Perú y China

EL PERÚ FRENTE A CHINA

El escenario económico internacional, que hasta hace unos cinco años era de hiperglobalización creciente, claro dominio norteamericano y China creciendo rápidamente sin trabas en el mercado mundial, ha cambiado. Donald Trump, recogiendo un malestar extendido entre la clase trabajadora norteamericana, optó por un mayor enfrentamiento comercial subiendo aranceles y restricciones a los productos chinos. Joe Biden ha mantenido la política frente a China, que tiene un fuerte consenso bipartidista en EE.UU. No es un cambio menor; las sanciones aplicadas a Huawei le han dificultado a esta empresa china vender sus equipos que hoy no pueden usar apps de gran difusión; el fondo de este conflicto era y es la carrera por la hegemonía en el terreno de la tecnología 5G que será el próximo gran avance en comunicaciones.

Hoy las noticias internacionales se concentran en la invasión de Rusia a Ucrania con todas sus consecuencias: sanciones económicas de EEUU y Europa contra Rusia, alza de precios internacionales del petróleo, el gas y los alimentos, y escasez y encarecimiento de los fertilizantes que ampliará el hambre a nivel mundial y amenaza a nuestro pueblo. Los peruanos estamos lejos de ser ociosos pero el sostenimiento económico de muchos se ha visto severamente afectado sin que haya una respuesta eficaz del gobierno. Las consecuencias probables son el empobrecimiento y la ingobernabilidad.

La situación internacional, en particular en cuanto a sus consecuencias para el Perú y nuestra política de relaciones económicas frente al mundo, sin embargo, debe analizarse también con una perspectiva de mediano plazo. Lo que dominará la escena internacional en las próximas décadas no es un enfrenamiento de Occidente con Rusia, cuya base económica es sumamente débil en términos de PBI, industria y tecnología como para ser un rival serio. La potencia militar de un país en el corto plazo se basa en su capacidad de desplegar armamento y tropas, y ya la capacidad de Rusia en ese aspecto ha quedado en cuestión estos meses, pero a mediano plazo lo que define es su capacidad productiva y tecnológica, y en ese aspecto la Rusia actual es apenas la sombra de lo que fue la URSS cuatro décadas atrás. El PBI de Rusia es apenas del tamaño de Italia o España.

Lo fundamental en la economía internacional de las próximas décadas será la relación entre China y Estados Unidos, no exenta de conflictividad pero también con acuerdos parciales en el marco de los desafíos globales de nuestro tiempo. Es claro sin embargo que las próximas décadas no serán como el periodo de la hiperglobalización neoliberal entre 1990 y 2015 que buscó establecer reglas comunes y favorecer el comercio, con un peso menor de las rivalidades estratégicas dado el indisputable dominio por los EEUU.

CHINA Y LAS POSIBILIDADES DEL PERÚ

China ya tiene una importante presencia en el Perú, pero principalmente está orientada a la explotación de nuestros recursos naturales mineros. Principales minas como Las Bambas y Toromocho de cobre y Marcona de hierro, pertenecen a empresas estatales chinas. Siendo empresas, se manejan con autonomía, pero claramente responden a una estrategia nacional china de asegurar el abastecimiento de metales base que necesitan para mantener su crecimiento económico. Esto se vio claramente en el caso de Las Bambas; originalmente esta mina era propiedad de la trasnacional suiza Xstrata pero cuando a nivel mundial Glencore la compró, el gobierno chino puso como condición para aceptar que trabajaran en su país, el que les vendieran Las Bambas.

Por otro lado, las importaciones de productos manufacturados chinos han entrado con mucha fuerza en diversos rubros, inicialmente de consumo básico pero hoy también presente en productos de mayor valor agregado como autos y camiones e incluso maquinaria pesada. En el caso de la ropa, este ingreso de productos a muy bajo precio ha causado daño a la industria nacional, en especial a los pequeños empresarios de Gamarra, pero lamentablemente el actual gobierno ha desechado el aplicar medidas de protección que son muy necesarias para defender los empleos que tanto necesitamos. Aunque se estima que un 12 por ciento de la producción industrial del África es de empresas chinas, con un tercio de todas las empresas chinas en ese sector, en nuestro país ese no es el caso; lo que hay mayormente son importaciones y muy poca producción y generación de empleo local.

Un análisis estructural de la relación económica de Perú con China se le puede entender como un ejemplo clásico en el que trasnacionales ubicadas en Perú explotan y exportan minerales, y a su vez nosotros importamos sus productos industriales. Hace ya setenta años que un análisis fundamental de la Cepal, la Comisión Económica para América Latina dirigida entonces por Raúl Prebisch, señalaba las desventajas de este tipo de inserción en el mercado mundial, que no lograba generar un desarrollo económico de ancha base ni un despliegue tecnológico propio y apropiado para los países exportadores de materias primas.

LA BIPOLARIDAD ABRE LA CANCHA DE JUEGO

La competencia estratégica entre Estados Unidos y China ya se está viendo en el mundo. China juega con cuidado sus cartas en la invasión Rusia contra Ucrania, buscando mantener al oso euro-asiático de su lado sin enemistarse con nadie. En el Pacífico oeste y el sudeste asiático tanto Estados Unidos como China están buscando aliados y nuevos pactos a su favor. En el África China ha entrado fuerte con inversiones de infraestructura y en minería; se estima que la mitad de las licitaciones internacionales de proyectos de construcción la ganan las empresas chinas y en las dos décadas pasadas han prestado la friolera de 160 billones de dólares.

Una debilidad que arrastra nuestro país desde hace varios años es que no tenemos estrategia alguna respecto a cómo aprovechar mejor esta situación internacionalidad de creciente bipolaridad. El conflicto entre estos dos gigantes, así como el creciente valor estratégico del cobre para la transición energética que el mundo demanda, más aún tras esta guerra, nos abre espacio a negociar mejores condiciones de nuestra relación con el mundo y en especial con China.

Las oportunidades son múltiples. El mercado chino es enorme y tiene oportunidades para algunas exportaciones agrícolas, siendo difícil pensar que le venderemos productos manufactureros. Pero nuestros minerales podrían salir con mayor nivel de refinación y valor agregado. Otra oportunidad es el turismo; nuestro país tiene un enorme potencial y la clase media china ya supera los 300 millones de personas que debiéramos hacer atraer. Un tercer aspecto en el que empresas chinas podrían ser importantes en el Perú es el de la infraestructura, aspecto en el cual han mostrado un avance tecnológico y de capacidad de inversión impresionante; recordemos nomás como al inicio de la pandemia construyeron en hospital en una semana, pero también que son de lejos los principales productores de paneles solares y que su red de trenes de alta velocidad no tiene parangón en el mundo.

No es fácil: otra cultura, otra forma de hacer negocios. Lamentablemente las primeras impresiones de la llegada económica de China al Perú han dejado que desear.  Las operaciones mineras chinas en Perú no han estado exentas de conflicto, empezando por la relación de Shougang con sus trabajadores hasta el caso de Las Bambas que como sabemos luego de ir acumulando conflictos con las comunidades, se encuentra ahora paralizada. Hace pocos hemos visto denuncias de corrupción en contratos de construcción de carreteras con empresas chinas que deben ser investigadas. Una buena relación económica entre China y el Perú exige trasparencia y una agenda nacional clara acorde a nuestras necesidades nacionales de desarrollo.

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