ido por las nubes debido a desequilibrios en sus cuentas con el exterior, porque la demanda de divisas es mucho mayor que las que ingresan por exportaciones, inversiones y préstamos. Como ha dicho el hasta hace poco ministro de economía de Argentina Martín Guzmán con motivo de su renuncia al cargo esta semana: “cuando en la Argentina hay menos divisas …hay más inflación”.
¿Corremos ese riesgo en el Perú de hoy? El precio del dólar no es tan libre como a veces se piensa; el BCR interviene en el mercado de dólares, comprando y vendiendo, cantidades que pueden ser de cientos de millones en un día. Para evitar un alza desmedida del tipo de cambio el BCR debe vender dólares, y eso sólo puede hacerlo si tiene reservas internacionales para hacerlo. Venezuela y Argentina se quedaron sin reservas y por eso el precio del dólar se les disparó. Perú si tiene reservas en el BCR: hay 75 mil millones, una cantidad enorme. No hay riesgo de una inflación desbocada.
¿RECESIÓN EN ESTADOS UNIDOS?
Controlar la inflación subiendo las tasas de interés y cortando el crédito tiene un costo: frenar la economía. Un ejemplo es el mercado inmobiliario, que se sostiene con créditos hipotecarios, y cuando suben las tasas, los pagos mensuales que se debe hacer por una misma cantidad de deuda crecen rápidamente, desalentando a las familias. El consumo y la inversión en general también se ven afectados.
La pregunta ahora es si la reserva federal norteamericana podrá controlar la inflación sin recesar la economía, lo que se conoce como un “soft landing” o aterrizaje suave, o si el frenazo será tan fuerte que caerá en recesión (“hard landing”). Hay apuestas para todos los gustos; la respuesta la tendremos en pocos meses. En cualquier caso nuestra economía se verá golpeada, y el rango va entre bastante y mucho, así que mejor amárrense los cinturones.
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