
Pedro Francke y Rossana Mendoza
Una de cuada cuatro adolescentes de 19 años ya es madre en el Perú. Entre las que tienen entre 15 y 19 años son casi una de cada diez, en esas edades el embarazo se hace más presente a medida que crecen. Pero el problema viene incluso desde antes, el censo anterior registró más de mil trescientas cuarenta niñas de 12 a 14 que ya habían sido madres, ojalá este nuevo censo ese número se haya reducido; hace pocas semanas una niña de 13 años murió como resultado del parto. Esta realidad, para muchos en las ciudades, pareciera que nos remite a un pasado distante, pero no es así; ocurre aquí y ahora, en nuestro país.
LOS DATOS
Les presento algunos datos de una investigación que hice sobre este tema junto a Rossana Mendoza y Claudia Vivas tras haber ganado un concurso del CIES, usando datos censales de hasta el 2017. Los departamentos con mayor tasa de maternidad adolecente fueron Ucayali 22 por ciento, Loreto 21 por ciento, Amazonas 19 por ciento, San Martín 18 por ciento y Madre de Dios 16 por ciento, todos de la selva. Las tasas de estos departamentos son mayores a las de los cinco países de mayor tasa del mundo -todos africanos. La maternidad adolescente es bastante mayor entre indígenas amazónicos (31 por ciento), algo mayor entre quechuas (13 por ciento) y más baja entre aymaras y castellano-hablantes (10 por ciento). La diferencia se mantiene a pesar de que, a lo largo de cuatro décadas, la maternidad adolescente ha caído fuertemente en la sierra y la selva y entre indígenas. El estudio, que abarca desde 1981 hasta 2017 con diversos enfoques analíticos, puede encontrarse en la hoja web cies.org.pe.
Poniendo la lupa sobre las distintas realidades que cohabitan en nuestro país, investigamos si había grupos sociales donde la maternidad adolescente es mucho mayor aún. Estos grupos son llamados interseccionales porque cada uno de ellos comparte varias condiciones referidas a si viven en el campo o la ciudad, son o no indígenas, están en costa, sierra o selva, qué nivel educativo tienen y en qué sector socioeconómico están. Encontramos tres grupos con tasas de 42 por ciento de maternidad adolescente, que tienen en común pertenecer al quintil más pobre, no llegaron a la secundaria y viven en la selva. Estas poblaciones triplican la maternidad adolescente de los cinco países del mundo con mayor tasa. Los dos primeros son de zonas rurales, incluyendo tanto indígenas como no indígenas, y el tercero son no indígenas viviendo en las ciudades. Si cuatro de cada diez adolescentes de entre 15 a 19 años ya son madres, eso quiere decir que a la temprana edad de 20 años ya una buena mayoría son madres. Es un problema de raíz histórica, viendo los cambios entre 1993 y 2017, los grupos del quintil más pobre de la selva con educación primaria casi no han reducido sus elevadas tasas de maternidad. El grupo indígena rural ha mantenido en todos estos años una tasa muy alta de 43 por ciento mientras el grupo rural no indígena en la selva incluso habría aumentado su tasa de 39 por ciento a 42 por ciento en ese lapso.
Si bien estos grupos tienen altas tasas de embarazo, son más bien pequeños en tamaño, así que si se quiere “mover la aguja” del embarazo adolescente en el país es indispensable mirar también hacia los grupos interseccionales más numerosos. Por ello es un grupo clave al cual darle prioridad en políticas públicas preventivas. Los otros nueve grupos numerosos son de adolescentes que llegaron a la secundaria, son tanto indígenas como no indígenas, están en costa, sierra y selva, y son tanto rurales como urbanos. Los rurales son del grupo más pobre, pero los de Lima son de sectores medios. Por otro lado, uno de los datos preocupantes es que en toda la costa centro y norte, desde Ica hasta Tumbes, el embarazo adolescente incluso subió entre 1993 y 2017, lo que muestra que las zonas de mayor ventaja económica y crecimiento importante, están peor en relación a este problema. Así que no, el crecimiento económico no es la solución automática a todos los problemas. En estas regiones la enorme mayoría de adolescentes va a la secundaria. Está claro que la educación pública no está haciendo lo suficiente frente al embarazo adolescente. Esta realidad nos indica la importancia de la educación sexual integral. Por un lado, está el conocimiento que deben tener las y los adolescentes; lamentablemente todavía hay ideas erradas sobre los métodos anticonceptivos y como usarlos. Pero sobre todo es importante que se elimine la idea de que hablar de las relaciones sexuales es tabú; justamente cuando hay un clima de veto en la sociedad y la familia que los adolescentes tienen barreras para informarse y dialogar entre ellos sobre el tema. Junto con esto, una cuestión muy pero muy importante es la autonomía de las mujeres. La inequidad de género, muchas veces agravada cuando una adolescente se relaciona con un joven o adulto varios años mayor, hace difícil que ella pueda tomar las mejores decisiones en base a su propio proyecto de vida y no presionada por un hombre que a menudo es machista y posiblemente abusivo. Desde el estado y la sociedad debemos enfrentar estas barreras, revisando las políticas al respecto recogiendo las voces de adolescentes que quieren buenos servicios de salud sexual y reproductiva con la privacidad a la que tienen derecho. Se juega acá la libertad real y las oportunidades futuras de miles de jóvenes peruanas, mientras algunos políticos y grupos religiosos retrógrados quieren mantener y reforzar esas dominaciones machistas eliminando la educación sexual integral. Se llaman Renovación pero en realidad son Reacción Medieval.
Bonus 1) acá un video donde conversamos sobre el tema con Camila Gianella https://www.youtube.com/watch?v=Zwv8TK77qK0
Bonus 2) acá la investigación que hicimos junto a Rossana Mendoza y Claudia Vivas A. https://cies.org.pe/wp-content/uploads/2025/04/Fecundidad-y-embarazo-infantil-y-adolescente-en-el-Peru-PUCP.pdf
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