Rabia y Miedo

Son las 3 de la mañana y sé que, aunque no me suele suceder, ya no me será posible conciliar el sueño. Anoche tuve una pesadilla como no me pasaba en décadas. Me duele el corazón, lleno de tristeza, angustia, cólera, y eso que soy de los privilegiados en ese mi país.

Reviso los hechos: más de cien muertos registrados diariamente, posiblemente sean en verdad el triple. En unas semanas serán muchos más, los fallecimientos se están duplicando cada 8 días, como la progresión es geométrica quiere decir que en un mes los muertos se multiplican por 16. Escribo esto que ya lo sabía y el miedo me invade por un momento.

Me sirve de poco cuando pienso en la tasa de mortalidad total por el SARS-Cov-2, es decir qué porcentaje de la población morirá, que creo que será entre 3 y 5 por mil. No me refiero a la llamada “tasa de letalidad” ahora en boga que se refiere a la proporción de enfermos que mueren; me refiero a, de todos nosotros, cuantos moriremos por este virus. Vamos, con esa tasa no es tan probable que me caiga la guadaña, ¿por qué tanto miedo y tanta rabia? En la mal llamada “gripe española” de 1918-20 murió un 2 por ciento de la población mundial. En la peste de la europa medieval, quizás un 30 por ciento. En el desastre demográfico en América tras la conquista se estima que llegó a morir el 90 por ciento. Esas cifras sí son de terror.

Estoy lleno también de tristeza. Es que estamos hablando de cien mil muertos. En un año o dos morirá en el Perú el doble de gente que la asesinada en las dos décadas de carnicería desatada por Sendero Luminoso y la respuesta salvaje que en muchas zonas hicieron nuestras fuerzas armadas contra pueblos indígenas. Aunque parece que este virus afecta menos en zonas de altura y no de detiene ante los muros sociales levantados por las clases altas, los principales afectados serán como siempre los de abajo, los de piel marrón, los que no tienen ni agua potable ni cuenta bancaria de respaldo. Mi pesar tiene buenas razones de sustento.

DIATRIBA DE UN HOMBRE SENTADO

Suelto ahora mi cólera. Maldito virus, maldita suerte.

Malditos esos expertos en robar al estado quitándole los recursos necesarios para cuidarnos. Malditos quienes inocularon la epidemia de la corrupción, maldita Odebrecht, Graña y Montero y socias, maldito “club de la construcción” que ahora obtiene préstamos subsidiados del estado.

Malditos los que desde el poder político y económico ahogaron nuestra salud pública y han hecho que tengamos menos médicos, enfermeras, camas y UCIs por habitante que todos los países vecinos. Malditos esos que han comprado candidatos y congresistas para que les faciliten exoneraciones tributarias especiales: mineros con privilegios a quienes PPK otorgó un decreto para que les devuelvan impuestos de un día para otro, dueños de casinos íntimos de Keiko, bancos y AFPs entregando maletines con cientos de miles para ganarse cientos de millones. Malditos abogados especializados en crear empresas en las Islas Bermudas, las Bahamas, islas Caimán, Luxemburgo u otros paraísos fiscales con el único objetivo de eludir y evadir impuestos, no son más que unos Judas vendidos por 30 monedas de plata.

Vaya mi cólera también para esos presidentes, congresistas y ministros de economía que apoyaron esas tropelías. Vaya mi odio profundo a Fujimori, Boloña y Camet regalando miles de millones con exoneraciones de impuestos por doquier; a Toledo y García que continuaron esas políticas; a la pareja Humala-Heredia vendida a la Confiep y traicionando cinco años de promesas continuadas de poner en vereda a mineras y grandes conglomerados; a quienes rebajaron el impuesto a la renta a las grandes empresas y ahora pontifican sobre la mejor forma de responder a la crisis defendiéndolas otra vez.

Ustedes, todos ustedes son responsables de que por una falta de presupuesto mantenida por décadas hayamos empezado esta crisis con apenas 100 camas UCI con ventilador, que medidas en proporción a la población son la octava parte que en Argentina y la tercera parte que en Chile o Ecuador. Un enfermo grave de SARS-Cov-2 necesita unos 15 días de UCI con ventilador para tener una posibilidad 50% – 50% de vivir. Así que una cama UCI, con su médico intensivista, enfermeros y equipos operando, atiende en un mes a dos enfermos graves y le salva la vida a uno de ellos. El sector salud ha conseguido pasar en tiempo récord de 100 a 900 camas, salvando la vida a 400 peruanos cada mes. En los próximos dos años salvarán 5 mil vidas; si hubiéramos estado como en Argentina serían 40 mil y aún sería muy poco.

