Prioridad a la Atención Primaria de la Salud

Dados los despropósitos y desvaríos de los poderes del estado, a menudo nos olvidamos de mirar con detenimiento la situación social de las familias peruanas. Venimos de dos años tremendos de pandemia, 2020 y 2021, periodo de un terremoto sanitario, económico y social sin precedentes. ¿Qué sabemos realmente de cómo nos afectó este tiempo desastroso?

Los distintos gobiernos tuvieron que actuar con poca información de lo que realmente estaba pasando a nivel social. Los datos económicos solemos tenerlos con semanas o pocos meses de retraso; por ejemplo, ya en enero sabíamos que el 2021 la economía creció 13,3 por ciento y se crearon 400 mil puestos de trabajo formales entre agosto y diciembre. Pero indicadores sociales claves referidos a pobreza, infancia, salud y nutrición sólo se obtienen con más retraso; apenas hace pocas semanas el INEI ha publicado la información de las dos grandes encuestas que nos permiten tener información social del año pasado, la ENAHO (Encuesta Nacional de Hogares) y la ENDES (Encuesta de Demografía y Salud). ¿Qué nos dicen estos datos de cómo nos fue el 2021? Esta información es clave para entender los retos de la recuperación ahora que ya ha pasado el tiempo más duro de la pandemia.

POBREZA

Los datos de pobreza suelen ser de los más mencionados, aunque el INEI sólo publica los referidos a la pobreza monetaria, cuando una mejor aproximación a las condiciones de vida inadecuadas debe cubrir múltiples dimensiones e incluir salud, educación y acceso a servicios básicos. La pobreza monetaria era 20 por ciento de la población el 2019 antes de la pandemia, subió a 30 por ciento en el año terrible de la primera ola y las fuertes cuarentenas, y el 2021 bajó a 26 por ciento. No se ha recuperado al ritmo del PBI. Se trata del promedio del año, en el que sin duda hay diferencia entre el inicio bajo una dura segunda ola del covid19 y un cuarto trimestre vacunados y con más movimiento económico y empleo.

Lo que sucedió en Lima y las ciudades no fue igual a la evolución de la pobreza en el campo y las zonas rurales. Entre el 2019 pre-pandemia y el 2021, el consumo per cápita cayó en Lima 16,6 por ciento, una caída enorme, mientras que en el área rural el consumo nominal aumentó 1,8 por ciento. No fue por gusto que durante la pandemia cientos de miles de peruanos retornaron a sus pequeños centros poblados de origen, en una migración en sentido reverso a la que ha prevalecido el último siglo. 

SALUD Y NUTRICIÓN

Menos publicitada pero no menos importantes son los datos de salud de la encuesta ENDES 2021 que se aplicó a una muestra de 36 760 viviendas (número treinta veces superior a los individuos que suelen ser considerados en las encuestas de opinión política que suelen salir en los medios). Aunque hay una caída que se espera en varios aspectos, también hay varios indicadores que han seguido mejorando, algo que por la coyuntura vivida hay que analizar con detenimiento.

El embarazo adolescente entre los 15 y 19 años bajó el 2021 a 8,9 por ciento, frente al 10,4 por ciento en que estaba el 2019 pre-pandemia; seguramente influenciado por las restricciones de salida, movilidad y fiestas. Ojalá siga bajando y el uso de anticonceptivos modernos siga creciendo. A pesar de las grandes dificultades del sistema de salud, concentrado en el covid19, el 2021 la atención de las madres gestantes tuvo una amplia cobertura: el 93 por ciento de los partos fueron en un hospital o centro de salud categorizado, cifra ligeramente mayor que antes de la pandemia. Pero otras atenciones a las mujeres han caído enormemente, como el examen de mama que sirve para prevenir el cáncer y que, de habérselo hecho 21 por ciento de mujeres el 2019, sólo se lo hicieron el 9 por ciento el 2021. Este es un examen simple que no requiere equipos especializados, sólo un médico entrenado para ello, pero es también un examen que no puede hacerse por telemedicina sino que requiere atención presencial, en lo que hay bastante retraso aún. Ya no hay justificación para que algunos médicos estén manteniéndose fuera de sus consultorios.

Para los niños, las vacunas completas en menores 12 meses cayeron de 77 por ciento el 2019 a 61 por ciento el terrible 2020, para recuperarse parcialmente a 69 por ciento el 2021. Esta es una muestra que la atención primaria de la salud fue bastante relegada, incluso en cuestiones básicas como vacunaciones infantiles. Recuperarla debiera ser la prioridad este año.

La desnutrición infantil no ha empeorado. La anemia en niños y niñas de 6 a 36 meses, que era 40 por ciento el 2019, se mantuvo igual el 2020 y se redujo ligeramente el 2021 a 39 por ciento. La desnutrición crónica infantil, es decir el retraso de crecimiento, cayó de 12,2 de los niños a 11,5 por ciento el 2021. Mejoras pequeñas pero que no dejan de sorprender en medio de una crisis de empleo e ingresos populares y de aumento de pobreza tan dura, aunada a los problemas de la atención primaria. ¿Cómo es eso posible? ¿Será que la mayor presencia de madres y padres en casa ha llevado a una alimentación más balanceada? El que los niños se hayan quedado en casa también ha llevado a que su participación en las conversaciones de los adultos aumentara de 48 a 53 por ciento entre los niños pequeños (de entre año y medio y tres años). Pero la obesidad y sobrepeso en niños ha aumentado de 8 por ciento a casi 10 por ciento el 2021, alcanzando a 14 por ciento en la zona de la costa. Es una cifra preocupante; desde hace algunas décadas viene creciendo una pandemia de obesidad que lleva a serios problemas de salud. En este caso, pareciera que los colegios cerrados para la educación presencial y las restricciones a los juegos en las calles y parques han pasado la factura. La mala alimentación y el menor ejercicio también afectó a los adultos mayores, entre los que han aumentado la obesidad, la hipertensión y la diabetes.

LO URGENTE Y LO IMPORTANTE

Los últimos meses del año pasado logramos una amplia vacunación que evitó la alta mortalidad con la que nos amenazaba la tercera ola de Covid y nos permitió reanimar la economía y el empleo. Pero ahora llegamos a mediados de año con una crisis política agravada por la inflación mundial y la debilidad de la respuesta estatal. En el corto plazo de hoy, el entrampe político, la corrupción y la fuerza de la inflación mundial parecen arrasadores y es difícil ver salidas. Lo inmediato domina. Pero perder de vista lo que sucede con la nutrición y la salud sería un error monumental; son asuntos demasiado importantes.

Algunos indicadores sanitarios y nutricionales nos sorprenden positivamente, reflejando tendencias sociales favorables de largo plazo sustentadas en mejoras en la educación, las comunicaciones y el empoderamiento de las mujeres que hay que reforzar. Lo que no creo que sea novedad para nadie es comprobar que hay retrocesos graves en varios indicadores de salud. Tanto para acelerar los avances como para superar los retrocesos, es clave que la atención primaria de la salud se termine de recuperar con rapidez, algo perfectamente factible, y que se le dé un nuevo impulso en el marco de una reforma sanitaria integral. Es terrible que esta necesidad primordial quede fuera de la agenda política y que no veamos ni a ministros ni a congresistas trabajando por la salud pública. Lo urgente nunca debe hacernos olvidar lo importante.

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