EL PERÚ Y EL MUNDO

La cuarentena sólo tuvo éxito parcial. Hubiera sido mucho peor sin ella, es verdad. Pero no conseguimos doblar completamente la curva y detener la pandemia. He perdido casi toda la esperanza de que se pueda lograr. Lo veo muy pero muy difícil.

Pudo ser distinto. Si desde la primera quincena se hubiera entregado un bono universal, la urgencia de regresar a sus pueblos de origen hubiera afectado a decenas y no a cientos de miles, se habría evitado que tantos se vieran obligados a salir a la calle a vender cualquier cosa para subsistir y la amenaza de una multa hubiera tenido algún sentido. La cuarentena habría tenido, entonces, una oportunidad. Ahora que Vizcarra dice que “no pasa de este mes” que den el bono universal, solo tengo dolor, lágrimas que no salen, una pena profunda. Demasiado, demasiado tarde. No me explico cómo pueden cometer un error tan grande. En el futuro, cuando nos preguntemos ¿Cuándo se jodió el Perú en el siglo XXI?, una respuesta será que fue cuando Vizcarra le hizo caso a la lógica neoliberal de la tacañería fiscal para la gente y optó por ese estúpido “bono focalizado”.

Hay ahora quienes, defendiendo la reactivación empresarial, hablan de pruebas moleculares por cientos de miles y un seguimiento estricto e inteligente de todos los millones de habitantes siguiendo la experiencia de Corea del Sur. Solo que ni esas pruebas están disponibles en el mercado mundial ni nuestro sistema de salud tiene la capacidad de aplicarlas. ¿Cómo podría el estado peruano tener la capacidad del de China, Taiwan o Corea del Sur, cuando fueren ustedes los que hicieron de este estado uno raquítico, dejaron intacta la evasión de impuestos en paraísos fiscales, privilegiaron a monopolios y trasnacionales y apoyaron este modelo que fabrica masivamente exclusión e informalidad? Décadas en que las políticas neoliberales dieron la espalda a las epidemias continuas de malaria, dengue y tuberculosis que nos azotan, dedicando migajas a su atención. Ahora se oponen a un impuesto a las grandes fortunas y nuevamente quieren una reactivación pensada para las grandes mineras y conglomerados desesperadas por recuperar sus ganancias lo antes posible; es decir, regresar a lo mismo de siempre aunque en el camino mueran miles.

La epidemia avanza incontrolable pero así lo hace en casi todo el mundo. Inglaterra, potencia imperial dominante hace apenas un siglo, supera los 30 mil muertos. Estados Unidos tiene el triple y me temo que llegará a los 300 mil. Italia, España y ahora Suecia son casos de estudio por sus terribles demoras en enfrentar la pandemia al costo también de decenas de miles de muertos. Todos esos países tienen sistemas de salud cuya capacidad es diez o veinte veces mayor que la nuestra y los muertos se apilan brutalmente. ¿Por qué esperaba yo que al Perú, con una industria mínima, una sociedad desconfiada y un estado débil, le fuera mejor?

Suena iluso, pero increíblemente pudo haber sido. Si tan sólo nuestro país no estuviera tan enfeudado a la Confiep y el pensamiento neoliberal no hubiera calado tan hondo. Si la desconfianza popular frente al estado no tuviera raíces tan hondas, multiplicadas en el terreno fértil de la desigualdad y la corrupción. Si tan solo tuviéramos un estado que represente a la nación y ponga el bienestar de las mayorías por delante. Me ilusioné cuando Vizcarra tuvo la fuerza de decretar tempranamente la cuarentena y cambiar a la ministra de salud. Quizás haya sido porque cuando el desastre se ve aproximándose en el horizonte, lo último que queremos pensar es que llegará. Ahora, con una probabilidad de morir de 1 en 2,000, pienso que si soy muy cuidadoso quizás la pueda reducir a 1 en 10,000 evitando el contagio durante los próximos ¿doce? meses en que las UCIs estarán sobrepasadas. Es la mejor apuesta.

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